InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Apostolado laico -La Palabra para el Domingo

19.10.25

La Palabra del Domingo – Domingo, 19 de octubre de 2025

Resultado de imagen de SAnta BibliaLc 18, 1-8

1 Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. 2 ‘Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. 3 Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ¡Hazme justicia contra mi adversario!’ 4 Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, 5 como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.’ 6 Dijo, pues, el Señor: ‘Oíd lo que dice el juez injusto; 7 y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? 8 Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?’”.

COMENTARIO

La justicia de Dios: la Justicia

En cuanto a la oración, aquel instrumento espiritual que nos pone en contacto con Dios, es bien cierto que, en demasiadas ocasiones, no es para nosotros algo fundamental sino que recurrimos al Creador como si se tratase de un “bombero espiritual” que apague nuestras muchas necesidades y fuegos.

Con esto queremos decir que orar, querer estar con Dios en determinadas ocasiones, no es eso. No es, precisamente, un querer usar o utilizar al Todopoderoso a nuestro antojo porque, además, Dios es justo y su Justicia puede ser, por justa, terrible para nosotros.

El caso es que Jesucristo quiere que entendamos, con la parábola de aquella mujer insistente, que lo mismo debemos hacer nosotros en lo tocante a la oración.

Aquella mujer quería que se le hiciese justicia. Pero quería eso porque estaba segura de tener razón en su querella contra el adversario del que nada sabemos salvo que era, eso, adversario de la mujer perseverante.

En realidad, sólo quien entiende que está en la verdad más absoluta puede tratar de que se le haga justicia, digamos, a horas intempestivas o, simplemente, a todas horas. Y aquella mujer creía estar en tal verdad. Por eso insistía tanto y buscaba que aquel juez hiciera su trabajo… con ella.

Debemos decir que aquel juez tenía mucho que aprender de Dios y de la aplicación de justicia humana. Y es que nos dice el texto de este Evangelio de San Lucas que no temía a Dios y eso, para un juez (que ha de aplicar la justicia humana) no era nada bueno. De todas formas, no se trata aquí de dar importancia a eso sino a la insistencia de la mujer que nos marca el camino a seguir.

Reflexión del Evangelio del Domingo 29º del Tiempo Ordinario 2025. -  Catedral Virgen de los Treinta y Tres

Si ella creía tener razón en lo que sostenía… lo mismo nosotros, si creemos que Dios debe escucharnos y darnos, digamos, la razón espiritual, debemos hacer: orar con perseverancia.

Sin embargo, en esto hay algo que no podemos pasar por alto porque la Justicia de Dios y Todopoderoso es justa y eso supone, para nosotros, un nivel de exigencia muy alto.

Esto lo decimos por lo último que dice Cristo en este texto evangélico y que es muestra de lo que se nos pide: “¿Encontrará la fe sobre la tierra”? Y se refiere a su vuelta al mundo, en su Parusía, cuando juzgará a vivos y a muertos y cuando, en tan exacto momento, seamos juzgados por Quien todo lo creó y mantiene.

Nosotros debemos perseverar en la oración cuando de eso se trate pero la premisa mayor de nuestra fe es mantenerla y acrecentarla en cuanto seamos capaces. Dios, cuando venga a juzgarnos, hará lo propio al respecto de nuestro amor del que seremos juzgados al final de nuestra vida…

La Justicia de Dios es una Justicia con mayúsculas porque es la más justa pero la más necesaria que existe. Y nosotros, y Jesucristo nos lo dice muchas veces como ahora, debemos perseverar en nuestra fidelidad: siempre, siempre, siempre fieles al Creador.

PRECES 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no creen en la Justicia de Dios.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren prepararse para ser juzgados por Dios.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a mantener nuestra fe y acrecentarla.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

A veces nos cansamos de orar y eso no puede quererlo el Buen Dios.

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

12.10.25

La Palabra del Domingo – Domingo, 12 de octubre de 2025

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Lc 17, 11-19

11 Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, 12 y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia 13 y, levantando la voz, dijeron: ‘¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!’ 14 Al verlos, les dijo: ‘Id y presentaos a los sacerdotes.’ Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios.15 Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; 16 y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. 17 Tomó la palabra Jesús y dijo: ‘¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? 18 ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?’ 19 Y le dijo: ‘Levántate y vete; tu fe te ha salvado.’”

COMENTARIO

Dar, siempre, gracias a Dios

Es más que cierto que muchas veces tomamos las gracias que Dios nos entrega y luego nos olvidamos, precisamente, de Quién nos la entregado. Y eso es lo que pasa con muchos de los leprosos que curó el Hijo de Dios en la ocasión que nos trae el Evangelio de San Lucas.

Todo, sin embargo, no puede ser objeto de crítica.

Decimos esto porque aquellas personas, que tenían una enfermedad gravísima y que no tenía cura, tenían fe. Y es que sabían que Jesús, el Maestro, podía curarles de su grave dolencia.

Aquellos hombres, que eran leprosos, sabían que médicamente nada se podía hacer por ellos. Debían, pues, vivir fuera de los pueblos y, además, vestir de una forma determinada con el objeto de que se supiera que eran leprosos y nadie se les acercara por miedo al contagio.

Vivían, por decirlo pronto, de forma miserable porque no tenían los medios de vida ordinarios. Ni siquiera, por ejemplo, podían pedir limosna entre quienes no fueran leprosos y eso hacía de sus vidas una realidad insoportable.

Curación de diez leprosos, Lucas 17, 11-19 | eBooks Católicos

Confiaban, como decíamos, en Jesús. Por eso, aun parándose a distancia, le gritan que tenga compasión de ellos.

Jesús no hace como si no los hubiera visto que podría haber sido, perfectamente, el comportamiento de la gran mayoría de personas ante otras que están enfermas según lo estaban aquellos hombres.

Ya podemos comprender, por tanto, que el Hijo de Dios, misericordioso y caritativo donde los haya, tenía que hacer algo. ¿Y qué podía hacer aquel hombre santo?

En realidad, podía hacer lo que le dictaba su corazón. No otra cosa. Y lo que le dicta su corazón es que los cure. Y eso hace. Desde la misma distancia que mantenían los leprosos, Jesús los libra de su enfermedad y los envía a los sacerdotes.

¡Qué cosa más extraña, podríamos pensar! Pero el Maestro no hace más que cumplir con la ley: han de ser los sacerdotes los que certifiquen que aquellas personas, antes leprosas ya no lo están y pueden insertarse en la sociedad como personas sanas…Y en el camino acaban sanando.

Ya podemos imaginar el gozo de aquellos diez leprosos. ¡Habían quedado curados tan sólo con la palabra y voluntad del Maestro!

¿Qué hacer, entonces?

Cualquiera puede imaginar que, al menos, debían agradecer a Jesús que hubiera hecho aquello con ellos. Pero no… al parecer tenían mucha prisa para acudir a los sacerdotes.

Uno, sin embargo, debió mirar hacia atrás y ver a Jesús, allí, en la misma distancia que separaba la enfermedad de la causa de su sanación. Y corrió a dar gracias.

Y era samaritano. Otra vez un samaritano.

Decimos lo de “otra vez” porque son algunas las ocasiones en las que Jesús hace, digamos, “uso”, de una persona samaritana para dar a entender que la salvación la ha puesto Dios para todo el mundo y, entonces, no sólo para el pueblo judío: ya entendemos cuando habla con la mujer en el pozo de Jacob (era samaritana) pero, sobre todo, cuando escuchamos de palabras de Cristo la parábola del buen samaritano. Todo eso muestra, a la perfección, que todo el bien que hace Dios lo hace para todo hijo suyo o, lo que es lo mismo, para toda persona.

Y eso, la confianza mostrada por aquel hombre, es lo que le salva. Y a los demás, también.

PRECES 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no confían en la bondad de Dios.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no agradecen a Dios los dones recibidos.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a ser agradecidos.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Cristo nos sana muchas y más veces.

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

5.10.25

La Palabra del Domingo  - Domingo, 5 de octubre de 2025

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Lc 17, 5-10

5 Dijeron los apóstoles al Señor; ‘Auméntanos la fe.’ 6 El Señor dijo: ‘Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: “Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido.’ 7 ‘¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’ 8 ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’ 9 ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? 10 De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer.’”

COMENTARIO

Saber que somos siervos inútiles

Jesús había venido a enseñar. Y lo que tenía que enseñar era lo básico de la fe en Dios Todopoderoso y el respeto a la Ley del Creador.

Jesús, por tanto, sabía que debía transmitir una serie de verdades que, simplemente, se habían olvidado o se habían dejado escondidas debajo de muchos celemines.

Pero en algunas ocasiones eran los mismos que había elegido el Mesías quienes le preguntaban. Así, por ejemplo, en una ocasión, le pidieron que les enseñar a orar. Jesús, entonces, les enseñó el Padre Nuestro que, desde entonces, es la oración con la que los hijos de Dios se acercan a su Padre.

Ahora le piden, le ruegan, que les aumenten la fe. Es decir, ellos quieren estar más cerca de Dios pero como no saben cómo hacerlo. Por eso se dirigen a su Maestro porque saben que Él está muy cerca del Todopoderoso.

Jesús, para eso, parte de cómo son ellos, aquellos que le ruegan una cosa así.

El Maestro utiliza una palabra que, dicha como la dice, es verdaderamente terrible: “si”. Y es que tal “si”, condicional, supone que, para empezar, no cree que tengan mucha fe aquellos que eso le piden. Por eso utiliza tal palabra como diciendo que, de tener fe, ellos podrían decir a un sicómoro que se moviera del sitio en el que estaba plantado.

Misión Católica de Montreal Nuestra Señora de Guadalupe - Evangelio según  San Lucas 17,1-6. Jesús dijo a sus discípulos: "Es inevitable que haya  escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más

Es más, habla Jesús de un grano de mostaza. Es decir, que la fe debería ser, al menos, tan pequeña como un grano de mostaza que, como sabemos, no es muy grande.

Ellos, sin embargo, han de escuchar aquello con no poca vergüenza pero, a la vez, con ganas de aprender y comprender lo que les está diciendo el Hijo de Dios.

Pero este texto hay algo que es muy importante y que tiene que ver con la posición que cada uno de los hijos de Dios, que cada uno de los fieles católicos, tenemos: qué es lo que somos.

Nosotros somos siervos. Y eso, dicho así, puede parecer que es importante reconocerlo porque nos pone en la situación verdadera en la que estamos. Pero supone que debemos cumplir con lo que manda el Señor, nuestro Señor que es Dios mismo y ver el ejemplo que su Hijo Jesucristo vino al mundo a mostrar.

Pues bien, aquello que hacemos que está de acuerdo con la voluntad de Dios no ha de suponer mérito alguno (en el sentido de sentirlo con soberbia) para nosotros sino, en todo caso, la comprensión acerca de que es lo que debemos hacer, ni más ni menos.

Hemos hecho lo que debíamos hacer”. Pero Cristo sabe que muchas veces no hacemos lo que debemos hacer sino, justamente, lo contrario. Y nos insta a que sepamos comprender qué es lo que nos conviene que no es, precisamente, la demostración de una falta de fe que, por desgracia, tantas veces es evidente.

PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren tener fe.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no admiten ser siervos inútiles.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a aumentar nuestra fe.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Dice Cristo que somos siervos inútiles. Seguramente nos baste con decir que somos más bien inútiles…

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

28.09.25

La Palabra del Domingo – Domingo, 28 de septiembre de 2025

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Lc 16, 19-31

19 ‘Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. 20 Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, 21 deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico… pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. 22 Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. 23 ‘Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama.’ 25 Pero Abraham le dijo: ‘"Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. 26 Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros.’ 27 ‘Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento.’ 29 Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan.’ 30 El dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán.’ 31 Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite.’”

COMENTARIO

Lázaro y Epulón como ejemplo

Este texto evangélico que escribió el médico San Lucas es muy conocido. En realidad, como suele suceder, ha sido leído muchas veces en la Santa Misa, ha sido escuchado otras tantas veces por aquellos hermanos en la fe que han acudido a ellas y, como es de esperar, muchas otras veces será leído y escuchado. Lo que puede pasar es que, a lo mejor, no es entendido del todo.

Aquí hay algo muy sencillo: hay un hombre rico y hay un hombre pobre, muy pobre. Y la Santa Biblia, como para dejar las cosas claras (y teniendo en cuenta la importancia que el pueblo judío da al nombre) al hombre rico ni siquiera le pone nombre. Y, teniendo en cuenta que es Cristo mismo quien da constancia de tal texto… podemos imaginar lo que quería decir con eso.

De todas formas, como el hombre quiere manejar datos palpables, se le ha dado el nombre de Epulón a tal rico porque el significado de tal palabra tiene que ver con el hombre que come mucho o disfruta comiendo y Cristo dice que era uno que todos los días daba espléndidas fiestas donde se hartaba de comer…

Pues bien, los paralelismos entre Epulón y Lázaro y nosotros mismos saltan a la vista. No obstante, Cristo no habla por hablar sino que hay que sacarle toda la punta que se pueda a sus palabras porque son santas, porque son Palabra de Dios.

En el mundo siempre ha habido Lázaros y Epulones. Es decir, la riqueza y la pobreza han existido siempre y, seguramente, seguirá existiendo. Hasta ahí nada que objetar porque, como se diría popularmente, es lo que hay. Es más, Jesús ya dijo que a los pobres siempre los tendríamos con nosotros. Y, para que haya pobres… tiene que haber ricos.

Parábola del rico epulón y el pobre Lázaro - Wikipedia, la enciclopedia  libre

Bueno. Nosotros, que podemos ser de los unos o de los otros podemos situarnos, porque ya sabemos qué pasó entonces, en un lugar privilegiado (de cara al corazón de Dios). Es decir, que como esto lo hemos leído muchas veces y escuchado otras muchas veces no podemos llegar a ser tan de corazón duro como para no darnos cuenta de lo que quiere decir el Hijo de Dios: hay ricos (o, simplemente, más pudientes que otros más pobres; no sólo muy ricos sino, por decirlo pronto, de un nivel medio pero frente a los más necesitados) y hay pobres. Si somos de los primeros… ¿qué haremos?

El ejemplo lo tenemos más que puesto en primer lugar: Epulón fue al Infierno (sin medias tintas) mientras que Lázaro fue al Cielo. Pero ¿fue al Cielo sólo por ser pobre? No. Fue al Cielo porque supo soportar su pobreza y ponerse en manos de Dios. Y, por otra parte, ¿Epulón fue al Infierno por ser rico? No. Fue al Infierno por no saber ser rico y no favorecer con su riqueza a quien estaba ¡en el portal de su casa!

Pero eso podemos aplicárnoslo cada uno de nosotros. Si bien no tengamos tantos bienes como tenía Epulón, seguramente estaremos en una situación (de ser el caso, claro está; de eso se trata) mejor que otros muchos que, sabemos, están mucho peor que nosotros. Entonces… podemos hacer como hizo Epulón o hacer algo muy distinto: echar una mano, ver en el pobre a Cristo o, en fin, hacer como que creemos en lo que creemos.

El caso es que Jesús hasta nos avisa de algo terrible: ni siquiera aunque un muerto resucite se convencerán muchos de lo que, en verdad, les conviene: aplicar la ley del amor y de la misericordia. Y es que Cristo resucitó y aún hay quien no cree ni en el uno ni el otro.

Y así estamos: ciegos y más que torpes para con nuestra vida eterna; Epulones las más de las veces; Lázaros sólo en teoría.

PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que abusan de sus egoísmos.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que se empeñan en no escuchar a Dios.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a escucharte.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

No deberíamos querer ser nunca como Epulón.

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

21.09.25

La Palabra del Domingo – Domingo, 21 de septiembre de 2025

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Lc 16, 1-13

1 Decía también a sus discípulos: ‘Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; 2 le llamó y le dijo: ‘¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando.’ 3 Se dijo a sí mismo el administrador: ‘¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4 Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas.’ 5 ‘Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’ 6 Respondió: ‘Cien medidas de aceite.’ Él le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta.’ 7 Después dijo a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’ Contestó: ‘Cien cargas de trigo. ‘Dícele: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta.’ 8 ‘El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz. 9 ‘Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. 10 El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. 11 Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? 12 Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? 13 ‘Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.”

COMENTARIO

Saber a quién debemos servir

El Hijo de Dios sabe muy bien que su misión, aquella que consiste en evangelizar y predicar la Buena Noticia acerca de la llegada el mundo del Reino de Dios, no ha de ser fácil.

Conoce muy bien Jesucristo el corazón de muchos de aquellos que se le han entregado para que salve. Por eso habla en parábolas. Y es que la forma más directa de ser entendido y, en fin, de enseñar. Y eso hace muchas veces. Ahora también.

El caso de aquel trabajador era el propio de un pillo que quiere salvarse a costa de lo que sea. Y si lo que es el menoscabar los bienes a los que tiene derecho su señor pues le da exactamente igual. Quiere salvar su pellejo y a para eso pone todo su coraje e imaginación en tal empeño. Y suponemos que lo consigue porque su antiguo señor se da cuenta alaba aquella situación diciéndose que, a lo mejor, era mejor cobrar algo de lo que se le decía que no cobrar nada.

Sin embargo, por muy importante que sea la lección que podamos sacar de este caso particular, aquí hay dos cosas que Jesucristo nos dice que debemos tener muy en cuenta.

Debemos saber que se nos ha de tener en cuenta todo aquello que hacemos. Es decir, el Tribunal de Dios sabrá más que bien todo lo que hacemos. Incluso lo poco que puede ser, incluso, insignificante, resulta ser de gran importancia. Y eso no lo debería olvidar nunca quien se sabe y reconoce Hijo de Dios.

Debemos, por tanto, ser fieles en lo poco, en lo pequeño. Y es que todo tiene su importancia e incluso aquello que pudiera parecernos que no la tiene (los pequeños pecadillos que dejamos pasar, por ejemplo) la tiene, vaya si la tiene. Y es que todo en nuestra vida tiene reflejo en el más allá…

Hay, sin embargo, algo que es muy importante.

Sabemos, por el Primer Mandamiento de la Ley de Dios (¡El primero!) que a Dios lo debemos tener, ser para nosotros, como el primero de entre nuestra realidad. Es decir, nada hay más importante que nuestro Creador. Y por eso su Hijo nos dice que no podemos servirlo a Él… y a otro.

Decir esto pudiera dar la impresión de que se nos está diciendo que no debemos tener en cuenta a nadie más que a Dios. Y eso es verdad pero también no lo es.

A Dios, sí lo debemos poner por encima de todo. Pero eso no quiere decir que ya no tengamos en cuenta a nadie de aquellos que nos rodean. No. Dios nos ha puesto a muchos a nuestro alrededor e, incluso, lejos, para que sí los tengamos en cuenta. Y, sin embargo, encima de todo eso, de todas nuestras cosas y realidades, ha de ser el Todopoderoso quien reine sobre lo nuestro, sobre todo lo nuestro.

No podemos, por tanto, servir a Dios y al dinero. Eso nos lo dice Cristo para que no pongamos nuestro corazón en aquello que no importa sino, al contrario, en Quien importa, en el Único que debe importarnos.

PRECES

Pidamos a Dios por aquellos que no atienden a los consejos de Jesucristo.

Roguemos a Dios.

Pidamos a Dios por aquellos que no sean capaces de dejar de servir al dinero.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; gracias por darnos a entender con mucha claridad que eres Quien, verdaderamente, nos importa.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

¿Somos justos con Aquel que todo nos lo perdona?

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.