El clero perseguido por los nazis y los comunistas
LADISLAO FINDYSZ Y LA PERSECUCIÓN DEL CLERO POLACO
El calvario del clero polaco en el siglo XX, perseguido primero por el régimen nazi y después por el comunista, se manifiesta en el alto número de sacerdotes martirizados en uno o en otro momento de dicho siglo. No en vano, como nos recuerda Vicente Cárcel Ortí en su interesante libro sobre las persecuciones religiosas del siglo XX, la Iglesia defendió con gran valentía la identidad polaca frente a la germanización hitleriana y a la rusificación pretendida por los comunistas, por lo que se granjeó el odio de ambos regímenes totalitarios, que personalizaron su inquina en los sacerdotes, pues éstos estuvieron siempre junto al pueblo cuando unos y otros quisieron conculcar los derechos humanos y las libertades.
En el caso del sacerdote Ladislao Findysz, vemos cómo los extremos del totalitarismo se tocan, pues primero padeció la persecución nazi, y a ella sobrevivió, para después ser perseguido por los comunistas -sin sobrevivir en este caso a la persecución- en su afán de privar al pueblo de los valores morales y trascendentes y ante la negativa de la Iglesia católica polaca de convertirse en una “iglesia nacional” o colaborar con el régimen. Éste, en un primer momento, quiso ganarse las simpatías de la gente mostrando respeto hacia la idiosincrasia polaca, incluso ayudando a reconstruir iglesias y conventos al acabar la guerra mundial, pero pronto dejaron ver su verdadero rostro laicista y persecutorio, especialmente a partir de 1947.
Había nacido don Ladislao al sur del país, concretamente en Krościenko Niżne cerca de Krosno (Polonia), a poca distancia ya de Eslovaquia y Ucrania, el 13 de diciembre de 1907, en una familia de campesinos de antigua tradición católica. Como era costumbre entonces, al día siguiente fue bautizado en la Iglesia parroquial de la Santísima Trinidad en Krosno. Tras acabar en 1919 sus estudios de Primaria en la escuela de las Hermanas Felicianas en su pueblo natal, continuó en el liceo estatal local, para después ingresar en otoño de 1927 en el seminario mayor, tras una juventud comprometida con la fe por su participación en las congregaciones marianas. Su formación sacerdotal tuvo lugar bajo la guía de otro santo sacerdote, el rector Juan Adalberto Balicki, elevado a los altares por Juan Pablo II en 2002 como modelo de sacerdote diocesano.
Como culminación de la formación recibida en el seminario, Ladislao recibió la ordenación sacerdotal el 19 el junio de 1932 en la Catedral de Przemyśl de manos del obispo de la diócesis Mons. Anatol Nowak. Tras un mes de vacaciones, el 1 de agosto de 1932, asumió el encargo de segundo vicario parroquial en la Parroquia de Borysław (en la actual Ucrania) y tres años después, en septiembre de 1935 fue nombrado vicario parroquial de Drohobycz, población perteneciente hoy a Ucrania. Otros tres destinos pastorales ejerció en distintas parroquias de la diócesis hasta que en el último de ellos, en Żmigród Nowy, el 3 de octubre de 1944 fue expulsado por los alemanes, como todos los demás habitantes de aquella población. La expulsión formaba parte del proyecto de germanización de Polonia ideado por Hitler: los gobernadores nazis (como Arthur Greiser en el Warthegau y Albert Forster en Danzig-Prussia oeste) expulsaron cientos de miles de polacos de sus casas en el Gobierno General y más de 500.000 alemanes fueron luego asentados en estas áreas. Se calcula que entre 1939 y 1945, por lo menos 1,5 millones de ciudadanos polacos fueron deportados al territorio alemán para hacer trabajos forzados. Cientos de miles también fueron encarcelados en campos de concentración.
Aquí debemos detenernos brevemente en el modo en que los sacerdotes polacos fueron perseguidos por Hitler con toda saña. Como premisa, por si a alguien le cabe alguna duda de la inquina que el dictador tenía contra el clero católico, hay que recordar que solo en el campo de concentración de Dachau fueron internados casi tres mil sacerdotes de diferentes nacionalidades, y más de la mitad encontraron allí la muerte por sus creencias. Sólo en Alemania se calcula que cerca de doce mil religiosos fueron torturados por el régimen nazi, y gran parte de ellos murieron, y en el caso de Polonia, a manos de los nazis fueron eliminados nada menos que el 20% de los 10.017 sacerdotes que había al inicio de la Segunda Guerra Mundial (incluidos cinco obispos) en aquel país.