De cómo van a tratar la visita papal los medios nacionalprogresistas

La credibilidad de Sistach y el futuro de una Iglesia criptonacional catalana han quedado irremediablemente unidos desde el 2004. El purpurado ha jugado con ello intencionadamente para conseguir paz mediática y eclesial. La segunda no se ha tirado a la yugular por su incapacidad manifiesta, sabedora de que aparentar normalidad es necesario para sacar de Roma la continuidad del statu quo. Es decir trampear la situación evitando bruscos cambios de timón. Es por este motivo que el futuro de este binomio está en juego en la próxima visita papal. Así lo creen sus actores.

Sistach necesita hacer perder credibilidad a todos aquellos que avisan del estado comatoso y de la desertificación católica de la diócesis de Barcelona, entre ellas la voz de esta humilde web. Para ello necesita del éxito de la visita papal, pero no un éxito interior sino un éxito visible de movilización de masas para deslegitimar a todos aquellos que lo atacan. Si la gente acude en masa a la Sagrada Familia, obtendrá la foto que le permitirá decir: “Si mi gobierno pastoral es tan malo, si Cataluña es un desierto espiritual ¿cómo es que ha venido tanta gente? ¿Quién es el pastor que ha hecho esto posible?” Respuesta: Yo (es decir, Sistach). Se podrá presentar y vender en Barcelona y España como alguien que es víctima de una campaña de calumnias, y en Roma como el pastor que moviliza el éxito. Este gran teatro de sombras chinescas ya lo puso en marcha en la pasada beatificación del Dr. Samsó. Y aparentemente, sólo aparentemente, le salió bien porque pese a la paz mediática y bonitas fotos, los asistentes no llegaron a 4.000, mientras la pasada beatificación de la humilde monja Maria de la Purísima en Sevilla ha congregado a 50.000.

Como íbamos diciendo, para que se ponga en marcha el discurso escenográfico del trampantojo, necesita las masas. Mejor dicho, la visualización de las masas. Pero esto sólo es posible si los medios de comunicación colaboran. ¿Cómo van a colaborar los medios de comunicación catalanes en presentar la visita papal como un éxito si son de una anticatolicismo romano enfermizo? Sistach, gran escrutador de nuestro cinismo catalán, ya sabe la respuesta: lo harán.

Pero, ¿por qué lo van a hacer?, ¿por qué van a actuar en el sentido contrario de lo habitual? Respuesta: está en juego el futuro de una Iglesia catalana, es decir una Iglesia dócil a nuestro nacionalismo, algo que interesa tanto a los de Esquerra Republicana que no van a misa, como a los Llisterri (les va el sueldo) y demás paniaguados eclesiales del poder político. Un nacionalismo que si un día tuvo sectores fieles al Magisterio, hoy se desplaza día a día hacia su descristianización total, cuando no hacia el neopaganismo.

De esta manera el futuro de Sistach y el de una Iglesia criptonacional se unen en una misma causa: hay que aparentar normalidad, docilidad hacia Roma, tranquilidad. Les aseguro que se van a quedar de pasta de boniato de cómo TV3 tratará la visita del Papa a Barcelona.

El domingo pasado sacaron del sarcófago para un minuto de gloria en el Telenoticies Migdia a la momia de Torrent, el de la disecada Església Plural, acompañado del hijo de Ramón Salicrú (el jefe del lobby socialista de la parroquia del vicario episcopal Segis y presidente de la sección local mataronense de Cristianisme Segle XXI), y de una joven de aquellas que Oriolt designa acertadamente como “de aspecto raro”. Será la última aparición de un “disidente” de la Iglesia oficial. No es hora para tontos útiles. No es hora para dejar pasear a los mamporreros. Que se prepare Oriol Domingo, que tampoco lo van a dejar “piular” (cantar como un pajarito) en La Vanguardia. No es hora para gente que aunque equivocada, no va a cambiar de discurso, porque bien adiestrada se lo ha creído.

Es la hora de los cínicos. La táctica inteligente se impone. Llisterri ya ha avisado de ello. Hay que tragar saliva e ir a la Sagrada Familia, bandera catalana en ristre. No fuera que el Papa, visualizando (“captando” dice Llisterri) el fracaso, decidiera pegar un golpe radical de timón y nombrar un Iceta o un Munilla para suceder a Sistach en Barcelona.

La “rondalla” (o el cuento chino)

El “mot d’ordre” (la consigna a seguir) va a ser la manifestación de la normalidad, hipervisualizando la Sagrada Família llena de gente y la gente en plaza, hiper-resaltando la obra de Gaudí y el uso del catalán por parte del Pontífice. Tal va a ser la machacada, que vamos a salir pensando que el Papa ha venido a “consagrar” a Gaudí, catalán universal, y a reconciliarse con el idioma catalán. La lectura a imponer, el mensaje subliminal a encajetar va a ser: el Papa ha venido a exaltar lo catalán. Una recreación interesada que va a ocultar lo que realmente viene a hacer Benedicto XVI a Barcelona.

Como astutamente nos describió Virtelius Temerarius la semana pasada, el Papa viene a la babilónica Barcelona a recordarnos que el modelo de familia cristiana que defiende la Iglesia es la respuesta a aquellos que ansían un camino familiar coherente con la búsqueda de la Verdad y el Bien. Si la democracia verdadera sólo se aguanta sobre la base cristiana, como defendió el Papa en Londres, a la familia verdadera le pasa lo mismo. Éste va a ser el mensaje del Papa en Barcelona que se nos va ocultar con señuelos como el uso de la lengua o las alabanzas a la obra de Gaudí por su parte. La portada de La Vanguardia, a disposición de “l’entès” (el entendido) Enric Juliana ya prepara motores. Ya verán ustedes fotos y titulares.

Sólo algún inoportuno “opinador”, en algún rinconcito mediático, recordará que Gaudí era un católico de los pies a la cabeza y que aplaudiría, si hubiera podido estar presente, hasta con las orejas, todas las afirmaciones que hará el Papa sobre la familia ¿Lo hará Antoni Puigvert?

Pero esta escenificación de un supuesto “ralliement” (reencuentro) entre Cataluña con el/su Papa, un nuevo acto de los mentales Pastorets (representación teatral navideña) que nos hemos montado por aquí, tiene otra meta que la de la pura disimulación del objetivo del viaje. Ésta es el ofrecer una imagen de normalidad que disfrace, a lo decorado Potemkin, el desastre eclesial de la diócesis y por extensión del nacionalprogresismo eclesial. Con ello, la colusión Sistach-La Vanguardia-TV3 & Cia. cree que se visualizará, como hemos dicho, que no estamos tan mal, que no hacen falta cambios drásticos en los nombramientos episcopales, que los de Germinans y gente de similar parecer no dicen la verdad y que por tanto Roma y Madrid (Rouco-Nuncio) se equivocan cuando se forman opinión basándose en ellos en cuál es el estado de la Iglesia en Cataluña. La multitud bien fotografiada como instrumento para dar credibilidad a Sistach y a los frutos de la Iglesia criptonacional catalana.  

 

¿Qué hacer pues?

¿Qué hacer pues? Si al final las escuelas y parroquias progres se han rajado y les importa tres pitos la visita, y van a ser los “carcas” los que van a llenar la plaza y el acto de bienvenida en la Catedral, ¿hay que boicotear la visita, para no salvar a Sistach con el esfuerzo ajeno? Rotundamente NO.

En primer lugar, todo el razonamiento nacionalprogresista se basa en que Roma, la Curia y la Nunciatura son una recua de tontos que se forjan la opinión con las apariencias. Esto no ha sido así ni antes ni lo es ahora. Si antes había tan malos nombramientos episcopales en Cataluña, era porque los responsables curiales se dejaban llevar más por razonamientos diplomático-políticos que pastorales. Una visita jabonosa de Jordi Pujol a Roma podía hacer mucho: “entre altos dignatarios católicos no nos pisamos la manguera”. Un fracaso colosal. Pero lo que Benedicto XVI ha hecho, está regenerando espiritualmente la Curia romana, una labor que Juan Pablo II no pudo hacer, que no significa que no quiso hacer. ¡Cuesta tanto a una cierta edad causar estupor en un corazón intelectual funcionarizado! Pero los caminos del Señor son inescrutables, de manera que sin el terremoto Woytila no hubiera habido la revolución Ratzinger, y si no, que se lo pregunten a este último.

En segundo lugar, la movilización no es para ir a favor o en contra de Sistach. Iremos a ver y escuchar al Papa, a nuestro amado Papa, sucesor del apóstol Pedro, pescador. Ubi Petrus , ibi Ecclesia . Y “aquesta alegria ningú no ens la prendrà” (esta alegría nadie nos la quitará).

Estamos hartos de todos aquellos eclesiásticos y seglares vendedores de un decorado que no es. De decir una cosa en Madrid o Roma y hacer la contraria en Barcelona. Una delante del obispo y otra en el Consejo parroquial. Los catalanes somos algo más que una tribu de botiguers (tenderos). Queremos ser católicos a secas, en comunión con el Papa y sin coletillas que todo lo adulteran. Animémonos todos a ir recibir al Papa, sin politiqueo, por pura y simple adhesión a lo que predica, la medicina auténtica que necesita nuestra sociedad catalana enferma de la preocupante enfermedad espiritual llamada desesperación.

El Directorio de Mayo Floreal
de Germinans Germinabit