Las llaves de Pedro – Consideraciones sobre Lumen fidei - El tan socorrido debate entre Fe y razón

Escudo papal Francisco

El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen Gentium, 23)

En los siguientes artículos vamos a tratar de comentar la primera Carta Encíclica del Papa Francisco. De título “Lumen fidei” y trata, efectivamente, de la luz de la fe.

El tan socorrido debate entre Fe y razón

Diálogo entre fe y razón

32. La fe cristiana, en cuanto anuncia la verdad del amor total de Dios y abre a la fuerza de este amor, llega al centro más profundo de la experiencia del hombre, que viene a la luz gracias al amor, y está llamado a amar para permanecer en la luz. Con el deseo de iluminar toda la realidad a partir del amor de Dios manifestado en Jesús, e intentando amar con ese mismo amor, los primeros cristianos encontraron en el mundo griego, en su afán de verdad, un referente adecuado para el diálogo. El encuentro del mensaje evangélico con el pensamiento filosófico de la antigüedad fue un momento decisivo para que el Evangelio llegase a todos los pueblos, y favoreció una fecunda interacción entre la fe y la razón, que se ha ido desarrollando a lo largo de los siglos hasta nuestros días. El beato Juan Pablo II, en su Carta encíclica  Fides et ratio, ha mostrado cómo la fe y la razón se refuerzan mutuamente. Cuando encontramos la luz plena del amor de Jesús, nos damos cuenta de que en cualquier amor nuestro hay ya un tenue reflejo de aquella luz y percibimos cuál es su meta última. Y, al mismo tiempo, el hecho de que en nuestros amores haya una luz nos ayuda a ver el camino del amor hasta la donación plena y total del Hijo de Dios por nosotros. En este movimiento circular, la luz de la fe ilumina todas nuestras relaciones humanas, que pueden ser vividas en unión con el amor y la ternura de Cristo.

33. En la vida de san Agustín encontramos un ejemplo significativo de este camino en el que la búsqueda de la razón, con su deseo de verdad y claridad, se ha integrado en el horizonte de la fe, del que ha recibido una nueva inteligencia. Por una parte, san Agustín acepta la filosofía griega de la luz con su insistencia en la visión. Su encuentro con el neoplatonismo le había permitido conocer el paradigma de la luz, que desciende de lo alto para iluminar las cosas, y constituye así un símbolo de Dios. De este modo, san Agustín comprendió la trascendencia divina, y descubrió que todas las cosas tienen en sí una transparencia que pueden reflejar la bondad de Dios, el Bien. Así se desprendió del maniqueísmo en que estaba instalado y que le llevaba a pensar que el mal y el bien luchan continuamente entre sí, confundiéndose y mezclándose sin contornos claros. Comprender que Dios es luz dio a su existencia una nueva orientación, le permitió reconocer el mal que había cometido y volverse al bien.

Por otra parte, en la experiencia concreta de san Agustín, tal como él mismo cuenta en sus Confesiones, el momento decisivo de su camino de fe no fue una visión de Dios más allá de este mundo, sino más bien una escucha, cuando en el jardín oyó una voz que le decía: ‘Toma y lee’; tomó el volumen de las Cartas de san Pablo y se detuvo en el capítulo decimotercero de la Carta a los Romanos. Hacía acto de presencia así el Dios personal de la Biblia, capaz de comunicarse con el hombre, de bajar a vivir con él y de acompañarlo en el camino de la historia, manifestándose en el tiempo de la escucha y la respuesta.

De todas formas, este encuentro con el Dios de la Palabra no hizo que san Agustín prescindiese de la luz y la visión. Integró ambas perspectivas, guiado siempre por la revelación del amor de Dios en Jesús. Y así, elaboró una filosofía de la luz que integra la reciprocidad propia de la palabra y da espacio a la libertad de la mirada frente a la luz. Igual que la palabra requiere una respuesta libre, así la luz tiene como respuesta una imagen que la refleja. San Agustín, asociando escucha y visión, puede hablar entonces de la ‘palabra que resplandece dentro del hombre’. De este modo, la luz se convierte, por así decirlo, en la luz de una palabra, porque es la luz de un Rostro personal, una luz que, alumbrándonos, nos llama y quiere reflejarse en nuestro rostro para resplandecer desde dentro de nosotros mismos. Por otra parte, el deseo de la visión global, y no sólo de los fragmentos de la historia, sigue presente y se cumplirá al final, cuando el hombre, como dice el Santo de Hipona, verá y amará. Y esto, no porque sea capaz de tener toda la luz, que será siempre inabarcable, sino porque entrará por completo en la luz.

34. La luz del amor, propia de la fe, puede iluminar los interrogantes de nuestro tiempo en cuanto a la verdad. A menudo la verdad queda hoy reducida a la autenticidad subjetiva del individuo, válida sólo para la vida de cada uno. Una verdad común nos da miedo, porque la identificamos con la imposición intransigente de los totalitarismos. Sin embargo, si es la verdad del amor, si es la verdad que se desvela en el encuentro personal con el Otro y con los otros, entonces se libera de su clausura en el ámbito privado para formar parte del bien común. La verdad de un amor no se impone con la violencia, no aplasta a la persona. Naciendo del amor puede llegar al corazón, al centro personal de cada hombre. Se ve claro así que la fe no es intransigente, sino que crece en la convivencia que respeta al otro. El creyente no es arrogante; al contrario, la verdad le hace humilde, sabiendo que, más que poseerla él, es ella la que le abraza y le posee. En lugar de hacernos intolerantes, la seguridad de la fe nos pone en camino y hace posible el testimonio y el diálogo con todos.

Por otra parte, la luz de la fe, unida a la verdad del amor, no es ajena al mundo material, porque el amor se vive siempre en cuerpo y alma; la luz de la fe es una luz encarnada, que procede de la vida luminosa de Jesús. Ilumina incluso la materia, confía en su ordenamiento, sabe que en ella se abre un camino de armonía y de comprensión cada vez más amplio. La mirada de la ciencia se beneficia así de la fe: ésta invita al científico a estar abierto a la realidad, en toda su riqueza inagotable. La fe despierta el sentido crítico, en cuanto que no permite que la investigación se conforme con sus fórmulas y la ayuda a darse cuenta de que la naturaleza no se reduce a ellas. Invitando a maravillarse ante el misterio de la creación, la fe ensancha los horizontes de la razón para iluminar mejor el mundo que se presenta a los estudios de la ciencia.

Lumen fidei

En muchas ocasiones se ha debatido sobre la relación existente enfre fe y razón. No es nada extraño, pues, que el Papa Francisco contemple esta relación en su Lumen Fidei.

En un tanto por cierto muy elevado de tales ocasiones lo que resulta del análisis al que se someten tanto a la una como a la otra es que entre ellas no puede haber buenas relaciones y que, por decirlo pronto, la fe no conviene que influya en la razón y que la razón no es conveniente que se vea “tocada” por la realidad de la fe.

Sin embargo, los creyentes sabemos que entre una y otra hay una relación armónica y que no pueden entenderse fe sin razón y razón si fe.

En estos números de Lf el Santo Padre aborda la tal relación y determina, acaba determinando, que la fe influye de tal manera en la razón que posibilita que esta última tenga una capacidad mayor de conocimiento de la realidad. Por eso dice que ella “ensancha” sus horizontes. No constriñe su realidad, no la limita, no la hace, en fin, más pequeña sino, al contrario, más grande.

Es bien cierto que esto es muy difícil que sea entendido por aquellas personas que quieren que la fe y la razón están, la una de la otra, lo más alejadas una de otra.

Pues bien, hace más que bien quien fuera Arzobispo de Buenos Aires en traer a colación una Carta Encíclica que es vital para comprender la relación entre fe y razón: Fides et ratio que, partiendo del corazón de San Juan Pablo II tanto bien ha hecho y hace para la comprensión de la razón y de la fe pero no separadas sino lo más relacionadas que puedan estar.

Búsqueda de la razón en el horizonte de la fe. Así trata El Papa Francisco de mostrarnos que ya San Agustín (y hace muchos siglos de eso) relacionó una con otra. No es que quisiera crear algún tipo de artificio que pudiera justificar preponderancia de la fe sobre la razón sino que se dio cuenta de que, con aquel “Toma y lee” su razón apreciaba que su fe podía echarle, en su especial situación, una mano decisiva. Y se propuso descubrir a Dios a través de la razón sostenida por su fe. Y no podemos decir que le fuera mal sino todo lo contrario.

Lo que San Agustín hace, a partir del momento excelso de descubrir que no podía seguir llevando una vida como la que hasta entonces estaba llevando pues la razón no se había dejado iluminar por la fe, por la luz de la fe. Y desde entonces, consigue lo que podía haber parecido imposible y que tiene mucho que ver con la posiblidad, cierta y permanente, de que el devenir del ser humano se vea “atrapado” (en el buen y mejor sentido) por la luz, citada, de la fe.

No se quedó ahí el santo de Hipona sino que apreció que la existencia, sin la luz de la fe, carece de sentido. No es que no se pueda vivir sin darse cuenta de la relación que existe entre una y otra sino que apreciando la importancia de la fe como instrumento de comprensión de la verdad se hace posible la convivencia, el ser común del mundo, la existencia, ciertamente, mejor.

Pero es que si la razón es la roca sobre la que se construye la ciencia, no puede estar la misma aislada, no unida, a la fe pues de ser así lo que se comprenda no se podrán abarcar los horizontes amplios que la creencia en Dios Todopoderoso, lo que eso significa, puede aportar a la propia ciencia, al conocimiento de la realidad. Una realidad que no esté iluminada por la fe carece de sentido y no se explica a sí misma sino que se hunde en la más grande ignorancia. Por eso el mundo del saber, sus límites, no quedan circunscritos a sus formulaciones sino que, mediante la luz de fe, alcanzan espacios antes no imaginados por los propios científicos. Y es que la fe, su luz, la luz de la fe, ilumina los caminos de la razón y sin ella los mismos quedan atascados en el sentido mismo de su propuesta.

Eleuterio Fernández Guzmán

Nazareno

El Pensador

La Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR.

Las bases son las que siguen:


1.- Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR, conforme a las presentes bases.

2.- Podrán concurrir al Premio cualesquiera obras inéditas de ensayo, en lengua castellana, cuya temática verse sobre “De Franco a hoy: evolución de España desde 1975 a 2013″ desde el punto de vista social, cultural y/o moral. Esta temática podrá ser abordada en conjunto o desde cualquier aspecto concreto.

3.- Las obras tendrán una extensión mínima de 150 páginas y máxima de 300. La tipografía a utilizar será el Times New Roman, tamaño 12, espaciada a 1,5. Se presentarán dos copias impresas en papel y se adjuntará una copia en formato word.

4.- Los autores, que podrán ser de cualquier nacionalidad, entregarán sus obras firmadas con nombre y apellidos, o con pseudónimo.

En el caso de que la obra venga firmada con nombre y apellidos, es obliga-torio incluir fotocopia del documento oficial de identidad, una hoja con los datos personales (nombre y apellidos, dirección postal, teléfono y email), un currículum vitae detallado del autor, así como un certificado firmado en donde se haga constar que la misma es propiedad del autor, que no tiene derechos cedidos a o comprometidos con terceros y que es inédita.

En el caso de que la obra sea presentada bajo pseudónimo, se incorporará una plica (con el título de la obra y el pseudónimo utilizado), en cuyo interior se incluirá la documentación referida en el párrafo anterior. Las plicas sólo serán abiertas en el caso de que la obra fuera premiada. En caso contrario serán destruidas junto a los originales presentados.

5.- Se admite la presentación de obras colectivas, pero en este caso el premio se repartirá a prorrata entre los autores. Y la documentación exigida en la cláusula anterior regirá por cada uno de ellos.

6.- Las obras presentadas al Premio no podrán ser editadas, reproducidas, cedidas o comprometidas con terceros, hasta el fallo definitivo. El ganador y, en su caso, los accésits ceden, por el mismo acto del fallo y de manera inmediata, los derechos exclusivos y universales de edición durante quince años a favor de Stella Maris.

Ninguna obra presentada al Premio podrá ser retirada del concurso hasta el fallo del Jurado.

7.- El Premio consistirá en:
* 6.000 euros en concepto de anticipos de derechos de autor.
* Publicación de la obra en una de las colecciones de Stella Maris.
* El 7% sobre las ventas, en concepto de derechos de autor.

8.- El Premio puede ser declarado desierto. Asimismo puede otorgarse un Accésit por cada una de las siguientes modalidades: Ciencias Sociales, Cultura y Filosofía.

El premio de cada accésit será un diploma acreditativo. Stella Maris se reservará el derecho de publicación de cada accésit y, en este caso, el otorgamiento de un 7% sobre ventas en concepto de derechos de autor.

9.- El plazo máximo de presentación de obras que opten al Premio comienza el 1 de febrero y finaliza el 29 de diciembre de 2014 a las 24 horas.
Las obras deberán presentarse por correo certificado a la siguiente dirección:

Stella Maris
(PREMIO “REVISTA EL PENSADOR")
c/. Rosario 47-49
08007 Barcelona

10.- El Jurado estará compuesto por cinco profesores universitarios e intelectuales de reconocido prestigio, designados por Stella Maris. La composición del Jurado se hará pública al mismo tiempo que el fallo del Premio.

11.- El premio será fallado el 27 de febrero de 2015 y será publicado al día siguiente, comunicándose directamente además al ganador y accesits. El fallo del jurado será inapelable.

Las obras no premiadas serán automáticamente destruidas y no se devolverán en ningún caso a sus autores. Stella Maris no están obligados a mantener correspondencia con ninguno de los aspirantes al Premio.

12.- La concurrencia al Premio implica la aceptación expresa de las presentes bases de convocatoria.

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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El Vicario de Cristo pastorea a la grey de Dios porque sabe que es lo que Dios quiera que haga.

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Para leer Fe y Obras.
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1 comentario

  
rastri
Fe y razón son lo mismo o se complementan´.

¿Y qué es fe?; ¿Fe es entrega, es compromiso de creencia, es darse a ha?

¿Y qué es la razón?; ¿Es la razón esa capacidad de raciocinio que permite definir el sujeto en cuestión en conocimiento de causa?

¿Qué es antes la razón que como tal me permite conocer el sujeto a examen; o la fe que induce a aceptar o rechazar la misma como entrega ha, O van parejas, dónde cómo, tanto se tiene fe como se tiene razón y viceversa.?








25/07/14 12:40 PM

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