De vacaciones, preparando la cuarta serie litúrgica
Llegó el final de este curso y con él, el tercer estudio litúrgico a través de la mirada de Don José Luis Martín Descalzo. Espero que esta aproximación al clima litúrgico vivido desde el inicio del Concilio Vaticano II el 11 octubre de 1962 hasta aquel de abril de 1969 de la Constitución “Missale Romanum” y la promulgación del Novus Ordo Missae, nos haya procurado la suficiente proyección histórica sobre la cuestión litúrgica. Ha sido el tercer trabajo con esta intencionalidad.
Empecé por “El fiador: historia de un colapso”, que primero desde el siglo XIX y Dom Guéranger hasta nuestros días y en segundo lugar desde la antigüedad hasta Dom Guéranger, trató de perfilar la singular importancia de la cuestión litúrgica en la vida de la Iglesia a través de un recorrido histórico.
Continué por espacio de dos años con “La Misa Romana: Historia del rito” con una intención más documental y didáctica sobre el origen y el sentido de cada una de las partes del rito romano.

Apenas cincuenta días después de la aprobación de la Sacrosanctum Concilium, el 25 de enero de 1964 (jornada final del Octavario para la Unidad de los Cristianos), Pablo VI publica el Motu Proprio "Sacram Liturgiam" que pone en práctica ciertas disposiciones de la Constitución y anuncia la creación de una Comisión especial encargada de poner en aplicación esta Constitución. El 29 de febrero de 1964, como vimos, el Papa crea el “Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia”; confía sus puestos a los más elementos más avanzados del "Movimiento Litúrgico", en particular la presidencia al cardenal Lercaro y la secretaría al Padre Bugnini, obsesionado con el carácter ecuménico que deberá tener la nueva Misa. Este Consilium va a desposeer de casi todos sus poderes a la Sacra Congregación de Ritos. Pablo VI intervendrá personalmente el 20 de octubre del 64 y el 7 de enero del 65 para sostener al Consilium entonces en conflicto con la Congregación Romana. Apenas obtenido ese apoyo, el 19 de marzo el P. Annibal Bugnini declara en el “Osservatore Romano”: "La oración de la Iglesia no debe ser un motivo de malestar espiritual para nadie. Es preciso apartar toda piedra que pueda constituir hasta la más leve sombra de un riesgo de estorbo o de disgusto para nuestros hermanos separados".
En 1960 se conocieron los proyectos de Juan XXIII sobre la liturgia reflejados en el Decreto "Rubricarum Instructum" del 25 de julio de 1960: ese decreto, que disponía una reforma de detalle, apuntaba a una reforma de fondo. La discusión de los principios fundamentales concernientes a la reforma litúrgica, lo hemos visto durante este año y a través de la mirada de Martín Descalzo, será confiada a los padres del Concilio. Faltaban pocos meses para la apertura del Concilio, habrá que actuar con rapidez. Los reformadores acrecentaron su actividad y publicaciones. El neo-liturgo será Dom Adrien Nocent, monje benedictino de Maredsous, nacido en 1913, ex-alumno del Instituto de Liturgia de Paris, nombrado en 1961 profesor en el Pontificio Instituto de Liturgia de San Anselmo en Roma. En esta venerable Universidad fundada por León XIII, donde Dom Lambert Beauduin había enseñado, Dom Nocent preparaba el asalto. Su obra "El porvenir de la liturgia" (L´avenir de la liturgie. Ed. Universitaires 1961) fue publicada ese mismo año con el imprimatur de Mons. Suenens. He aquí un extracto de la introducción, con una caricatura del buen fiel y una descripción llena de caridad del católico progresista, y por fin el trazado exacto de la vía media que tomará el Concilio (sólo en una primera etapa que abrirá la puerta a reformas ulteriores).Mirad lo que decía: 

Apreciado Dom Gregori Maria:
Sondeo de opiniones positivas realizadas aquel año