Las cosas son lo que son
Hace unos días veía en las redes sociales una noticia sorprendente (aunque ya casi nada me sorprenda): una chica dice que en realidad es un gato. Dice la zagala, noruega por más señas, que ella sufre un defecto genético: que es un gato con cuerpo de mujer. Un gato atrapado en el cuerpo de una chica de veinte años.
Y si la chica quiere ser un gato, ¿por qué no va a ser un gato? Porque cada uno puede ser todo aquello que quiera ser: somos lo que nuestra voluntad dicta que seamos. Nos creamos a nosotros mismos: Dios ha muerto. Es el hombre quien ha creado a Dios y el hombre quien lo mata. Y el hombre endiosado decide lo que quiere ser y lo que es. Es la soberbia del pecado original elevada al paroxismo. No es Dios quien crea, sino que el hombre se crea a sí mismo y crea la realidad según los impulsos de su voluntad.
La realidad no existe: es una pura construcción mental. No existe una verdad objetiva. No existe la realidad. Todo es subjetivo. Cada uno construye la realidad - su realidad - en su propio cerebro. Y cada uno puede ser como le dé la gana. “El mundo es mi representación”. El conocimiento es la construcción subjetiva que cada individuo se hace de la realidad. Así que no hay nada que enseñar ni nada que aprender. El maestro no debe enseñar: debe guiar al alumno en su proceso se aprendizaje; acompañarlo, motivarlo; pero nunca enseñarle algo. Porque en realidad no hay nada que enseñar, dado que no hay verdad ni existe ninguna realidad, sino aquella verdad y aquella realidad que cada uno se construye en su propia mente.
El ser humano nace hombre o mujer: esa es una realidad biológica. Pero luego está la voluntad de cada uno de ser lo que quiera ser. Y uno puede nacer hombre o mujer y elegir libremente cambiar su sexo, pasando por el quirófano o no. Yo puedo ir al registro civil y tengo derecho a que a partir de mañana en lugar de Pedro, me convierta en María Dolores, se me llame María Dolores y se me trate como si realmente yo fuera María Dolores. Y a quien se atreviera a llamarme Pedro y osara a insinuar que no soy María Dolores, sino Pedro, lo puedo denunciar por incitación al odio, por homofobia y por facha. Es como si al niño del cuento que se atrevió a decir que el rey iba desnudo, en vez de darle la razón y avergonzar al pobre idiota estafado, lo hubieran encarcelado y ajusticiado por atreverse a cuestionar la palabra del rey. La verdad no es lo que yo creo y quiero que sea verdad, sino lo que es en realidad. No se trata de construir verdades, sino de buscarlas. Una mesa es una mesa y no lo que yo creo y quiero que sea una mesa. Yo puedo creer que un sillón es una mesa. Incluso puedo desear ardientemente que un sillón sea una mesa. Pero una mesa no es lo que yo quiero que sea una mesa, sino lo que en realidad es una mesa.
La ideología de género es una gran estafa: es el traje invisible del rey desnudo. Es mentira: mentira en estado puro. Porque niega las evidencias biológicas y antropológicas; porque niega la realidad. Y la realidad es la realidad, la verdad es la verdad; y negar la realidad y la verdad es propio de estúpidos, de paranoicos y de sectarios; o de estafadores, mentirosos y sinvergüenzas. La ideología de género es un trastorno delirante, puro irracionalismo, voluntarismo nominalista, basura intelectual. Pero a los que nos atrevemos a denunciarla se nos tacha de intolerantes, de fascistas, de fomentar el odio…
La vida de una persona decente cobra auténticamente sentido cuando busca la verdad con pasión. Como decía Gandhi, “la verdad es Dios”. La verdad - sea la que sea, me guste o no, me convenga o me perjudique - es Dios. Nuestra obligación es buscar la verdad con pasión. La historia de la filosofía es la epopeya del hombre que busca la verdad. Y de esa búsqueda de la verdad surgieron todas las ciencias: la física, la química, la biología, la medicina… Y las universidades nacen para que la filosofía, la teología y las ciencias colaboraran en esa búsqueda de la verdad. Y las universidades son un invento de la Iglesia Católica: no lo olviden ustedes. ¿Y eso es casualidad? En absoluto. La Universidad nace de la Iglesia porque nuestro Dios es la Verdad (con mayúsculas). Y cuanto más conozcamos el mundo, el universo y al ser humano, más cerca estaremos de Dios. La fe y la ciencia no son realidades incompatibles: son dos modos distintos de acercarse al conocimiento de la Verdad.
“¿Y qué es la Verdad?”, le contestó Poncio Pilatos a Cristo. Pilatos es uno de los primeros relativistas subjetivistas conocidos en la historia.
¿Qué es la verdad?
La verdad son las llagas de Cristo: el sufrimiento de los que pasan hambre, de los que pasan sed; de los que no tienen para vivir, para vestirse; la verdad es el sufrimiento de los enfermos, el dolor de los que están solos, la humillación de quienes no tienen trabajo y sienten que no sirven para nada; la verdad es el dolor de quien agoniza, el dolor de quienes pierden a una persona querida; la verdad es el dolor del refugiado, del que tiene que emigrar y sufre la separación de su familia, de su tierra. La verdad es que hay niños que no se quieren, que sienten que no sirven para nada. La verdad es que hay personas que sufren porque no se aceptan a sí mismos porque no saben que Dios los quiere como son.
La verdad es Cristo azotado, humillado, escarnecido, torturado, vilipendiado; es Cristo que recibe insultos y salivazos. La verdad es Cristo abandonado por todos.
La verdad es que el amor es lo único que nos salva y nos alivia el sufrimiento. La verdad es que el Amor se ha hecho hombre para enseñarnos el camino, el único camino, que nos puede dar esperanza y plenitud. La verdad es el dolor de María, la Madre que se mantiene ahí, de pie, junto a la cruz: Madre de nuestra Esperanza.
El combate que debemos afrontar hoy es contra el subjetivismo mentiroso. La realidad no es el modo como veo yo la realidad. La realidad es la realidad y la verdad es la verdad. Sigamos con el caso de la chica noruega que se siente “gato”. Ella puede sentirse como le dé la gana pero la realidad es que es una mujer y las evidencias biológicas afirman su condición de ser humano y no de felino. Y si se siente “gata” es que esa chica sufre un serio trastorno de la personalidad o bien es una embaucadora que se ha creado una mentira y trata de alcanzar notoriedad o vaya usted a saber qué. Pero la verdad de la realidad es la que es: lo diga Agamenón o su porquero. Hace pocos años, cuando alguien decía que él era Napoleón, acababa encerrado en un sanatorio para que un psiquiatra lo tratara. Hoy el psiquiatra acabaría en la cárcel por cuestionar la condición de Napoleón del trastornado de turno.
Un adúltero que vive en pecado mortal no puede ni debe comulgar, porque su realidad objetiva es que no vive en estado de gracia. Y esa realidad no admite componendas subjetivistas. No depende la realidad de lo que él piense, de lo que él opine, de lo que él sienta; o de lo que piense u opine su director espiritual: existe una realidad objetiva de pecado grave y, en consecuencia, se ha apartado de la plena comunión con la Iglesia. Si la Iglesia defiende la vida desde la concepción hasta la muerte natural y tú defiendes el aborto o justificas la eutanasia, dejas de estar en comunión con la Iglesia. Si la Iglesia defiende el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer y tú defiendes y justificas el divorcio o los mal llamados “matrimonios homosexuales”, te apartas objetivamente de la comunión con la Iglesia. Y eso es real y objetivo. Y no admite componendas ni justificaciones subjetivistas que diluyan la ley de Dios en un relativismo moral que todo lo justifica.
Para mí, la Verdad es Cristo, muerto en la cruz y resucitado de entre los muertos. Esa es la Verdad que durante más de veinte siglos ha proclamado la Iglesia y por la que han vertido su sangre miles de mártires. Ser de Cristo es ser de la Verdad e implica buscar siempre la Verdad. Lo que yo opine, piense o sienta no tiene valor alguno. Lo que tiene valor es la verdad de la realidad. En el pasado y en el presente, miles de mártires han derramado y derraman su sangre y entregan su vida por mantenerse firmes en la verdad. Su sangre es verdadera y su testimonio está avalado por su vida. Nadie da su vida por una mentira, por una percepción subjetiva o por un deseo de la voluntad. Pero sí hay gente que muere por la Verdad. Eso es lo que importa. Debemos combatir el subjetivismo relativista porque predica la mentira y Satanás es el Príncipe de la Mentira. Porque el subjetivismo relativista y la ideología de género difunden un voluntarismo soberbio que pretende poner al hombre en el puesto que le corresponde solo a Dios, rebelándose contra el único Dios verdadero.
Nuestra misión es luchar contra el Maligno y sus obras y defender la Ley de Dios. Como decía George Orwell, “en tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”. Cuando todo el mundo miente, propaga la mentira y acepta como dogmas incuestionables los postulados de la ideología de género, expresar públicamente que esas ideas son falsas implica correr un riesgo indudable. Ir contracorriente siempre resulta incómodo. Pero es necesario. Porque alguien tiene que decir que la realidad es la realidad, que la verdad es la verdad; y la mentira es mentira. Aunque te quedes solo. Porque todos los partidos políticos han aceptado y asumido esta excrecencia filosófica: PP, PSOE, Ciudadanos, Izquierda Unida, Podemos… ¿Quién se atreve a cuestionar la ideología de género? Si lo haces, estás acabado. Yo me doy por acabado. Y ¿sabéis una cosa? Me importa un bledo. Santidad o muerte.
15 comentarios
Y eso si que es asi. Triste y real.
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Pedro L. Llera
Las circunstancias qué duda cabe que influyen y pueden ser atenuantes o agravantes. En cualquier caso, yo no contradigo en nada al Papa: ni a este ni a ningún otro. Y si lo hiciera, siempre estoy y estaré dispuesto a rectificar con humildad y obediencia. ¿Quién soy yo?
Gracias, Pedro.
Y con ella, cientos o miles de millones.
La civilización post cristiana se va al carajo.
Que se vaya. No me participen de su entierro.
La religión falsa musulmana se ha dado cuenta del estado terminal de Occidente y ha atacado. Es que las religiones falsas suelen conservar el sentido común, en cambio el liberalismo alucinado ni eso.
Es ésta una excelente ocasión para que la Iglesia recupere terreno en favor de Cristo, pero a juzgar por algunas reuniones y documentos que yo me sé, no pereciera estar por la labor.
Una picardía, diga.
Desde luego, el sistema liberal da más "libertad" a sus lacayos que otros regímenes (la gente va más desahogada, sobre todo en sus vicios): fascismos y marxismos perseguían el juego y la prostitución, las drogas, la pornografía, la usura, algunos hasta el aborto... A los poderosos que manejan los entresijos sociales les da igual en qué barrios vivamos, no son los suyos; las playas en las que nos bañamos, no las comparten con nosostros; los centros educativos, no los utilizan... Pero sí les interesa la ecología a nivel general, porque se la juegan ellos también (y la sanidad, porque las epidemias no hacen muchos distingos); las carreteras y vías de trenes, porque tienen que pasar por las mismas que todo hijo de vecino aunque sean de peaje (no son exclusivas, no caben tantas en el teritorio y hay de aquel que vaya borracho o sin permiso) o las donaciones de sangre, porque nunca se sabe en la vida y en la muerte... (ya tienen dicho que no les interesa la de sus "amigos" homosexuales al ser grupo de riesgo más que contrastado). Y podemos seguir.
Santidad o muerte.
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Pedro L. Llera
Muchas gracias, Eusebio. Un abrazo.
Santidad o muerte.
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Pedro L. Llera
No exagera, doña Pilar: tal vez se quede corta...
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