Juan Pablo II, Arrupe y Dezza: Los intentos de solucionar una crisis

GEORGE WEIGEL NOS RELATA LOS DETALLES DE LA INTERVENCIÓN DE JUAN PABLO II EN LA COMPAÑÍA DE JESÚS

GEORGE WEIGEL (en “Testigo de esperanza“, Barcelona, 1999)

En 1965, al cierre del Vaticano II, había treinta y seis mil jesuitas. En 1975 la lenta captación de nuevos miembros y las renuncias al ministerio habían reducido la cantidad a veintinueve mil. Seguiría disminuyendo durante el resto de la década, y también en la de los ochenta, aunque en países como India se acelerase el reclutamiento. A pesar de ello, los jesuitas seguían constituyendo una influencia de primer orden entre las comunidades religiosas del catolicismo romano, tanto masculinas como femeninas. Históricamente habían desempeñado un papel protagonista, y tampoco faltaba quien considerase que la dirección que habían tomado desde el Vaticano II era el camino del futuro. A fin de cuentas había sido confirmada y refrendada con entusiasmo por la trigésima segunda congregación general de la Compañía, celebrada en 1974.

El 11 de diciembre de 1978, el general de la Compañía, el padre Pedro Arrupe, carismático vasco que se hallaba al frente de los jesuitas desde 1965, tuvo su primera audiencia con Juan Pablo II para jurar obediencia al nuevo Papa en representación de la orden. Diez meses más tarde, en la asamblea de presidentes de la Conferencia Jesuita (que se reunían una vez al año para acometer un análisis internacional de la Compañía), Juan Pablo se dirigió al grupo por invitación del padre Arrupe. El mensaje fue categórico, y sorprendió a los oyentes. Juan Pablo dijo que el escaso tiempo de que disponían le impedía enumerar todo lo positivo que estaba haciendo la Compañía. No obstante, Juan Pablo fue al grano: «Deseo deciros que habéis sido motivo de preocupación para mis predecesores, y que lo sois para el Papa que os habla.» Por si no bastara con tan rotundo desafío, el Papa envió al padre Arrupe unas palabras críticas destinadas a ser leídas a la jefatura jesuita por Juan Pablo I, cuya muerte lo había impedido. Dijo que estaba de acuerdo con todo.

En junio de 1979 el padre Arrupe empezó a mantener conversaciones confidenciales con los cuatro asistentes generales de la Compañía, sus asesores más directos, sobre la posibilidad de jubilarse. Les dijo que había sido elegido ad vitalitatem, no ad vitam (mientras tuviera vitalidad, no vida), y que sentía menguar sus energías. Seis meses después, el 3 de enero de 1980, Arrupe volvió a entrevistarse con el Papa para organizar otra reu¬nión, a la que acudiría con sus asistentes generales con objeto de que estos expusieran sus ideas sobre el porvenir de la Compañía y averiguaran cómo encajaban en las metas del pontificado. Juan Pablo estuvo de acuerdo, pero no se puso fecha a la reunión. El padre Arrupe siguió pensando en la dimisión. En febrero de 1980 comunicó a sus cuatro asistentes generales que ya no tenía dudas sobre su decisión de dimitir. Durante la primera semana de marzo pidió a los asistentes un voto consultivo sobre su dimisión, alegando la edad como motivo de peso suficiente, el que exigían las constituciones jesuitas. Después de una semana de reflexión oficial, los asistentes confirmaron que Arrupe contaba con motivos suficientes para la dimisión. Su veredicto fue comunicado al general por el primer asistente, un estadounidense, el padre Vincent O’Keefe. Siguiendo el procedimiento establecido, se consultó a los ochenta y cinco provinciales jesuitas repartidos por todo el mundo, y el sí obtuvo una mayoría abrumadora.

Según las constituciones de la Compañía, el padre Arrupe tenía la obligación de convocar una congregación general, órgano legislativo supremo de la Compañía y único cuerpo con poder para aceptar o rechazar su dimisión. Arrupe se lo explicó a Juan Pablo el 18 de abril de 1980, en audiencia privada. El padre O’Keefe había tenido por costumbre acompañar al general a las audiencias papales, pero en aquella ocasión se quedó fuera de la sala donde hablaban el Papa y el general. Juan Pablo manifestó su sorpresa por que el proceso de dimisión hubiera llegado tan lejos, y preguntó a Arrupe qué papel desempeñaba el Papa en todo ello, suponiendo que desempeñara alguno. Arrupe le explicó que las constituciones de la Compañía no le atribuían ninguno, aunque la práctica consistiera en consultar al Papa cada vez que se hacían planes para una congregación general. A continuación, el Papa preguntó al padre Arrupe qué pensaba hacer si él, Juan Pablo, se mostraba contrario a la dimisión. Arrupe contestó que el Papa era su superior. Juan Pablo dio fin a la audiencia diciendo que reflexionaría sobre el problema y que le escribiría una carta.
A las dos semanas, el 1 de mayo, Juan Pablo pidió por carta al padre Arrupe que no dimitiera ni convocara una congregación general, por el bien de la Compañía y el de la Iglesia. Añadió que a su regreso de África entablarían un diálogo para resolver el problema. Los asistentes generales de Arrupe interpretaron que por fin conseguirían su reunión con el Papa, pero se demostró que no era ésa la idea de Juan Pablo.

El 31 de diciembre, frustrados por no haber obtenido una entrevista del Papa con ellos o con Arrupe, tres de los cuatro asistentes generales acorralaron al pontífice en la residencia jesuita contigua a la iglesia del Gesú, donde el Papa acababa de concluir su misa tradicional de fin de año con la comunidad jesuita de Roma. Cuando el padre Arrupe acompañó a Juan Pablo al interior del edificio para presentarle a los jesuitas más jóvenes, tres de los asistentes se interpusieron, rodearon al Papa y dijeron: «Santo Padre, somos el consejo del padre Arrupe; somos los que os escribimos, y esperamos que tengáis tiempo de reuniros con él, porque estamos con el agua al cuello.» Juan Pablo contestó: «Sará presto.» (Será pronto.) Antes de que partiera el séquito papal, monseñor Dziwisz garantizó a Arrupe que la reunión no tardaría en celebrarse. Tuvo lugar el 17 de enero de 1981, pero no dio frutos. Entretanto, la prensa italiana seguía especulando sobre las malas relaciones entre Juan Pablo y Pedro Arrupe, o entre el Vaticano y la Compañía de Jesús, o las dos cosas a la vez.

Los dos hombres volvieron a reunirse el 13 de abril de 1981. Juan Pablo dijo al general que estaba preocupado por lo que pudiera hacer una congregación general sin Arrupe como superior. (La trigésima tercera congregación general propuesta se habría reunido para aceptar la dimisión de Arrupe, elegir a su sucesor -las apuestas favorecían al padre O’Keefe o al padre Jean Yves Calvez, el asistente general francés- y seguir con el tema que escogiese). Dijo el Papa que Pablo VI había acogido con gran preocu¬pación los resultados de la trigésima segunda congregación general, celebrada en 1974, y no cabe duda de que Juan Pablo temía que una nueva Congregación general post-Arrupe dificultara todavía más la situación. Arru¬pe negó que la trigésima segunda congregación general hubiera desafiado al papa Pablo, y más tarde escribió una larga carta a Juan Pablo para defender sus conclusiones. A1 cierre de la entrevista, Juan Pablo garantizó al Padre Arrupe que seguirían hablando. Un mes más tarde se produjo el atentado contra el Papa.

El 7 de agosto, de regreso de un viaje a Filipinas, el padre Arrupe sufrió un derrame en el Aeropuerto Internacional Leonardo da Vinci, de Roma, y lo llevaron al hospital Salvator Mundi. Se le diagnosticó bloqueo de la arteria carótida con efectos sobre el hemisferio izquierdo del cerebro y el lado derecho del cuerpo. El padre O’Keefe administró la unción de los enfermos a su general, envió telegramas a los provinciales jesuitas para informarlos de la enfermedad de Arrupe y llamó al cardenal Casaroli para comunicarle la situación. Casaroli pidió ver a Arrupe, pero O’Keefe le con¬testó que los médicos habían dicho que había que ahorrarle impresiones fuertes por temor a otro derrame.

El 10 de agosto, tres de los asistentes generales fueron a Salvator Mundi a consultar a los médicos. Una vez informados de que el padre Arrupe entendía lo que le decían y podía tomar decisiones, fueron a su habitación y le preguntaron si deseaba nombrar a un general vicario con plenos poderes para dirigir la Compañía durante su enfermedad. Arrupe hizo un gesto de asentimiento. «¿Tiene a alguien pensado?», le preguntaron. Arrupe señaló al padre O’Keefe. Acto seguido, el cardenal Casaroli y los provinciales jesuitas fueron informados de que el padre Arrupe había nombrado general vicario al padre O’Keefe mientras durase su enfermedad, de acuerdo con el artículo 787 de las constituciones de la Compañía de Jesús.

Unas dos semanas más tarde, los médicos convocaron a O’Keefe y los demás asistentes y les comunicaron que en su opinión médica Arrupe no debería volver a ocupar ningún puesto de responsabilidad. Dijeron que el general estaba en condiciones de recibir al cardenal Casaroli. Éste, de camino al hospital, pasó por el generalato jesuita para recoger al padre O’Keefe. Mientras se dirigían al centro, O’Keefe hizo lo posible por que Casaroli le diera permiso para convocar una congregación general, ya que la Compañía no podía ser gobernada indefinidamente por un general vicario. Casaroli eludió contestar. Cuando llegaron al hospital, hizo que O’Keefe leyera a Arrupe una carta personal del Papa, en la que Juan Pablo lamentaba lo ocurrido, señalaba que ambos estaban convalecientes y le transmitía sus mejores deseos. A1 volver del hospital, O’Keefe siguió presionando a Casaroli, pidiéndole que escribiera al Papa y le comentara la necesidad de una congregación general. Casaroli aconsejó a O’Keefe que le escribiera a él, prometiendo mantener informado a Juan Pablo.

El 3 de septiembre la carta estaba lista. En ella, O’Keefe explicaba la incapacidad de Arrupe y, dadas las circunstancias, defendía la necesidad de que el general vicario convocara una congregación general. Como se tra¬taba exactamente de lo que Juan Pablo había pedido a Arrupe que no hiciera, la carta intentaba explicar en qué consistía para O’Keefe y los demás asistentes lo novedoso de la situación. Los provinciales jesuitas recibieron una carta parecida. O’Keefe entregó la carta a Casaroli, que prometió llevársela al Papa, añadiendo que en octubre, cuando Juan Pablo regresara de su convalecencia en Castelgandolfo, todo estaría resuelto.
La decisión no fue la que habían previsto el padre Arrupe o sus asistentes generales. El 6 de octubre, hallándose reunido el padre O’Keefe, el secretario de Arrupe entró a decir que había llamado el cardenal Casaroli para pedir ver a Arrupe, el cual había sido dado de alta del hospital y se alojaba en la enfermería de la casa general de la Compañía. O’Keefe preguntó si el cardenal también había pedido hablar con el general vicario. El secretario respondió: «No, no necesariamente». O’Keefe ordenó que lo avisaran en cuanto llegase el cardenal Casaroli, e interceptó al secretario de Estado en la enfermería antes de que pudiera entrar en la habitación del padre Arrupe. Casaroli expresó su voluntad de hablar en privado con Arrupe. O’Keefe aguardó al otro lado de la puerta cerrada. Después de unos quince minutos Casaroli hizo entrar a O’Keefe. El cardenal no entendía lo que decía Arrupe. O’Keefe escuchó atentamente, al tiempo que se fijaba en unos documentos puestos sobre una mesita, y explicó a Casaroli lo que pedía Arrupe: que él, O’Keefe, organizara un encuentro entre el cardenal y el padre Paolo Dezza. O’Keefe dijo que lo haría, dejó a Casaroli en una sala de la planta baja, llamó a Dezza y volvió a la enfermería. Arrupe señaló los documentos de la mesita y pidió a O’Keefe que se los leyera. Era la carta en que Juan Pablo II nombraba «delegado personal» a Dezza (a dos meses de cumplir ochenta años) para que dirigiera la Compañía hasta nuevo aviso, con el padre Giuseppe Pittau, antiguo rector de la Universidad Sophia de Tokio y provincial jesuita en Japón, como coadjutor o suplente.

El gobierno regular de la Compañía de Jesús quedaba suspendido, y no se preveía la convocatoria inmediata de la trigésima tercera congregación general. O’Keefe quedó «atónito», y preguntó a Arrupe: «¿En qué posición le parece a usted que queda este general vicario?» «No lo sé -repuso Arrupe-. Vaya a ver al padre Dezza.» O’Keefe fue a ver a los demás asistentes generales, y por la tarde se entrevistó con el padre Dezza, que estaba informado de la llegada de la misiva papal. La cuestión inmediata era cómo informar a la Compañía. El generalato jesuita y el Vaticano acordaron que se retuviera la noticia hasta finales de octubre, ya que para entonces se habría informado privadamente a los jesuitas de todo el mundo. Durante la cuarta semana de octubre apareció la noticia en un periódico español; la prensa italiana se hizo eco, y el padre Dezza aceptó la propuesta de O’Keefe de que se levantara el secreto. Fue el mayor impacto relacionado con los jesuitas desde que en 1773 el papa Clemente XIV suprimie¬ra la Compañía.

La intervención papal enfureció a quienes, satisfechos con la labor del padre Arrupe al frente de la Compañía, deseaban verla retomada por su sucesor. De todos modos, la afirmación de que todo nacía de un malentendido general sobre lo ocurrido en la trigésima segunda congregación general no resulta convincente. Los años posteriores al Concilio Vaticano II coincidían con una crisis en la vida de las órdenes religiosas, y si bien es posible que Juan Pablo no considerara peores que otros a los jesuitas, sí creía que su influencia era tan grande que se imponía un período de reflexión. Dijo a los padres Dezza y Pittau que no habría intervenido de no haber tenido en muy alto concepto el carisma excepcional de la Compañía, y su capacidad de contribuir a una puesta en práctica real del Vaticano II.

La intervención fue una terapia de choque encaminada a romper con una tónica de enfrentamiento dentro de la Compañía y entre ésta y las máximas autoridades de la Iglesia, creando condiciones para una relación de mayor confianza. Es evidente que Juan Pablo II no creía posible alcanzar ese objetivo en una trigésima tercera congregación general encabezada por el padre O’Keefe. Que este último y los demás asistentes principales del padre Arrupe no juzgaban necesario un cambio tan drástico se deduce de la insistencia con que se esforzaron por conseguir el beneplácito papal a una trigésima tercera congregación general, mientras las riendas del poder aún estaban en las mismas manos en que lo habían estado durante años (las suyas). La diferencia de planteamiento en el análisis de la situación exigía un remedio excepcional, y eso fue lo que aplicó Juan Pablo bajo la forma de una intervención personal en el gobierno de la Compañía.

Quedaba por ver cómo reaccionarían los jesuitas, y si el remedio sería suficiente para los problemas que detectaban Juan Pablo y otras personas.

22 comentarios

  
solodoctrina
Opino que es de sumo interés seguir profundizando en la primera intervención papal de esta orden en su historia. Basada sin duda en la pérdida total del rumbo cristiano en sus capas dirigentes. ¿cómo y porque ocurrió esto? Creo que De la Cierva da buenas pistas. Y a Weigel hay que escucharlo con mucha atención también.
25/05/10 8:45 AM
  
benjamin
¡Cuánto hubiera ganado la Iglesia si ese celo investigador, y esa solicitud pastoral las hubiera aplicado JPII a otra congregación que entonces se iba haciendo fuerte y a su "carismático" fundador que ya entonces llevaba una repugnante doble vida cuyas denuncias desoyó sistemáticamente!
También la historia de la Iglesia es magistra vitae. Sólo nos gustaría que se reconociera abiertamente, en vez de seguir cargando, como se suele hacer, con los religiosos en general, y los jesuitas en particular. Creo que es de justicia. Un saludo.
25/05/10 1:11 PM
  
solodoctrina
Juan Pablo Magno fue víctima de un engaño, lo mismo que miles y miles integrantes de LC y Regnum Christi. La Santa Sede ya explicó que se tejió una trama perversa que impidió ver con claridad la doble vida de Maciel.

¿Pero por qué ese ensañamiento con JP II? ¿No fueron engañados también por Maciel, Pío 12, Juan 23, Pablo sexto y Juan Pablo I? Qué extraño que no se les menciona al acusar de falta de celo investigador. Y precisamente los anticatólicos se acuerdan, con sesgo, únicamente de todos ellos, del Papa Karol, quien fue le inició el proceso canónico a Maciel. Lo cual también omiten.

Juan Pablo magno, un gigante, un amante de la verdad y, por eso, es atacado por los mediocres.


Y en el caso concreto de los jesuitas -en especial el aparato eclesial marxistoide y newagesiano que los controla- recibió un parate contundente de Juan Pablo II, a la función de cabeza de puente en la introduccion de la materialista teología de la liberación que es la politización del Evangelio, es decir su desnaturalización.

Esto es lo que no le perdonan al Papa polaco. Su eficaz tarea de buen pastor del pueblo creyente, su guía segura de la Iglesia de Dios.
25/05/10 6:13 PM
  
Soli Deo
solodocrtina:

¿Quiénes tejieron laa "trama perversa" tejida en torno a Juan Pablo II y que según usted le exculpa del escándalo Maciel y Legionario?
"Y en el caso concreto de los jesuitas -en especial el aparato eclesial marxistoide y newagesiano que los controla", como usted insultantemente los califica, ¿quién tejió la trama perversa que condujo a Juan Pablo II, por su propio pie, a visitar a un anciano y enfermo P.Arrupe, para echarle una bronca, humillarlo y arrancar del venerable religioso que entregó su vida al servicio del papado dolorosas lágrimas?
Usted que tanto sabe sobre los jesuitas quizá me explique por qué, si eran tan malos como dice, no se revelaron sino que siguieron trabajando ejemplarmente en favor de las grandes instituciones romanas donde se defiende a la Santa Sede y la Doctrina Católica(Universidad Pontificia Gregoriana, Radio Vaticana, Civilta Cattolica, etc).
26/05/10 10:56 AM
  
Hermenegildo
Lo peor de todo es que, treinta años después, la Compañía de Jesús continúa desnortada y en franca decadencia.
27/05/10 12:17 AM
  
Catholicus
Soli Deo,

Decir que le P. Arrupe fue fiel al Papado son ganas de ponerse una venda en los ojos. Los dolores de cabeza, y la abierta desobediencia en las Congregaciones Generales, haciendo ni pajolero el caso, no ya a Juan Pablo II, sino tampoco a Pbalo VI - ni Juan Pablo I-, están bien historiados y los documentos de esas Congregaciones Generales, que la Compañía ocultaba, están ya publicados por R. de la Cierva.

Es el colmo pìntar al Padre Arrupe como el Mesías ante quien los Papas deberían arrodillarse, por más que el culto a ese Padre Arrupe supere con mucho el culto a Maciel en la Legion.

El Padre Arrupe hizo , lo mismo que todos, un solemne juramento ante Dios de obediencia especial al Papa, y NO lo cumplió, porque quiso estar a unas y otras. Es el Sucesor de San Pedro quien tiene las llaves, no el Padre Arrupe. Si hubiese sido obediente y diligente en cumplir de corazón lo que el Papa Magno le había indicado por activa y por pasiva, nos habríamos ahorrado tanta vergüenza y escándalo por tanto jesuita desviado.

Menudo legado el del Padre Arrupe, un general a quien le desertan la mitad de sus hombres durante su mandato.
27/05/10 3:17 PM
  
Pioquinto
Lo del padre Marcial Maciel pareció más que nada, un linchamiento tipo Ku-klux-klan. Todos se le echaron encima y no le dieron oportunidad de defenderse. Hasta el más torvo asesino tiene derecho a un defensor de oficio y a un juicio imparcial. Con el padre Maciel, todo mundo asumió su culpabilidad con unanimidad. Hasta los mismos legionarios. A mi me parece muy raro que despúes de muerto, resultó que era un verdadero monstruo de maldad y que violó a todo el que se relacionaba con él. Incluídos sus hijos. Ya nomás faltaba que hubiera violado a las mascotas de sus hijos, no, ya en serio, es lo que en inglés se llama "overkill". Y no se le dió oportunidad de defenderse, que porque ya estaba muy viejo. Y por eso no tenía derecho a una defensa? Y no soy legionario, ni simpatizante de Regnum Christi. Y tampoco Juan Pablo II es santo de mi devoción. Pero estas cosas hay que decirlas. Si he dicho alguna cosa falsa o indebida, les agradecería que me lo señalaran, antes que borrar mi comentario. Y lo de la Compañía de Jesús, está infiltrada hasta los topes con enemigos de la Iglesia, desde muy anteriormente y siendo especialmente marcada para destrucción por los comuunistas. Pero fué un bastión del catolicismo, frenando en seco la marea protestante. Eso es algo que no le perdonan.
28/05/10 11:49 PM
  
HERÓDOTO
PÍOQUINTO, por favor, no compares. Maciel fue condenado por el Vaticano en 2006 "a retirarse de la vida pública y ha hacer oración y penitencia" porque ya conocían su vida depravada. Pudo defenderse pero nos dijeron que "siempre había declarado su inocencia y lo tomó como una nueva cruz en su vida". En ese convencimiento nos engañaron a todos los miembros del Regnum Christi y a los Legionarios, pero está claro que los dirigentes (Sup. Mayores) lo sabían todo ¡desde hacía años! porque las denuncias sobre sus abusos ya comenzaron en los años ´50. La NOTA vaticana del 1º de Mayo, tras la visita de los Obispos Visitadores, no puede ser más contundente. Todo lo cual no quiere decir que la mayoría de sacerdotes legionarios sea gente entregada a su misión sacerdotal y apostólica, pero también se ha puesto de relieve que la metodología, el principio de autoridad y el carisma (si es que lo hubo de un hombre que nunca tuvo espiriti religioso) ha de revisarse en profundidad. Queda pedir al Señor que ilumine al Papa y a quien él designe como Delegado. Y, mientras, los actuales Sup. que hagan la maleta y se marchen por encubridores. Es una bajeza intentar mezclar en este desgraciado hecho al Papa Juan Pablo II que si, es cierto, ensalzó a MM fue porque desconocía la realidad de su vida porque ALGUNOS muy próximos fueron ENCUBRIDORES. La Historia lo confirmará. Ya muy enfermo autorizó a Ratzinger la investigación contra Maciel. Caridad en la Verdad.
29/05/10 4:01 PM
  
Pioquinto
Qué te puedo decir, Herodoto, a veces ha ocurrido que acusan a cierta persona de abuso sexual sólo por dañarla. Despúes se descubre que era inocente. El padre Maciel fué abandonado a su suerte por los legionarios, por obediencia al Papa. Pero si Maciel sostuvo su inocencia hasta el final, porqué no se le enjuició? Hay mucho misterio en esto.
29/05/10 6:10 PM
  
Gonzalo
La verdad es que no me puede dejar de dar risa(por decir lo menos) la parsimonia moral con que algunos "católicos" que escriben aquí, dictan cátedra, critican y sentencian a la Compañía de Jesús.¡QUE EJEMPLO DE CARIDAD CRISTIANA para que el mundo crea en el Amor de Dios!.Menos mal que ustedes son minoría en la Iglesia.
Lo que hicieron, hacen y harán los miembros de la Compañía por el reino de Dios, es pero lejísimo, mucho más que ponerse a escribir diatribas en la red en contra de otros católicos.
Y, aunque les duela a los ultra conservadores,el futuro de la Iglesia está íntimamente lijada al futuro de la Compañía .
A.M.D.G.
30/05/10 11:03 PM
  
solodoctrina
Aquí lo que importa es discernir si las afirmaciones hechas por Weigel y otros comentaristas -me incluyo- sobre el aparato eclesial (marxistoide y newagesiano) que domina a los jesuitas son verdad o no.

Lo demás son paparruchas.

Vaya mi saludo y estima a innumerables jesuitas de San Ignacio que están archivados y radiados de toda misión en la Compañía por dicho aparato minoritario y dominante, implantado por Arrupe.

Que ha llevado a la ruina y decadencia absoluta de una orden otrora llena de santos de grandeza incalculable.
31/05/10 4:07 AM
  
Pioquinto
Ojalá que te equivoques, Gonzalo, porque el futuro de la venerable Cía. de Jesús yo la veo del color de la sotana. Ya cumplieron su misión, parar en seco la marea protestante y eso Dios lo tomará en cuenta. Pero despúes se convirtieron a la teología de la liberación-revolución y han perdido el norte, en aras de la política. De los buenos jesuitas, el padre Loring.
31/05/10 7:07 PM
  
Kike
Leo siempre esta página con atención, pues me parece muy buena. Sin embargo, creo que hoy el articulista, quizá por intentar condensar mucha información en muy poco espacio, no se ha dejado entender del todo. La información me parece muy atropellada y confusa. ¿Qué pensaba O'Keefe? ¿Qué pasó en la trigésimo-segunda congregación general? ¿Qué línea tenía Arrupe? Me interesa muchísimo el tema de la crisis de los jesuita,s pero le pediría al autor que no diera por sentado que todos sus lectores sabemos de qué tipos de personas o de línea "ideológica" habla simplemente al mencionar el nombre de Arrupe o de O'Keefe, etc. Si me lo pudiera aclarar le estaría muy agradecido.
08/09/10 6:13 PM
  
Norverto
Lo que yo me pregunto, es si la gente que escribe aqui... incluyendo al Bloger y a su invitado, G.Weigel han leido el librito de la congregacion 32...

Me parece que haraganes, con predisposicion a opinar siempre sobran en la Iglesia...
13/11/10 6:08 AM
  
Pablo
Realmente me sorprende leer tantos comentarios tan desacertados contra la Compañía de Jesús.

Lo primero que quiero decir es que todos los documentos de las Congregaciones Generales son públicos, de hecho la edición en español la publica sal terrae y ediciones Mensajero.

Lo segundo es que no hay una biografía que me haya inspirado más que la de el P. Arrupe. Me parece que sería bueno que antes de hablar de una persona y de atacarlo de manera tan fuerte se debería de leer, y leer no sólo libros en contra de él sino también a favor y al final llegar a una conclusión. Yo pertenecí a un grupo en la Iglesia que no quiero mencionar, pues mi objetivo no es atacar a ningún grupo, y me llenaron la cabeza de ideas en contra de los Jesuitas y de muchos otros religiosos. Comentarios muy parecidos a los que he leído hoy. Lamentablemente yo también los repetí. Sin embargo después de un tiempo me puse a leer los documentos originales de las Congregaciones Generales XXXII y XXXIV, leí varias biografías del padre Arrupe e incluso visité varias obras de la Compañía de Jesús y al final tengo que decir que en cada una de estas cosas lo único que encontré fue el Evangelio. Y es por eso que estando a punto de ordenarme (era seminarista diocesano), interrumpí todo y entré a la Compañía. Tengo que admitir que no somos perfectos, como el seminario tampoco era perfecto. Pero intentamos seguir a Jesús y servirle no con palabras sino también con hechos en todos los ámbitos desde Universidades prestigiosas, en las casa interprovinciales de Roma, en la secretaría de prensa de la Santa Sede, en el observatorio en la Santa Sede, hasta los barrios más pobres, con los marginados, migrantes, refugiados y en la pastoral materno infantil...

En fin que tratamos de llevar el amor de Dios a todos y de todas las maneras posibles. Ya se crucificó al Amor una vez, no me extraña que los que tratan de dejarse interpelar por ese Amor, sean crucificados también.

Finalmente les dejo parte del mensaje de Benedicto a los Padres de la Congregación General XXXV:

“Como os han dicho en varias ocasiones mis antecesores, la Iglesia os necesita, cuenta con vosotros y sigue confiando en vosotros, de modo especial para llegar a los lugares físicos y espirituales a los que otros no llegan o les resulta difícil hacerlo. Han quedado grabadas en vuestro corazón las palabras de Pablo VI: «Dondequiera que en la Iglesia, incluso en los campos más difíciles y de primera línea, en las encrucijadas ideológicas, en las trincheras sociales, ha habido o hay conflicto entre las exigencias urgentes del hombre y el mensaje cristiano, allí han estado y están los jesuitas» (Discurso a la XXXII Congregación general, 3 de diciembre de 1974, II: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 8 diciembre de 1974, p. 9)”.

para el mensaje completo utilicen este link.
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2008/february/documents/hf_ben-xvi_spe_20080221_gesuiti_sp.html
05/02/11 9:56 PM
  
Anibal Etcheverry
"Por sus Frutos los reconocereis"

epoca confusa y escandalosa la nuestra.. pero, el mismo Cristo de Siempre.. Claro y Apaciguador..
23/04/11 1:39 PM
  
Bibiana Urrea Stettner
Creo que los que vociferan en contra de Arrupe y los Jesuitas no comprenden que:
1- La espiritualidad Ignaciana siempre ha ido encaminada a la mayor gloria de Dios y en beneficio de la humanidad. Desde Arrupe y en Adelante, todos los colegios y universidades jesuitas forman Hombres y Mujeres para y con los demás.
2- Arrupe fue un gran hombre que además participó directamente, ayudando a las víctimas de Hiroshima y quien le dió nuevo dinamismo a la comunidad Ignaciana.
3- Los Jesuitas No están en decadencia, siguen siendo la orden con más religiosos en el mundo, solo se adaptan al mundo actual y desde Rahner se han dado cuenta que el futuro va en el sendero de la espiritualidad, el ecumenismo y el diálogo entre religiones.
4- Juan Pablo II en su vida previa al papado como Karol, sufrió el comunismo totalitario y esta experiencia lo llevó a creer que la Teología de la liberación era "comunista" y no una búsqueda del bienestar y la justicia para todos y en especial para los más pobres. No sabemos si en sus visitas a Arrupe en su agonía, le llegó a comprender y querer. Desgraciadamente Juan Pablo II tomó la decisión de intervenir a los Jesuitas,pero esto terminó cuando se nombró al siguiente Padre General.
5- Quizá falta ver lo que si tenían en común Arrupe y Juan Pablo Segundo: su carisma y el que hablaban varios idiomas.
28/06/11 12:07 AM
  
Rufino Garcia Lozano
he convivido con los jesuitas 29 años de mi vida y tengo que decir que me fue extraordinario. Aprendí mucho de ellos y por supuesto todo bueno. Los considero avanzados en sus ideas, conforme a los tiempos que vivimos. Para mi el preservativo y otras "ligerezas" sexuales son casi necesarias, aun cuando nos repudian porque no son de nuestro tiempo ni ideas. Pero esta es la vida, hay que trnsigir con ellas.
Para mi el P. Arrupe fué un buen religio. con una buenas miras de futuro.
18/07/11 12:06 AM
  
Jose
Permitidme, he leido todo, tanto el articulo como lo que habeis puesto y no puedo evitar que se me venga a la cabeza que dificil es ser Cristiano.Luchas de poder,conciabulos, secretismos, grupos de toda indole con poder sobre el Papa y en este caso, el que nombrais, Juan Pablo II beato, si, pero que tambien estuvo mezclado en asuntos muy terrenales y turbios de manejos de poder. Osea,vi a una persona con mucho poder y dinero para poder hacerlo y no al pastor de Jesus. Opus dei, Regnum Chisti, Legionarios de Cristo, etc...¿vosotros os dais cuenta que nada de eso deberia de existir? Por que tuvieron mas validez las palabras de Escrivá o Maciel, por nombrar alguno, que las de un cristiano normal? Por dinero.. Por influencias... Por amiguismo.. Por poder en suma. Solo estan alejandonos de la fe. No me extraña que haya cada vez menos Cristianos, no me extraña nada. La iglesia deberia de ser sencilla,con un Santo Padre a la cabeza y nada mas. Sin ordenes, compañias, prelaturas y demas - todos ellos en posesion de la verdad, por supuesto-. Nadie. Solo un Papa, justo bueno y que mirase por los hombres y explicara lo importante,a Nuestro Señor y debajo de el y actuando como simples sacerdotes, todos los demas. Sin poder ni gloria. Sin fichajes estrella, sin poner a nadie por encima de nadie. Dificil, verdad? No, imposible, demasiada. Y mientras tanto los que estamos abajo del todo rezando a Jesús, pensamos: ¿En que han convertido Tu mensaje? ¿En que han convertido Tu Iglesia?....Pobre Jesus mio, en boca de esta gente, cualquier palabra suena falsa, vacia, suena hueca por que sabemos parte de las maquinaciones que hay detras. No puedo, por supuesto generalizar, hay millones de personas buenas. Pero a estas alturas, prefiero leer la Sagrada Biblia que escuchar a los hombres.
15/03/13 9:16 AM
  
Luis Fernando
Leyendo este post hoy, conviene tener en cuenta que Juan Pablo II decidió que el provincial de la Compañía de Jesús durante el tiempo de la intervención en la orden fuera un tal Jorge Mario Bergoglio.

Ciertamente sintomático.
20/03/13 10:48 AM
  
Mabel
Jorge Mario Bergoglio fue nombrado provincial de los jesuitas el 31/07/1973. Siendo el superior general el padre Arrupe y bajo el papado de Paulo VI.
13/04/13 3:07 AM
  
Gregory
Admito la confución entorno a los Legionarios de Cristo pero entorno a San Josemaria Escriva y el Opus Dei eso si me parece duro. El Opus Dei vino a ocupar el lugar que la Compañia de Jesús vino a dejar pero sigue ahi. Todos podemos querer que la Iglesia sea como nos parece que sea pero yo no puedo juzgar a Obispos y Prelados por no ser como yo quiero ellos han de obeder a Cristo por encima de todo y en esa tarea yo pareticipo también.
25/02/14 8:18 PM

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