13.12.14

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Los que necesitamos salvación

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo que nos tocado vivir no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia?“ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Los que necesitamos salvación

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12.12.14

Las llaves de Pedro – Meditaciones en Santa Marta: Si el corazón es como un mercado

 Francesco

El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

Vamos a traer a estas “Llaves de Pedro” las meditaciones que el Santo Padre Francisco pronuncia en la Casa de Santa Marta en las homilías diarias que allí celebra, tomadas  las mismas de  L’Osservatore Romano.

 

Martes, 7 de enero de 2014: “Si el corazón es como un mercado”

Papa Francisco en Santa Marta

El corazón del hombre se parece a «un mercado de barrio» donde se puede encontrar de todo. El cristiano debe aprender a conocer en profundidad lo que pasa a través de él, discerniendo aquello que sigue el camino indicado por Cristo y lo que lleva, en cambio, al indicado por el anticristo. El criterio para orientarse en esta elección dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa del martes 7 de enero, en la capilla de Santa Marta— es seguir el itinerario indicado por la encarnación del Verbo.

El Pontífice propuso esta reflexión al comentar la primera carta de san Juan (3, 22 - 4,6) en la cual el apóstol «parece casi obsesivo» al repetir algunos consejos, en especial: «Permaneced en el Señor».

«Permanecer en el Señor» repitió el Papa, y añadió: «El cristiano, hombre o mujer, es quien permanece en el Señor». Pero, ¿qué significa esto? Muchas cosas, respondió el Santo Padre. Si bien, explicó, el pasaje de la carta de san Juan se centra en una especial actitud que el cristiano debe asumir si quiere permanecer en el Señor: es decir, la plena conciencia «de lo que sucede en su corazón».

El cristiano que permanece en el Señor sabe «lo que pasa en su corazón». Por ello el apóstol, destacó el Pontífice, «dice: Queridos míos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios; sabed discernir los espíritus, discernir lo que oís, lo que pensáis, lo que queréis, si es propio del permanecer del Señor o si es otra cosa, que te aleja del Señor». Por lo demás, «nuestro corazón, prosiguió, tiene siempre deseos, ganas, pensamientos: pero, ¿todos éstos, son del Señor? ¿O algunos de éstos nos alejan del Señor? Por ello el apóstol dice: examinad todo lo que pensáis, lo que sentís, lo que queréis… Si esto va en la línea del Señor, funciona; pero si no va en esa línea…».

Por ello es necesario «ponerlos a prueba, repitió el Obispo de Roma citando una vez más la carta de san Juan, para examinar si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo». Y falsos, advirtió, pueden ser no sólo los profetas, sino también las profecías o las propuestas. Por ello es necesario vigilar siempre. Es más, el cristiano, indicó, es precisamente el hombre o la mujer «que sabe vigilar sobre su corazón».

Un corazón, añadió el Papa Francisco, en el cual hay «muchas cosas que van y vienen… Parece un mercado de barrio donde se encuentra de todo». Precisamente por esto es necesaria una obra constante de discernimiento; para comprender, especificó el Pontífice, lo que es verdaderamente del Señor. Pero «¿cómo sé se preguntó que esto es de Cristo?». El criterio a seguir lo indica el apóstol Juan. Y el Santo Padre lo recordó citando una vez más la carta: «Todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo».

«Es así de sencillo: si lo que tú deseas, o lo que tú piensas explicó, va por el camino de la encarnación del Verbo, del Señor que vino en carne», significa que es de Dios; pero si no va por ese camino, entonces no viene de Dios. Se trata, en esencia, de reconocer el camino recorrido por Dios, quien se «abajó, se humilló hasta la muerte de cruz». Abajamiento, humildad y también humillación: «éste, indicó el Pontífice,  es el camino de Jesucristo».

Por lo tanto, si un pensamiento, si un deseo «te lleva, añadió, por el camino de la humildad, del abajamiento, del servicio a los demás, es de Jesús; pero si te lleva por la senda de la suficiencia, de la vanidad, del orgullo o por el camino de un pensamiento abstracto, no es de Jesús». Lo confirman las tentaciones que Jesús mismo sufrió en el desierto: «Las tres propuestas que el demonio hace a Jesús eran propuestas que querían alejar a Jesús de este camino, del camino del servicio, de la humildad, de la humillación, de la caridad realizada con su vida».

«Pensemos hoy en esto, propuso el Pontífice. Nos hará bien. Primero: ¿qué pasa en mi corazón? ¿Qué pienso? ¿Qué siento? ¿Presto atención o dejo pasar, que todo vaya y venga? ¿Sé lo que quiero? ¿Examino lo que quiero, lo que deseo? ¿O lo tomo todo? Queridos míos, no prestéis fe a cada espíritu; examinad los espíritus». Muchas veces, añadió, nuestro corazón es «como un camino, donde pasan todos». Pero precisamente por esto es necesario «examinar» y preguntarnos «si elegimos siempre las cosas que vienen de Dios, si sabemos cuáles son las que vienen de Dios, si conocemos el criterio auténtico para discernir» nuestros deseos, nuestros pensamientos. Y, concluyó, no debemos olvidar jamás «que el criterio auténtico es la encarnación de Dios».

 

No es lo mismo tener un corazón limpio y sano, espiritualmente hablando, que tenerlo sucio y sometido a las vicisitudes del mundo y sus caprichos.

El texto al que se refiere e Papa Francisco (Primera Epístola de San Juan) hace mucho hincapié en algo importante y alrededor de lo cual hace girar su meditación el Santo Padre: hay que permanecer en Cristo.

Dicho así podría parecer cosa fácil: se permanece en el Hijo de Dios y no hay más problema.

Sin embargo, no ha de ser cosa tan sencilla cuando el título de lo que hoy nos dice es “Si el corazón es como un mercado” que es como decir que no está con Cristo sino muy alejado del Emmanuel.

Si estamos cerca de Cristo no será nuestro corazón, en efecto, como un mercado donde se puede encontrar de todo y de todo puede escogerse según nos convenga. Es decir, no nos comportaremos de una forma relativista en la que prima y convence lo que, en cada ocasión, nos convenga y nos interese. Así, seguramente, cuando eso nos venga bien, nos alejaremos de Dios y comprenderemos a Jesús sólo en lo que sea de nuestro gusto.

Es bien cierto que tal forma de comportarse no es la propia de un hermano de Cristo. Cuando tenemos el corazón como un mercado es más que probable que, efectivamente, hagamos de nuestra vida un auténtico desatino espiritual.

Por otra parte, cuando no consentimos que nuestro corazón sea como un mercado (donde todo lo posible y alcanzable, sea lo que sea, se puede alcanzar y es posible) nuestro comportamiento como católicos estará de acuerdo con una forma de ser lo más acorde posible a la que Cristo predicó y con la que, precisamente, se entregó por nosotros.

Tenemos, pues, dos posibilidades y formas de llevar una existencia humana: de acuerdo con Cristo y permaneciendo en Él o manifestando disconformidad con el Señor y, por tanto, haciendo de nuestra capa un sayo (y es mala cosa que una capa se convierta en vulgar trapo)

Utiliza el Santo Padre, para apoyar su meditación, una palabra que dice todo de lo que significa eso de “permanecer en Cristo”: encarnación.

Tal palabra dicho mucho: que Dios quiso hacerse hombre y que se abajó y se humilló por nosotros, que se olvidó de que era el Creador y quiso estar entre sus hermanos los hombres (entre aquellos otros nosotros) y gozar, sufrir, llorar y padecer como lo hacían aquellos que vivían en su tiempo y, en fin, que murió como hombre alejado de la fama social o la aquiescencia de las masas.

 

Todo eso significa permanecer en Cristo y evitar que nuestro corazón sea un mercado porque quien tiene claro que es hermano de Cristo y que es su discípulo no puede permitirse el lujo de ser mundano y carnal sino espiritual y del cielo.

A este respecto, existe una forma, un procedimiento, digamos, de llevar a cabo una existencia donde el mercado sea el lugar donde vamos a adquirir aquello que necesitamos y quede muy alejado de nuestro corazón: preguntarse, cada vez que se va a hacer algo, qué quiere Dios, Cristo, de nosotros.

Es cierto que eso es difícil pero, que se sepa, aún no se ha podido demostrar que ser católico sea cosa fácil. 

  

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

  El Pensador

 

La Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR.

Las bases son las que siguen:


1.- Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR, conforme a las presentes bases.

2.- Podrán concurrir al Premio cualesquiera obras inéditas de ensayo, en lengua castellana, cuya temática verse sobre “De Franco a hoy: evolución de España desde 1975 a 2013″ desde el punto de vista social, cultural y/o moral. Esta temática podrá ser abordada en conjunto o desde cualquier aspecto concreto.

3.- Las obras tendrán una extensión mínima de 150 páginas y máxima de 300. La tipografía a utilizar será el Times New Roman, tamaño 12, espaciada a 1,5. Se presentarán dos copias impresas en papel y se adjuntará una copia en formato word.

4.- Los autores, que podrán ser de cualquier nacionalidad, entregarán sus obras firmadas con nombre y apellidos, o con pseudónimo.

En el caso de que la obra venga firmada con nombre y apellidos, es obliga-torio incluir fotocopia del documento oficial de identidad, una hoja con los datos personales (nombre y apellidos, dirección postal, teléfono y email), un currículum vitae detallado del autor, así como un certificado firmado en donde se haga constar que la misma es propiedad del autor, que no tiene derechos cedidos a o comprometidos con terceros y que es inédita.

En el caso de que la obra sea presentada bajo pseudónimo, se incorporará una plica (con el título de la obra y el pseudónimo utilizado), en cuyo interior se incluirá la documentación referida en el párrafo anterior. Las plicas sólo serán abiertas en el caso de que la obra fuera premiada. En caso contrario serán destruidas junto a los originales presentados.

5.- Se admite la presentación de obras colectivas, pero en este caso el premio se repartirá a prorrata entre los autores. Y la documentación exigida en la cláusula anterior regirá por cada uno de ellos.

6.- Las obras presentadas al Premio no podrán ser editadas, reproducidas, cedidas o comprometidas con terceros, hasta el fallo definitivo. El ganador y, en su caso, los accésits ceden, por el mismo acto del fallo y de manera inmediata, los derechos exclusivos y universales de edición durante quince años a favor de Stella Maris.

Ninguna obra presentada al Premio podrá ser retirada del concurso hasta el fallo del Jurado.

7.- El Premio consistirá en: 
* 6.000 euros en concepto de anticipos de derechos de autor. 
* Publicación de la obra en una de las colecciones de Stella Maris. 
* El 7% sobre las ventas, en concepto de derechos de autor.

8.- El Premio puede ser declarado desierto. Asimismo puede otorgarse un Accésit por cada una de las siguientes modalidades: Ciencias Sociales, Cultura y Filosofía.

El premio de cada accésit será un diploma acreditativo. Stella Maris se reservará el derecho de publicación de cada accésit y, en este caso, el otorgamiento de un 7% sobre ventas en concepto de derechos de autor.

9.- El plazo máximo de presentación de obras que opten al Premio comienza el 1 de febrero y finaliza el 29 de diciembre de 2014 a las 24 horas. 
Las obras deberán presentarse por correo certificado a la siguiente dirección:

Stella Maris 
(PREMIO “REVISTA EL PENSADOR") 
c/. Rosario 47-49 
08007 Barcelona

10.- El Jurado estará compuesto por cinco profesores universitarios e intelectuales de reconocido prestigio, designados por Stella Maris. La composición del Jurado se hará pública al mismo tiempo que el fallo del Premio.

11.- El premio será fallado el 27 de febrero de 2015 y será publicado al día siguiente, comunicándose directamente además al ganador y accesits. El fallo del jurado será inapelable.

Las obras no premiadas serán automáticamente destruidas y no se devolverán en ningún caso a sus autores. Stella Maris no están obligados a mantener correspondencia con ninguno de los aspirantes al Premio.

12.- La concurrencia al Premio implica la aceptación expresa de las presentes bases de convocatoria.

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Por la libertad de Asia Bibi. 
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El Vicario de Cristo pastorea a la grey de Dios porque sabe que es lo que Dios quiera que haga. 
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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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11.12.14

Falsedades acerca de la Iglesia católica – La Iglesia católica ve poco sus propios defectos

-Vamos a ver si encontramos algo de luz.

-Eso, eso, veamos…

 

 

Falsedades y mentiras contra la Iglesia católica

 

Es bien cierto que a la Iglesia católica y, por extensión, a los católicos, se le tiene, se nos tiene, por parte de muchos, una manía ciertamente enfermiza.

 

Si creen que exagero les pongo lo que suele decirse de la religión católica, de la fe católica y, en fin, de la Iglesia católica. Aquí traigo esto para que vean hasta qué punto puede llegar la preocupación por un tema que es, ciertamente, falso.

 

Se suele decir que:

 

La fe católica está manipulada por la jerarquía.

 

La fe católica no va con los tiempos.

 

La fe católica ve poco sus propios defectos.

 

La fe católica pretende adoctrinar al mundo.

 

La fe católica está alejada de la realidad.

 

La fe católica defiende siempre a los poderosos.

 

La fe católica quiere imponer sus principios.

 

La fe católica no sabe cómo van los tiempos.

 

La fe católica está anquilosada.

 

La Iglesia católica acumula riquezas inmensas.

 

La Iglesia católica busca el poder aunque sea de forma escondida.

 

La Iglesia católica no acepta cambios en sus doctrinas.

 

La Iglesia católica es gobernada por una jerarquía carca.

 

La Iglesia católica no comprende la política actual.

 

La Iglesia católica esconde sus propios defectos.

 

La Iglesia católica no actúa contra determinados delitos que ocurren en su seno.

 

La Iglesia católica tiene muchos privilegios (sociales, económicos, educativos…)

 

Y a esto, se podían añadir muchas cosas, muchas acusaciones que están en mente de cualquiera.

 

¿Qué les parece a ustedes?

La Iglesia católica ve poco sus propios defectos

Entre las cosas que se achaca a la Iglesia católica hay una que destaca sobremanera: al parecer la Esposa de Cristo no reconoce sus errores porque es muy prepotente. Por eso continúa abusando de su poder y hace todo lo que puede por mantenerlo siendo el no reconocer sus defectos la mejor manera de seguir dominando los espíritus débiles de sus fieles…

En fin… cosas así se han escuchado y se escuchan hoy día.

El que esto escribe, sin embargo, se va a limitar a poner algunos ejemplos (que serán pocos porque abundan más) de que esto es una falsedad tan grande como la catedral de Burgos (o cualquier otro Templo de grandes dimensiones)

Por cierto, decimos que la Iglesia católica, reconoce sus errores y, por tanto, pide perdón por ellos procurando, además (vía propósito de enmienda) no volver a caer en los mismos que no es, precisamente, lo mismo que hacen otras muchas instituciones sociales.

Entonces, ahí va esto:

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10.12.14

Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe - ¿Ha perdido Dios sentido para el creyente católico?

Proceloso viaje de la Esposa de Cristo

La expresión “Estos son otros tiempos” se utiliza mucho referida a la Iglesia católica. No sin error por parte de quien así lo hace. Sin embargo se argumenta, a partir de ella, acerca de la poca adaptación de la Esposa de Cristo a eso, a los tiempos que corren o, como dirían antiguamente, al “siglo”.

 

En realidad siempre son otros tiempos porque el hombre, creación de Dios, no se quedó parado ni siquiera cuando fue expulsado del Paraíso. Es más, entonces empezó a caminar, como desterrado, y aun no lo ha dejado de hacer ni lo dejará hasta que descanse en Dios y habite las praderas de su definitivo Reino.

 

Sin embargo, nos referimos a tal expresión en materia de nuestra fe católica.

 

¿Son, pues, otros tiempos?

 

Antes de seguir decimos que Jesús, ante la dificultad que presentaba la pesca para sus más allegados discípulos, les mostró su confianza en una labor gratificada diciéndoles (Lc 5,4)

 

 ‘Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.’

 

Quería decirles Jesús que, a pesar de la situación por la que estaban pasando siempre había posibilidad de mejorar y que confiar en Dios era un remedio ciertamente bueno ante la misma.

 

El caso es que, como es lógico, las cosas han cambiado mucho, para el ser humano, desde que Jesús dijera aquellas palabras u otras de las que pronunció y quedaron para la historia del creyente católico como Palabra de Dios.  Por eso no es del todo extraño que se pueda lanzar la pregunta acerca de si estos son otros tiempos pero, sobre todo, que qué suponen los mismo para el sentido primordial de nuestra fe católica.

 

Por ejemplo, si de la jerarquía eclesiástica católica se dice esto:

 

Por ejemplo, de la jerarquía eclesiástica se dice:

Que le asusta la teología feminista.

Que es involucionista.

Que apoya a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Que participa en manifestaciones de derechas.

Que siempre ataca a los teólogos llamados progres.

Que deslegitima el régimen democrático español.

Que no se “abre” al pueblo cristiano.

Que se encierra en su torre de oro.

Que no se moderniza.

Que no “dialoga” con los sectores progresistas de la sociedad.

Que juega a hacer política.

Que no sabe estar callada.

Que no ve con los ojos del siglo XXI.

Que constituye un partido fundamentalista.

Que está politizada.

Que ha iniciado una nueva cruzada.

Que cada vez está más radicalizada.

Que es reaccionaria.

Y, en general, que es de lo peor que existe.

 

Lo mismo, exactamente lo mismo, puede decirse que se sostiene sobre la fe católica y sobre el sentido que tiene la misma pues, como los tiempos han cambiado mucho desde que Jesús entregó las llaves de la Iglesia que fundó a Pedro no es menos cierto, eso se sostiene, que también debería cambiar la Esposa de Cristo.

 

Además, no podemos olvidar el daño terrible que ha hecho el modernismo en el corazón de muchos creyentes católicos.

 

Por tanto, volvemos a hacer la pregunta: ¿son, éstos, otros tiempos para la Iglesia católica?

 

“Reflexiones acerca del sentido de nuestra fe"- ¿Ha perdido “Dios” sentido para el creyente católico?

 

Dios es Padre. Eso lo sabemos porque lo hemos aprendido, primero en teoría y luego, en la práctica de nuestra fe que nos muestra que, efectivamente, es cierto.

 

Dios también es Creador. También estamos de acuerdo con tal verdad espiritual (y material) porque lo podemos ver cada vez que miramos a nuestro alrededor y, sobre todo, cada vez que nos miramos a nosotros mismos.

 

Pero Dios también es Todopoderoso. Es una cualidad que tenemos por cierta porque lo ha demostrado muchas veces a lo largo de la historia.

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9.12.14

Un amigo de Lolo – Lo que somos ante Dios

Lolo

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 

Aquí está -iba a decir ‘mí’-nuestro Cristo, que sigue dando pan de harina y hasta aumenta la ración con rayos ‘lasser’, plataformas interplanetarias y elementos químicos; el que, sobre los aceleradores de protones, las luces de neón y el machaqueo de los teletipos, continúa, no sólo diciendo que es la Vida, sino dándola y encaramándonos por el camino de la caridad y la salvación.

Para Él, amigos, me vais a perdonar, reservo la más humilde, pero ferviente y sincera petición de indulgencia, porque, de cara a la suya, noto el enorme remordimiento de la palabra que es pequeña y en mí se hizo más enana, para expresar algo del fuego de amor por los hombres que ruge en el volcán de su corazón”.

(Reportajes desde la cumbre, pp. 25-26)

 

En este texto de Lolo nos muestra el Beato de Jaén (España) que una falsedad, no por falsa menos difundida, es, exactamente, expresión de que no se conoce a Dios. Decimos que se refiere a que, para muchos, cuando Dios creó todo lo que creó (todo) descansó al séptimo día y luego… también. Vamos, que no tenemos que preocuparnos por lo quiera el Creador sino que dependemos de nosotros mismos para actuar, ser, vivir… y morir. Y, por tanto, que nuestro albedrío ha de ser total, sin límite alguno y puesto a disposición del mundo.

Entiéndase esto. Si el Todopoderoso nos creó pero, acto seguido, se olvida de nosotros, no tenemos obligación alguna de cumplir con su voluntad porque, al fin y al cabo, ¿a qué tanto por quien se ha desentendido de nosotros? Es decir, es un sí pero… no.

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8.12.14

Serie Oraciones e invocaciones: María, Inmaculada, del Papa Francisco.

 

 

 “Virgen Santa e Inmaculada,
a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo
y el amparo maternal de nuestra ciudad,
nos acogemos con confianza y amor.

Eres toda belleza, María.
En Ti no hay mancha de pecado.

Renueva en nosotros el deseo de ser santos:
que en nuestras palabras resplandezca la verdad,
que nuestras obras sean un canto a la caridad,
que en nuestro cuerpo y en nuestro corazón brillen la pureza y la castidad,
que en nuestra vida se refleje el esplendor del Evangelio.

Eres toda belleza, María.
En Ti se hizo carne la Palabra de Dios.

Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito de los pobres,
que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos y la indefensión de los niños no nos dejen indiferentes,
que amemos y respetemos siempre la vida humana.

Eres toda belleza, María.
En Ti vemos la alegría completa de la vida dichosa con Dios.

Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida,
que la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,
que el ardor entusiasta del amor inflame nuestro corazón,
que nuestros ojos estén fijos en el Señor, fuente de la verdadera alegría.

Eres toda belleza, María.
Escucha nuestra oración, atiende a nuestra súplica:
que el amor misericordioso de Dios en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve, a nosotros, a nuestra ciudad y al mundo entero.

Amén.

Con esta oración, el Papa Francisco celebró la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María hace, hoy, justamente un año. Y la celebró en la Plaza de España de Roma como viene siendo buena y gozosa costumbre llevada a cabo por parte del Vicario de Cristo desde hace muchos años como acto de veneración a la Madre de Dios y a la consideración de su Concepción exenta de pecado.

Nosotros, católicos, tenemos por dogma que la Virgen María fue concebida sin el lastre y pesada carga que es el pecado original. Por eso celebramos un día tan especial como es el 8 de diciembre en el que recordamos lo que fue, lo que es y lo que será porque fue, es y será hecho por voluntad expresa de Dios que, pudiendo hacerlo, convino hacerlo y lo hizo (Duns Scoto dixit).

Es, éste, por lo tanto, un muy buen día para dirigirnos a la Madre de Dios para pedirle aquello que los hijos, nosotros, de Dios y suyos, queremos se haga realidad.

Por eso le pedimos acerca de nuestra santidad: para que nunca dejemos de querer ser santos, de forjar en nosotros un corazón santo lleno de la gracia que Dios nos proporciona y que nunca debemos rechazar.

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7.12.14

La Palabra del Domingo - 7 de diciembre de 2014

 Biblia

  Mc 1-1-8

 

“1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.         2 Conforme está escrito en Isaías el profeta: = Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino. =  3       = Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas, = 4 apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados. 5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6        Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa  de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.”

 

COMENTARIO

Juan supo cumplir su misión

 

Como el Antiguo Testamento, llamado así por haber sido escrito basándose en la alianza que Dios llevó a cabo con el hombre antes de la venida del Mesías, se recoge aquello que ha de venir, aquello que ha de suceder cuando llegue al mundo el Hijo del Todopoderoso, el evangelista Marcos empieza su evangelio, precisamente, haciendo referencia a un profeta, Isaías, y a lo que el mismo escribió.

 

En aquel entonces el profeta que tan bien describió lo que sería la Pasión de Nuestro Señor, escribió acerca del primo de Jesús, Juan, hijo de Isabel y Zacarías. Tenía que cumplir una misión muy importante.

 

Dios enviaba un profeta delante de su Hijo. Lo hacía así para preparar el camino que, luego, alfombraría con su sabiduría y conocimiento de la Ley del Padre, Quien iba a nacer de una mujer joven llamada María que supo denominarse, justamente, “esclava del Señor”.

 

También debía Juan enderezar los caminos. Se quería decir que los mismos andaban muy torcidos y que el hombre, aquel que Dios escogió para ser su pueblo, no andaba como debía andar hacia su definitivo Reino sino que se había torcido, saliéndose de la santa Ley y haciendo de su capa un sayo. Y aquello también correspondían a quien refería Isaías, y ahora Marcos, llevar a cabo.

 

La misión, pues, estaba asignada y debía cumplirse.

 

Juan bautizada y perdona los pecados. Estaba autorizado por Dios para ello. Además, lo hacían con un ánimo claro: la conversión de los pecadores, el pasar a tener un corazón de carne y no de piedra…

 

Se comportaba, Juan, además, de forma pobre. Era pobre de espíritu, de ropajes y de alimento. Y eso agradaba a Dios.

 

Pero, sobre todo, Juan, aquel que sabía la misión que debía cumplir, estaba más que seguro que él no era el Mesías. Por eso aduce su humildad porque sabe que, en efecto, no es digno de desatar las sandalias de Quien ha de venir, el Cordero de Dios.

 

Pero había algo más con relación a Quien debía venir: el bautismo.

 

Aquel que bautizada con agua, Juan, conocía que Quien debía venir, el Mesías, lo haría de una forma más profunda. Él bautizaba exteriormente pero Quien debía venir lo iba a hacer con fuego y con Espíritu Santo y, por tanto, limpiaría el interior de la persona bautizada y propiciaría una conversión que iría más allá de la meramente exterior.

 

Juan, sin duda, sabía,  lo hacía notar en su predicación y cumplió, con su hacer, lo escrito siglos antes por Isaías.

 

Todo, pues, se estaba cumpliendo.

 

 

PRECES

 

Por todos aquellos que no quieren enderezar sus vidas.

 

Roguemos al Señor.

 

Por todos aquellos que no quieren escuchar las palabras del profeta.

 

Roguemos al Señor.

ORACIÓN 

 

Padre Dios; ayúdanos a llevar una vida digna de ser llamada propia de un hijo Tuyo.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

 El Pensador

 La Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR.

Las bases son las que siguen:


1.- Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR, conforme a las presentes bases.

2.- Podrán concurrir al Premio cualesquiera obras inéditas de ensayo, en lengua castellana, cuya temática verse sobre “De Franco a hoy: evolución de España desde 1975 a 2013″ desde el punto de vista social, cultural y/o moral. Esta temática podrá ser abordada en conjunto o desde cualquier aspecto concreto.

3.- Las obras tendrán una extensión mínima de 150 páginas y máxima de 300. La tipografía a utilizar será el Times New Roman, tamaño 12, espaciada a 1,5. Se presentarán dos copias impresas en papel y se adjuntará una copia en formato word.

4.- Los autores, que podrán ser de cualquier nacionalidad, entregarán sus obras firmadas con nombre y apellidos, o con pseudónimo.

En el caso de que la obra venga firmada con nombre y apellidos, es obliga-torio incluir fotocopia del documento oficial de identidad, una hoja con los datos personales (nombre y apellidos, dirección postal, teléfono y email), un currículum vitae detallado del autor, así como un certificado firmado en donde se haga constar que la misma es propiedad del autor, que no tiene derechos cedidos a o comprometidos con terceros y que es inédita.

En el caso de que la obra sea presentada bajo pseudónimo, se incorporará una plica (con el título de la obra y el pseudónimo utilizado), en cuyo interior se incluirá la documentación referida en el párrafo anterior. Las plicas sólo serán abiertas en el caso de que la obra fuera premiada. En caso contrario serán destruidas junto a los originales presentados.

5.- Se admite la presentación de obras colectivas, pero en este caso el premio se repartirá a prorrata entre los autores. Y la documentación exigida en la cláusula anterior regirá por cada uno de ellos.

6.- Las obras presentadas al Premio no podrán ser editadas, reproducidas, cedidas o comprometidas con terceros, hasta el fallo definitivo. El ganador y, en su caso, los accésits ceden, por el mismo acto del fallo y de manera inmediata, los derechos exclusivos y universales de edición durante quince años a favor de Stella Maris.

Ninguna obra presentada al Premio podrá ser retirada del concurso hasta el fallo del Jurado.

7.- El Premio consistirá en: 
* 6.000 euros en concepto de anticipos de derechos de autor. 
* Publicación de la obra en una de las colecciones de Stella Maris. 
* El 7% sobre las ventas, en concepto de derechos de autor.

8.- El Premio puede ser declarado desierto. Asimismo puede otorgarse un Accésit por cada una de las siguientes modalidades: Ciencias Sociales, Cultura y Filosofía.

El premio de cada accésit será un diploma acreditativo. Stella Maris se reservará el derecho de publicación de cada accésit y, en este caso, el otorgamiento de un 7% sobre ventas en concepto de derechos de autor.

9.- El plazo máximo de presentación de obras que opten al Premio comienza el 1 de febrero y finaliza el 29 de diciembre de 2014 a las 24 horas. 
Las obras deberán presentarse por correo certificado a la siguiente dirección:

Stella Maris 
(PREMIO “REVISTA EL PENSADOR") 
c/. Rosario 47-49 
08007 Barcelona

10.- El Jurado estará compuesto por cinco profesores universitarios e intelectuales de reconocido prestigio, designados por Stella Maris. La composición del Jurado se hará pública al mismo tiempo que el fallo del Premio.

11.- El premio será fallado el 27 de febrero de 2015 y será publicado al día siguiente, comunicándose directamente además al ganador y accésits. El fallo del jurado será inapelable.

Las obras no premiadas serán automáticamente destruidas y no se devolverán en ningún caso a sus autores. Stella Maris no están obligados a mantener correspondencia con ninguno de los aspirantes al Premio.

12.- La concurrencia al Premio implica la aceptación expresa de las presentes bases de convocatoria.

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Por la libertad de Asia Bibi. 
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Por el respeto a la libertad religiosa. 
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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Bautizados, somos, con Espíritu Santo. Debemos comprender lo que eso significa.

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Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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InfoCatólica necesita vuestra ayuda.

 

Escucha a tu corazón de hijo de Dios y piedra viva de la Santa Madre Iglesia y pincha aquí abajo:

 

da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7), y haz click aquí.

6.12.14

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Cristo, siempre con nosotros

Sagrada Biblia

 Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en losversículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo que nos ha tocado vivir no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que diceFrancisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia?“ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Cristo, siempre con nosotros

Cristo se quedó

“Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”

(Mt 28, 18-20)

Que Cristo prometió que estaría siempre con nosotros era algo que, de verdad, querían que sucediese aquellos que estaban mirando su subida al Cielo. Y es que ellos, que habían convivido con Jesús durante unos años y habían visto como aparecía ante ellos tras su resurrección no podían imaginar una vida sin el Maestro.

Sin embargo, no quería Jesús que la cosa quedase ahí pues era su misión que, precisamente, continuara la misma en boca y hechos de aquellos que gustaban llamarse discípulos suyos. Y, como dirían San Juan (aunque al respecto de nuestra filiación divina) ¡y lo eran! Y así se los comunicó: debían hacer algo más que admirarlo y querer que estuviese siempre con ellos.

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5.12.14

Las llaves de Pedro – La Iglesia católica somos todos.

Papa Francisco

El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

 

Audiencia General del 29 de octubre de 2014

La Iglesia católica somos todos

 

 

“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En las catequesis anteriores tuvimos ocasión de destacar cómo la Iglesia tiene una naturaleza espiritual: es el cuerpo de Cristo, edificado en el Espíritu Santo. Cuando nos referimos a la Iglesia, sin embargo, inmediatamente el pensamiento se dirige a nuestras comunidades, nuestras parroquias, nuestras diócesis, a las estructuras en las que a menudo nos reunimos y, obviamente, también a los miembros y a las figuras más institucionales que la dirigen, que la gobiernan. Es esta la realidad visible de la Iglesia. Entonces, debemos preguntarnos: ¿se trata de dos cosas distintas o de la única Iglesia? Y, si es siempre la única Iglesia, ¿cómo podemos entender la relación entre su realidad visible y su realidad espiritual?

Ante todo, cuando hablamos de la realidad visible de la Iglesia, no debemos pensar sólo en el Papa, los obispos, los sacerdotes, las religiosas y todas las personas consagradas. La realidad visible de la Iglesia está constituida por muchos hermanos y hermanas bautizados que en el mundo creen, esperan y aman. Pero muchas veces escuchamos que se dice: «La Iglesia no hace esto, la Iglesia no hace esto otro…» – «Pero, dime, ¿quién es la Iglesia?» – «Son los sacerdotes, los obispos, el Papa…» – La Iglesia somos todos, nosotros. Todos los bautizados somos la Iglesia, la Iglesia de Jesús. Todos aquellos que siguen al Señor Jesús y que, en su nombre, se hacen cercanos a los últimos y a los que sufren, tratando de ofrecer un poco de alivio, de consuelo y de paz. Todos los que hacen lo que el Señor nos ha mandado son la Iglesia. Comprendemos, entonces, que incluso la realidad visible de la Iglesia no es mensurable, no es posible conocer en toda su amplitud: ¿cómo se hace para conocer todo el bien que se hace? Muchas obras de amor, numerosas fidelidades en las familias, tanto trabajo para educar a los hijos, para transmitir la fe, tanto sufrimiento en los enfermos que ofrecen sus sufrimientos al Señor… Esto no se puede medir y es muy grande. ¿Cómo se hace para conocer todas las maravillas que, a través de nosotros, Cristo logra obrar en el corazón y en la vida de cada persona? Mirad: también la realidad visible de la Iglesia va más allá de nuestro control, va más allá de nuestras fuerzas, y es una realidad misteriosa, porque viene de Dios.

Para comprender la relación, en la Iglesia, la relación entre su realidad visible y su realidad espiritual, no hay otro camino más que mirar a Cristo, de quien la Iglesia constituye el cuerpo y de quien ella nace, en un acto de infinito amor. También en Cristo, en efecto, en virtud del misterio de la Encarnación, reconocemos una naturaleza humana y una naturaleza divina, unidas en la misma persona de modo admirable e indisoluble. Esto vale de modo análogo también para la Iglesia. Y como en Cristo la naturaleza humana secunda plenamente la naturaleza divina y se pone a su servicio, en función de la realización de la salvación, así sucede, en la Iglesia, por su realidad visible, respecto a la naturaleza espiritual. También la Iglesia, por lo tanto, es un misterio, en el cual lo que no se ve es más importante que aquello que se ve, y sólo se puede reconocer con los ojos de la fe (cf. Const. dogm. sobre la Iglesia Lumen gentium, 8).

Así, pues, en el caso de la Iglesia, debemos preguntarnos: ¿cómo es que la realidad visible puede ponerse al servicio de la realidad espiritual? Una vez más, podemos comprenderlo mirando a Cristo. Cristo es el modelo de la Iglesia, porque la Iglesia es su cuerpo. Es el modelo de todos los cristianos, de todos nosotros. Cuando se mira a Cristo no hay lugar a error. En el Evangelio de san Lucas se relata cómo Jesús, al volver a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga y leyó, refiriéndolo a sí mismo, el pasaje del profeta Isaías donde está escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (4, 18-19). He aquí: como Cristo se valió de su humanidad —porque también era hombre— para anunciar y realizar el designio divino de redención y de salvación —porque era Dios—, así debe ser también para la Iglesia. A través de su realidad visible, de todo lo que se ve, los sacramentos y el testimonio de todos nosotros cristianos, la Iglesia está llamada cada día a hacerse cercana a cada hombre, comenzando por quien es pobre, por quien sufre y está marginado, de modo que siga haciendo sentir en todos la mirada compasiva y misericordiosa de Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, a menudo como Iglesia experimentamos nuestra fragilidad y nuestros límites. Todos los tenemos. Todos somos pecadores. Nadie de nosotros puede decir: «Yo no soy pecador». Pero si alguno de nosotros siente que no es pecador, que levante la mano. Veamos cuántos… ¡No se puede! Todos lo somos. Y esta fragilidad, estos límites, estos pecados nuestros, es justo que nos causen un profundo dolor, sobre todo cuando damos mal ejemplo y nos damos cuenta de que nos convertimos en motivo de escándalo. Cuántas veces, en el barrio, hemos escuchado: «Pero, esa persona que está allá, va siempre a la iglesia pero habla mal de todos, critica a todos…». Esto no es cristiano, es un mal ejemplo: es un pecado. De este modo damos un mal ejemplo: «Y, en definitiva, si este o esta es cristiano, yo me hago ateo». Nuestro testimonio es hacer comprender lo que significa ser cristiano. Pidamos no ser motivo de escándalo. Pidamos el don de la fe, para que podamos comprender cómo, a pesar de nuestra miseria y nuestra pobreza, el Señor nos hizo verdaderamente instrumento de gracia y signo visible de su amor para toda la humanidad. Podemos convertirnos en motivo de escándalo, sí. Pero podemos llegar a ser también motivo de testimonio, diciendo con nuestra vida lo que Jesús quiere de nosotros.”

 

Existe una realidad común, porque nos corresponde a los hijos de Dios que hemos sido bautizados, que tiene que ver con lo que somos y con lo que, entonces, debemos hacer: somos miembros de la Iglesia católica y, con nuestra persona y espíritu, damos forma a la divina institución que fundó Jesucristo y de la que dio las llaves a Pedro, antes Cefas y luego santo del pueblo de Dios.

El caso es que también es común, como bien dice el Papa Francisco, achacar a “la Iglesia”, así dicho en general, de los males más diversos. Y esto supone no reconocer que la Iglesia, como tal, es santa y que lo es porque su fundador lo fue, porque se han reconocido muchos santos dentro de ella y porque todos estamos llamados a la santidad. Por tanto, la Iglesia, como tal, así dicho, ni peca ni es mala. Sí pecamos y sí somos, nosotros, los que caemos en las tentaciones del Maligno.

Todos, pues, formamos la Iglesia católica y sobre nosotros, pues, han de recaer los males que a ella se puedan achacar.

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4.12.14

Falsedades acerca de la Iglesia católica – La fe católica no van con los tiempos…

-Vamos a ver si encontramos algo de luz.

-Eso, eso, veamos…

 

 Falsedades y mentiras contra la Iglesia católica

 

Es bien cierto que a la Iglesia católica y, por extensión, a los católicos, se le tiene, se nos tiene, por parte de muchos, una manía ciertamente enfermiza.

 

Si creen que exagero les pongo lo que suele decirse de la religión católica, de la fe católica y, en fin, de la Iglesia católica. Aquí traigo esto para que vean hasta qué punto puede llegar la preocupación por un tema que es, ciertamente, falso.

 

Se suele decir que:

 

La fe católica está manipulada por la jerarquía.

 

La fe católica no va con los tiempos.

 

La fe católica ve poco sus propios defectos.

 

La fe católica pretende adoctrinar al mundo.

 

La fe católica está alejada de la realidad.

 

La fe católica defiende siempre a los poderosos.

 

La fe católica quiere imponer sus principios.

 

La fe católica no sabe cómo van los tiempos.

 

La fe católica está anquilosada.

 

La Iglesia católica acumula riquezas inmensas.

 

La Iglesia católica busca el poder aunque sea de forma escondida.

 

La Iglesia católica no acepta cambios en sus doctrinas.

 

La Iglesia católica es gobernada por una jerarquía carca.

 

La Iglesia católica no comprende la política actual.

 

La Iglesia católica esconde sus propios defectos.

 

La Iglesia católica no actúa contra determinados delitos que ocurren en su seno.

 

La Iglesia católica tiene muchos privilegios (sociales, económicos, educativos…)

 

Y a esto, se podían añadir muchas cosas, muchas acusaciones que están en mente de cualquiera.

 

¿Qué les parece a ustedes?

La fe católica no va con los tiempos…

 

 

  

Esta es una acusación muy común de la que hacen uso aquellos que se oponen a la Iglesia católica. Al parecer la Esposa de Cristo ha de estar a la última en todo lo que se refiere a… todo.

Muy bien. Eso puede estar la mar de bien para quien no tiene más problema que preocuparse por el mundo y sus mundanidades, por las últimas novedades tecnológicas o los últimos eventos sociales.

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