No se duerma Padre Puig, que han ganado los suyos
El Padre Enric Puig acabó rendido sus días al frente de la coordinadora diocesana de la visita papal. Más de una vez se le pudo ver dando una cabezadita (como en la foto) aunque fuera escuchando al mismísimo cardenal Martínez Sistach. Los nervios, el amateurismo, la intensa presión del arzobispo, las concretas instrucciones vaticanas y el ruido mediático desequilibraron su ritmo de sueño y provocaron que le cogieran en más de un renuncio. Ahora muchos alaban su gestión, pero todos lo hacen con la boca pequeña: la visita del Papa fue un éxito, a pesar del Padre Puig. La organización de la ceremonia en la Sagrada Familia fue absolutamente teledirigida desde Roma, sin que dieran opción alguna a la coordinadora barcelonesa. De igual forma sucedió con toda la logística: los viajes papales se preparan minuciosamente desde la Santa Sede por Alberto Gasparri, dejando a las diócesis locales solo lo concerniente a la presencia de los fieles. Ese era el principal cometido del jesuita y ahí es donde naufragó lamentablemente. No es solo Germinans que ha venido denunciando el boicot de algunas parroquias y de muchos colegios religiosos, sino que lo han recogido otros medios tan dispares, como El Triangle o Forum Libertas. Es un hecho indiscutible que el gran recibimiento en la Plaza de la Catedral o la presencia en las calles barcelonesas durante el recorrido del Papamóvil se consiguió gracias a las parroquias germinantes y a los nuevos movimientos. La actividad desplegada por Enric Puig fue totalmente baldía.
Pero han pasado los días y ya es hora de que el jesuita barcelonés se haya despertado. No en vano han ganado los suyos las elecciones catalanas. Y de forma arrolladora. Porque Enric Puig fue un alto cargo convergente nada y más menos que durante nueve años: director general de Juventud de la Generalitat de Cataluña desde 1980 a 1989. Después fue secretario-canciller del Cardenal Carles, acabando de mala manera, pero recalando en ese tremendo lobby que es la Fundació de la Escola Cristiana. Durante el último año ha compatibilizado este influyente cargo con la coordinación del viaje de Benedicto XVI, donde le colocó Sistach, tras ningunear (una vez más) al obispo Taltavull, cuando lo normal es encomendar estas misiones al obispo auxiliar (ver Lisboa, Madrid, etc).
No estará solo en su alegría el jesuita. Los siete años de travesía del desierto de Convergència i Unió, en los que perdió todo el poder autonómico y municipal del que gozaba en Cataluña, se vieron paliados por la política de nombramientos de Sistach. Ahí se acomodó a Ignasi García Clavel en la Fundación de escuelas parroquiales o a Joan Rigol en el Patronato de la Sagrada Familia. O a otro ex director general convergente, Jordi Roigé, que asumió la jefatura de prensa de la coordinadora del viaje del Papa. Igual sucedió con Josep María Cullell, ex-conseller al que se situó en el Consejo económico de la archidiócesis. No digamos el hierro convergente que lleva marcado otro ex-director general: nuestro gran amigo Albert Manent. Incluso Turull, nuestro amado Turull, tiene un primo-hermano diputado; naturalmente de Convergència i Unió. Sistach fue comprensivo con la ausencia de poder convergente y supo agradecerles los servicios prestados, de la forma que mejor entienden los políticos profesionales: con cargos.
Vuelve CIU al poder. Se supone que con caras nuevas, sin necesidad de recurrir a las viejas glorias que se refugiaron como polluelos en las faldas de la gallina clueca arzobispal. Puig estará feliz, al igual que Manent, que Rigol y que el mismo Sistach. Siempre pensaron que los habían desahuciado del lugar que les correspondía: la Generalitat. A pesar del escándalo Millet (en el que también hay ramificaciones diocesanas), el caso Pretoria o los mil casos de financiación ilegal de Unió Democrática, el desastre de los dos tripartitos ha sido tan lacerante que ha blanqueado la corrupción de CIU. Todo vuelve al orden pujolista-manentiano. Incluso La Vanguardia (a la que llaman ya Masguardia) publica, por medio del inefable Oriol Domingo, ridículas loas al nuevo poder establecido, involucrando groseramente al añorado obispo Carrera.
Es tan natural la alegría de los que vuelven a tocar cargo como lógica la desazón de los que lo pierden. 400 prebostes de ERC se van a quedar sin trabajo y en el PSC se han quedado sin escaño hasta los mal llamados cristianos de base; entre ellos Toni Comín, hijo del fundador de Cristianos para el socialismo. Unos van y otros vuelven, pero el hábil Sistach sigue con el poder, por eso jamás rompió amarras con CIU, sino que los fue colocando donde pudo. Ahora toca mandar a Artur Mas y le han dejado las arcas con telarañas. Una primera medida será una inmensa poda en las subvenciones. ¿Afectará al portal de Llisterri?. Sería justo.
Oriolt