La dimisión de Bernades y su sucesor Batlle

A la derecha del Cardenal, Mn. Matabosch y el canciller Mn. Gordo, a su izquierda, Bernades y el Sr. Pere Alegrí.

Muchos, especialmente allende el Ebro, piensan que los graves problemas de nuestra Archidiócesis de Barcelona tienen un cariz político: el nacionalismo. Otros, con mayor capacidad de discernimiento, saben individuar y detallar las particularidades filosófico-teológicas de lo que hemos convenido en llamar el “progresismo eclesial” catalán, que aunque comparte trazos que son comunes con el de otras latitudes, posee una historia y unos vínculos que lo configuran como algo muy singular. Además, el maridaje con la ideología nacionalista, le otorgan una idiosincrasia única.

Tanto el nuncio Riberi, que lo intentó con Don Marcelo, como el nuncio Tagliaferri, que lo intentó con Carles, quisieron poner remedio a la situación eclesial de Barcelona, enfatizando las tres primeras y más urgentes realidades a sanar: la Facultad, el Clero y el Seminario. Lo intentaron pero no lo consiguieron. Sin duda estas asignaturas pendientes forman el trípode en el que está cifrada la renovación eclesial de Barcelona y en parte, de toda Cataluña. Pero no debemos dejar de lado la muy trascendental cuestión financiera sin la cual nada es posible.

Los años del pontificado de Don Ricardo Carles estuvieron marcados por algo más allá de los desaciertos: la corrupción. El delegado de economía, Mn. Benito, propició la existencia de una especie de sociedad, formada básicamente por tres personas, que aún sin formar parte del personal en nómina del Arzobispado (incluso desconociéndolo el mismo Don Ricardo) se dedicó a hacer transacciones patrimoniales a un tercio del valor real de los inmuebles, obteniendo pingues beneficios personales.

Al cabo de un año de su llegada, nuestro actual Arzobispo debía asegurarse un control total y absoluto de la cuestión financiera y para ello la necesidad de un delegado de probada fidelidad personal: su amigo y casi familiar, Mn. Antoni Matabosch. Pero este adolecía de una auténtica competencia profesional en este ámbito. De ahí, la erección de un nuevo cargo, el de subdelegado que recaería en el Sr. Manel Segimón Bernades Eroles, diplomado en Alta Dirección de Empresas en ESADE y en el último periodo de su carrera profesional, alto directivo del Banco Hispanoamericano. ¿Su misión? Poner orden en el caos patrimonial del Arzobispado, tratar de regularizar y poner al día arriendos de muchos locales parroquiales y establecer una relación de confianza con los sacerdotes tendiéndoles una mano en sus necesidades.

Bernades, aún sin vínculos especiales con ningún movimiento eclesial, es un hombre de firmes convicciones e ideales cristianos, casado y padre de tres hijos, con una conciencia ética marcada por la rectitud, trabajador incansable y poseedor de relaciones personales sólidas y de envergadura que abrirán nuevos caminos de financiación a la economía diocesana. Además capaz de dar la cara y de rompérsela si hiciera falta.

Pero al cabo de cierto tiempo, Bernades se da cuenta de que en la Curia hay “mucho bicho” y que en los resortes de la Iglesia de Barcelona muchas cosas chirrían. No obstante, Bernades llevará adelante su labor, especialmente en todo lo que se refiere a la visita del Papa, con una incansable dedicación y esmero, buscando colaboradores de valía que posibilitaran sea las obras en el Palacio Arzobispal como el complicado entramado económico de la visita.

Y aquí llega el conflicto final y los enfrentamientos continuos con el Cardenal y Matabosch, primero en la relación de prelación y deferencia que Bernades pide para los colaboradores financieros de la Visita que él ha proporcionado y posteriormente, al contemplar que de nuevo, Martínez y su amigo optan, tal como denunciamos hace meses, por la liquidación patrimonial de bienes inmuebles a bajo precio para taponar y camuflar el déficit. Política de bajas miras y vuelta a las malas prácticas. Su anunciada dimisión se hace efectiva hoy 31 de enero.

Para sustituirlo el cardenal nombra un personaje singular, Mn. Ramón Batlle Tomás, de 44 años de edad, abogado de profesión y ordenado sacerdote en el mes de junio del año pasado, actualmente vicario de la parroquia de San José de Mataró, intimo colaborador del Vicario Episcopal Segis.

Mn. Ramon Batlle Tomàs, nuevo subdelegado.

Batlle forma parte de una hornada de vocaciones tardías. Este letrado formó parte del Bufete Graells March (hoy Abia Graells March), un despacho influyente de la Gran Vía barcelonesa, muy relacionado con instituciones eclesiásticas. Ya en los foros judiciales de Barcelona se conocía al abogado Batlle por sus claros ademanes de capellán, sin que nadie supiera de su vocación. Lo cierto es que este letrado-sacerdote, natural de Guissona, quiso entrar en el seminario de Urgel, donde no tuvo acogida, recalando después en el de Barcelona, donde congenió de especial manera con el rector Turull.. Se ignora, eso sí, la experiencia económica del nuevo colaborador de Matabosch, ni profesional, ni científica, ni académica.

Por último, solo cabe resaltar que la sustitución de Bernades por el sacerdote Ramón Batlle supone un eslabón más en el destierro de los laicos de los organismos rectores de la archidiócesis. Si a la malograda Rosa Deulofeu y a su sucesora Mercè Lajara, la sucedió un cura, Toni Román; ahora se reemplaza a otro laico por un clérigo. Ello demuestra que tanto Sistach como su camarilla desconfían del laicado y prefieren a sacerdotes en los puestos clave, a los que tienen mejor amarrados. Luego se llenan la boca con la apertura de la Iglesia , mientras se sacan de encima a los seglares que ocupaban puestos clave. Un ejemplo más de su doblez.

El Directorio de Mayo Floreal
de Germinans Germinabit