Duran Lleida y lo que fue a hacer a Solsona
Uno de los dramas de la España católica es la distancia que existe entre las grandes manifestaciones visibles de su Fe y la concreción como sujeto social colectivo políticamente relevante o influyente. Somos o hemos sido el país de la unidad religiosa, el referente internacional de país católico y en cambio ha existido y existe una enorme debilidad y delgadez de su cultura política demócrata cristiana.
Andalucía, el país de la espectacularidad de la Semana Santa, ha votado sistemáticamente hasta ahora el PSOE, partido que la ha convertido en un feudo. Sin menospreciar la Fe andaluza de muchos y su ejemplaridad, no me negaran que la falta histórica de una sociedad civil articulada le ha pasado factura en no poder convertirse, esa maravillosa y bella región meridional, en algo parecido a la Sicilia donde nació Don Sturzo. Sin las condiciones necesarias de que hubiera Demos y que hubiera Iglesia independiente realmente del Gobierno no pudo crearse el substrato social católico donde puede florecer la Democracia Cristiana, como sensibilidad política, la DC en mayúsculas.
Circunscribiéndonos al ámbito mas cercano a esta web, se puede contemplar como desgraciadamente aquellos que atacan los abusos del progresismo eclesial en Cataluña están demasiado cercanos a posicionamientos muy lejanos a la Democracia Cristiana entendida como lo hemos indicado, como cultura política (mucho más que un partido X determinado o democracia cristiana en minúsculas). En estos ambientes, existe una falta preocupante de penetración en las concepciones principales de la Doctrina Social de la Iglesia y el Derecho Natural Cristiano. Una realidad usualmente imputable a carencias formativas compatibles, y ello no es óbice, con ardientes celos apostólicos y obras encomiables y perseverantes. ¿Si Santo Tomás nos recordó que la revelación no anula la creación sino que la perfecciona, no sucede lo mismo con el Zoón Politikón ( ζooν πoλίτικoν) aristotélico de todo hombre?
La propensión preocupante a las etiquetas y poca profundización sobre la Doctrina Social de la Iglesia viene de lejos. Es este el País donde se rezaba para la conversión de León XIII cuando promulgó la Rerum Novarum . Que tristeza el ver que la España que vio nacer a Francisco de Vitoria, al Doctor Eximius Francisco Suárez, a Domingo Soto o a Jaume Balmes (y que tanta potencia teológica aportó al Concilio de Trento) se empobreció teológicamente de tal manera que a finales del siglo XIX no fue casi nada en el Concilio Vaticano I.
La reflexión teológico-política católica en España, que supo meter en vereda y contener el absolutismo en potencia de la monarquía mas moderna y fuerte del mundo en el siglo XVI, era, a finales del siglo XIX, tan débil y pobre que fue incapaz de parar los abusos de aquellos que querían apropiar para su partido (carlismo y neocatólicos) la representatividad de todo el voto católico. Una praxis que nos valió la famosa Cum multa del León XIII en 1882, de un Santo Padre asustado por como los católicos españoles traspasaban indecentemente ciertos rubicones que debían ser infranqueables.
La estampa española propensa al trazo gordo escandalizó a más de un eclesiástico extranjero en travesía por nuestra adusta piel de toro, pues los abusos venían por todas partes. La apropiación indebida por parte de algunos de presentar su partido político como EL partido de los católicos (carlismo decimonónico y el partido de Nocedal) se veía acompañada del cinismo de unos gobiernos liberal-burgueses que no tenían ningún reparo en desarbolar la independencia de la Iglesia al mismo tiempo que iban a Misa o aguantaban el palio en las procesiones de Corpus. El mismo Canalejas, quien quería frenar las fundaciones de los regulares en España con la famosa Ley del Candado (1910), tenía un oratorio en propia casa. A Dios rogando y con el mazo dando.
España, en materia de teología política, ha adolecido y en parte aun adolece de incontinencia. Es fruto tanto de los que no quieren entender ni luchar por la independencia de la Iglesia - incluidos algunos eclesiásticos con mando en plaza- como de aquellos políticos que quieren convertir a la misma Iglesia en un agenciado público dependiente del Gobierno de turno. ¿A caso las categorías del nacional catolicismo catalanista practicado por los gobiernos Pujol no son nada mas que el antiguo nacional catolicismo español traspasado a coordenadas catalanas?
En Italia el recriminado y muchas vences no entendido Non expedit sirvió para marcar territorio entre la Iglesia y el Estado liberal posibilitando el futuro nacimiento de la Democracia Cristiana contemporánea como cultura política cuando cambió el siglo. En Italia, la larga travesía en el desierto del Non expedit sirvió para eliminar la escoria en el metal de las dos espadas permitiendo la floración del Partido Populare de Don Luigi Sturzo, modelo para la Unió Democrática de Catalunya (UDC, 1931) del “malaguanyat” Manuel Carrasco y Formiguera. Humus que permite entender cabeceras como El Matí o personalidades como Josep Maria Capdevila i Balanzó o Joan B. Roca i Caball, padre Miquel Roca i Junyent. Eslabones que nos unen con la tradición de la cultura política de Balmes concretizando su ideal de hermanar lo mejor del tradicionalismo de la tierra con las nociones positivas y asumibles del parlamentarismo democrático contemporáneo. Asumibles porque muchas de ellas eran hijas del pensamiento social cristiano mas ortodoxo.
En España, el gran país católico, nunca ha habido algo parangonable al partido de Don Sturzo, porque nunca ha habido una cultura política demócrata cristiana equiparable y de calado. Pensad en ello, queridos enemigos del nacionalprogresismo eclesial catalán.
En España, lo mas parecido al Partido Popolare ha sido Unió Democrática de Cataluña. Pese a extraordinarias personalidades que ejemplarizan que grande puede ser España cuando le da la gana y descubre el gusto por la Templanza (los Luís Lucia Lucia en Valencia, Maximiliano Arboleya en Asturias, Inocencio Jiménez en Zaragoza, Manuel Jiménez Fernández en Sevilla o en cierto modo sectores de los Progandistas del padre Ayala y de Herrera Oria), solo UDC conseguirá convertirse en un partido político estructurado y de cierto peso capaz de sobrevivir al franquismo y aparecer en la Democracia actual con un ideario explícitamente de inspiración demócrata-cristina.
En ocasiones se afirma la dificultad de cuadrar la estimación del Magisterio Social de la Iglesia por la Democracia Cristiana en mayúsculas (ya por León XIII y San Pío X) con la afirmación que no existe ningún partido DE los católicos, ni aquellos demócrata cristianos, en minúsculas.
Para poder esclarecer la cuestión hay que plantearse dos planos. Uno el que habla sobre la cultura política y el pensamiento social a nivel de principios. Aquí el Magisterio Social de la Iglesia ha dado muestras inequívocas, casi de forma connatural, por la Democracia Cristiana tal como sucede con los dos pontífices anteriormente citados. Pero este aprecio no implica que la Iglesia tenga un partido, ni que un partido pueda enarbolar la bandera de ser en exclusiva el partido de la Iglesia o de los creyentes. Es por tanto clave la reflexión sobre dicha separación, tipo de dependencia y grado de autonomía de cada ámbito, el de los principios y el de las concreciones prácticas en forma de partidos.
UDC es ya en su nacimiento en 1931 el ejemplo más precoz y mejor conseguido de este planteamiento de delimitación de ámbitos entre principios y concreciones coyunturales en una España propensa a la confusión y la pasión simplificadora.
Alguien tan poco sospechoso de ser un catalanista irredento como Pere Joan Viladrich, vicepresidente del Grupo Intereconomia afirmaba de UDC en La Gaceta del 6 de diciembre de 2009 lo siguiente (los destacados son nuestros):
La ciudadanía, al margen de adscripciones partidistas, escucha con particular atención las intervenciones de los parlamentarios de Unió Democràtica de Catalunya, que preside Durán i Lleida. ¿Por qué? Porque tienen singular calidad y solidez. Aportan equilibrio, profundidad y objetividad de conceptos al conjunto de Convergencia i Unió.
Estimo de justicia reconocerles el honor de no haberse vendido a las presiones del Gobierno por un plato de lentejas, como han hecho otros grupos, por el ejemplo el PNV, en la cuestión del aborto , y por haberse opuesto a la supresión de los crucifijos demostrando que el meollo de la cuestión no es religioso, sino identidad histórica y cultural. Esta objetividad tiene valor extraordinario para la salud de nuestro sistema democrático y para la madurez y libertad del criterio de los ciudadanos.
El secreto del arsenal de Unió Democràtica me parece que reside en su jerarquía de prioridades . Primero, lo que conviene a la persona , a su dignidad, libertades y derechos. Segundo, el reconocimiento de la textura y protagonismo de la sociedad –lo que implica conocerla realmente, dejarla ser y manifestarse con libertad, no desnaturalizar sus agentes–, porque a esa sociedad real ha de servir el poder público. Por último, poner al Estado, no de amo intervencionista y omnipresente, sino al servicio del bien y primacía de las personas y de la sociedad. No son estatalistas, sino todo lo contrario. Eso les distingue, no sólo del socialismo hispano siempre estatalista –lo que es obvio–, sino de personalidades y sectores relevantes del Partido Popular que parecen no haber respirado otra atmósfera que la de la Administración del Estado.
El debate sobre la retirada de los crucifijos es revelador. Urge la calidad, la profundidad y la objetividad conceptual, histórica y democrática. El Estado español no nace con Zapatero, ni es lo que quiera imponer la actual izquierda. Es hora de que alguien diga bien alto que los espacios hoy jurídicamente públicos no son un predio romano en las manos absolutistas del Estado y sus coyunturales gobernantes.
Ni se puede confundir lo público con el Estado, ni el Estado puede pretender apropiarse de la realidad “sociedad española” , cuyo tejido, patrimonio cultural y artístico, fuentes y agentes es fruto de una tradición de siglos entre generaciones. En vez de amordazar al pueblo, déjenle ser y hablar libremente.
Dejen a los consejos de padres decidir qué signos de nuestra identidad histórica, cultural e intergeneracional quieren en los colegios públicos, porque también esos padres –y no sólo los que llevan a sus hijos a los colegios privados y concertados– son los titulares del derecho a la educación de sus hijos según sus convicciones y a la libertad de enseñanza. La cruz en la sociedad española –ni en Europa– no es un signo exclusivamente religioso. Es un icono profundo, con enorme diversidad, tenazmente intergeneracional, de nuestra civilización e identidad de valores. (…)
Evidentemente que UDC no se puede arrogar la representatividad de los católicos catalanes. Seguro que los votantes del PP se lo recordaran de inmediato. ¿Pero el PP puede tirar la primera piedra? ¿Cual es el estado de salud del sector demócrata-cristiano del PP? A lo mejor mas pachucho que el “alma” demócrata-cristiana de UDC.
Pero es que aun hay más. El nacionalismo español exacerbado en el caso del PP, y catalán en UDC, subvierte a menudo la jerarquía de valores afectando a demasiados creyentes católicos que forman parte o simpatizan respectivamente con ambos partidos. De manera que UDC, que tiene mayor “pedigrí” demócrata-cristiano que el PP, es ignorada por ser catalanista, en los ambientes políticos y mediáticos “católicos” de la capital de España. Así las cosas, pese al comentario anterior de Viladrich y ser Duran Lleida el político mas valorado en España por las encuestas, el propio Grupo Intereconomía prefiere dar cancha al partido radical Ciutadans del anticatalanista Albert Ribera pese a ser catholic unfriendly . Lisa y llanamente, ¿como nos pueden acusar de poner el catalanismo por encima de la Fe en Cataluña, aquellos que hacen justo lo mismo desde fuera? Vaya doble vara de medir más insultante.
Duran Lleida se hizo presente en la ordenación episcopal de Xavier Novell en Solsona junto al ahora conseller Pelegrí. Ambos fueron a saludarle al presbiterio acabada la ceremonia en las escaleras del presbiterio. UDC va a ser clave en el gobierno de la Generalitat. La vicepresidente, Joana Ortega, es de su partido.
Duran Lleida es consciente que el obispo Novell no va ser un acólito de gobierno Mas como lo habían sido la mayoría de los prelados catalanes anteriormente con respecto a Jordi Pujol. Los tiempos han cambiado. Hemos aprendido todos a base de comer polvo. Ahora la pelota esta en el tejado de Duran. Si corta las subvenciones a la caverna eclesial nacionalprogresista catalana (Fundació Joan Maragall, Col·lectiu Dones en l’Església, Església Plural, Centre d’Estudis Conciliars-Web Catalunyareligió etc…), por otra parte promíscuas porque tanto les ha dado por pacer junto a CiU que junto al Tripartito, UDC se situará en la línea de restauración de su propia identidad como partido. La misma senda que, para categorías y ámbitos eclesiales, ha iniciado Monseñor Novell en Solsona. Sie sind die Zeichen der Zeit. Son els signes dels temps !
Quinto Sertorius Crescens