InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Signos de esperanza

27.08.25

Cuando ya no quede nada por salvar

“Mis amigos, mientras quede algo por salvar; con calma, con paz, con prudencia, con reflexión, con firmeza, con imploración de la luz divina, hay que hacer lo que se pueda por salvarlo. Cuando ya no quede nada por salvar, siempre y todavía hay que salvar el alma […].

Es muy posible que bajo la presión de las plagas que están cayendo sobre el mundo, y de esa nueva falsificación del catolicismo que aludí arriba, la contextura de la cristiandad occidental se siga deshaciendo en tal forma que dentro de poco no haya nada que hacer, para un verdadero cristiano, en el orden de la cosa pública.

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4.07.25

¿Por qué amas a la Iglesia?

Los seres humanos somos una obra maravillosa de Dios. Somos seres racionales, pero no nos quedamos en la mera razón, como si fuésemos un ordenador. Si a uno le preguntasen por qué quiere a su mujer, sin duda recordaría razones y momentos importantes: la entrega mutua, el haber permanecido juntos en momentos difíciles, la generosidad al dar la vida por los hijos… Pero, si uno es sincero, también hablaría de cosas pequeñas o incluso insignificantes que están unidas indisolublemente a ese amor por su mujer: el color de sus mejillas a la luz de la tarde, el vestido que llevaba en aquella ocasión, el placer de que ella tenga razón y uno esté equivocado, las pequeñas bromas compartidas…

Lo mismo sucede, a mi juicio, con la Iglesia. Sus hijos la amamos ante todo porque es la verdadera Iglesia que fundó Jesucristo, pero también por mil detalles que despiertan nuestra admiración, nuestro asombro o nuestra ternura. Creo que de vez en cuando conviene recordar por qué queremos a la Iglesia. Invito a los lectores a que escriban unas cuantas razones por las que aman a la Iglesia y le tienen cariño, sin orden ni concierto y sin preocuparse de si son cosas importantes o detalles insignificantes. No importa repetir ni dejarse muchas cosas en el tintero. Simplemente, cumpliendo las palabras del salmista: “Me brota del corazón un poema bello”. Empezaré yo:

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2.06.25

¿Comienza la caída de Amoris Laetitia?

En estos primeros días de un nuevo pontificado, muchos habrán pensado sobre lo que va a suceder con Amoris Laetitia, la exhortación postsinodal del Papa Francisco que introdujo indirectamente el divorcio en la Iglesia, permitiendo la comunión sin arrepentimiento ni propósito de la enmienda para los que vivían en una nueva unión de carácter adulterino

Algo tiene que suceder con ella, porque lo cierto es que en Amoris Laetitia se niegan varios principios fundamentales de la fe y de la moral católicas: la existencia de actos intrínsecamente malos, el principio de que el fin no justifica los medios, la certeza (definida en Trento) de que Dios siempre da la gracia necesaria para no pecar, la seguridad de que Dios no quiere que pequemos, la obviedad de que los pecados mortales son eso, pecados mortales que llevan al infierno y no simples fallos en alcanzar un ideal, etc. Cualquier católico está dispuesto a aceptar el magisterio de la Iglesia, pero no podemos mantener creencias contradictorias, porque ad impossibilia nemo tenetur. Es imposible mantener, a la vez, la constante Tradición dogmática y moral de la Iglesia y varias enseñanzas de Amoris Laetitia que niegan esa Tradición. En consecuencia, parece forzoso concluir que esas enseñanzas específicas de Amoris Laetitia no son verdadero magisterio y que hay que abandonarlas.

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23.02.25

El secreto de la vejez

Hace tiempo, se trasladaron los restos de una tía mía al lugar donde iban a reposar definitivamente, más o menos un año después de que falleciera. Un sacerdote tuvo la amabilidad de rezar un responso con nosotros en esa ocasión, cumpliendo así una de las obras de misericordia espirituales, tan olvidadas hoy.

Mientras rezábamos con el sacerdote por mi tía, por un momento me pareció vislumbrarla llegando a las puertas del cielo. Había muerto con más de ochenta años, pero yo la vi como una niña, con el pelo rubio liso y suelto, mirándolo todo con la curiosidad y la admiración que siempre tenía. El mismo Cristo salió a recibirla y le dio un gran abrazo. También nuestra Señora acudió con una sonrisa de cariño a dar la bienvenida a aquella niña que llevaba su nombre.

Solo fue un instante y probablemente no se tratara más que de mi imaginación, qué sé yo, pero me consoló mucho. En especial porque, justo después, me acordé de un icono oriental que había visto por primera vez en Jerusalén.

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10.02.25

Trump y el espinazo de la modernidad

Parece que el presidente Trump nos despierta cada día con alguna nueva iniciativa, cada una más sorprendente que la anterior, desde la eliminación de organismos de subsidios turbios y la deportación de inmigrantes ilegales a la creación de un departamento de eficiencia gubernamental (un oxímoron donde los haya) o la marcha atrás en temas de transexualidad. Sus iniciativas y planes, además, no se limitan al interior de los Estados Unidos, sino que afectan a lugares tan dispares como Groenlandia, Gaza, Canadá, México o Panamá.

Sus enemigos políticos no esperaban esta vorágine de medidas y la nueva situación les ha pillado con el pie cambiado. Lo que más me interesa a mí, sin embargo, es la reacción de los católicos. Algunos están (con cierta razón) encantados con Trump y consideran desleal o desagradecido oponerle cualquier crítica. Otros (también con cierta razón) se empeñan en señalar que, en muchas cosas, las políticas de Trump y su conducta personal se apartan considerablemente de la moral católica, por lo que cualquier católico debe condenar públicamente al personaje.

A pesar de tener ambos su parte de razón, como ya he dicho, creo que ni unos ni otros aciertan en el diagnóstico general. Y tampoco lo hacen los que piensan que la verdad está en el término medio. Lo cierto es que la importancia de Trump no está en sus políticas concretas, algunas de las cuales son estupendas y otras absurdas o inmorales. Es necesario ir más allá. Lo importante de Trump es que es una señal, un signo de victoria que, de un solo golpe, ha roto el espinazo de la modernidad.

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