InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Iglesia en el mundo

7.07.25

Un vaso de agua o un sombrero

Algunos tienen la idea de que, en Inglaterra, cuando Enrique VIII rompió con la Iglesia Católica para crear el Anglicanismo (y poder casarse con su amante), la gran mayoría de la gente, clérigos y seglares, se hicieron inmediatamente protestantes sin ningún problema. Nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que se produjeron levantamientos armados de ingleses que querían ser fieles a la Iglesia, como la Peregrinación de Gracia y la rebelión de Bigod en tiempos de Enrique VIII y el Levantamiento del Norte durante el reinado de Isabel I. Multitud de mártires dieron su vida por Cristo y, durante siglos, las leyes persiguieron y destruyeron física o económicamente a los que seguían siendo católicos ocultamente, para conseguir extirpar el catolicismo en Inglaterra.

Alguna vez he pensado escribir un libro sobre las gloriosas páginas de martirio y fidelidad de los católicos ingleses. Si tuviera que elegir solo una de esas páginas, me resultaría difícil, pero, ya que estamos en julio, voy a relatar una muy sencilla que me encanta y que siempre me recuerda a aquella frase tan tierna de Cristo: os aseguro que todo aquel que dé de beber un solo vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa. Es una historia que, en mi mente, he bautizado como la historia del mártir cortés.

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4.07.25

¿Por qué amas a la Iglesia?

Los seres humanos somos una obra maravillosa de Dios. Somos seres racionales, pero no nos quedamos en la mera razón, como si fuésemos un ordenador. Si a uno le preguntasen por qué quiere a su mujer, sin duda recordaría razones y momentos importantes: la entrega mutua, el haber permanecido juntos en momentos difíciles, la generosidad al dar la vida por los hijos… Pero, si uno es sincero, también hablaría de cosas pequeñas o incluso insignificantes que están unidas indisolublemente a ese amor por su mujer: el color de sus mejillas a la luz de la tarde, el vestido que llevaba en aquella ocasión, el placer de que ella tenga razón y uno esté equivocado, las pequeñas bromas compartidas…

Lo mismo sucede, a mi juicio, con la Iglesia. Sus hijos la amamos ante todo porque es la verdadera Iglesia que fundó Jesucristo, pero también por mil detalles que despiertan nuestra admiración, nuestro asombro o nuestra ternura. Creo que de vez en cuando conviene recordar por qué queremos a la Iglesia. Invito a los lectores a que escriban unas cuantas razones por las que aman a la Iglesia y le tienen cariño, sin orden ni concierto y sin preocuparse de si son cosas importantes o detalles insignificantes. No importa repetir ni dejarse muchas cosas en el tintero. Simplemente, cumpliendo las palabras del salmista: “Me brota del corazón un poema bello”. Empezaré yo:

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1.07.25

No, el “verdadero milagro” no fue el “compartir”

Soy católico y, como tal, ofrezco gustosamente mi respeto, obediencia y cariño al Papa y, en general, a todos los pastores de la Iglesia. Dios mismo, en un gesto de amor y ternura por nosotros, dispuso que en la Iglesia hubiera pastores que hicieran presente a Cristo Buen Pastor. Es algo estupendo, por lo que doy muchas gracias al cielo.

No hay que olvidar, sin embargo, que, como no estamos en una secta, ese respeto, obediencia y cariño a los pastores se fundamentan en la roca firme de la Verdad. Por eso mismo, conllevan rechazar cuanto se aparte de la fe de la Iglesia, incluso aunque esté en boca de un pastor. Si algo nos enseñó el pontificado anterior es que no podemos callarnos cuando un pastor dice algo contrario a la doctrina católica. La triste experiencia nos ha mostrado que eso solo lleva a que se multipliquen los errores y la confusión causada por ellos.

En ese sentido y cuando creía que se habían acabado ya los sobresaltos, me veo en el penoso deber de señalar lo que parece un importante error que se ha colado en el mensaje enviado anteayer por León XIV a los participantes en la Conferencia de la FAO (es decir, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). La mayor parte del mensaje se refiere a temas prudenciales y, por lo tanto, discutibles y que no afectan directamente a la fe. Hay, sin embargo, un párrafo que no veo cómo puede ser aceptado por un católico:

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27.06.25

Si hay que elegir, las feas

Ayer leí que la diócesis de Amberes va a cerrar inmediatamente siete iglesias. No son las primeras ni serán las últimas, porque se trata de la diócesis del tristemente famoso Mons. Bonny, defensor del divorcio, los anticonceptivos, el reconocimiento eclesial de la bondad de las parejas del mismo sexo, la inexistencia de actos intrínsecamente malos, la fecundación in vitro y la fornicación y, en general, partidario a ultranza de adaptar el Evangelio a los gustos y disgustos del mundo agnóstico moderno.

No por esperado es menos triste que se secularicen iglesias, especialmente cuando los edificios se conservan para dedicarse a otros usos profanos, como signo evidente y público de la derrota de la Iglesia y de la fe. Estas iglesias, en particular, se van a convertir en templos protestantes, un teatro, un estudio de arquitectos y un gimnasio. Irónicamente, este último se llamará el Gimnasio Apolo, un símbolo aún más claro de lo que hay detrás del modernismo actual: la revancha contra la antigua victoria de la Iglesia sobre Apolo y los demás dioses del paganismo.

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16.06.25

¿Ha pasado el tiempo de la parroquia territorial?

Desde hace tiempo, en los países occidentales el modelo parroquial ha cambiado sustancialmente. Quizá no en cuanto a la normativa, pero indudablemente en la práctica.

Antiguamente, lo habitual era que cada persona acudiera principalmente a la parroquia que le correspondía y en ella transcurriese el grueso de su vida cristiana. Si se mudaba a otro domicilio, cambiaba su parroquia territorial y a partir de entonces esa era su parroquia a todos los efectos, aunque pudiese asistir puntualmente a otros lugares de culto. La definición teórica y también práctica de la parroquia era territorial.

Ahora, en cambio, al menos en las ciudades, pero cada vez más fuera de ellas, a efectos prácticos la parroquia ha dejado ser territorial. Tu parroquia es donde vayas habitualmente y no la que corresponda territorialmente a tu casa. Cada uno elige dónde quiere asistir por criterios muy variados.

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