Ésta es una hermosa forma de morir

Lo llaman dignidad. A morir de una forma no prevista por el moribundo le quieren dar un nombre que ampare las aberraciones mundanas; técnicamente eutanasia o mal llamada, por el lenguaje políticamente correcto, muerte dulce. Y también muerta digna pervirtiendo tanto a una, dignidad como a la otra, muerte.

Y preparan las normas que legitimen, bajo la fuerza supuestamente moral del voto, lo que tanto ansían y que en determinadas clínicas favorecieron algunos profetas de la muerte provocada al prójimo.

De paso, preparan la amnistía de los que se sienten diosecillos y que, hasta ahora, han contado con el despiste de quien cree en Dios pero fija en el hombre unas esperanzas que no tienen fundamento. Demasiada humanidad venida a menos por la falta de considerar al Espíritu Santo como rector de la misma.

Según se cuenta, Ulises no podía sucumbir a los cantos de las sirenas que podían llevarlo a la perdición. Y se ató a los mástiles de su embarcación y prohibió fuese escuchada la música que venía desde su particular Mal. No quería, por eso, ser despedazado por tan gozoso canto pero, en el fondo, tan oscuro y alejado del Bien.

Algo así pasa con aquellos que no quieren, en el más recóndito lugar donde su corazón podría amar, lo bueno para el otro sino satisfacer su ideología malsana. Son, así, herederos de aquellos que masacraban en bien de un Estado que avanzaba, implacable por aquellas calzadas que llevaron cultura y, también, muerte.

Pero nosotros, los que nos sabemos hijos de Dios recordamos aquella significativa expresión que dice que el cristiano no vive para morir sino que muere para vivir. Por lo tanto, el hecho mismo de afrontar el fin de esta vida pasajera, nuestro paso por este valle que, gracias a la providencia, no es sólo uno de lágrimas sino más bien de gozo, ha de hacerse de una forma particular y muy nuestra, como nuestro es el espíritu que nos mora y que nos conforta ante la visión de tal momento.
Por eso, descartamos de plano que se puede matar insistiendo en lo bueno de tal muerte si la misma es buscada con ahínco por determinadas formas de ciencia.

Morimos, entonces para vivir… cuando Dios quiere y cuando Dios quiera.

Sin embargo, ante estos embates, cada vez más frecuentes, de esa forma de ver las cosas que facilita, ante el dolor y la enfermedad, digamos, ‘una muerte suave y llevadera’ sin tener en cuenta la inmoralidad intrínsecamente perversa que conlleva esto, podemos oponer, con más facilidad de la que se piensa, la parte de espíritu que conforma nuestra persona. Y esto es porque de la enfermedad, del dolor, los cristianos no valoramos esa enfermedad y ese dolor por lo que son pues, efectivamente, son un mal físico, sino por el bien que se puede obtener de ellos, aunque esto sea, es verdad, difícil de entender y, mucho más, de seguir.

Ante esto, yo creo que una hermosa forma de morir es hacerlo reconociendo que cualquier sufrimiento que hayamos pasado, y éste es, sin quizá, el más misterioso, se ilumina por la fuerza de la fe y nos permite, a los que sabemos que es así, ver, en este final, un mejor principio.

Y la eutanasia, llámese como quieren llamarla sus partidarios, queda lejana, muy lejana, en el corazón de los hijos de Dios que, como poco, nos sabemos dentro de un corazón grande que perdona, siempre, a los que buscan el fin de su semejantes queriendo ser lo que nunca podrán ser.

Eleuterio Fernández Guzmán

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6 comentarios

  
Luis C-.
Morid como os de la gana pero dejad al resto que muera como decidan.


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EFG


Claro, siempre que no los obliguen...
20/12/10 1:11 AM
  
Luis C.
"Claro, siempre que no los obliguen..."

Nadie puede "obligarte" a no ser que te quiten la vida en contra de tu vountad, lo cual no tiene nada de eutanasia, si no más bien de homicidio. Nada nuevo.

20/12/10 1:43 AM
  
Ricardo de Argentina
Creo que te equivocas, Luis C., existen infinitas formas de presión que llegan incluso a "dibujar" una "moral" falsa y acorde con las imposiciones ideológicas. Es que el hombre común no quiere problemas y se amolda a lo que le exigen.
Te contaré una anécdota muy ilustrativa al respecto:

Hace muchos años ya y viviendo con mi esposa e hijos en casa de mis suegros, nos visitaron unas monjitas que cuidan ancianos. (Es una congregación española, las Hnitas de los Ancianos Desamparados, nacida en Valencia). De pronto escucho que mi cincuentona suegra les pide a las monjas que le guarden un lugar para cuando ella sea más anciana. Con mi esposa no lo podíamos creer : ¿qué problemas podía tener ella, si nosotros jamás íbamos a negarle la atención que necesitara? Además, nuestros hijos la adoraban. Así fue que algo le dijimos y ella respondió que "no quería molestar".
¿Y eso de dónde había salido? Pues del ambiente, de las amistades y parientes. Ella, que había cuidado abnegadamente a su suegro y a su madre, no quería que la cuidasen! . No, evidentemente que de cosecha propia esos pensamientos no eran.

Pues no te asombres si, de continuar esta presión sobre los más débiles, los ancianos, de pronto escuchas a tu abuela pedir que la maten "para no ser una molestia".
20/12/10 4:33 AM
  
Luis D.
"Nadie puede "obligarte" a no ser que te quiten la vida en contra de tu vountad, lo cual no tiene nada de eutanasia, si no más bien de homicidio. Nada nuevo. "

¿Entonces por qué se crean esos comités en los hospitales para decidir por los enfermos cuando darle el materile? ¿O que eso de que decida la familia por él? No seas hipócrita, si quisiéseis moriros y no dar el matarile a los demás os suicidaríais. Es facilísimo y no requiere montar el pollo. Pero lo que queréis es quitaros al abuelo de encima para que deje de daros el coñazo y así iros de vacaciones con la herencia. Simplemente vuestro siguiente paso sería cambiar la definición legal de asesinato (no de homicido que es una cosa distinta) y así decidís por el abuelo pasarlo al otro barrio.

Luis C., suicídate y deja de dar el coñazo. Pero no nos suicides a los demás porque no somos tan cobardes de no querer vivir la vida. Nos encanta y queremos disfrutarla hasta el último día.
20/12/10 8:34 AM
  
ARISTO
El señor Luis C. todavía no sabe que en Holanda se matan ancianos por médicos que aducen "razones de Estado". En su infinita estupidez, gente como usted son los que hacen posible este tipo de cosas.
20/12/10 10:59 AM
  
perdo martinez
¿Dios nos da la vida terrenal o sólo nos la presta durante el rato que vivimos? Si me la ha dado es mía, y es justo que sólo yo decida qué hacer con ella. Si es sólo un préstamo, debemos admitir que nadie nos ha mostrado un contrato que podamos consultar, y por eso es normal que haya gente que no lo crea. ¿Por qué obligar a nadie a vivir o morir de un modo que no cree y no siente?
Desde siempre los judíos han contratado a personas no judías para trabajar los sábados por ellos. Los no judíos no podían condenarse por no respetar una ley que su religión no contempla, igual que no puedo yo condenarme por no respetar las leyes del Islam.
Un no cristiano tiene el mismo derecho de decidir sobre su vida y su muerte que un cristiano.
21/12/10 10:14 AM

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