Unir, por Cristo, lo separado

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Unidad de los cristianos

Los cristianos somos unos creyentes en Dios que, por diversas razones y causas, estamos separados y caminamos, así, hacia el definitivo reino de Dios de una forma que no puede gustar a Dios. Es más, Jesús mismo, cuando celebraba la cena en la que uno de los suyos salió para traicionarlo, dijo, dirigiéndose a su Padre,

“No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí” (Jn 17, 20-23).

Es decir, que la unidad de los hijos de Dios, en el orden espiritual, es un requerimiento del mismo Creador hecho hombre.

Recién iniciado su pontificado, Benedicto XVI, en un viaje realizado a su patria natal Alemania dejó dicho algo que, ahora mismo y en el inmediato futuro, no deberíamos olvidar: “es mi propósito asumir como una prioridad de mi pontificado, la recuperación de la unidad de los cristianos“.

Se celebra cada año, entre el 18 y el 25 de enero la que se ha dado en llamar la “Semana de Oración por la unidad de los cristianos”. Por eso, Desde hoy, 18 y hasta el 25 de enero, y bajo el lema “Todos seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo” , tomado de la Primera Epístola a los de Corinto (15, 51-58), los obispos de la Comisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales, nos ofrecen otra oportunidad, de adentrarnos en el proceloso camino de la separación.

Dicen, por ejemplo, nuestros obispos, que

“En la Semana de Oración 2012 estamos invitados a profundizar en nuestra fe, en la que todos nosotros seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo. Las lecturas bíblicas, comentarios, oraciones y preguntas para la reflexión exploran los diferentes aspectos de lo que esto significa para la vida de los cristianos y para su unidad, en y para el mundo de hoy. Comenzamos por contemplar a Cristo servidor, y nuestro camino nos lleva a la celebración final del reino de Cristo, por medio de su cruz y resurrección”.

¿Pero qué tenemos, pues, que hacer para que la tan ansiada unidad sea alcanzada o, al menos, para que sea procurara?

Al menos, lo siguiente: dialogar, compartir el pan y orar.

Así, en lo referido al diálogo existen, digamos, dos posiciones en materia de ecumenismo: una entiende que lo que se ha conseguido hasta ahora es suficiente y otra que es del parecer que hasta que no se consiga la unidad total de los cristianos el trabajo aún no está terminado.

Para el diálogo, la Iglesia católica ha de tener una determinación fuera de lo común porque la situación actual entra ambas posiciones sólo dificulta una verdadera, y necesaria, unidad entre las ovejas desperdigadas del redil de Dios.

Lo que, en este caso, se persigue, es la unidad “visible” de los cristianos. Así, en palabras del cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (creado hace más de 5 décadas) el díalogo es más necesario que nunca “en un momento definido por la fragmentación eclesial, el pluralismo y el relativismo".

Destaca, por lo tanto, una serie de elementos que distorsionan la unidad de los cristianos y que procuran que la misma no se lleve a cabo. Por unas circunstancias o por otras, que exista fragmentación eclesial, que se entienda en muchos ambientes eclesiales que el pluralismo en cuanto fragmentación no es tan malo como parece y que muchos sectores del cristianismo se dejen llevar por el relativismo, no permite que la tan ansiada unidad se alcance. El diálogo, así, resulta difícil cuando no imposible.

En lo referido al compartir el pan, la Palabra de Dios ha de ser el alimento que vaya uniendo lo que está separado. Así, el pan es Palabra que llena nuestro corazón de ansias de unidad.

Es bien cierto que a lo largo de la historia tanto la lectura como la comprensión de la Palabra de Dios han sido temas que nos han separado a los cristianos. Sin embargo, el estudio común entre nosotros de las Sagradas Escrituras está sirviendo para que el acercamiento entre unos y otros sea posible o, al menos, se intente. Así se convierte la Palabra en causa y motivo de la unidad.

Por otra parte, mediante el compartir la Palabra de Dios en cuanto cartas del Padre a sus hijos, se facilita la comprensión de la misma y que sea, en efecto, alimento que vigorice nuestro espíritu luchador en pos de la unidad entre los separados, hermanos todos del hermano común Jesucristo.

Y, por último, en lo referido a orar No podemos olvidar que la oración es un instrumento espiritual del que nos valemos para agradecer a Dios pero, también, para implorar su ayuda o, simplemente, para pedirle. En materia de unidad de los cristianos no debemos dejar de lado lo que supone la oración que tanto demostró amar el Mesías.

Así, el cardenal Newman nos ofrece la siguiente oración:

“Señor nuestro Jesucristo, que momentos antes de la Pasión oraste por los que iban a ser tus discípulos hasta el fin del mundo, para que todos fueran uno, como tú estás en el Padre y el Padre en ti; compadécete de tanta división como existe entre quienes profesan tu fe.. .Derriba los muros de separación que divide hoy a los cristianos…

Mira con ojos de misericordia las almas que han nacido en una u otra comunión cristiana, obra de los hombres, que no tuya…
Atráelos a todos a esta única comunión que implantaste desde el principio: a la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica…
Como en el cielo solamente existe una sociedad santa, que no exista en la tierra más que una comunión que confiese y glorifique tu santo nombre. Amén.”


Por otra parte, el texto del Evangelio que se ha escogido para este año viene referido a que

“No es una victoria fruto de nuestro esfuerzo humano, ni una victoria según los criterios mundanos de éxito y fracaso, sino una victoria conseguida por Jesús a través del misterio pascual y en la que participamos por la fe. Al hacer nuestra la victoria del Señor nos vamos transformando y configurando a Cristo, nosotros y nuestras Iglesias y comunidades eclesiales, y vamos caminando hacia la unidad de todos los que creemos en la victoria del Señor, según los criterios y los tiempos de Dios y no según los nuestros. Este esfuerzo ecuménico requiere paciencia, servicio, disponibilidad a abandonar algunas formas eclesiales que acaso nos sean familiares pero no se corresponden adecuadamente al significado verdadero y lleno de la experiencia cristiana, superar el deseo de competir entre nosotros, etc.”

Estamos, pues, en la seguridad de que Dios nos ha de ayudar a persevar en la voluntad de que las ovejas que se salieron del redil o que, en otro caso, entendieron la separación de la Iglesia católica como algo benéfico para sus espíritus, sepan congraciarse con Roma y con sus hermanos católicos y seamos, así, unos en Cristo.

Así sea.

Eleuterio Fernández Guzmán

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1 comentario

  
Llanos de Alba
Toda la razón, toda, pero no es fácil, hay muchas barreras muchos prejuicios. Hay que tender puentes, y orar. Un saludo
18/01/12 3:16 AM

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