Pablo VI y el régimen de Franco (II)
EL CONCILIO, PABLO VI Y FRANCO QUE ENVEJECE
Afirma José Orlandis en su libro “La Iglesia Católica en la segunda mitad del siglo XX” que el estado de buen entendimiento entre España y la Santa Sede que se había creado a raíz del Concordato del 1953 hizo crisis en los años sesenta, y ello se debió a varias razones entre las que deben destacarse estas tres: la elección papal de Pablo VI, el Concilio Vaticano II y el propio declive del Régimen español, al ritmo en que se producía el envejecimiento del jefe del Estado, Francisco Franco. Sin embargo otros autores han señalado que ya en los mismos años 50 habían empezado las disensiones, manifestadas en hechos puntuales como la expulsión de Guillermo Rovirosa (1956) y la dimisión forzada de Manuel Castañón tres años después, ambos integrantes de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC); o la carta de 229 sacerdotes vascos (mayo de 1960) dirigida a los obispos, al nuncio y a la Secretaría de Estado del Vaticano en la que se denunciaba al Gobierno por la persecución de las características étnicas, lingüísticas y sociales que sufrían los vascos, así como por los nombramientos episcopales y la situación política general.
Pero no le falta razón a Orlandis, pues de hecho estos y otros conflictos van a adquirir una mayor dimensión no sólo por la dinámica interior, sino por el apoyo exterior que implican las decisiones tomadas en el Concilio Vaticano II, iniciado en octubre de 1962. Afirma el historiador Juan María Laboa que el anuncio del Concilio pilló desprevenidos a los obispos españoles y, en general, a los católicos de nuestro país. Las cartas pastorales de los obispos en los meses posteriores al anuncio se caracterizaron por un tono piadoso y genérico, sin que aparezca un proyecto o algunas ideas y sugerencias que podrían ser desarrolladas en la futura reunión. Se trataba de un episcopado muy tradicional y bastante aislado de las nuevas tendencias que se iban formando en Europa y que cuajarán en el Concilio. De hecho, como resumen de sus propuestas, 26 obispos pidieron el robustecimiento de la línea doctrinal señalada por Pío XII en su encíclica “Humani Generis” (1950) y la descalificación de las ideas contrarias.
El Cardenal Tarancón, refiriéndose a aquel periodo, diría años después: “Lo que más abundó en aquellos años fue el desconcierto. Ni los obispos en sus pastorales, ni los predicadores en sus púlpitos ni los periodistas en sus diarios parecieron olerlo que el Concilio supondría. Y así es como los obispos españoles acudieron a esa magna asamblea ‘con la mitra y el báculo por todo bagaje’, como confesó ingenuamente de sí mismo Monseñor Cirarda”.
El papel de los obispos españoles en el Concilio fue modesto, debido a su escasa preparación intelectual, a su anclaje en el pasado y a su intransigencia doctrinal, lo que les situó, en palabras de Tarancón, en fuera de juego. El mismo purpurado afirmó: “Acostumbrados, como estábamos, a considerarnos el máximo exponente de la catolicidad ideal, vimos, de pronto, que en esta asamblea mundial nuestros teólogos y nosotros mismos, obispos, ocupábamos un lugar realmente modesto”. No por ello dejaron de hacer algunas aportaciones interesantes, cuyo alcance nos llevaría lejos de nuestro tema.
Factor fundamental en las futuras relaciones entre España y la Santa Sede fue la aprobación por el Concilio Vaticano II de la declaración “Dignitatis humanae”, sobre el derecho de libertad religiosa. Curiosamente, recuerda Laboa, en las sugerencias enviadas antes del Concilio por los obispos españoles, como todos los demás episcopados, a petición de Monseñor Tardini, ningún prelado español había mencionado el tema de la libertad religiosa. Pero otros muchos obispos de todo el mundo sí lo hicieron y el tema fue debatido, no sin polémica. La Iglesia, enmendando su Derecho público, que ya no resultaba adecuado a las necesidades de las nuevas sociedades pluralistas, asumió sin reservas y con carácter general el principio de la libertad religiosa, fundada en el respeto a la conciencia individual de la persona.
La tradicional confesionalidad católica del Estado, vigente en España y sancionada por el Concordato de 1953, quedaba por tanto obsoleta. En cumplimiento de la de¬claración conciliar, y no sin tener que superar ciertas re¬sistencias, el Estado español promulgó en 1967 una Ley de libertad religiosa. Otro documento del concilio, el decreto “Christus Dominus”, sugería la supresión de privilegios que supusieran una ingerencia del poder civil en la vida de la Iglesia. En España, lo que vino a pedirse al Estado fue la renuncia al derecho de presentación de obis¬pos. Ante esa demanda, el general Franco, tras hacer constar que ese derecho había sido ejercido siempre de acuerdo con las preferencias de la jerarquía española, declaró que él era tan sólo el depositario del derecho y que su titularidad correspondía a la Corona. Advirtió, por último, que el derecho de presentación formaba parte del Concordato y su supresión exigiría una refor¬ma global de ese tratado, por lo que se negó a renunciar a él.
Por otra parte, de modo más genérico, la Iglesia salida del Concilio apostó por la modernidad, lo que implicaba una mayor capacidad crítica, un mayor compromiso con las realidades temporales, lo que llevó necesariamente a un posicionamiento más crítico contra el Régimen político, que se caracterizaba por la falta de respeto a los derechos humanos. A partir de ese momento se abre una brecha entre una jerarquía comprometida espiritual, política y generacionalmente con el Régimen, y unas bases apoyadas desde Roma, que abogan por el respeto a la dignidad de las personas y de los derechos humanos, las cuales van a apostar por el fin de la dictadura. Esta división nos sitúa ante dos posiciones crecientemente enfrentadas, si bien no debemos caer en la simplificación, ya que en ambos grupos se produjeron excepciones.
El Concilio, que había sido inaugurado por Juan XXIII, fue clausurado por Pablo VI. Juan Bautista Montini por su formación y antecedentes familiares, por la huella que dejaron en él las difíciles relaciones con el Fascismo durante los años en que fue consiliario de los universitarios y por sus convicciones democráticas en lo referente a la ordenación política de la sociedad contemporánea, no miraba con simpatía el Régimen español. Era éste un régimen autoritario y sus orígenes se remontaban a una Guerra Civil, en la que el general Franco y su ejército habían gozado del apoyo político y militar de la Ale¬mania nacional-socialista y de la Italia fascista. La España de Franco aparecía a los ojos de Pablo VI como el último epígono de los Estados totalitarios, vencidos en la Segunda Guerra Mundial. Las intervenciones de Mons. Montini en cuestiones internas de la política española fueron harto significativas: en octubre de 1962, pidió clemencia para dos jóvenes activistas catalanes, creyendo equivocadamente que habían sido condenados a muerte; y en abril de 1963 protestó públicamente, como ya vimos, por el fusilamiento de Julián Grimáu y sus compañeros anarquistas. Ya en 1969, el Papa, en un discurso ante el Cuerpo diplomático, mencionó a España junto con Nigeria (en plena guerra), Vietnam y el Oriente Medio- como los países que en aquel momento le suscitaban mayor preocupación.
Los cambios de la estrategia del pontificado de Pablo VI para con el régimen de Franco se hicieron sentir pronto: Se ha destacado la diferencia entre una posición más neutra del Vaticano, como la producida tras la llegada de Antonio Riberi en junio de 1962 y una más beligerante, como la protagonizada por Luigi Dadaglio desde el otoño de 1967. Esta tendencia pone de manifiesto un creciente distanciamiento entre la Iglesia y el Estado, que se concreta en hechos tales como la petición a Franco, a la que ya aludimos antes, por parte de Pablo VI, en abril de 1968, de la renuncia al privilegio de presentación de obispos, sin contrapartida alguna. Ante la negativa del Régimen, la Santa Sede endureció su postura y procedió a una lenta pero efectiva renovación del episcopado.
La postura de la Santa Sede quedó clara con el nombramiento como cardenal de Vicente Enrique y Tarancón para el arzobispado de Toledo, postergando con ello a Casimiro Morcillo, favorito del Gobierno. Finalmente y tras el fallecimiento de Casimiro Morcillo (mayo de 1971), la Santa Sede consiguió colocar a Tarancón en Madrid y, sobre todo, que unos meses después fuese elegido presidente de la Conferencia Episcopal. Entre 1964 y 1974 se nombraron 53 nuevos obispos, la mayoría auxiliares, lo que dio lugar a la caída de la edad media de los miembros del episcopado, que pasó de 65,7 años en 1966 a 57,7 años en 1975, y a la entrada -por el conducto de nombrarlos auxiliares, para los que no existía el privilegio de presentación- de obispos menos afectos al régimen de Franco. La muerte de algunos de los mayores más vinculados con el régimen (Pla y Deniel, Eijo y Garay…) favoreció la renovación.
Todas estas fricciones afectaron también al clero, que ya de por sí estaba atravesando la crisis postconciliar y veía como aumentaban las secularizaciones y disminuían las vocaciones. España, que en tiempos del Concilio tenía el clero más joven de Europa, en los años posteriores vio comenzar el descenso: En 1962 la proporción era de un sacerdote por cada 1.228 habitantes; al final del franquismo sería de uno por cada 1.468. A partir de 1962 se reduce el número de regulares no sólo por el descenso de los ingresos, sino también por el creciente número de abandonos sobre todo entre los religiosos varones: 2.639 entre los años 1966 y 1971. En 1963 sólo 167 habían abandonado su ministerio; dos años más tarde la cifra ascendía a 1.189, para alcanzar la cifra de 3.700 en 1970. Muchos de ellos confesaban sentirse insatisfechos con el celibato. El número de seminaristas, que había llegado a superar los ocho mil a principios de los años sesenta, descendió a 1.800 en 1972
Al problema numérico se sumó la crisis de identidad sacerdotal que llevó a muchos clérigos a convertirse poco menos que en asistentes sociales o a tomar posturas políticas, normalmente contrarias al régimen o nacionalistas redicales. En los barrios obreros comenzaron a actuar sacerdotes que abrieron sus iglesias a las reuniones ilegales, a la vez que se hacían militantes activos de las organizaciones sindicales y políticas ilegales (Mariano Gamo, García Salve, el padre Llanos, Díaz Alegría…). No es extraño que debido a esta creciente actitud de protesta del clero, en agosto de 1968, se inaugurase en Zamora una cárcel “concordataria” especial para clérigos. Por allí pasaría, a lo largo de ocho años, un centenar de presbíteros, en su mayoría guipuzcoanos y vizcaínos. No deja de ser una paradoja que la España católica tuviese en los años finales del Régimen más curas presos que en todas las cárceles de Europa, incluidas las de los países comunistas.
Mientras tanto, Franco iba envejeciendo. Era convicción general que el Régimen español no sobreviviría a su muerte. Explica José Orlandis que “desenganchar” la Iglesia del Régimen, al que se hallaba en cierta medida vinculada por las circunstancias de la Guerra Civil, constituía para la Santa Sede un objetivo prioritario. La operación de «desenganche» del Régimen espa¬ñol la inició la Iglesia en torno al año 1968 y fue obra, sobre todo, de tres personajes eclesiásticos: Mons. Giovanni Benelli, el nuncio Dadaglio y el arzobispo, y pronto cardenal, Mons. Vicente Enrique Tarancón. Mons. Benelli había trabajado junto al entonces Mons. Montini al comienzo de su carrera eclesiástica y gozaba de toda la confianza del ahora Pablo VI. Benelli, que conocía bien España por haber sido secretario de la Nunciatura en Madrid, fue nombrado en 1967 Sustituto de la Secretaría de Estado y durante diez años dirigió con mano firme y talante de ejecutivo la política del Vaticano.
En ese contexto hay que situar, en 1971,la Asamblea conjunto de obispos y sacerdotes de toda España, en la cual se votó mayoritariamente una resolución por la que la Iglesia pedía perdón al pueblo español por no haber sabido desempeñar un papel conciliador tras la Guerra Civil. En 1973, los obispos, en “La Iglesia y la Comunidad Política”, aconsejaron la revisión del Concordato de 1953, de forma que las relaciones Iglesia-Estado se establecieran sobre la mutua independencia de ambos. La Iglesia deseaba y estaba preparada para renunciar a los privilegios que le concedió el Concordato, siempre y cuando el Estado renunciase a los suyos, en especial el que se refería a la intervención en el nombramiento de obispos. Por último, en un documento de abril de 1975 se hacía un llamamiento a favor de la reconciliación y la justa convivencia.
Esta línea de actuación dio lugar a algunos incidentes con el poder político, como los ocurridos durante el proceso de Burgos, en 1970, durante el cual los obispos de San Sebastián, monseñor Argaya, y de Bilbao, monseñor Cirarda, en una carta conjunta pedían clemencia para los acusados y condenaban tanto el terrorismo como la represión. Unos meses antes, monseñor Cirarda se había negado a oficiar la misa solemne para conmemorar la entrada de las tropas de Franco en Bilbao en 1937.
Pero los peores incidentes ocurrieron durante los años 1974 y 1975. El obispo de Bilbao, monseñor Añoveros, fue puesto bajo arresto domiciliario y amenazado de expulsión por haber propiciado la lectura de una homilía en las parroquias de la diócesis, en la cual se pedía una organización socio-política que garantizase la justa libertad del pueblo vasco El Gobierno español, presidido por Arias Navarro -que había sucedido al almirante Carrero Blanco, asesinado por la banda terrorista ETA- decidió expulsar de España al obispo bilbaíno, y la Conferencia episcopal amenazó a los gobernantes con la excomunión. Estos, por su parte, pensaron seriamente en invitar al Nuncio a abandonar el territorio español y romper las relaciones con la Santa Sede. La intervención personal del jefe del Estado apaciguó los ánimos y facilitó una solución de compromiso. Como luego recordaría Tarancón, como presidente del Colegio Episcopal, “me paseé varios días con la excomunión de Franco en el bolsillo“. En octubre de 1975, el obispo auxiliar de Madrid, monseñor Iniesta, tuvo que abandonar la capital tras publicar una homilía contra las cinco ejecuciones efectuadas en septiembre.
Tras la muerte de Francisco Franco, durante el período de la “transición”, el Estado español y la Santa Sede decidieron de mutuo acuerdo la supresión del Concordato de 1953 y su sustitución por cuatro «Acuerdos» Iglesia-Estado. La nueva Constitución aprobada el 6 de diciembre de 1978 puso fin a la tradicional confesionalidad y proclamó la neutralidad religiosa, aunque dedicando una mención al catolicismo, la religión de la mayoría de los españoles. Se cerraba así un período de difíciles y polémicas relaciones entre el Vaticano y España, que ponía término a la confesionalidad católica de la nación española.
34 comentarios
Escribir, como usted hace que: "...... contra el Régimen político, que se caracterizaba por la falta de respeto a los derechos humanos ".
No es nada cierto y falta a la verdad. El enorme desarrollo económico y sociocultural de aquella época con la fundación de enormes clases medias que antes no existian, es la base fundamental de la España actual.
Y además:
El " Fuero de los Españoles " de 17 de Julio de 1945, dice:
Artículo 1.- El Estado español proclama como principio recto de sus actos el respeto a la dignidad, la integridad y la libertad de la persona humana, reconociendo al hombre, en cuanto portador de valores eternos y miembros de una comunidad nacional, titular de deberes y derechos, cuyo ejercicio garantiza en orden al bien común.
Y si se lee despacio ( se puede hacer en Google:
http://www2.amnistiacatalunya.org/edu/docs/e-mes-fuero1945.html )
Se deduce que es una Constitución sencilla, pero bastante más justa y coherente que la agnóstica y sin Dios que actualmente padecemos desde 1978, y que está llevando a España, en parte también por su mal uso, desprecio y abuso, de nuevo a la desvertebración y a la destrucción nacional.
Saludos.
El destrozo de la fe en España vino impuesto desde la Roma que "asesoraba" a SS Pablo VI, fue una voladura por dentro de la nación mas catolica de Europa.
Mayor estupidez no se puede pedirn dejar a los que ya tenian sus iglesias vaciándose diseñar la Iglesia de los que las tenían llenas.
Sobre los curas y Obispos nacionalistas todos sabemos ya bien quien tenía razón.Los servicios de información del Estado eran mucho mas certeros que los análisis del nuncio.
Casi todo el terror,exilio y miedo vividos aqui a causa del terrorismo es causado en gran parte por el apoyo dentro de la Iglesia a ideales politicos extremistas.
Fue la Iglesia la desleal con Franco, pues este no se metía con las cosas de Dios,mientras Obispos en la Iglesia estaban empeñados en meterse en las cosas del césar más católico del Occidente.
Otra cosa, aqui cada uno cuenta la historia a su manera.Yo recomiendo a R de la Cierva sobre estos asuntos y a comparar.
Que Roma entienda que aquí somos como somos y no quieran convertirnos en holandeses, que se lo cargan todo.
-Dichoso el pueblo que sabe aclamarte. caminará, oh! Señor a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo.-
(Del salmo 88 leido esta mañana en el Invitatorio, miércoles de la semana III).
Igualito que ahora vaya.
"El aspecto político de España ha cambiado, gracias a Dios, radicalmente en los últimos meses. Los partidos políticos que fomentaron la división entre los españoles y que tan funestas consecuencias produjeron, han sido suprimidos de nuestra Patria. Hoy una organización única dirigida por el Jefe del Estado reúne en sus filas a todos los españoles: la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. ¿Cuál ha de ser la posición de Acción Católica y sus relaciones para con ella? No puede mirar con indiferencia este resurgir esplendoroso del espíritu patriótico y español y esa nueva orientación del futuro Estado. Ello merece la simpatía y el afecto de todos los buenos españoles y de todos los católicos y la Acción Católica debe mirar con simpatía esta milicia y aun debe orientar hacia ella a sus miembros para que cumplan en sus filas con los deberes que en las horas presentes impone el patriotismo. No sólo no existe entre las dos organizaciones ninguna incompatibilidad sino que se complementan mutuamente. Falange E. T. y de las JONS busca el engrandecimiento material de España, la Acción Católica se preocupa de su engrandecimiento espiritual y religioso; las dos de consuno pueden forjar la España grande y católica que todos deseamos, reencarnación gloriosa de aquella España tradicional en la que el sentimiento religioso y el sentimiento patriótico se fundían en un solo anhelo. Entre la Acción Católica y la FET y de las JONS deben existir las mismas relaciones que entre la Iglesia y el Estado a los que oficial y legítimamente representan. Ni confusión ni oposición".
Esta página página está firmada por D. Vicente en Tuy en julio de 1937 dentro de su "Curso breve de Acción Católica". Sus hagiógrafos no la suelen citar.
Son hitos de ese proceso permitido por el Vaticano:
la prohibición de misas por las víctimas del terrorismo; la Asamblea Conjunta de 1971, con sus errores doctrinales y su abjuración de la cruzada; la encuesta al clero sobre detalles íntimos de castidad sacerdotal; la forma en que se proveyó la sucesión de Casimiro Morcillo; el veto a la entrada de la Virgen de Fátima en Madrid; los desprecios a la Hermandad Sacerdotal Española y la afrenta de 1972, cuando se negó a sus 2.300 sacerdotes la bendición papal que, en cambio, se concedía a los participantes en un campeonato de peluquería; la autorización para el procesamiento de un cura madrileño por defender a la Virgen; la prohibición de una misa en desagravio por el sacrilegio contra un crucifijo; la crisis de la Acción Católica; la facilitación de la ley del divorcio y los contactos con sus autores; la petición de indulto por la pena de muerte de varios terroristas; el nombramiento de los obispos más opuestos al significado del 18 de julio; la compañía del marxismo en todas sus facetas; el voto favorable a la Constitución de 1978; la postergación del eminente obispo Guerra Campos; o la promoción de catecismos que parecen pensados con la intención de arrancarle la fe a los más adolescentes.
Una verdadera pena. De aquellos barros, vienen estos feroces e infames lodos.
Tengo la impresión que el daño hecho por Maritain en el pensamiento político cristiano todavía no ha sido debidamente reparado.
Saludos.
Por otra parte, me parece totalmente injusto y fuera del lugar que se diga que el Régimen de Franco no respetaba los derechos humanos. Es una afirmación temeraria e infundada. En cualquier caso, espero impaciente que el autor del artículo se refiera en esos mismos términos a un sistema político como el actual, responsable directo de la muerte de más de UN MILLÓN de personas inocentes y desvalidas. Eso sí es respetar los derechos humanos, ¿verdad?
En fin, es deplorable ver a lo que hemos llegado. Un servidor (y perdónenme ustedes el atrevimiento) se siente cada día más católico... y al mismo tiempo más alejado de la Iglesia.
Por lo demás, mantener que, tras el Concilio, los Estados confesionales católicos habían quedado "obsoletos" implica una hermeneútica rupturista del Concilio, pues la doctrina tradicional de la Iglesia siempre sostuvo que el Estado confesional es el modelo más perfecto de comunidad política.
España había sido hasta entonces la espada de la Cristiandad. Ya no más. Ahora exporta el zapaterismo ramplón a otros países como Polonia, para seguir destruyendo la herencia que tanta sangre costó. En México, el gobierno se empeñò en hacer pedazos el núcleo espiritual católico del pueblo y ahora resulta que el vacío formado lo ha llenado la bestialidad asesina del narcotráfico y el baño de sangre que ahora tenemos. Y ya se les salió de las manos.
Lo mejor es lo de Tarancón paseándose con la excomunión de Franco en el bolsillo, mientras la Secretaría de Estado vaticana tendía puentes con las tiranías comunistas, "católicos" como Giscard y Chirac legalizaban el aborto en Francia, y los nuevos sacerdotes revestidos de ¿cómo era? "una mayor capacidad crítica, un mayor compromiso con las realidades temporales", daban asilo en las sacristías a los pistoleros de la ETA.
Francisco Franco ha sido el español más grande de nuestro tiempo. Ha vencido al comunismo en nuestro país, ha establecido un régimen político conforme a la Ley de Dios y a la enseñanza de la Iglesia (la enseñanza permanente, claro, no la bambolla liberal y modernista de los obispos de hoy), y ha sido un excelente gobernante para España.
Como él mismo dijo en su último texto, sus enemigos han sido los de Dios y de España. Y si no, a los hechos de entonces y de hoy me remito.
La práctica religiosa era una práctica eminentemente social o "civil" en muchísimos casos (un rito quasi-secular). Cuando llega el momento en que lo "civil" y lo religioso ya no se identifican de forma directa, la práctica religiosa se desmorona en el plazo ¡de una sóla generación!.
Hoy día, la práctica "religiosa" de esta sociedad secularizada hasta en lo formal es el consumismo, y los grandes centros comerciales las catedrales del s.XXI.
Bajo mi punto de vista, el espíritu de cruzada que se vivió en la GC no tuvo su reflejo real en el desarrollo institucional y social del franquismo, demasiado coartado por intereses particulares (mucho más en la praxis que en la teoría, desde luego). No pretendo enjuiciar por ello al General Franco, pero creo que se perdió la oportunidad de encaminar al pueblo español hacia la senda de la verdadera tradición católica. Se dieron (y hoy también se dan) demasiadas cosas por supuestas.
Ricardo de la Cierva, historiador experto en la masonería y siempre fiel a la Iglesia Católica, al comentar la controvertida lista de la Gran Logia Vaticana del periodista Pecorelli, admite, en “La masonería invisible”, “la verosimilitud masónica” de Luigi Dadaglio y de su consejero Mons. Dante Pasquinelli, del P. Giulio Girardi (promotor de la Teología de la Liberación), etc. Dadaglio ha pasado por ser el artífice de la “revolución” en la Iglesia española, ya que, entre otras cosas, propuso, junto con su antecesor Mons. Antonio Riberi, a los “Obispos Auxiliares” (no sujetos al Concordato).
" Es motivo también de optimismo el sabernos regidos y gobernados por un hombre providencial, que con criterio netamente católico ha dado una orientación magnífica a las leyes del Estado".
Estas palabras tan claramente laudatorias pertenecen al entonces Obispo de Solana y posterior Presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Vicente Enrique y Tarancón. Constituyen en realidad, un eslabón en la prolongada y fructífera relación de cooperación y mutuo respeto entre el Estado gobernado por Francisco Franco y la santa Iglesia Católica.
Despues por mandato de Pablo VI, Tarancón cambió de chaqueta.
Pero al principio, la relación Iglesia- Estado nacionalcatólico, no fue así.
Como no podía ser menos, dicha relación comienza a fraguar desde el Alzamiento Nacional del 18 de julio de 1936, que pretende poner fin , en palabras del propio Santo Padre Pio XI, al "odio verdaderamente satánico contra Dios y contra la humanidad" y le lleva al Sumo Pontífice a enviar su bendición ESPECIAL "a los que se habían impuesto la difícil y peligrosa tarea de defender y restaurar los derechos y el honor de Dios y de la Religión"(Pío XI, Castelgandolfo, 1936).
El sucesor de Pío XI en la silla de Pedro mantiene la misma postura al final de la contienda: "España (...) acaba de dar a los profetas del ateísmo materialista de nuestro siglo la prueba más excelsa de que por encima de todo están los valores de la religión y del espíritu" (Pío XII, 1939)
En el mismo sentido se pronunciaba y muy claramente sobre la guerra Civil el propio y luego traidor, Mons. Vicente Enrique y Tarancón, al proclamar textualmente en 1946 que "cuando sonó en nuestra patria el clarín llamando a la Cruzada (...) vimos a nuestro jóvenes empuñar el fusil con ilusión en sus ojos y la fe en el corazón, no con miras rastreras y materiales, sino con espíritu de verdaderos cruzados de la santa religión".
Años más tarde, en 1965, y en la homilía pronunciada con motivo de su nombramiento de cardenal, otro muy ilustre y gran prelado español, Mons. Herrera Oria decía de Franco: "Yo le he servido y le sirvo ( a Franco) con fidelidad porque es el "Ministro de Dios". Le he prestado siempre mi modesta colaboración porque representa el bien común de mi pueblo. Le guardo profunda gratitud y le profeso respetuoso afecto porque ha dado a mi Patria veinticinco años de paz.....".
"Francisco Franco no sólo hizo de su vida una profesión continua de fe católica, sino que, a partir de la fórmula concordataria aún utilizada después de su muerte, creó un marco político para la cooperación con la iglesia, dejándola en libertad pero sin olvidar la preocupación por la salud moral del pueblo". Así se pronunciaba v. gr., Mons. José Guerra Campos en 1973, al afirmar que "en ninguna otra nación de las que yo conozco (y conozco muchas), supera la iglesia y no siempre la iguala el nivel de independencia y sana cooperación mantenido en España en los últimos decenios".
Franco fue traicionado arteramente por la Iglesia que tanto amaba, y como ya he escrito en otro comentario:
" Una verdadera pena. De aquellos barros, vienen estos feroces e infames lodos actuales que criminalmente padecemos ". Pura lógia y masonería.
El mismo Pablo VI, reconoció después que : " ..el humo de satanás, ya se ha infiltrado por las fisuras de la Iglesia ".
Eso fueron los frutos de tanta infeliz entrega al enemigo, de tanto " aggiornamento " y del
acercamiento al liberalismo a las logias y la infame progresía.
Saludos.
D. Alberto: Me interesa muchísimo la cita, ¿podría documentármela?, por favor.
Mil gracias
En desagravio a D. Casimiro Morcillo:
"El Papa Juan XXIII, al iniciar en 1962 el Concilio Vaticano II, lo nombra Subsecretario. En esos años, su figura menuda, mas laboriosa, era bien conocida en Roma, de acá para allá, cargado de papeles, en comisiones y grupos de trabajo. Sin duda, cuando se escriba sobre la aportación del episcopado español al Concilio, ocupará un puesto destacado don Casimiro.
A la muerte de Eijo y Garay, tras su largo pontificado (1923-1963), era vox populi que don Casimiro sería su sucesor. Realidad que se cumplió, con el nombramiento de primer arzobispo el 24 de marzo de 1964. Volvía don Casimiro a su casa. La que había dejado década y media antes. Pero habían cambiado muchas cosas: gentes inmigradas, barrios nuevos, poblaciones del anillo de Madrid industrializadas. También los aires conciliares soplaban en direcciones diversas. Era el último gran reto de su ministerio episcopal. Para decirlo de una vez, no tardó ni perdió el tiempo. Creó parroquias, renovó instituciones diocesanas, divulgó la doctrina y aplicó la disciplina del Vaticano. Llevó a rajatabla su lema episcopal, Me gastaré y me desgastaré, dejando su vida en la brega."
Que bueno que el hecho de los Obispos Españoles y sus teologos se quedarán al margen del Concilio, Así Dios no les juzgará por la Obra de destrucción de Su Iglesia.
Qué mal pagó la Jerarquía y la Curia Vaticana a aquel que defendió a la Iglesia Católica de su destrucción en España.
Hoy se lloran y rasgan las vestiduras por recoger las consecuencias de ese aggiornamento cuando no supieron defender como sucesores de los Apostoles.
Uno más de tantos "¿errores?" de Pablo VI, (demasiados por Dios Santo, las consecuencias de su mal pontificado han costado miles de almas a la Iglesia), Dios Tenga Piedad de su Iglesia.
Las intrahistorias de muchos sucesos las cuenta de manera mucho más detallada, ha tenido acceso a documentos personales de Franco a los que otros no tienen acceso, y varios etc más.
No es un historiador "ordenado", pero sí mucho más apasionado y no se amilana ante lo "inpublicable".
Valga sólo decir que las presiones de los Tarnaconianos censurándole los artículos en el ABC en la época de la transición le llevaron a crear el mismo una editorial para poder publicar sus libros que todavía pervive y que son indispensables entre los eruditos.
Valga mi testimonio personal como uno más, yo viví en un colegio católico aquellos años de Tarancón, y hoy nuevamente converso y con la fe madura miro con asombro como se empeñaron en arrancarnos la fe a una generación entera que naturalmente debiera haberla mantenido sin más problema.
Me refiero a Fe, Fe. No a lo otro que nos vendieron.
Quizás a aquellos hombres de Tarancón eso de mantener la pureza de la Fe se les quedaba pequeño, y se sentían mejor entre puros habanos y políticos diseñando "estados" nuevos.
-Se metieron en política y la pifiaron,
-Los Obispos vascos hicieron igual, meterse en política, y no solo la pifiaron sino que crearon una abominación anti Dios.
-Los Obispos catalanes se metieron en política y se cargaron aquella Tierra de Mártires.
- Y hasta el bueno de SS Pablo VI se metió a diseñar la Democracia Cristiana y les construyó un poderoso engendro para regalárselo a la masonería al día siguiente.
Quizás el Espíritu nos está diciendo por la vía de los resultados que nuestros pastores se olviden de querer ser césares y se dediquen a mantener la pureza de la Fe y combatir por las costumbres sociales.
El Testamento de Franco de " estar alertas ante los enemigos de la civilización cristiana " ( judeomasonería ), fue muy pronto olvidado.
El, en muchas partes defectuoso e infecto, texto constitucional de 1978, conforme a la IMPORTANTÍSIMA Y PROFÉTICA Pastoral de Mons. Marcelo González Martín, del 29 de noviembre del mismo año, a la que se adhirieron otros ocho obispos, contenía desde su comienzo cinco graves defectos absolutamente inaceptables para un católico; a saber:
1.- La exclusión del nombre de Dios en una nación de bautizados y católicos.
2.- Falta de una rotunda y clara referencia a la ley natural, con lo que las leyes quedan a merced de los humanos y por lo tanto posiblemente errados, poderes públicos.
3.- Falta de completas garantías para la libertad de enseñanza y de seguridad a los padres para la formación religiosa de sus hijos, en una Nación cristiana.
4.- Falta la necesaria tutela jurídica para los valores de la familia y del matrimonio, abriendo inevitablemente las puertas del divorcio.
5.- Omisión del veto rotundo y explícito al abominable crimen del aborto y a la cultura de la muerte ( eutanasia ).
El borbón nos ha salido rana ( como era de suponer por su estirpe descendiente de Fernando VII; al cual cada día su rostro se parece físicamente y recuerda más y más. Comprobar y ver con cuadros de Goya ).
No ha ejercido sus obligatorios deberes de MODERACIÓN, ante el gravísimo desmenbramiento territorial, y el inmenso desastre político y social de España. Y ha firmado además, sin aparentes escrúpulos de conciencia, gravísimas leyes aborteras e indecentes gaymonios.
" En resumen, podemos concluir, con Mons. Guerra Campos, que, pese a quien pese y en honor de la realidad histórica y la justicia, Franco respondió en su tiempo a las orientaciones de la iglesia Católica. Los modos de hacerlo podrán cambiar, pero un cambio en los modos no puede consistir en suprimir las orientaciones o desentenderse de ellas. Es urgente colmar ese vacío. Por eso, la evocación de la historia de Franco es de una actualidad ejemplar. La iglesia en España, puesta a reflexionar, se encuentra con ese legado. Para la iglesia, no menos que la evangelización de América, es parte de su propio legado " Fundación Nacional Francisco Franco.
Saludos.
Y, por cierto, no se sostiene lo que dices de que bajo el régimen de Franco la práctica religiosa era una práctica eminentemente social o "civil" en muchísimos casos y que por eso se ha desmoronado después. Precisamente, hoy día son las personas mayores, que se formaron bajo el franquismo, las que más creen y practican la religión con mucha diferencia. En cambio, de entre los que hemos nacido y crecido luego, muy poquitos creemos y vamos a la Iglesia.
1. La Cruzada del 36-39 (yo no abjuro de su uso) evitó grandísimos males a España que habían ocasionado y hubiesen agrandado las ideologías asesinas del PSOE y el PCE. La Cruzada perjudicó al país y generó dolor y sufrimiento, sin duda, pero los que tanto insisten en esto para censurarla, nunca dicen cuál era la alternativa posible, y qué futuro se le avecinaba a España con el panorama que se presentaba en la II República.
2. Eso no significa que la Iglesia tuviese que "venderse" a Franco a cualquier precio, sobre todo porque es DEBER de la Iglesia es ser independiente de los regímenes, si bien NO DEBE abstenerse de enseñar qué características debe tener un régimen justo. A partir de ahí, el Régimen de Franco tenía muchísimas virtudes como sistema político, pero no por sí mismo, sino por tener detrás a la Falange, cuyos cimientos sentó el para mi mejor político del S.XX, Don José Antonio Primo de Rivera. ¿Han leído algún texto suyo? si no lo han hecho, háganlo, vale la pena.
3. Pero por otro lado, una grave mancha de este período fueron las ejecuciones (que no la represión), pues tanto la Iglesia como muchos católicos pensamos que esa represión podía haberse canalizado únicamente via exilios o penas de prisión. Y eso, la Iglesia TENIA EL DEBER de denunciarlo. Por eso la Iglesia nunca debe ser "amiguita" de ningún régimen, porque ninguno está libre de cometer ofensas a la ley de Dios, y la Iglesia no debe tener ataduras de tipo político para con ellos.
4. Pienso que el vocabulario que emplea en ocasiones el P. Arroyo confunde, porque parece que censura automáticamente el Régimen, y sobre todo parece insinuar que el Concilio era "la modernidad" versus a la anquilosada jerarquía episcopal española acomodada en el Régimen de Franco. El Concilio no es ni "modernidad" ni "no-modernidad". Es Doctrina de Cristo, que es la misma hoy, ayer y siempre.
Espero no haberme extendido demasiado.
Un saludo en Cristo Rey
¿ Piensa usted, que somos analfabetos ?.
Su pregunta resulta absolutamente infantil.
Cualquier español culto, ha leído y se sabe de memoria texos ( como ejemplo, el Discurso fundacional ) de Don José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, Tercer Marqués de Estella (Madrid, 24 de abril de 1903 – Alicante, 20 de noviembre de 1936)fundador de Falange Española.
Para este gran hombre, ejemplar mártir cristiano, asesinado en la cárcel de Alicante por las ordas de la herejía marxista, el catolicismo es el sustento de la concepción del hombre, del individuo y de la sociedad. Que el mismo José Antonio crea y recrea para su salvador movimiento político. Las nociones de ética y estilo, quizá la aportación más netamente joseantoniana del falangismo, también provienen netamente del catolicismo.
Conviene leer en Catholic.net ( la mayor Agencia Católica de Internet en español ) :
http://www.es.catholic.net/empresarioscatolicos/464/1622/articulo.php?id=44406
donde se muestra y demuestra, la extraordinaria Fe, devoción a Jesucristo, y Catolicidad de este mártir y glorioso patriota de la mejor Historia de España.
Saludos a todos.
En cuanto a lo que dice Séneka de la religiosidad civil o sociológica, no sé si algo de eso pudo haber, pero como ha dicho otro partiticpante, son lo que crecieron bajo el régimen de Franco los que hoy conservan la fe más pura y fuerte. No por Franco, sino porque éste simplemente dejó a la Iglesia predicar y educar en la fe, mientras que a partir de los años 60, como dice Catholicus, la propia Iglesia arrancó a Dios de las almas de muchas personas. Es más, esa deformación -cuando no negacion- de la fe la padecieron especialmente los fieles jóvenes y adolescentes de encontes, cuando esa es la peor edad para sostener la práctica religiosa y la fe íntegra. Fue un golpe maestro, porque esas personas ya no trasmitieron a sus hijos la confianza en Dios y la Iglesia, rompiéndose de esa manera en España la trasmisión de la Revelación de padres a hijos que se ha dado en mayor o menor medida desde los orígenes de nuestra patria.
A día de hoy, la situación ha mejorado, pero ni mucho menos se ha enmendado. Se sigue considerando poco menos que una blasfemia que un Estado reconozca como propia de su pubelo la religión católica y a Dios como fuente de bien y justicia, lo que hace imposible que el poder político se ajuste a hacer leyes acordes con la ley natural. Los Obispos españoles -y casi todos los de la Igleisia- no quieren regímenes que confiesen a Dios, pero luego se lamentan de que se hagan leyes contra Dios y el hombre. Sinceramente, que se aclaren.
asesinado en la cárcel de Alicante por las HORDAS de la herejía marxista.
Le quiero dar las gracias por este magnífico post y por la valentía de escribirlo en esta web. Como ha podido constatar por los comentarios, los participantes habituales en estas páginas(aparentemente tan respetuosos con las enseñanzas de nuestra Iglesia) cuando tienen que elegir entre sus concepciones ideológicas (que por sentido del pudor me abstengo de definir) y las enseñanzas de la Madre Iglesia escogen sin dudarlo sus ideas políticas, llegando si hace falta (como se puede ver en lo escrito) a rozar o sencillamente cruzar la barrera del insulto a cardenales y papas. Ilustrativo y magnífico post e ilustrativos comentarios.
Si en alguna ocasión se descalifica aquí a algún obispo o incluso a algún papa no es, ni mucho menos, por estar en contra de las enseñanzas de la Iglesia, sino precisamente por defender a la Iglesia de todos esos pastores que, contaminados por el modernismo y el liberalismo, no hacen más (o no hicieron más) que espantar a las ovejas en vez de guiarlas correctamente.
Está usted, muy equivocado.
En este Post, muy mayoritariamente, todos somos creyentes católicos, y sabemos elegir y obedecer a Dios antes que a los hombres ( «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 5, 29). Lo que resulta francamente elemental.
En este Post, cada uno y bajo su más completa responsabilidad, ha expuesto educadamente sus ideas y motivaciones ideológicas y hasta políticas.
Para NADA, nadie a ofendido la sana Doctrina de la santa Madre Iglesia Católica en ningún punto.
Simplemente se ha ejercido el derecho a una crítica honesta y al derecho honrado a poder disentir de los demás. Una sana crítica.
" Errare humanum est ", y todo el mundo, puede equivocarse en cuestiones puramente humanas y razonablemente discutibles.
En cuestiones civiles y mundanas ajenas a la FE, Los Papas, Cardenales, Arzobispos, Obispos..etc, pueden naturalmente equivocarse como todo el mundo, lo cual va implícito necesariamente en la naturaleza humana naturalmente, propensa al posible error.
Errar es humano y de sabios, es rectificar.
Llamar " chaquetero " a uno que se cambia constantemente de chaqueta, no es faltar el respeto a nadie. Es decir simple y llanamente la verdad.
Los Católicos, entre concepciones ideológicas y Dios, hacemos siempre como Santo Tomás Moro, elegimos siempre el santo honor de Dios.
El derecho a la libre libertad de opinión y de expresión, es sagrado y está recogido por la Constitución y las Leyes de todas las naciones civilizadas.
Yo también agradezco al respetable P. Alberto este
tema de nuestra historia, y su exposición en cuanto afecta a la Iglesia; y resulta muy natural, que existan ideas variadas, e incluso puedan ser contrapuestas.
En un animado debate, que por lo demás, ha sido completamente cordial y civilizado.
Y yo también, le envío un atento y respetuoso saludo.
Quizás tu pienses que a Nuestro Señor le preocupaba muchísimo que no fuésemos lo suficientemente modernos y estuviésemos "atrasados" con respecto a Europa en tantas cosas.
Yo personalmente no tengo nada de "político", sencillamente no veo a Cristo apoyando que la gente empipeza a matar a sus bebés, a divorciarse en masa, a llenar todos los medios de pornografía, de drogas y de prostíbulos, que nuestros jóvenes sean carne barata de nuestros instintos y que los sacerdotes modernos se dediquen a alentar a los asesinos y a sacar a las familias de los asesinados por la puerta de atrás.
Todo eso para que aquellos Obispos pudieran codearse con los nuevos mandamases "diseñando" estados "modernos".
No, lo siento, yo creo que objetivamente un gobernante que no transige con el descuartizamiento de bebés, con la masificación de la pornografía, con la expansión de la droga, de la cultura del divorcio, con llenar nuestras carreteras de prostíbulos y con la perversión de la juventud es un gobernante mucho más grato a Dios que lo que tenemos ahora.
Pero claro, el mundanismo es el mundanismo, y tus puntos de vista son los verdaderamente "políticos".
El general Franco fue un verdadero príncipe cristiano se mire como se mire y los de ahora son unos políticos amorales que nos llevan derechitos a la decadencia.
Lo que da vergüenza es la tibieza que se ve en determinados análisis donde lo que importa no es la fidelidad al Señor sino el grado de "intelectualismo" y "modernidad".
Ayy, la avidez de novedades y el querer los aplausos de un mundo más criminal cada día !
es evidente que jamás las enseñanzas de la Iglesia han alentado ni el aborto, ni la droga, ni el divorcio, ni ninguna de las abominaciones que vemos cada día.
Así que no se trata de eso, se trata de la absoluta falta de sentido común de tomar como modelo a exportar a una nación católica aquellos modelos "modelnos" que incluyen todo eso.
Esa es la estupidez que se denuncia, que al buen príncipe cristiano se le diese una puñalada por la espalda para traer toda la basura de "modernidad" que ya degradaba Europa.
Lo de sentido común es hacer lo contrario, aunque sea a contracorriente.
"¿Cual es la nación más "limpia" de toda europa en cuanto a valores y costumbres?
- España?"
Pues ese era el modelo a exportar - en lo posible- a las ya degeneradas Bélgica, Francia, Holanda, Alemania etc.
Pero como fueron unos cracks lo hicieron al revés, y así -en la ortopraxis, que no en la enseñanza magisterial- se lo cargaron todo o casi.
No se trata de ser "moderno" sino del martirio de llevar la Cruz en fidelidad a Cristo, no buscando el aplauso del "mundo".
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