La barca que el Cardenal Martini quiere hundir
Como imagen, la de la Iglesia católica como barca es bastante impactante porque supone, en primer lugar, que todos los creyentes vamos en ella y, en segundo lugar, que, por lo tanto, vamos hacia el mismo destino.
Es de suponer, entonces, que nadie de las personas que va en la barca haga nada para que se hunda porque, de ser así, bien podemos llamarla saboteadora.
A este respecto, Carlo María Mantini, Cardenal de la Iglesia católica y príncipe de la misma, ha escrito otro libro: lo mismo de siempre con insistencia y perseverancia.
El título es sintomático de lo que se quiere: “Estamos todos en la misma barca”. Y es verdad… en principio con el mismo destino y la misma voluntad.
Antes de empezar, tengo que decir que, para mí, lo peor que puede hacer una persona que se tenga por religiosa y que, por lo tanto, goce de su religión como algo importante, es ponerse, en caso de disputa, a favor del mundo y, entre la relación vertical que existe entre los hombres y la vertical que existe entre el hombre y Dios, prefiera la primera.
Algo así hace Martini.
Entre los temas que suele tratar el cardenal italiano están, como siempre, “la actitud de la Iglesia hacia los divorciados, el nombramiento y la elección de los obispos, el celibato de la vida consagrada y los sacerdotes, el papel de los laicos en la Iglesia, la relación entre la jerarquía eclesial y la política y los gobierno”
Como en otras ocasiones ya he tratado las declaraciones de Martini, no creo que valga la pena volver a decir nada al respecto porque, seguramente, nada habrá cambiado de su actitud hacia la doctrina de la Iglesia católica y hacia la barca en la que, según él mismo, todos navegamos.
Sin embargo, ahora parece que también trata un tema relacionado con otro de su predilección (el de los divorciados y vueltos a casar) y que es el del Derecho canónico y, dentro del mismo, el de la normativa que rige el Derecho Matrimonial Canónico.
No le gusta el mismo, al parecer. Pero no es de su agrado no porque le parezca farragoso, difícil de aplicar o entender ni nada por estilo.
Le preocupa otra cosa: hay pocas separaciones canónicas en comparación a los divorcios civiles.
En el artículo de Jaime Vázquez Allegue en el número 2672 de la revista ”Vida Nueva” sobre el tal libro del cardenal Martini, viene a decir el otrora candidato (a nivel de rumorología) a sentarse en la silla de Pedro, que sería conveniente llevar a cabo una revisión de la normativa canónica y eclesial.
Y esto resulta curioso.
Sabemos que, a nivel civil, la legislación relativa al divorcio, se ha “relajado” mucho a lo largo del tiempo y, ahora mismo resulta más fácil, casi, divorciarse que casarse. También sabemos que tal forma de proceder, para un cristiano, no es buena cosa ni está de acuerdo con la doctrina de la Iglesia católica (recordar, ahora, aquellas palabras de Jesucristo sobre el divorcio: “Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre”, en Mt 19,6, debería ser más que suficiente)
Pues a Martini no le parece bien que la normativa canónica sea la que es y que de tal forma es que resulta, digamos, dificultoso demostrar que un matrimonio no es válido. Es más, no podemos olvidar que, precisamente este año, en el Discurso de Benedicto XVI al Tribunal de la Rota ha querido dejar claro que la “inmadurez psíquica” a la hora de determinar la nulidad de un matrimonio canónico no hay que interpretarla de forma demasiado laxa.
Vamos, que no hay que escudarse en ella sin mayores apreciaciones ni disquisiciones.
Por tanto, es difícil de entender que el cardenal Martini pretenda que se revise, digamos, el procedimiento canónico para que, por decirlo suavemente, el número de nulidades eclesiásticas se “acerquen” a los divorcios civiles.
Es decir, que lo que pretende el italiano es, simplemente, ser más mundano en la interpretación de la ley de Dios.
Entonces… es bien cierto que todos vamos en la misma barca y que navega por un mar proceloso donde no son pocos los enemigos que tratan de hundirla.
El problema viene cuando es alguno de los pasajeros de la barca el que quiere dar con ella en el fondo del mar.
Y ya sabemos, en este caso, a quien me refiero.
38 comentarios
Pues si no hay nada nuevo bajo el sol... creo yo que nos tendremos que preparar para cosas peores.
La Iglesia necesita algo mas que una simple reforma.Basta ya de las dos clases sociales (clero-laicos) separados y enfrentados.La Iglesia clerical es la ultima sociedad cerrada que queda en el mundo libre.El cambio pasa de una Iglesia clerical a una Iglesia laical.La Iglesia necesita "ministros"...pero ministros laicos que lleven una vida laical como todo el mundo.La Iglesia tiene que aceptar a la mujer de hoy tal como es.La mujer de hoy no es una monja...la mujer de hoy va en top-less.En una Iglesia plural,la cristologia tambien debe ser plural.La cristologia monolitica no tiene sentido.Una Iglesia que NO EXCLUYA A NADIE...y donde las formas de pensar no esten prohibidas.
Sean de donde sean los ataques, lo que mantendrá finalmente el barco a flote es atarse a las dos columnas del sueño de D. Bosco: la sagrada eucaristía y la virgen María.
Pues si a Ud. le gusta tanto Martini... la verdad es que lo sigue es de esperar.
Pues sí que tiene Ud. razón porque, seguramente, lo que más daño hace a la Iglesia católica no es que los de fuera la ataquen sino que los de dentro traten de hundir la barca.
Y no es poco tener como columnas a la Santa misa y a la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.
Y ¿cuántos Montinis hay que no dicen lo que piensan. Hasta que sea llegado el momento,..?
¿Cuantos Montinis hay que sustentan, aceptan o no desdeñan la idea de la sacramentalidad de la Iglesia Católica, simple y llanamente, porque esto para los numerosos creyentes es la piedra base de la entidad del poder temporal de la misma?
"Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro¡Quítate de mi vista Satanás!" ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!" (Mc.8,32-33)
Y si esto, así en público enfadado y cara a los dicípulos Jesús le dijo a Pedro.
Pregunta: Trasladando este acto al tiempo actual, el siempre presente Jesús: ¿Qué diría Jesús al Papa Bendicto XVI hoy día?
El exegeta respondería: -Pues lo mismo y si cabe más le diría. Porque la situación de la Iglesia de Cristo, hoy día, es peor que la de ayer.
Y cuantos dirán: ¿Sálvese quien pueda? Y otros dirán: ¿Dónde está la salvación; A quién oír y escuchar ante tanta confusión como llega?
No creo yo que la situación de la Iglesia católica sea mala por las instrucciones del Santo Padre ni de aquellas personas a las que llaman, con mala sombra, la "jerarquía eclesiástica" sino por aquellas personas que actúan, claramente, en contra de la misma.
Por otra parte, perdone que le corrija, pero ha escrito Ud. "Montini" y no "Martini". Supongo que es un error en la escritura porque Montini era Pablo VI y Martini, el cardenal que pretende que la barca de la Iglesia católica se hunda.
Sí ciertamente: Me he equivocado al decir Montini por Martini. Lo siento por este Montini quien pueda ser, que hay muchos.
Aunque válgame la excusa en decir que yo no he dicho "el Cardenal Montini": sino Montini.
Ves, Eleutrio, cuando uno anda de buena fe; sin torcideras intenciones siempre encuentra una airosa salida.
Amigo Eleuterio: -Yo sigo diciendo que cuando el cuerpo va mal, es porque la cabeza no va bien. Que la cabeza tenga dos emisferios y muchas ramificaciones: Vale: Pero la cabeza es la cabeza.
Y si yo que siendo un simple oyente y obediente creyente que veo palpo y huelo, lo que veo, palpo y veo. ¿Qué puedo decir?: ¿Cerrar mi sentidos hasta que la marea me arrastre? ¿O contentarme con ese decir o murmurar en recurso de pataleo?
Porque te aseguro que a mi personalmente si la marea no me ha arrastrado ya, y no lo ha conseguido: Difícil será que lo pueda hacer. Pero me produce angustia por los demás. Los que no pueden ver lo que yo veo en visión "de loco paranoico en espíritu de alturas".
(Paranóico del "paranüs"; O aquel que por visión camina al lado de la mente o del espíritu veloz de alturas. Y no confundir con el paranóico en espiritu de profundidades que sólo ve y oye profundidades de Satán (Ap.2,24-25))
Yo no tengo ninguna intención de derrocar, ni de criticar destructivamente el Pontifical Sacramento de la Iglesia. Sino que me produce dolor de estómago y de tripas por todo lo que viéndolo me lo tengo que tragar. Y aunque vea el cambio seguro, hasta que llegue, sigo teniendo dolor de estómago.
Lo dicho por si lo entiendes: "Tomé el librito de la mano del ágel y me puse a comérmelo y era en mi boca como miel dulce; pero cuando lo hube comido sentí amargadas mis entrañas" (Ap.10,10)
Y como sé lo que digo: Sólo me queda una respuesta, que más que respuesta es queja en decir: ¿Hasta cuándo Séñor tenemos que esperar?
Es bien cierto que, a veces, de donde ha de emanar sabiduría y conducción del rebaño puede proceder maldad y equivocación del camino hacia el definitivo Reino de Dios.
Sin embargo, no creo que sea el caso de Benedicto XVI aunque sí de algunas personas que por Roma circulan.
Por eso, en caso de que de lo bueno (o la miel) pueda salir lo malo (la amargura) será, seguramente, por la percepción que cada uno podamos tener de lo que pasa.
Y, por otra parte, también yo pregunto que para cuándo la Parusía a sabiendas que, mientras tanto, no podemos descuidarnos y ver, si eso es posible, a los hijos de Mal que tanto tratan de enturbiar la vida de la Iglesia de Cristo.
En cambio, y a pesar de tu endeble cultura y tu limitadísima capacidad expresiva, te las apañas muy bien para poner a parir a todo el que no comulga con tus ruedas de molino.
..
Fascismo inyectado en vena. No respetas a nada ni a nadie.
Te da igual poner a parir al Cardenal Martini, a Javier Arrieta, a JJ. Tamayo, a Esperanza Aguirre, a Saramago a L. Boff, a Peces Barba, a P. Almodoba que a la FIFA entera. A todos, a todos cuantos no tienen las mismas ideas y creencias, los mismos prejuicios e irracionalidades, los mismos usos y constumbre, los mismos dioses y diables que tú.
..
Indudablemente, Eleuterio, necesitas un curso de Educación para la Ciudadania. Necesitas humanizarte. Hay que enseñarte a pensar que los demás también piensan.
No, no. Lo que Ud. quiere decir es que necesito "mundanizarme" pues humanizado, por católico, ya estoy hace mucho tiempo.
Y sobre lo de criticar... lo hago y lo haré con quien zahiera a la Iglesia católica, al Santo Padre, a los pastores de la Iglesia católica, a sus fiele, a su dotrina, etc.
De eso puede estar segura.
Y los demás pueden pensar lo que quiera... siempre que no esté en contra de la Iglesia católica.
Y gracias por llamarme fascista porque también soy ultracatólico, como he dicho yo mismo.
Por cierto, sobre Educación para la Ciudadanía, tengo unas ganas terribles de que a mi hijo le toque tal aberración en el instituto... para despellejar al libro, al autor y al Ministerio. !Pero qué ganas tengo¡ Sólo de pensarlo ya estoy salibando....cosa propia de perros.
Todo el que no piense como yo es un fascista y punto.
Os tenemos muy calaos.
En cuanto a lo de este cardenal la verdad no me sorprende, siempre en la historia de la Iglesia lo que le han hecho mucho daño son los mismos clérigos,desde Lutero hasta la fecha, la Iglesia es Dios, prueba de ello es que no se ha destruido a pesar de los católicos y muchos de sus clérigos..
Ahí tienen a Boff y otros marxistas, sus hijos son el Presidente Lugo un Obispo presidente de Paraguay que reparte hijos por todo el país, esa es la consecuencia de los clérigos modernos.
!Qué razón que tiene Ud.¡
Sin embargo, no puede partir, creo yo, de nosotros, una especie de excomunión de manera que pudiera pensarse que no los queremos dentro de la Iglesia católica.
Es más, esperemos que, con el tiempo, se acaben convirtiendo a la fe católica pues parece que su relación con ella es, sólo, tangencial o, lo que es lo mismo, que la rozán pero, enseguida, se van.
Un saludo.
En primer lugar, es su empeño en adoctrinar a todo el mundo.
En 2º, su total carencia de escrúpulos para adoctrinar a niñitos pequeños
en 3º. el no avergonzrse de su historia cruel, dogmática y mentirera, que llevóo al cadalso a varios millones de personas (en este sentido, se sule olvidr que nadie ha asesiando a tantos cristianos como los propios cristianos. Y en esta tarea, la Iglesia Católica se ha llevado la plama.
En 4º, a pesar de que vivimos en el siglo XXI, de aceurdo con su actitud fascista, imperialista y supersticiosa no duda en declarar enemiga a toda persona que no acepte sus dogmas, sus ritos, sus mitos y el resto de sus estupideces. .
N. DEL B.
En una ocasión tuve que decir que no se admitían los comentarios gravemente injuriosos contra la Iglesia católica.
Esta sera la última vez que admita que se diga, de la Iglesia católica, que es fascista, imperialista, supersticiosa o cualquier cosa parecida.
El Papa Montini era muy abierto y liberal y le dio un enfoque humanista a la Iglesia que antes no tenia...e incluso era anatema en la extinta Iglesia preconciliar...cuando digo "extinta" Iglesia preconciliar...evidentemente no de derecho pero si de hecho.
Pablo VI abrio la Iglesia al mundo y defendio decididamente el dialogo con todo hombre.Se acabaron los apestados.TODOS SOMOS HIJOS DE UN MISMO PADRE con independencia de creencias,como si no se tiene ninguna.EL VATICANO II FUE EL PASO DEL ANATEMA AL DIALOGO.Y termino con una frase preciosa de Pablo VI:
Estoy meditando al hombre.
No obstante, no sé si Martini hace esos planteamientos en un sentido profético, como dejando caer que ese es el futuro irrevocable de la Iglesia, o si realmente él cree en ello.
Pero mal vamos si el principio es que la Iglesia se adapte a los usos de este mundo, como con lo del topless que usted decía antes. Porque si tal cosa sucede, ¿qué nos quedaría entonces?
Tienes toda la razón: La Iglesia Católica, no sólo tiene el deber; Sino que tiene que cambiar todo el sistema universal de esta nuestra mundanal inicua razón del ser y estar terrenal. Para que así, los creyentes gocemos de la razón del ser y existir eternamente.
Y para llegar a esto la Iglesia debe de someter en justa sabiduría a los creyentes sabios: Lo que es: De grado, o por la fuerza de la razón que es el saber ser y existir. Y a los creyentes dubitativos por la fuerza. O por la razón de la fuerza - física-apocaliptica- que es el poder del Dios Todopoderoso.
Y si la Iglesia no cumpliera con éste su deber -que está garantizado por el propio Jesús el Cristo- la Iglesia sería derrotada por el poder del Demonio.
Montes:
Es ley de vida: No hay que ser ilusos:
Aunque esto tú no lo entiendas: -O mueres viviendo de tu muerte; o matas muriendo de tu vida.
Decir que la Iglesia Católica es fascista es algo así como decir que el obispo tiene pelos en las piernas y no se depila.
Decir que la Iglesia es imperialista: "HojAlá" que quiere decir -"Alá lo quiera"- lo fuera. Aunque nunca se pierde la esperanza de que sí que lo sea.
Decir que la Iglesia es fetichista:
Montes: Para hablar de esto hay que estar muy avisado de los hechos y dichos que se producen después de haber invocado, -en conocimiento de causa claro está- a las fuerza ocultas de la naturaleza. Y ningún arúspice o sacerdotisa que lo haga, lo hablará a la ligera.
Vaya Montes qué descubrimiento: Es sabido que por Ley Natural del Imperilismo Teocrático: Es de su natural Ley que la Iglesia tenga que destruir todos los ídolos que se oponen a sus dogmas.
-que Martini es un peón de la masonería dentro de la Iglesia.
-que cuando Pablo VI dijo aquello del humo de satanás dentro de la Iglesia se refería a personas como Martini.
-que pruebas irrefutables no tengo, pero todo lo que él propone y defiende, en contra de la Doctrina, el Magisterio y el Derecho Canónico; es lo mismo que proponen y defienden grupos que sí está demostrado que están dentro de la masonería o giran en torno a ella. Dime con quien andas y...
Pues si cree Ud. que utilizando tal artimamaña (la de poner a mis hijos por delante) va a conseguir que no denuncie lo denunciable, va Ud. lista.
Otra cosa sería ser un padre dejado.
Resumiendo, no pretende hacer daño a la Iglesia, sino todo lo contrario, se equivoque o no.
Y respecto a la "verticalidad" de la relación entre los hombres, supongo que el blogger quería decir "horizontalidad", y creo que no se puede separar de la verticalidad de la relación con Dios. No en el cristianismo, según dejó bien claro Jesús en los evangelios, tan claro como lo de la indisolubilidad del matrimonio, con una excepción que todavía están discutiendo los cristianos entre sí lo que quería decir. Para los católicos no hay excepción.
Pero sí anulación. Se puede proponer la posibilidad de estudiar el asunto, sin tener por eso ninguna intención de destruir la Iglesia.
En lo de que no se puede separar la relación vertical con Dios con la relación horizontal entre los hombres, te doy toda la razón.
He vuelto a leer en esta página Infocatólica algunos artículos, algunos comentarios de los blogs... Quisiera formular algunos comentarios, que no sé si verán la luz de la publicación, no sin antes agradecerles que me hayan publicado algunos comentarios en este sitio internáutico (el gesto les honra; otras publicaciones católicas que se tienen por muy progresistas ni te contestan cuando les mandas algún escrito...) para mí de notable interés, por más que me sigue pareciendo en exceso conservador, doctrinal e ideológicamente hablando. Si esto es ofensivo, disculpas: mi propósito, huelga aclararlo, no es ofender sino invitar al diálogo, a la búsqueda común de la verdad, que siempre será sinfónica, parafraseando el título de una obra de H. U. von Balthasar..
No obstante, no puedo dejar de recordar aquí y ahora que de manera a mi juicio injusta se metieron brava y encendidamente con un escrito de mi autoría, supuestamente porque su autor, o sea, yo mismo, caía en ofensas y descalificaciones... Entonces estimaron oportuno no publicarlo, lo cual es respetable, desde luego, pues ustedes son los legítimos administradores del sitio. Sin embargo, permítanme: aquí mismo sin ir más lejos, he leído muchísimos comentarios (digo muchísimos, no uno ni dos ni tres) a los artículos notablemente más injuriosos que el mío amonestado, que simplemente quería llamar a las cosas por su nombre. Y me lo suprimieron entonces, insisto.
Pero a lo que íbamos. De nuevo tropezamos con el docto cardenal italiano Carlo Maria Martini. Así pues, ¿cómo se puede afirmar tan tranquilamente, cosa que se hace en un artículo reciente, que el cardenal jesuita italiano pretende hundir la barca de Pedro (es decir, la Iglesia universal) porque manifiesta algunas divergencias con respecto a la doctrina oficial y magisterial de la Iglesia? Afirmar tal cosa, tal temeridad, es formular un juicio de valor, peligrsísimo de por sí, por sí solo, puesto que comporta entrar a dilucidar o discernir los pros y contras de una determinada y singular conciencia indidividual. Nadie conoce a ciencia cierta, salvo Dios, que es nuestro Supremo Juez, si el cardenal Martini pretende hundir la barca de Pedro que es la Iglesia universal, o más bien lo que pretende es, por muy rocambolescas y peligrosas que nos parezcan sus propuestas e ideas, hacerla avanzar más fiel al Evangelio.
Por otra parte, en esos libros del ilustre cardenal italiano, acaso traducidos y publicados en España aprovechando un cierto tirón mediático y editorial (del que no poco se han beneficiado incluso los papas más recientes, no lo olvidemos, especialmente Juan Pablo II), no solamente se habla de esas al parecer peligrosas y subversivas "reformas" que el purpurado italiano querría para la Iglesia, de la que sigue siendo príncipe; se habla de solidaridad con los empobrecidos, con los enfermos y marginados (los predilectos del Señor); se insiste en la necesidad del diálogo con los cristianos de otras confesiones, y con los no creyentes (en ese diálogo con los no creyentes, la labor de Carlo Maria Martini casi no tiene parangón en el curso de la Iglesia en las últimas décadas); se insiste en la necesidad de escuchar, desde la fidelidad al Evangelio, al hombre y a la mujer de nuestro tiempo, desde la singularidad del hombre y de la mujer de nuestro tiempo; se reivindica la urgencia de convertirnos siempre a una Iglesia samaritana y más horizontal, igualitaria y comunitaria que vertical, clerical y piramidal (que, ustedes me permitan, parece ser el modelo de Iglesia que ustedes prefieren, digo por sus escritos, por sus claras posturas a favor de los grupos católicos más conservadores: Opus Dei, Legionarios de Cristo...) Y así un largo etcétera de reivindicaciones perfectamente inteligentes por evangélicas y eclesiales.
Entonces, ¿por qué ese empeño en señalar solamente lo que se considera pernicioso y desviado en la "doctrina" espiritual del cardenal jesuita italiano?
Se permiten demonizar al ilustre biblista jesuita porque discrepa de la encíclica "Humanae vitae" de Pablo VI, por más que su discrepancia no es total sino muy parcial. Esto es sin duda discutible, es decir, es en efecto discutible que un cardenal de la Iglesia pueda hacer tal cosa. Sin embargo, lo que me parece inadmisible es que por esa discrepancia entre su postura doctrinal y la del Magisterio (limitada, según expresa Carlo Maria Martini, a casos límites en la vivencia de la sexualidad humana, y no en modo alguno a todos los casos), se llegue a escribir que Martini lo que pretende es que se hunda la barca de Pedro. Creo que no es para tanto, ¡ni muchísimo menos!
Permítanme un exordio. Pedro Vallina, Viñas, Isaac Puente, el doctor Queralto y José Martínez fueron, los cinco, ilustres médicos anarquistas. Los cinco vivieron la medicina como un servicio a los más humildes, de manera que a menudo no cobraban la consulta a los pobres; hoy día, muy por el contrario, la casi totalidad de los médicos cobra, y no poco precisamente, por consulta dada, a menudo no desde un ejercicio médico humanista precisamente; las clínicas privadas (algunas de ellas pertenecientes al Opus, por cierto, y por tanto no precisamente centros médicos de atención preferente a las clases sociales más humildes)... En fin.
Isaac Puente, Viñas, Pedro Vallina, Queralto y José Martínez fueron médicos rurales, naturistas, neomalthusianos y eugenistas. En no pocas de sus ideas se equivocaron muy probablemente. Sin embargo, ¿sería justo afirmar que lo que desearon fue el hundimiento de la humanidad, la explotación del hombre por el hombre, el triunfo de los fuertes sobre los débiles...? ¿Sería justo y bueno y noble afirmar que porque creyeron en el control de la natalidad y no precisamente en la castidad fueron unos malvados que quisieron llevar a la humanidad a la perdición? ¡Vamos hombre, por Dios! En absoluto, y sí más bien todo lo contrario.
Pues algo idéntico me atrevería a decir del cardenal italiano Carlo Maria Martini: en sus más recientes libros traducidos y publicados en España, claro que a mí también me choca un poco su postura sobre la "Humanae vitae", sobre el uso del preservativo como mal menor en algunas situaciones humanas dramáticas (nunca el cardenal aboga por el uso generalizado del condón), sobre lo difícil que le resulta "condenar" a las parejas homosexuales (a mí también me resulta difícil "condenarlas"), sobre la conveniencia de que la Iglesia católica se decida a ordenar como sacerdotes ministeriales a "viri probatti" (hombres casados de fe probada)... Con todo, podré afirmar que en esto o en aquello puede que no esté de acuerdo con el cardenal Martini, pero nunca descalificarlo sumarísimamente. Nunca pasando a no reconocer todo lo que hay de bueno, humana, eclesial y evangélicamente hablando, en su magisterio.
Desde luego, creo que la intransigencia doctrinal nos llevaría más bien a un callejón sin salida que a una plaza de libertades, digámoslo así; es decir, más a una Iglesia enroscada sobre sí misma que abierta al anuncio samaritano del evangelio de Jesucristo, cuyo nervio es la solidaridad, el amor a los pobres y sencillos.
En fin, si en algo me he equivocado con esta reflexión o en algo les he ofendido a ustedes, diligentes representantes de la más pura ortodoxia doctrinal, litúrgica y espiritual, mis disculpas.
LUIS ALBERTO HENRÍQUEZ LORENZO.
Personalmente no cuestionaría toda esa gran labor que como pastor haya podido desarrollar el Card. Martini (que seguro la ha desarrollado), pero cuando usted habla de "una Iglesia enroscada sobre sí misma" me parece que hace un claro denuesto de la Iglesia actual, al frente de cuya barca se encuentra Benedicto XVI, y yo, al menos, por ahí no paso.
Saludos cordiales.
En primer lugar, no creo que haya sido yo quien haya borrado algún comentario suyo porque no creo haber borrado ninguno, hasta ahora.
Por otra parte, tengo que reconocer que, a lo mejor, trato de una forma dura al cardenal Martino... pero es !Cardenal de la Iglesia católica¡ y no un fiel que pasaba por allí y se dedicó a criticar sin más. Él no es un ignorante y debe saber las dudas que puede sembrar que una persona de su talento diga lo que dice. Es como dejar un arma peligrosa en manos de una persona inteligente pero perversa... el peligro es seguro.
Pero, en fin... en cuanto pueda leer algo que el cardenal Martini haya podido decir de bueno... no dude que, seguro, lo alabaré, aunque sea para compensar en mal hecho.
Por lo que respecta al cardenal Carlo Maria Martini, considero que la controversia puede que haya llegado a un cierto callejón sin salida, a una situación lo que se dice "bizantina": ni soy un experto en la obra teológica del cardenal ni... En lo que sí no dudaría es en insistir en el hecho de que detrás de toda esa presunta o no tan presunta hojarasca teológica presente en las obras del ilustre biblista jesuita italiano, a mí al menos me es posible seguir detectando el rostro del Nazareno; vale que de una manera tortuosa, heterodoxa, arriesgada, pero no menos real.
El gran poeta zamorano León Felipe sentencia en un breve poema suyo, en apariencia sencillo, profético, de aliento bíblico, aliento bíblico que recorre toda su obra: "Nadie fue ayer/ ni irá a mañana a Dios/ por este mismo camino/ por el que yo voy./Para cada hombre guarda un camino nuevo Dios/ y un rayo de luz el sol". Lo cual quiere significar, al menos a mi juicio hermenéutico, que cada persona es absolutamente irrepetible a los ojos de Dios y a los del mundo. Y que aunque bien cierto es que existe la verdad revelada (Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, nos enseña el evangelista san Juan), no todas las personas llegan a la meta de esa misma verdad por los mismos vericuetos, dudas, experiencias, búsquedas y esfuerzos, etcétera.
Por lo demás, no dejo de reconocer que algunas -o si quieren ustedes, bastantes- de las propuestas de reforma doctrinal del cardenal italiano pueden resultar en efecto chocantes, chirriantes, y desde luego, alejadas de la deseada y requerida unidad de la doctrina magisterial. También me temo que pueden desorientar a muchos más que orientar o ayudar a cimentar la fe. Sin embargo, miren por dónde a mí no me resultan tan lesivas, creo (toquemos madera al respecto, no sea que me queme, por estar jugando con fuego en asuntos tan graves). Puede ser que en mi trayectoria personal, espiritual e ideológica me haya acostumbrado a permanecer en el diálogo con los heterodoxos desde la perspectiva de la doctrina católica: no creyentes religiosos, cristianos de otras confesiones, autores ateos, autores libertarios, poetas de la disidencia moral y la bohemia más o menos antisistema... Y desde luego, puede que esas lecturas heterodoxas hayan fermentado en mí hasta convertirse en una especie de "alter ego" que pesa lo suyo, de una parte, en mi cierta y confesa admiración hacia esos autores en nada o muy poco católicos, y de otra, en una cierta y asimismo confesa crítica hacia posicionamientos doctrinales, espirituales y litúrgicos en principio católicos pero, siempre a mi juicio, claro, en verdad distantes del meollo del Evangelio, cuyo corazón -permítanme ustedes- no es tanto la reivindicación de una liturgia excelente cuanto la opción por las víctimas de la historia, por los excluidos, por los empobrecidos...
Con lo último afirmado no quiero dar a entender que el culto en la Iglesia católica no sea importante, en modo alguno quisiera dar a entender que afirmo tal cosa; lo que sí pretendo es poner de relieve que existe una jerarquía de verdades teológicas, y en esa jerarquía de verdades teológicas la solidaridad y la lucha por la justicia deben ocupar un primerísimo lugar en la vida de todo cristiano; y más aun si cabe en la de todo fiel católico que se precie, emnpezando por la mía propia, permanentemente necesitada que está de conversión a Cristo, a su Iglesia y a los pobres.
Volviendo al cardenal Carlo Maria Martini, insisto en considerar que su pensamiento teológico a mí me ayuda a crecer en la fe; lamento que a otros fieles católicos pueda por el contrario desorientar; no se me esconde que como cardenal de la Iglesia su responsabilidad es grande, soberana, pues no en vano es sucesor de los apóstoles y, en esa condición suya de sucesor de los apóstoles, asimismo se ha convertido, queriéndolo él o sin quererlo (solamente Dios conoce bien este particular; los hombres y mujeres no pasamos de hacer especulaciones a través de espejos, parafraseando aquí a san Pablo), en una figura mediática, cierto, con lo cual su pensamiento sí que tiene un alcance mundial nada despreciable.
En fin, que no sé si llegados a este punto tiene mucha razón de ser el continuar con tal controversia. Sea como sea, lo que sí deseo, ya para finalizar, es volver a recordarles mi agradecimiento por dejarme participar con mis comentarios en este foro, pues repito que habla muy bien de la capacidad de ustedes de al menos querer acoger al otro, de acoger incluso al que piensa y cree de manera algo diferenciada. Créanme si les digo que no es nada frecuente encontrar posibilidades así en plataformas internéticas; por ejemplo, en publicaciones digitales que se tienen por muy cristianas y progresistas, en las que ni te contestan a tus envíos: nada de nada, se limitan a asar de ti. En una estrategia que, salvo honrosas excepciones, al menos a mí lo que me comunica es que las comunidades cristianas que están detrás de esas plataformas internéticas están más muertas que vivas, más desangeladas que entusiasmadas por el anuncio del Reino en comunión con la fe de la Iglesia. Mi experiencia personal al respecto de lo que aquí seguimos me comunica más de lo mismo.
LUIS ALBERTO HENRÍQUEZ LORENZO
Creo que ahora se ha expresado usted mejor y podría compartir casi al cien por cien lo que expone.
¿Cuántos caminos hay para llegar a Dios?
Tantos como hombres. Porque, incluso dentro de una misma fe, cada uno tiene su propio camino personal. Tenemos las palabras de Jesucristo: «Yo soy el camino... Así que, en definitiva, hay un sólo camino y todo el que se dirija a Dios ya está de algún modo en ese camino que es Jesucristo. Pero eso no significa que conscientemente, voluntariamente, todos los caminos sean idénticos, significa que ese único camino es tan ancho que puede convertirse en el camino personal de cada hombre.
Joseph Ratzinger en La sal de la tierra
Le reitero mi fraternal saludo.
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