En los altares - Santa María Goretti

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Dios tiene reservado, seguramente, un lugar muy especial en su corazón para los que son más puros y se presentan ante Él con el precio del martirio pagado a sangre y amor.

Algo así debió sucederle a la pequeña María que había en 1890, un 16 de octubre, en Corinaldo, municipio de la provincia de Ancona, en Italia. De padres pobres en lo material pero ricos en bienes espirituales, fue la tercera de seis hijos que tuvo el matrimonio entre Luigi Goretti y Assunta Carlini.

La vida de María no fue que digamos muy agradable humanamente hablando. La pobreza que se vivía en su casa, sin embargo, la suplía con un comportamiento piadoso, lleno de Dios y ansioso de recibir, por primera vez, la Sagrada Eucaristía.

Como decimos, los problemas económicos de aquellos pobres de solemnidad parecía le iban a impedir realizar su sueño de recibir a Cristo en su santo cuerpo. Pero, como suele decir, si Dios aprieta pero no ahoga, no iba a quedar María sin cumplir aquel deseo de amor hacia Dios porque por mediación de una persona que le ayudó a conocer la doctrina católica y la aportación económica de los vecinos pudo tomar su primera comunión el 29 de mayo de 1902.

La prueba, sin embargo, que se le iba a presentar a María era grande porque la pureza (Pío XII la llamó, el 24 de junio de 1950, fecha de su canonización, “pequeña y dulce mártir de la pureza”), cuando está acompañada por la virtud, puede ser objeto de persecución por el Mal.

Sucedió que Alessandro, hijo de Giovanni Serenelli, a la sazón asociado del padre de María, había puesto sus ilusiones más que impresentables en la joven que vivía muy cerca y cuyas familias compartían la cocina pues trabajan ambas para el conde Mazzoleni.

A pesar de que vivir junto a la familia Goretti había acercado a Alessandro a prácticas piadosas como, por ejemplo, el rezo del Santo Rosario e, incluso, le había hecho asistir a la Santa Misa, la concupiscencia de la carne pudo más que su infantil fe católica. Amenazaba a María con matarla si ella se atrevía a decirle a su madre las pretensiones poco honestas que Alessandro le hacía. Pero María, por miedo, nada la dijo a Assunta.

Lo que tenía que pasar, acabó pasando pues, en una ocasión, utilizando la argucia de enviar a la madre de María (su padre, Luigi, había muerto tiempo atrás) a guardar los bueyes con los que había estado trabajando, Alessandro llevó a María a la cocina. Intentó abusar de ella pero, viendo que, por su resistencia, nada podía hacer, acabó asestándole varias puñaladas que la dejaron moribunda en el suelo de la cocina.

Llevan a María al hospital pero poco pueden hacer por ella pues físicamente está muy mal y ha perdido mucha sangre. Además, es de suponer que en 1902 no existían los avances médicos que ahora mismo existen y que hubieran hecho mucho por la vida de aquella niña pura que dio su vida sin entregar su alma.

María, ante una crisis como aquella, no desfalleció espiritualmente hablando. Muy al contrario fue su proceder pues no cesó de ofrecer sus sufrimientos a la Santísima Virgen Madre de los Dolores. Y, por dar testimonio de su martirio, a la pregunta del sacerdote acerca de si perdona a su asesino, responde ella “Sí, lo perdono por el amor de Jesús, y quiero que él también venga conmigo al paraíso. Quiero que esté a mi lado… Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado”. Luego, recibió María la Eucaristía ya la Extremaunción.

Era el 6 de julio de 1902 cuando, aún sin haber cumplido los 12 años, subió a la Casa del Padre.

Podemos dirigirnos a Santa María Goretti con la siguiente Oración:

Santa María Goretti, este día te pido que me ayudes a vivir la virtud de la pureza, para entender que la castidad es un medio para cultivar mi voluntad y así, lograr la santidad en el estado de vida al que Dios me llama.

Amén.

Santa María Goretti, mártir pura, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán

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