Sobre una cruz cualquiera, la cruz
“Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará
”.
(Lc 9, 24
)
Cuando Jesucristo murió en la cruz se quedó, en cierto sentido, solo. Si bien acompañado de personas que fueron muy importantes en su vida de hombre tampoco podemos desdeñar la posibilidad de que aquella inquisición a Dios sobre su abandono supusiera una terrible manifestación de dolor, de angustia y, sobre todo, de reconocimiento de una situación difícil de entender.
Dicen, las lenguas que elaboran leyes y reglamentos que las cruces construidas en recuerdo de las personas que murieron en la Guerra Civil española del siglo pasado han de ser derribadas, tiradas al suelo, rebajadas a la más simple situación de horizontalidad que existe y sin verticalidad alguna dejadas.
Cuando un cristiano, aquí católico, escucha o lee algún tipo declaraciones en tal sentido o se acerca a la lectura de determinadas normas que pretenden, ni más ni menos, remediar una memoria que en su historia es irremediable porque ya pasó, siempre se pregunta qué es lo que más molesta a quien tales cosas lleva a cabo.
Ahora, tantos siglos después de que el Hijo de Dios fuera bajado de su particular cruz pretenden, maestros de iniquidad, hacer desaparecer, incluso, el símbolo que a millones de personas en todo el mundo nos llena de gozo y tanto significa…
Decía arriba que resulta sintomático de una actuación deforme en lo espiritual que quieran valerse de lo que se quiso hacer con el símbolo para derruir el símbolo. Esto lo que quiere decir, para que se me entienda, es que les ha de importar bastante poco lo que sucedió en la contienda entre hermanos acaecida en los años 30 del tormentoso siglo XX. En realidad hay algo que, para los sostenedores de una historia falsa es de vital importancia.
Lo que, al fin y al cabo, les molesta, es la cruz misma.
Sin embargo, hay algo que parece que no son capaces de entender, o sí (y por eso hacen lo que hacen), los ocultadores de símbolos: lo que significa la cruz.
Es más, ni siquiera es importante el valor, digamos, monetario, humano, artístico, que una cruz de las condenadas a desaparición pueda tener. Tal forma de pensar se utiliza, sobre todo, para justificar su no destrucción y podría considerarse como válida tal opción. Pero digo que poca importancia tiene eso al lado de lo que, en verdad, significa la cruz, lo que pone de manifiesto (el amor) y lo que, por eso mismo, quieren o pretenden arrumbar llevando al extremo esto último.
En realidad, hasta el más rústico cruce de dos madera (o material cualquiera) hecho con intención de formar el símbolo de la cruz tiene el mismo valor que la construcción más adinerada o adornada que pueda haber.
Por eso, antes que “cruces por los caídos” son, simplemente, cruces a las que se les ha dado tal sentido en el recuerdo. Sin embargo eso no parece bastarles a los que, con saña, se dedican a ser nuevos Dioclecianos con las ideas ajenas y perturban el diario convivir de las personas con intenciones poco sanas y más relacionadas con el ansia del poder totalitario que perdieron.
Pero la cruz, señores del martillo y el errado cincel, desmañadores de la convivencia, sembradores de nuevo-viejo odio, ha podido con siglos de persecuciones y con más de un intento de aniquilar su sentido y su significado. Y va a poder, por supuesto, también, con quienes se sienten legitimados a hacer su particular gusto a costa de las creencias ajenas.
Bien podemos decir, emulando a Tertuliano, que la destrucción de las cruces será semilla de nuevas cruces pues donde haya un cristiano siempre habrá alguien dispuesto a cargar con la suya propia.
Y contra eso nada pueden hacer; nada de nada.
Eleuterio Fernández Guzmán
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9 comentarios
Por cierto, ya podemos estar preparados para los comentarios que vengan, porque a lo mejor, alguno dice que siendo democrático hay que tolerarlo.
Un abrazo, amigo
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EFG
Es cierto que muchas personas se amparan en la democracia para quitarla a los demás.
La Cruz es el único símbolo que representa la victoria contra Satanás. Es el símbolo del cristiano. Odiar la cruz es indicativo de amor a Satanás.
Ni más, ni menos.
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EFG
Pues entonces, cuánto odio hay...
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EFG
Y molesta porque no gusta lo que representa para un mundo hedonista y relativista.
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EFG
Y, además para vivir para la vida eterna.
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EFG
!Qué le vamos a hacer!
“El crucifijo ha sido siempre un signo de ofrecimiento del amor de Dios, y de unión y acogida para toda la humanidad. Lamento que sea considerado como un signo de división, de exclusión o de limitación de la libertad”.
Así Remedios señala que antes de quitar un Crucifijo, se acerque a Jesucristo con corazón sencillo, y verá cómo sale transformado de este encuentro y con capacidad y gracia para ser alguien que comienza a vivir de otra manera y a relacionarse con los demás de otra forma. La contemplación del hombre injustamente crucificado nos interpela al amor por los demás. La cruz es amor.
A ella siempre le han impresionado dos cosas del amor de Jesús:
1) que hace bien siempre al amado
2) que es superior a la primera, que consiste en sufrir por él.
Verdaderamente la cruz es amor.
Gracias Eleuterio y Remedios.
Enlace del artículo:
http://infocatolica.com/blog/geniofemenino.php/0912130701-todo-por-amor
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