Como si la muerte no existiera
Desde el deísmo de los viejos enciclopedistas de la Ilustración, se puso de moda vivir etsi Deus non daretur, como si Dios no existiera o no fuera evidente. Cualquier niño que hubiera estudiado el catecismo podría haber predicho que las consecuencias no serían buenas. Dejando a un lado guillotinas y revoluciones, uno de los efectos más curiosos fue que, una vez que la gente se acostumbró a vivir como si Dios no existiera, sin darse cuenta terminó viviendo también etsi mors non daretur, como si la muerte no existiera.
En las sociedades antiguas, la muerte siempre estaba presente. El arte, el pensamiento, la religión y la vida cotidiana ofrecían un constante memento mori, a veces sombrío, en ocasiones macabro y, en el mejor de los casos, esperanzado, pero siempre presente. Desde hace algo menos de un siglo, sin embargo, la muerte prácticamente ha desaparecido de la vida social y del pensamiento. Al desaparecer Dios de la escena, dejó de haber respuesta para el gran enigma de la muerte y no hay nada que resulte más incómodo y embarazoso que un enigma sin respuesta.
Si el enigma no tiene respuesta, la única solución es esquivar la pregunta. Así, se nos promete de diversas maneras que los avances de la técnica curarán tantas enfermedades, aliviarán tantos sufrimientos y retrasarán tanto la muerte que ya no tendremos que preocuparnos de todo eso durante muchos años. Promesa incumplida, por supuesto. En realidad, en lo que más ha tenido éxito la técnica es en esconder la muerte y el sufrimiento. La gente ya no muere en sus casas, sino en habitaciones aisladas de blancas paredes, de forma aséptica y donde no molesten mucho. Además, podemos imaginarnos que no sufren, porque si hace falta se les seda o se les eutanasia como si fueran animales. Finalmente, en vez de enterrarse, se incineran higiénicamente y sus cenizas se esparcen y olvidan, de modo que nadie tenga que sufrir molestos recuerdos de su propia mortalidad. Si Dios no existe, el hombre es dios, pero, para que el hombre sea dios, la muerte no puede existir o, al menos, no puede ser muy visible.
En ese mundo, la epidemia de coronavirus ha irrumpido con la fuerza de un elefante aficionado a las cacharrerías. No se trata simplemente del número total de muertos, que es grande, pero inferior en uno o dos órdenes de magnitud al de otras causas de muertes cotidianas, como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. La epidemia, sin embargo, ha sido inesperada, rápida y brutal, literalmente está amontonando los muertos en los hospitales y ha forzado a gran parte del mundo a encerrarse, contemplarla por televisión y hablar de ella. Ese es el problema: no se puede ignorar y exige nuestra atención.
Quizá al cabo de unos meses nos olvidemos del paso del coronavirus entre nosotros, como se han olvidado otras epidemias anteriores, pero al menos por ahora nos obliga a recordar la propia muerte y la muerte de los que están a nuestro alrededor. Las ilusiones se derrumban y, con temblor, sospechamos que quizá pueda ser que a lo mejor posiblemente algún día no muy lejano también nosotros nos muramos. Quizá, solo quizá, pero un quizá basta para echar por tierra todo el mundo que nos hemos construido sin Dios, en cumplimiento de la vieja tentación: seréis como dioses. Si nos morimos, es que no somos dioses. Paradójicamente, las máscaras que obliga a ponerse el coronavirus han tenido esta consecuencia: la máscara que llevábamos ha caído y nos encontramos frente a frente con nuestra propia mortalidad y finitud.
Algunos clérigos desorientados se preguntan si la epidemia del coronavirus es un castigo, una pregunta que habría asombrado a cualquier predicador de los primeros dieciocho siglos de la Iglesia, por lo menos. ¡Claro que es un castigo! Como enseña la doctrina cristiana más básica, todo el mal que sufrimos es consecuencia y castigo del pecado original y de los pecados posteriores. El Señor castiga a los que ama, como el padre a su hijo preferido. Por otra parte, llevamos décadas y décadas incumpliendo pública, legal y orgullosamente todos los preceptos de la ley divina. Cincuenta millones de abortos cada año (una cifra que desafía a la imaginación), el asesinato “médico” de ancianos, la conversión de la avaricia y la acumulación en las bases de nuestro sistema económico, la destrucción del matrimonio y la familia, el desprecio de las virtudes más básicas, la exaltación del vicio, la negación de la verdad más evidente cuando no coincide con extrañas modas e ideologías políticas, la apostasía masiva entre los cristianos y la tibieza entre los que aún no hemos apostatado… ¿De verdad creíamos que iba a salirnos gratis una vida vivida como si Dios no existiese y como si el hombre fuera Dios?
La buena noticia, sin embargo, es que los castigos de Dios en esta vida siempre son saludables. Dios los permite y los inflige como medio de arrepentimiento y salvación. Si sufrís, es para vuestra corrección. Dios os trata como a hijos, porque ¿qué hijo hay a quien su padre no castigue? No sufrimos porque sí, sufrimos para nuestra corrección, para que nos volvamos a Dios de nuevo y elevemos la vista al cielo. La epidemia no es un sinsentido, una broma cruel del azar, sino parte de la providencia de Dios, que es más sabia que los hombres. La epidemia es una llamada a la conversión.
La respuesta de la Iglesia a todas las epidemias, guerras, calamidades y sufrimientos de la historia ha sido siempre la misma, porque no puede hacer más que repetir lo que dijo su Maestro: si no os arrepentís, pereceréis igualmente y no vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor. Son frases de Cristo, el Hijo de Dios que es la misericordia misma, pero también la verdad misma. Si los hombres están enfermos de un mal mucho peor que el coronavirus, pero no quieren reconocerlo, la misericordia consiste en decirles la verdad de su pecado, aunque se ofendan, giman, griten y pataleen. Y cuando las palabras no se escuchan o ya no hay quien las pronuncie porque los mismos cristianos se han hecho adoradores del mundo, Dios nos manda acontecimientos terribles que nos obliguen a abrir el oído de una vez, para que al menos algunos se conviertan y sean perdonados. Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete.
Ese es el significado del coronavirus. Los antiguos sabían, igual que nosotros, que las enfermedades son fenómenos naturales. Ellos, sin embargo, recordaban algo que nosotros hemos olvidado: que la naturaleza está en manos de Dios y de su Providencia. El coronavirus, como todas las criaturas, cumple las órdenes de Dios y ha sido enviado para decirnos a todos: ¡convertíos, sed santos, volved a Dios!
Convirtámonos, no sea que también muramos como tantos están muriendo: solos, asqueados, sin sentido, sin Dios y sin esperanza. Convirtámonos, para que podamos elevar los ojos al cielo, más allá de la muerte y el sufrimiento. Convirtámonos y así recordaremos que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados y que nuestro guardián no duerme, no duerme ni reposa el guardián de Israel. La muerte existe, pero nosotros sabemos que no hay que tenerle miedo, porque la muerte ya ha sido vencida. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?
101 comentarios
Los estragos de este nefasto microbio, han de hacer reflexionar a quien le queden dos dedos de frente.
Y redoblemos la oración, a fin de que el Señor misericordioso ponga fin lo más pronto posible a este descalabro mundial.
Por fin, solo una minucia. En latín: "Como si Dios no se diera", creo que
es: "Ut si Deus non daretur".
"Etsi" significa: "A pesar de que Dios no se diera".
Dios en efecto castiga más a los que más quiere porque espera mucho más de aquellos a quienes ama especialmente. Espero que cuando pase todo sepamos responder a este aviso del Cielo. Porque si no nos convertimos ya no se lo que nos puede suceder en el futuro.
"Y redoblemos la oración, a fin de que el Señor misericordioso ponga fin lo más pronto posible a este descalabro mundial"
Amén.
"En latín: "Como si Dios no se diera", creo que es: "Ut si Deus non daretur". "Etsi" significa: "A pesar de que Dios no se diera"."
Buena observación. Estuve dudando un rato si explicar claramente el significado de la frase, pero decidí que complicaría innecesariamente el artículo. Los comentarios, sin embargo, son un buen lugar para tratar de ella, porque interesará a los que sepan latín.
La frase original de Grocio dice etsi Deus, porque el contexto, si no recuerdo mal, era la ley natural, que se puede conocer aunque no se crea en Dios.
La traducción más apropiada al español de esa frase latina clásica, en cualquier caso, es complicada, porque el latin une el "a pesar" con el subjuntivo", introduciendo así la sugerencia de que esa hipótesis es solo eso, una hipótesis (que no es correcta, porque, de hecho, si Dios no existiera ninguno de nosotros existiría). En cambio, en castellano no se puede decir "a pesar de que Dios no existiese" (o no se probara o fuera patente su existencia). Y, si decimos, "a pesar de que Dios no existe", en indicativo, parece que estamos dando por hecho que Dios no existe.
Por eso, a mi juicio, se ha ido imponiendo la traducción "como si Dios no existiera" (o "aunque Dios no existiera", cuando la primera parte es negativa), que, a costa de ser un poco libres con el latín, muestra claramente que esa inexistencia es una mera hipótesis, no un dato.
En cualquier caso, es cierto que nos habríamos ahorrado todo este lío si Grocio hubiera dicho utsi Deus non daretur, que se puede traducir más directamente al español.
O, dicho resumidamente, incluso los mayores sufrimientos y tragedias pueden ser una ocasión de gracia, porque todo sucede para el bien de los que aman a Dios. A fin de cuentas, la mayor tragedia de la historia del universo, allá en el Calvario, fue también el origen de la mayor gracia imaginable.
Si una enfermedad ataca a los indios los blancos son espectadores; si ataca a los viejos los jóvenes también lo son. Pasarán muchos años, cuando ellos lleguen a la misma edad y se acuerden del 2020, para que comprendan.
" espera mucho más de aquellos a quienes ama especialmente"
Sí. Clérigos y católicos en general nos hemos olvidado de que Dios espera que seamos santos. No buenecitos, no majetes, no del montón, sino santos.
Que Él nos regale abundantemente su gracia para que podamos serlo.
No sé si Dios nos quiere mandar un mensaje con esta epidemia, que creo que tiene mucho más de mediática, y como no rectifiquemos pronto, de catástrofe económica, que de verdadera epidemia mortífera al estilo peste medieval, o ébola.
Están muriendo muy repentinamente gente que de otra forma iría muriendo en los próximos meses escalonadamente, y muy pocos por debajo de los 70. Incluso diría que es sorprendente la selección tan grande que hace de mayores, y la poca afección que sufren, por ejemplo, los niños.
Pero nadie se ha convertido. Es verdad que para los jóvenes está siendo algo que solo amenaza a gente muy mayor, pero, entre los que sí se sienten amenazados... ¿les ha acercado eso a Dios? Creo que tampoco.
Parece como si fuera imposible convertir a nadie, las mismas causas que antes movían al hombre hacia Dios, ahora chocan contra un muro de cemento.
"No todos los males son castigo de Dios. Es lo del ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?, y no era un castigo por sus pecados"
Si te fijas bien, lo que se dice en ese pasaje del Evangelio es que la causa de la ceguera no es el pecado personal del propio ciego (obvio, porque era ciego de nacimiento) ni el de sus padres. Con eso, el Señor estaba rechazando una idea que se había extendido mucho en Israel y que pretendía que, si a alguien le sucedía algo muy malo era porque había cometido un pecado grave. Es decir, una concepción burda y simplista de la justicia de Dios.
En la parábola no se dice en ningún momento que no sea un castigo del pecado. Y no se dice porque todas las tribulaciones son consecuencia del pecado del hombre. En el paraíso no existían. Lo que sucede es que no se reparten de forma simplista: pecas, te ocurre una desgracia. Si así fuera, podríamos manipular a Dios, buscando la manera de pecar lo suficiente para pasarlo bien, pero no lo suficiente para sufrir un castigo importante.
En cualquier caso, lo que hace Cristo en esa ocasión es ir más allá. Por decirlo de algún modo, pasa de la causa eficiente a la causa final, que es la que verdaderamente importa. El sufrimiento es consecuencia del pecado y su castigo, pero Dios lo permite porque es un castigo saludable, porque su fin es que se manifieste la gloria de Dios en la conversión del hombre, como enseña el mismo pasaje.
"Incluso diría que es sorprendente la selección tan grande que hace de mayores, y la poca afección que sufren, por ejemplo, los niños"
No es tan sorprendente. Unos interesantes datos de Italia muestran que menos del 1 por ciento de los muertos estaban sanos aparte del propio virus. Un 25 % de los muertos tenían otra enfermedad, otro 25 % tenía dos enfermedades más y casi un 50% tenían tres o más enfermedades extra. Es decir, no es tanto que el virus no afecte a los niños, como que los niños no suelen estar enfermos.
"Parece como si fuera imposible convertir a nadie, las mismas causas que antes movían al hombre hacia Dios, ahora chocan contra un muro de cemento"
Muy buena pregunta. Aparte de los casos que no conozcamos, que seguro que los habrá, yo diría que la diferencia es lo que predicamos y vivimos los cristianos. Dios suele actuar a través de la predicación y el ejemplo de la Iglesia y de los cristianos concretos, pero últimamente lo que más se predica (al menos por lo que he oído) es "aprovecha para pasar un tiempo con tu familia", "cuídate", "mantente sano" y algunas referencias bienintencionadas pero vagas a Dios. Ha desaparecido la urgencia en la predicación de la Iglesia, ya no parece que sea algo importante. Ser católico es como la "guinda del pastel", algo deseable pero no fundamental. Lo fundamental es ser majete, ecológico y llevarte bien con la gente. Es muy difícil que eso convierta a alguien.
En otras pestes, los que morían como chinches eran los religiosos y sacerdotes. Ahora, desgraciadamente, no creo que haya mucha diferencia con la población en general (de su edad, claro, porque la edad media clerical es muy alta). En general, no hacen más que lo que les mandan sus obispos, pero eso no quita que se ha perdido la oportunidad de dar testimonio de que lo que vale es la vida eterna.
Sí,han intentado MATAR LA MUERTE, y la muerte se les ha venido encima, los amenaza y devora. Cierto, un castigo no es una condena, es una ayuda para corregir. No ha llegado el Día del Juicio, sino el tiempo de la Misericordia que atina a llamar a los hombres como nadie hubiera logrado hacerlo. Ni la teología, ni la filosofía, ni la ciencia, ni la persuasión mejor pensada, habrían podido detener un mundo que se precipitaba hacia el abismo a velocidades mayores que un viaje al espacio. Siete mil millones de seres humanos han sido detenidos en un instante, sin que se hayan estrellado unos contra otros. Claro, que si no escuchamos, si estamos acurrucados en nuestras casas esperando el momento para disparar de nuevo en búsqueda del vacío, le será necesario a Dios enviar los otros jinetes (Apocalipsis). Quienes miran las cosas de un modo, quienes de otro, pero el mundo se ha detenido al borde del precipicio. Oremos que no vuelva a rodar, que sea detenido hasta que los hombres vuelvan a la cordura frente a Dios. Las opiniones difieren, las hay que hemos llegado al punto de no retorno; y las hay que temen que todo vuelva a ser como antes, pero, resulta difícil creerlo. Tiempo al tiempo.
En cuanto a la permisión divina, entiendo que Dios permite solamente el pecado. Los males físicos, si son simplemente males naturales, los quiere indirectamente, al querer ciertos bienes que los implican necesariamente, como la alimentación de los carnívoros, por ejemplo.
Si son penas por el pecado, los quiere directamente, en ese sentido los "inflige", pero no en tanto que son males, sino en tanto que son bienes, sea porque son penas medicinales, sea porque son penas impuestas en justicia.
En esta vida ciertamente que además de justas, son medicinales, al menos en Voluntad divina antecedente. Queda siempre por ver si la libertad del hombre acepta la gracia de la corrección divina o no, lo cual en el tomismo depende de la gracia divina eficaz por sí misma, concedida por la Voluntad divina consecuente, que siempre debemos pedir a Dios.
O sea, Cuaresma en su más pleno significado. Que Dios nos conceda la gracia de vivirla bien.
Saludos cordiales.
Solo recordarte, me inmagino que le leiste, el excelente libro de Vittorio Messori "Apostar por la muerte"; para releer y meditarle.
CONVERSION Y ORACION.
Desde Guatemala os pongo en la PATENA..
La pregunta es : ¿ Cuántos de ellos le temerán al "coco" y vendrán aterrorizados a convertirse? ¿Como decirles que el único y verdadero Dios dispone de un terrorifico arsenal microbiológico, atómico, de enfermedades, volcanes, meteroritos, cometas y cuantas desgracias se alcancen a imaginar; para que si o si vayan a él?
Hace mil años las filas de personas temerosas habrían sido largas, buscando algo de sociego para un existir tan incierto, aunque más por miedo que por fe.
Hoy es casi seguro que el 99,9999 respondería que para un Dios asi mejor quedarse con el que tiene, o no tener ninguno o simplemente mejor es el del rock, del futbol o del videojuego.
En mi criterio, Dios se asombra a cada momento de su propia obra, en lo bueno y en lo malo. Criterio que además cambia radicalmente la optica acerca de la vida y la muerte. Es todo cuanto puedo decir.
"En mi criterio, Dios se asombra a cada momento de su propia obra, en lo bueno y en lo malo. Criterio que además cambia radicalmente la optica acerca de la vida y la muerte. Es todo cuanto puedo decir"
Supongo que entiende que eso es mero ruido sin sentido. Decir que Dios se asombra de su propia obra no quiere decir nada.
Descanse, hombre, descanse. A ser posible, en Dios.
Como no es incompatible que la Cruz de Cristo haya sido un crimen de los que lo crucificaron y la Redención del mundo. Todo entra en el plan de la Providencia divina, sea porque Dios lo quiere, o porque lo permite, y fuera de esto no sucede absolutamente nada.
Y eso es verdad, antes de ver si va a traer gente o no traerla. Traerá a aquellos que no resistan a la gracia de Dios, la cual no resistencia también es un don de la gracia divina.
Con la gracia de Dios, también, decir estas cosas puede servir para llamar atención a algunos para que despierten y se den cuenta de que se ha estado tentando demasiado a Dios en los últimos tiempos.
Es más, estoy seguro de que eso ya ha sucedido en muchos casos en estos días.
Saludos cordiales.
(Santo Tomas de Aquino. Suma contra gentiles. Libro III, Cap.. XC, 6).
Y tan es esto así como que incluso esta epidemia de la que hay algo mas que meros indicios de que no ha tenido un origen natural, sino artificial y deliberado, que responde a un propósito terriblemente malvado, incluso así, es usada por la providencia y sirve al plan de Dios, obligando al hombre a darse una ducha de humildad de la que la higiene de su alma está tan necesitada.
Si, los hombres nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena y cuando hace buen tiempo nos creemos los reyes del mambo, nos erigimos nuestro pequeño altar y nos subimos encima, con jactancia y claro, nuestro buen Padre, nos corrige y como "la letra, con sangre entra", ya sabemos cómo,
Como decía Rambo: "vamos a morir todos", eso sí, con o sin coronavirus; esta es la enseñanza, el recordatorio que esta plaga apocalíptica nos trae, no hagamos oídos sordos y aprovechemos para sacar bien del mal.
El mal mayor es la muerte eterna, peligro del que Cristo nos avisa constantemente en el Evangelio y que apenas se menciona en la predicación actual. Pero no deja de existir por eso.
Por tanto, el pecador que se convierta, y el justo que se haga más santo. Y no estaría de más mayor facilidad para acceder a los sacramentos en muchos lugares, con mascarillas y lavado de manos incluido, para posibilitar el lavado de corazón a que nos llama Dios nuestro buen Padre.
En otras pestes, los que morían como chinches eran los religiosos y sacerdotes. Ahora, desgraciadamente, no creo que haya mucha diferencia con la población en general
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Sería bueno comprobarlo fehacientemente, en vez de soltar lo que uno "cree".
A lo mejor salen mucho peor parados en la comparación los buenísimos y piadosísimos católicos que predican desde lo alto de una torre o desde el teclado de un despacho.
Si un padre de familias es borracho y putero, ya medirá usted si los hijos no sufrirán las consecuencias económicas de lo que hizo su padre, el aislamiento, la burla de sus amiguitos, etc
Otra cosa es la culpa, inocentes son. Pero penas, pagar las pagan.
Nuestros padres (a escala mundial ya) han hecho muchas. Y tendremos que pagarlas. Empecemos convirtiéndonos y reparando, que en el tiempo apropiado estamos
Esto, ciertamente, es un aviso porque viene algo peor. Y esto lo digo yo que soy profeta de Dios.
Tampoco veo más receptividad en mi propia casa con motivo de todo esto.
En cuanto a la permisión divina, entiendo que Dios permite solamente el pecado. Los males físicos, si son simplemente males naturales, los quiere indirectamente, al querer ciertos bienes que los implican necesariamente, como la alimentación de los carnívoros, por ejemplo.¡Muy bien explicado! Lo único que Dios positivamente no quiere es el pecado (ni siquiera como medio para obtener algo bueno; al pecado únicamente lo permite). A los "males" (en tanto que no son pecado; una enfermedad no es un pecado) o los quiere indirectamente (Santo Tomás de Aquino dice que los quiere "per accidents", en cuanto van unidos a algo bueno) o directamente.
Si son penas por el pecado, los quiere directamente, en ese sentido los "inflige", pero no en tanto que son males, sino en tanto que son bienes, sea porque son penas medicinales, sea porque son penas impuestas en justicia.
En esta cadena ha participado el Padre Miguel Antonio Barriola (eminente teólogo) y en su refutación a Alvarez Valdes (que sostenía que Dios nunca podía querer el sufrimiento de las personas), el Padre desarrolla lo que tú, con gran poder de síntesis y con gran claridad, expusiste en pocos renglones.
"Recemos por todos pero sobre todo por la buena muerte de las víctimas"
¡Bien dicho!
"no solo se ha aparcado la muerte sino el hecho inexorable del envejecimiento. El presentismo los congela y hay muchos entre nosotros que no aceptan que se han hecho mayores, de manera que actúan "como si""
Completamente de acuerdo.
Ya sé que es difícil escarmentar en cabeza ajena, pero con la gracia de Dios es posible.
"Sería bueno comprobarlo fehacientemente, en vez de soltar lo que uno "cree". A lo mejor salen mucho peor parados en la comparación los buenísimos y piadosísimos católicos que predican desde lo alto de una torre o desde el teclado de un despacho."
Enseguida se ven tus puntos sensibles, porque saltas inmediatamente en cuanto se mencionan.
Como es lógico, yo no me pongo de ejemplo ni pido que se compare nadie conmigo, porque es evidente que yo saldría perdiendo. Los que son guapos, puede que tengan la tentación de mirarse mucho en el espejo, los feos no tenemos ese peligro.
En cuanto al tema en sí, lo que he dicho es un simple hecho objetivo: en otras epidemias de la historia, mucho más graves, junto a cada enfermo había un sacerdote o un religioso y constantemente se organizaban Misas, procesiones y rogatorias para pedir el fin de la epidemia. En esta, en general, no. Al margen de las causas, valoraciones, etc., eso es así. Y ese hecho objetivo tiene consecuencias para la Iglesia y para los cristianos, sobre todo los que mueren solos y sin el auxilio de un sacerdote.
Como ya dije en el artículo anterior, si no recuerdo mal, la responsabilidad en ese sentido es principalmente de los obispos, que en su mayoría (con honrosas excepciones) han aceptado o incluso decidido por su cuenta, aparentemente sin ningún problema, el hecho inédito de la suspensión indefinida del culto público en gran parte del mundo y justo cuando los cristianos más necesitan ese culto. Los sacerdotes hacen lo que deben, que es obedecer. Unos porque les parece bien, otros a pesar de que no les parece bien y otros, gracias a Dios, buscando maneras imaginativas de llegar aún así a sus fieles. Dios les pagará a unos su obediencia y a otros su celo apostólico.
Y, por supuesto, el hecho de que, en general, el clero no esté en primera línea de batalla como en otras épocas no quita que haya excepciones, como la del santo sacerdote que tenemos hoy en portada. Estoy seguro de que habrá más.
"Y no estaría de más mayor facilidad para acceder a los sacramentos en muchos lugares, con mascarillas y lavado de manos incluido, para posibilitar el lavado de corazón a que nos llama Dios nuestro buen Padre"
De acuerdo.
"Desde Guatemala os pongo en la PATENA"
¡Muchísimas gracias!
Y gracias por la recomendación de lectura.
Es decir, la intolerancia tiene raíces -¿antecedentes?- sicológicas profundas...
En cuanto al artículo: Me gusta la redacción y respeto profundamente los criterios emitidos, pero en su fundamento no los comparto, eso simple y llanamente es todo.
Si esos criterios son avalados por los mil millones de católicos, y el mio por una docena ¿qué le hacemos...
De la mucho la verdad, dirán algunos; y de lo poco lo bueno, dirán otros.
En fin, a coexistir llama la sabiduría, que la verdad y el bien son hermanas ¿o acaso madre e hija, o viceversa?...
Por cierto, Bruno, estoy leyendo "Oraciones cotidianas" y me está haciendo mucho bien porque me retrotrae a mi infancia y a la humildad de una niña tomada de la mano de su Padre.
En lo relativo a lo del "castigo general" es en lo que no puedo entenderle. No alcanzo a aceptar que todos los fallecidos le estén "pagando el pato al Señor" como escarmiento a las aborteras, a los usureros o a quienes no se hizo el matrimonio para ellos. Me disculpa, pero a mí también se me figura que está usted parafraseando la cita que tenemos tan reciente: "Empecatado naciste tú de pies a cabeza". No, no y no. (sí, ya he leído la respuesta a Keparoff, sigo igual).
En efecto, se trata de la pregunta prototípica que "habría asombrado a cualquier predicador de los primeros dieciocho siglos de la Iglesia". Argumentación que ayuda más bien poco. A veces lo de la "intemporalidad" es pedirnos demasiado...
Y por lo que respecta a que la práctica totalidad de los obispos han suspendido "por imperativo civil" -comillas mías- el culto público justo cuando los cristianos más necesitan ese culto, por mi parte no seré yo quien, por empecinarme a ir a misa, o a la sencilla visita al Santísimo, le dé carroña a quienes me compararían con las de la "peste morada" del 8M.
"Por cierto, Bruno, estoy leyendo "Oraciones cotidianas" y me está haciendo mucho bien porque me retrotrae a mi infancia y a la humildad de una niña tomada de la mano de su Padre"
Cuánto me alegro de que te guste y te ayude. Y cuánto me gusta que lo expliques con la imagen de una niña tomada de la mano de su Padre. Es el mejor resumen que se puede hacer de lo que son las pequeñas oraciones de todos los días.
El coronavirus, solo la ha podido resquebrajar un poco, el colapso económico parará un poco el frenético movimiento, segundo toque, pero como estamos tan acostumbrados a negar todo lo que nos desagrada, todavia no será suficiente, sin embargo estaremos más receptivos, no sé cuantos toques más necesitaremos para que se derrumben nuestras falsas estructuras, pero sé que Dios nos quiere enseñar nuestro interior, tal cual es, para que dejemos de ser "dioses" y convertirnos en hijos de Dios.
"Cuando Evagrio Póntico planteó los ocho " vicios diabólicos", al menos en dos de alguna forma premonitoria se refería al autor de este blog: En la soberbia, de la que hace gala con tanto donaire; es que hasta le luce...; y bueno como él solo... es que perdona tantas vidas... Pero, eso sí, cuando se le colma le viene la ira, pero una ira con pundonor, de muy el oficio de él "ser así"... lo ataca pero le pasa...
Es decir, la intolerancia tiene raíces -¿antecedentes?- sicológicas profundas..."
Dos aciertos. Primero, citar a Evagrio Póntico y sus más que recomendables reflexiones sobre los ocho vicios. Segundo, diagnosticar certeramente algunos de mis pecados (aunque temo que se queda un poco corto). Dios le ha enviado para ello, como a Simí, y yo se lo agradezco.
Nada de eso tiene que ver, sin embargo, con el hecho de que lo que decía sobre Dios en su comentario anterior no tenía el más mínimo sentido.
Saludos.
"No alcanzo a aceptar que todos los fallecidos le estén "pagando el pato al Señor" como escarmiento a las aborteras, a los usureros o a quienes no se hizo el matrimonio para ellos"
Sí, nos cuesta entenderlo precisamente por ese individualismo feroz que trae consigo el pecado de nuestro tiempo. Lo cierto es que, del mismo modo que hay una comunión de los santos, por la que yo me beneficio de las oraciones y la santidad de un campesino chino de la Iglesia perseguida al que desconozco, mis pecados tampoco se limitan a mí mismo, sino que dañan a los demás, en sí mismos y en sus consecuencias. A eso se suma que la mayoría tenemos una responsabilidad, como mínimo de omisión, en los pecados de los que están a nuestro alrededor, a los que no hemos ayudado, dado buen ejemplo, evangelizado o reprendido cuando convenía. Finalmente, todos tenemos nuestro propios pecados personales, también los que no son aborteros, etc., que de por sí merecen un castigo.
Aparte de todo eso, que es verdad, lo más importante es que, como Cristo, estamos llamados a llevar cada uno las cargas de los otros y, también como Cristo (pero sin su inocencia perfecta), a sufrir el castigo que puede que hayan merecido otros, para la salvación del mundo. Completo en mi carne lo que le falta a la pasión de Cristo. Este es el sentido de poner la otra mejilla, dar la túnica al que me quita el manto y amar a los enemigos. Ser como nuestro Señor. Si me reprenden por mis pecados reales, como hacía Estoycansado más arriba, sufro lo que me merezco, pero si, siendo inocente, sufro y ofrezco esos sufrimientos unido a la cruz de Cristo, estoy salvando el mundo con Él. Dios es el único que puede cambiar las consecuencias del pecado, que son la muerte y el sufrimiento, en un castigo saludable que nos lleva al cielo.
De todas maneras, como ya sabe, la pregunta de por qué hace Dios algo nunca se puede responder del todo, porque la respuesta no nos cabe en la cabeza. Solo se pueden dar las grandes líneas de lo que el mismo Dios ha revelado. Ya tendremos el cielo para maravillarnos de los incontables milagros que ha hecho sin que nos diéramos cuenta durante nuestra vida en la tierra.
"por imperativo civil"
Bueno, ese es otro tema en el que no nos vamos a meter, pero lo cierto es que, en todo el mundo, la mayoría de los obispos ha suprimido el culto sin imperativo civil, de motu proprio, en lugar de ser conscientes de su suma importancia y hacer todo lo posible para mantenerlo, tomando las precauciones necesarias (por ejemplo, limitando el número de fieles en las Iglesias para mantener la distancia prescrita entre ellos, no dando la comunión más que en casos muy concretos, etc.) para no caer en la irresponsabilidad evidente y completamente innecesaria del 8M. En fin, ellos sabrán.
Saludos y cuídese. Recemos los unos por los otros.
En lo relativo a lo del "castigo general" es en lo que no puedo entenderle. No alcanzo a aceptar que todos los fallecidos le estén "pagando el pato al Señor" como escarmiento a las aborteras, a los usureros o a quienes no se hizo el matrimonio para ellos.A la gran respuesta de Bruno (y pidiéndote que tomes esto como de quien viene, alguien sin mayor conocimiento y autoridad en el tema), me gustaría agregar los siguientes pasajes de las Escrituras que aclaran ese punto que tocas.
Y uno de los ancianos, tomando la palabra, me preguntó; “Estos que están vestidos de túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?” Y yo le dije: “Señor mío, tú lo sabes”. Y él me contestó: “Estos son los que vienen de la gran tribulación, y lavaron sus vestidos, y los blanquearon en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, y le adoran día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono fijará su morada con ellos.Ya ves, en la gran tribulación, en el castigo final del Señor sobre la humanidad (cual nunca hubo antes ni habrá), serán muchos los justos que mueran. En revelaciones privadas (y por tanto, que no se está obligado a creerlas), la Virgen María nos ha dicho que los tales serán considerados mártires por Dios y entrarán directamente al Paraíso sin el paso previo por el Purgatorio. O sea que Dios permite que una calamidad caiga sobre justos, para gloria y recompensa de estos últimos. Es lo que se comentó anteriormente en cuanto a que Dios quiere un "mal" (lo que Dios no quiere nunca es el pecado, ni siquiera si se pudiera sacar algún bien de él, al pecado solo lo permite), -y en este caso lo quiere indirectamente- porque de Él se deriva un bien mayor: la gloria para sus elegidos. La Escritura lo dice claramente:
—Apocalipsis 7:13-15
Aunque sea preciso que todavía por algún tiempo sean afligidos con diversas pruebas a fin de que la calidad probada de su fe, más preciosa que el oro perecedero, que es probado por el fuego, se convierta en motivo de alabanza.Hay más citas pero creo que con las transcriptas queda claro el punto: Dios permite que una calamidad caiga sobre sus justos, no para castigo de estos, sino para su mayor recompensa en el Reino de los Cielos. Y como somos católicos, creemos en la inmortalidad del alma y que la cosa no se termina para los que mueren en la gracia de Dios, por el contrario, se diría que comienzan a vivir en plenitud puesto que gozarán de la visión beatífica inmediatamente. Y si Dios hace salir el sol sobre buenos y malos y llover sobre justos y pecadores, no deja de tener lógica que muchos justos tengan que soportar calamidades. Un saludo.
—1 Pe 1:6-7
Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios
—Hech 14:22
¿Qué gloria hay en soportar los golpes cuando Uds. han faltado? Pero, si obrando el bien soportan el sufrimiento, eso es cosa bella ante Dios. Pues para esto han sido llamados, ya que Cristo también sufrió por Uds., dejándoles ejemplo para que sigan sus huellas.
—1 Pe 2:20-21
Por supuesto, es una cuestión prudencial y, como casi todas las cuestiones prudenciales, es compleja. Sin embargo, me parece indudable que:
- La mayoría de los gobiernos han establecido limitaciones del culto mucho menos estrictas que las que han ordenado los propios obispos, incluido el caso español. No se puede decir con verdad que "no les haya quedado otra". Solo eso ya es muy llamativo y, a mi entender, no indica nada bueno.
- Siguiendo el criterio del riesgo que da el cura rural de Cuenca, nunca habría habido Misas en Inglaterra tras la reforma o en los dos siglos de persecución en el Imperio Romano, entre otros muchísimos ejemplos, porque, obviamente, asistir a Misa podía causar (y a menudo causaba) la muerte de los fieles. Es evidente que la Misa, para ellos, merecía la pena arriesgarse. Aparentemente, para nosotros no.
- Es asombroso que el cura rural de Cuenca diga que, sí, se podría evitar el contagio si hubiera poca gente y si se pusieran guantes, etc., pero que habían probado y a la gente le costaba cumplir esas normas, así que habían cerrado el culto. Corcho, pues esfuérzate más en que las cumplan. Con este otro criterio, no se haría nunca nada, porque a la gente siempre le cuesta cumplir las normas.
- Si se cierran las iglesias por las posibilidad de contagio, pero uno puede ir a comprar un rollo de papel higiénico aunque exista la misma posibilidad de contagio, la consecuencia inmediata que se saca es que lo verdaderamente importante son las cosas materiales, incluido el papel higiénico, y no la Misa. Casualmente, es lo que ya piensa la inmensa mayoría de la gente (incluidos los católicos) y esto les reafirma en esa creencia.
- Precisamente en caso de calamidad es cuando más necesita la gente ir a la Iglesia y a Misa, confesarse frecuentemente, tener sacerdotes al lado de los enfermos, etc. Debería hacerse lo posible e imposible para que pudieran hacerlo. Y, francamente, no parece ni de lejos que se esté haciendo.
Todo ello con las lógicas matizaciones según los casos, las honrosas excepciones, el reconocimiento de que los sacerdotes suelen hacer lo que les mandan, suponiendo la buena intención subjetiva, reconociendo la debilidad humana común a todos nosotros, etc., pero me temo que no está siendo uno de nuestros momentos más gloriosos.
El libro "De jure belli ac pacis" es del 1625, si no me equivoco. Anterior por lo tanto a los enciclopedistas...
"El libro "De jure belli ac pacis" es del 1625, si no me equivoco. Anterior por lo tanto a los enciclopedistas..."
Claro, pero Grocio no sugería con su frase vivir como si Dios no existiese. Grocio estaba hablando de que la ley natural era conocida por todos los hombres, aunque no supieran que Dios existe.
La moda de vivir como si Dios no existiese comenzó a popularizarse con el deísmo de la Ilustración. De ahí a creer que, en efecto, Dios no existe, había un paso muy pequeño.
- Siguiendo el criterio del riesgo que da el cura rural de Cuenca, nunca habría habido Misas en Inglaterra tras la reforma o en los dos siglos de persecución en el Imperio Romano, entre otros muchísimos ejemplos, porque, obviamente, asistir a Misa podía causar (y a menudo causaba) la muerte de los fieles. Es evidente que la Misa, para ellos, merecía la pena arriesgarse. Aparentemente, para nosotros no.¡BRAVO BRUNO! Haz descripto el cuadro en forma inmejorable. Y las posibilidades de contagio en un supermercado (el virus puede sobrevivir varias horas sobre una superficie porosa y hasta un par de días en superficies no porosas, con lo que el contagio indirecto se torna una posibilidad no tan lejana) son mayores que en una Iglesia. Se olvidado aquello de "No de pan sólo vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Y es muy triste que muchos que se dicen católicos (como el caso del sacerdote de Cuenca), no vean esto que está tan claro.
- Si se cierran las iglesias por las posibilidad de contagio, pero uno puede ir a comprar un rollo de papel higiénico aunque exista la misma posibilidad de contagio, la consecuencia inmediata que se saca es que lo verdaderamente importante son las cosas materiales, incluido el papel higiénico, y no la Misa. Casualmente, es lo que ya piensa la inmensa mayoría de la gente (incluidos los católicos) y esto les reafirma en esa creencia.
- Precisamente en caso de calamidad es cuando más necesita la gente ir a la Iglesia y a Misa, confesarse frecuentemente, tener sacerdotes al lado de los enfermos, etc. Debería hacerse lo posible e imposible para que pudieran hacerlo. Y, francamente, no parece ni de lejos que se esté haciendo.
Gracias por tus argumentos. Mi impresión es que:
- No tiene sentido decir que, si el riesgo está motivado por la persecución, entonces sí que conviene que haya Misa pero si el riesgo está motivado por una epidemia no conviene que la haya. Que el obstáculo esté motivado o no por la persecución no afecta a lo que nosotros debamos hacer, lo que nos beneficia o lo que necesitemos.
- En cuanto a que va a durar menos, los curas que entraban ocultamente en Inglaterra no sabían cuanto iba a durar aquel lío (y nosotros tampoco sabemos lo que va a durar el nuestro; ¿y si esto se repite en octubre, como dicen varios médicos? ¿Y si se hace crónico y permanente?). En cualquier caso, para la gente que se muera este mes o para el cura que moría torturado en Inglaterra, da igual que luego haya más meses de epidemia/persecución o no.
- Como sabrás, seguir la Misa por televisión o Internet es exactamente lo mismo que leer en un libro las oraciones de la Misa (cosa que podían hacer también los ingleses). No es ir a Misa, igual que uno no se puede confesar por teléfono. La televisión no cambia en nada la situación.
- Dices que no es fácil tratar de convencer a un anciano de algo, pero eso, con todo el respeto, suena a excusa, porque el hecho de que algo no sea fácil solo supone que hay que esforzarse en ello. Tampoco es fácil levantar todos los días a los niños para que vayan al colegio y aun así lo hago. Cada uno tiene que esforzarse en cumplir su deber. Decir que cuesta es una excusa.
- Dices que "una cosa es arriesgar tu propia vida y otra poner en riesgo la de personas que no son conscientes del riesgo que corren", pero, si lo piensas, verás que esa afirmación es engañosa, porque a) los que vamos a Misa ya somos mayorcitos y no es oportuno tratarnos como si fuéramos niños, y b) igualmente las Misas de Inglaterra o del Imperio Romano ocasionaban un riesgo a los fieles.
- Por otro lado, has prescindido de tres argumentos muy claros que he dado anteriormente: que nadie les ha obligado a hacer esto, que la impresión inevitable es que ir a Misa no es importante y que precisamente cuando hay una calamidad es cuando más necesario es ir a Misa.
- Y, si quieres otro argumento, es muy significativo que la Iglesia siempre ha incrementado las Misas, rogativas y oraciones públicas durante las epidemias, a pesar de saber que existía el riesgo de contagio. ¿Por qué ahora, de pronto, hay que hacer lo contrario? Entiendo tomar todas las precauciones razonables, pero suspender el culto público me parece una barbaridad.
He hablado ya de este tema con varias personas, pero, francamente, no he encontrado aún nada que justifique lo que se está haciendo. Lo habrán hecho con buena intención (y en gran parte siguiendo el ejemplo de Roma), pero a mi juicio ha sido un grandísimo error.
Saludos.
Además, no nos quedamos sin Misa (que podemos seguir por televisión o Internet).Pues no es tan así; lee el artículo del Padre Aberasturi (el último); muy esclarecedor al respecto.
Morir por Cristo, sí. Ir a Misa si un gobierno anti-Católico la prohibiera, también. Arriesgar la vida del prójimo para parecer valiente (como dijo el P. Francisco José Delgado), no.Pues el mismo artículo del Padre Aberasturi responde a esta cuestión que te haces. Los primeros cristianos (en los tiempos de persecuciones), por ir a misa, no se arriesgaban solo ellos a perder la vida, sino también arriesgaban la de sus familias. Y no te estás arriesgando para parecer valiente, te estás arriesgando para cumplir con aquello que mandó Cristo: "Haced esto en conmemoración mía". El Señor fue imperativo, no fue condicional, no dijo: "Haced esto en conmemoración mía, excepto que..." Todos vamos a morir (por el coronavirus o lo que sea) y si por cumplir con lo que mandó el Señor, te toca partir de esta vida, bien por ti que cuando Él te llamó te encontró obrando como mandó. Entrarás directo al Paraíso y empezarás a gozar de la visión beatífica inmediatamente (supongo que como católico crees en la inmortalidad del alma).
Ahora bien, entender que esta peste moderna es fruto de la decisión divina de castigarnos es algo que yo no podría afirmar ni siquiera como hipótesis. Uno es limitado: no puede entrar, aunque quisiera, en la mente de Dios. Desde una perspectiva cristiana, quizá sea menos arriesgado aventurar que son nuestros propios errores en la construcción de esta ficción lo que lo ha hecho posible. Un globalización sin Dios, basada en la mentira y el pecado como virtud, conduce a todo tipo de pestes. Esta es una de ellas; otras tantas que este sistema ha producido son las que tú, Bruno, has enumerado antes y que todos conocemos (aborto, divorcio, eutanasia, homosexualismo, anticoncepción...).
Dios, digámoslo así, nos habría dejado caer, habría permitido que nuestras contradicciones nos salpicaran (¡y de qué modo!) a la cara. Simplemente dejándonos al viento de nuestra propia dinámica perversa, esta peste va de suyo. Creo que es fruto de nuestros actos lo que nos está ocurriendo. Una voluntad divina explícita de castigo no es necesaria. Dicho castizamente: llevamos en el pecado, la penitencia.
No he querido insinuar tal cosa. En ambas situaciones debe de seguir celebrándose Misa. Lo que cambia es la prudencia de que asista el pueblo. Espero no tener que explicar la diferencia.
Le concedo que, efectivamente, no podemos estar seguros de que no vaya a durar más. Sin embargo, aunque la situación se prolongase más en el tiempo, es improbable que dure más que los años que reinó Isabel I de Inglaterra.
Bueno, en una televisión se puede al menos ver al Santísimo.
Una cosa es tener que lidiar con un hijo, al que puedes castigar, que con un adulto con el que no existe ningún poder de coacción, y más si eres más joven. Por otra parte, creo que es un poco precipitado asumir que no ha hecho el cura todo lo que podía.
Bien, es que no me refiero a personas de su edad ni de la mía, ni con suficiente sentido común (si este existiera, no tendríamos a Sánchez de presidente). Le he puesto un ejemplo de "inconsciencia". Respecto a su segunda afirmación, no veo cómo se puede comparar una situación en la que se te persigue a una en la que se arriesga uno a expandir una enfermedad. El Señor dijo "benditos cuando os persigan por mi nombre", no "cuando os mate un virus".
Francamente, teniendo en cuenta que las medidas adoptadas por el desGobierno son insuficientes, no comprendo el argumento de que nadie haya obligado a los obispos. Yo no tengo la impresión de que ir a Misa no sea importante porque se haya suprimido el culto público. Por el contrario, el no poder ir hace que note más agudamente cuan necesaria es. En cuanto al tercer argumento, ¿es que la Misa es menos válida si no hay fieles presentes?
Ahora bien, entender que esta peste moderna es fruto de la decisión divina de castigarnos es algo que yo no podría afirmar ni siquiera como hipótesis.Probablemente este libro de José Miguel Arráiz (colaborador de infocatólica), con abundantes citas de las Escrituras, de los Padres de la Iglesia, de teólogos y doctores de la Iglesia (Santo Tomás de Aquino no podía faltar, está presente junto a otras luminarias), de Papas, pueda proporcionarte mayores elementos de juicio. Es un librito de 100 páginas en donde se receptan los argumentos de aquellos que defienden la idea de que Dios no puede castigar y se los refutan con base a lo que dice la Biblia, la Tradición y el Magisterio.
apologeticacatolica.org/Descargas/Dios_Castiga.pdf
En cuanto al tema en sí, lo que he dicho es un simple hecho objetivo: en otras epidemias de la historia, mucho más graves, junto a cada enfermo había un sacerdote o un religioso y constantemente se organizaban Misas, procesiones y rogatorias para pedir el fin de la epidemia. En esta, en general, no.
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Con este epatante párrafo me confirmas mi anterior comentario.
Así que tus apreciaciones sin más dato que tus sensaciones y, digámoslo claro, tus más arraigados y recalcitrantes prejuicios, son hechos objetivos.
Qué valor, Bruno.
Fíjate que yo tengo las sensaciones contrarias.
¿Sabes qué pasa? Que no es requisito indispensable para validar las conversiones comunicártelas a ti por whatsapp.
A mí me ha llegado noticia de alguna. Vete tú a saber si son ciertas o no. Puede que haya muchas más. O ninguna.
Los prejuicios de los infocatólicos no son la medida de la realidad. De hecho, mi impresión (que no tiene ningún valor, ninguno, como las vuestras) es que cuando la realidad no coincide con ideas preconcebidas por la opinión dominante en este portal, ¡tanto peor para la realidad!
Como comprenderá, las blasfemias y los insultos horrorosos están de más. Sin un mínimo de educación no puede comentar aquí.
"Los prejuicios de los infocatólicos no son la medida de la realidad. De hecho, mi impresión (que no tiene ningún valor, ninguno, como las vuestras) es que cuando la realidad no coincide con ideas preconcebidas por la opinión dominante en este portal, ¡tanto peor para la realidad!"
Ojalá tengas razón, me encantaría.
Yo no tengo esa percepción.
Que la Aurora de María habra nuestras inteligencias y corazones, y demos la respuesta de CONVERSIÓN que el Señor espera de nosotros.
Me congratula y me edifica leerte.
Keparoff: ni vuelvo ni dejo de volver. Leo Infocatólica a diario pero solo comento ocasionalmente. Para sumarme a la mainstream del espíritu Infocatólico (que en el 90% de los temas en los que cabe controversia es más político que religioso) no voy a escribir.
No pretendo aplicar la formidable cita a la situación actual pero sí me ha resuelto una duda:
Cuando ocurra, que llegará inexorablemente pues la Escritura no yerra, no habrá necesidad de que las autoridades civiles de una democracia occidental del siglo XXI, se "manchen" en semejante liberticidio de cara a la galería. Podrían ocuparse perfectamente de ello las eclesiásticas resolviéndoles tan fea papeleta, aunque sea el impedimento para que aterrice por aquí el mismísimo Anticristo..
El valor de una Misa vale más que un puñadito de años más de vida terrenal. Sin ella se enfría el mundo, monseñores.
Yo solo soy un viejo docente que de gruesa teología no se nada, pero así no es el Dios que me enseñó mi madre. Ni el que redescubro cada tarde al desgranar el rosario de la Misericordia. Dios corrige a quien ama, pero lo hace ordenando el mal que nosotros nos infligimos, para nuestro bien. Y estoy seguro que se compadece de cada hogar donde hoy se llora a un ser querido, como lloró por el hijo de la viuda y por Lázaro.
En vez de tanto teorizar sobre el dolor palpable, nos aboquemos a las obras de Misericordia en los Cristos sufrientes, que este es el tiempo propicio.
Y que es en esto, donde todos seremos juzgados.
Saludos cordiales.
//www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=37195
Patxi Bronchalo enfermó.
//twitter.com/antoniomariamcr/status/1240417162042511361
Habrá sacerdotes que no hagan nada aún pudiendo (uno que viva con sus padres ancianos o que esté enfermo no puede, por ejemplo). Pero otros sí que hacen.
Antes de responderle, sólo quisiera recordarle una mínima regla de cortesía que usted parece ignorar, algo extraño dada su amplia cultura y su sin duda preclara inteligencia. Si yo le trato de usted, y no le he dado la confianza de que me tutee, no lo haga. Me da un poco de vergüenza ajena recordar esto, y más a un hispanoamericano donde el tuteo es inexistente (los argentinos mantienen incluso la forma arcaica de tratamiento del voseo que, en su tierra, significa más un trato familiar que reverencial, que era el uso antiguo en España).
Entrando ya en el tema, por supuesto que el castigo divino es una acción y una decisión que Dios en su infinita libertad y poder puede tomar en cualquier momento. Su bondad y justicia, igualmente infinitas, siempre lo haría de forma pertinente y adecuada al mal a combatir: el alejamiento del hombre a su misericordia. Si quisiera, podría fulminar no sólo al género humano, sino al Universo entero antes de darme tiempo a acabar esta frase. Yo no discuto esto.
No sé cuántas lecturas tiene sobre teoría del conocimiento, sobre gnoseología o, sobre epistemología. Busque referencias en su segura amplia biblioteca, o tal vez si me quiere contestar deprisa, en la Wiki, y encontrará un viejo principio que se le suele denominar de varias formas. El nombre es lo de menos, lo importante es lo que señala: ante un fenómeno natural ante el que caben varias hipótesis explicativas, la investigación causal debe dirigirse hacia la explicación más sencilla. Seguro que lo conoce, ¿verdad? De este principio epistemológico, las ciencias naturales hacen un uso exhaustivo y sistemático. Es más, estoy seguro de que los científicos que están investigando este maldito virus priorizan sus investigaciones de este modo.
Ya imagino su rápida y enjundiosa respuesta: pero la Teología no es una ciencia natural. Sin duda, pero conocer formalmente, en la medida de nuestras posibilidades, al "objeto" Dios no exime de la sensatez, aunque sea el objeto más impenetrable y excepcional de cuantos la mente humana ha enfrentado. Se dice con razón de la vastísima teología de santo Tomás de Aquino que es el pensamiento del sentido común.
Pero resulta que una pandemia vírica es un fenómeno natural, perfectamente explicable por causas racionales y empíricamente comprobables por el grado actual de nuestro desarrollo científico. De hecho, con toda seguridad, probablemente más temprano que tarde, se conocerá al detalle los mecanismos biológicos de este virus.
¿Que Dios puede ser el agente causal último de esta pandemia? Sin duda. Pero eso nunca lo podremos llegar a saber, pues esa causa nos resulta racionalmente imposible de verificar. Es, pues, cuestión de fe. Sabiendo que Dios puede castigarnos cuando quiera, como quiera y cuanto quiera, permítame que en esta situación prefiera optar por el viejo principio epistemológico de la economía de recursos en la naturaleza, principio de amplísima aplicación en las ciencias empíricas, pero también en las ciencias económicas e incluso en las ciencias humanas. No hay mejor escritor que aquel que consigue expresar una idea, por compleja que sea, con el menor número de palabras y con la estructura gramatical más sencilla. Dicen (no sé si es verdad) que los niños en Alemania aprenden o aprendían gramática con Goethe y con Kafka porque sus textos mostraban la elegancia de la precisión y la claridad: sujeto, verbo y predicado. Mire usted por dónde siempre asoma ese viejo principio de la economía de recursos.
Saludos cordiales.
Al parecer, según las estadísticas, cada diez o quince años aparece un nuevo virus muy agresivo y desconocido. Basta con que la próxima mutación vírica posea una letalidad del 50% y no del 3% como este, para que vivamos situaciones verdaderamente apocalípticas, con millones de muertos en cada país en todo el planeta. Este mundo sin Dios y este hombre abandonado a su soberbia no lo resistiría.
Nos imaginamos el fin de los tiempos con grandes prodigios naturales: tempestades desconocidas, terremotos inimaginables por su potencia destructiva, etc. Y resulta que lo que nos va a aniquilar será el ente biológico más elemental que existe. Es tan elemental que apenas puede considerarse como ser vivo, pues no pasa de ser una membrana proteica que rodea una ínfima porción de ácido nucléico. Resulta que el ente estructuralmente más elemental es el que va a liquidar el endiosamiento de la criatura más evolucionada de la Creación. Toda una lección, esta sí, teológica.
Te ruego que no tomes como una falta de respeto el que te tutee cuando te escribo (siéntete libre de hacerlo tú también), que no tomemos cualquier intercambio de comentarios como ataques a título personal, defiende ardorosamente tus argumentos, ataca con mayor ardor a los míos, que lo que en definitiva buscamos es que reluzca la verdad. Y si yo estoy equivocado y tus argumentos me lo hacen ver, enohorabuena, no podría estarte más agradecido. Y si se da a la inversa, supongo que lo mismo ocurrirá contigo porque la verdad fue servida.
Habiendo dicho eso, bien, de acuerdo, no niegas que puede darse un castigo divino, no niegas la posibilidad del castigo divino, solo que en esta circunstancia, no estás seguro si lo que está ocurriendo se debe más que a la intervención divina, "a que estamos comiendo el fruto de nuestras manos".
Sí. También es otra forma de verlo y válida. Sí, puedo concordar con eso. Lo que yo digo (y también lo hace notar Bruno en su artículo), es que el hecho de que Dios no nos libre de nuestra propia imprudencia (o como quieras llamarle), YA ES un castigo divino. Todo esto que pasa, no está pasando ajeno a la mirada de Dios, Dios lo sabe. Cristo mismo nos lo dijo: todos nuestros cabellos están contados, ningún pajarito cae a tierra sin que medie la voluntad de Dios. Y si es así (y no puede ser de otra forma) todos los que se están "yendo", lo hacen porque Dios lo ha querido (y como católicos sabemos que la vida no se termina aquí, que el alma es inmortal, y que por lo tanto la muerte del cuerpo no nos debe dar pánico). Y lo ha querido precisamente para que nos diéramos cuenta de lo que dijiste en otro de tus comentarios:
Este mundo sin Dios y este hombre abandonado a su soberbia no lo resistiría.Claro que es así. Este es un tirón de orejas del Altísimo para que veamos que si no cambiamos, nos va a ir peor (como le dijo el Señor cuando curó al paralítico: no peques más para que no te venga algo peor).
Ahora, ¿por qué yo enfatizo en el aspecto del castigo divino? No es que lo que tú dices, que estamos cosechando lo que sembramos está mal o no puede ser así; sí, estamos cosechando lo que sembramos, pero si vemos detrás de eso la mano de Dios (de dejarnos que nos golpeemos), entonces es más probable que rectifiquemos nuestros caminos, que si no vemos ESA mano. Si todo "es natural", si nada es sobrenatural, si Dios no tiene nada que ver, ¿por qué cambiar si no lo estoy molestando? ¿Cómo nos puede hacer saber Dios que no está a gusto con nuestra conducta? En Apocalipsis 2:19-23 nos los dice claramente. En mi opinión, creo que el mundo NO verá ESA mano y que nos sobrevendrán cosas peores (de hecho, sabemos que la gran tribulación habrá de acontecer si o sí y es el castigo final de Dios por la aceptación del anticristo por parte del mundo).
Por tanto, si cae una plaga sobre la humanidad, estaba eternamente prevista en la Inteligencia divina y contaba con el "visto bueno", digamos por ahora, de la Voluntad divina desde la Eternidad.
No puede ser de otra manera. Sobre si es permisión o querer, si Dios la envía directamente o no, es importante, pero secundario: el hecho es que no puede no ser, en esas condiciones, un castigo, precisamente porque un mal tan grande sólo se puede entender a la luz de una culpa proporcionada.
Sí, también hay la posibilidad de que sea una prueba que Dios envía a sus santos, pero mirando el panorama actual del mundo y de la Iglesia, es obvio que no es solamente eso, sino también un castigo.
Y el castigo no es solamente permitido por Dios, es querido directamente por Él, porque el castigo, a diferencia del pecado, no es un mal, sino un bien, no es una injusticia, sino el restablecimiento de la justicia mediante la pena.
En esta vida, además, tiene un sentido medicinal: buscar nuestra conversión. ¿Necesita conversión el mundo actual? ¿Presta suficiente atención a las palabras, para que no sea necesaria otra cosa? Cuando Dios castiga temporalmente, es para no tener que castigar eternamente.
Saludos cordiales.
1. tr. Causar gran admiración o extrañeza a alguien. U. t. c. prnl. Me asombré DE sus proezas.
2. tr. Causar susto a alguien. U. t. c. prnl.
¿Por qué, siendo Dios omnisciente, le iba a causar gran admiración o extrañeza su obra?
Pero solo eran dos semanas.
Termiando la primera, fueron otras dos. Un mes. ¿Habrá otro más?
Tengo la sensación de que toda la discrepancia ha partido de esa primera periodización. La segunda quincena de marzo suponía nada más que cuatro días de precepto sin misa. Pasarían pronto. Pero nada menos que el Triduo Pascual se ha venido a sumar a la sequía, inesperadamente o no tanto.
Pienso que ahí está la explicación de todo. Un período prolongado de limitación de movimientos, que no fue el caso al principio sino después, habría hecho reconsiderar medidas. Misas diferenciadas por sectores de la Parroquia, para familias, para mayores, fomento de la visita al Santísimo... O qué menos que lo que algunos tanto estamos echando en falta y hemos visto en Italia: recorrido de la Custodia por nuestras calles. Pero garantía de ir a misa, insisto, tendríamos unos y otros desde el principio si la duración no se nos hubiera antojado tan corta.
Con las necesarias precauciones, me estoy refiriendo, como es lógico.
Dios no ignora nada, al contrario, conociéndose perfectamente a Sí mismo, que es la Causa Primera, conoce no solamente todas las cosas, sino también la causa de todas ellas.
Por tanto, es absolutamente imposible que Dios se asombre.
Saludos cordiales.
En efecto, si Dios es Omnipotente, no puede haber nada que no dependa de Él, porque si lo hubiese, podría suceder contrariamente a la Voluntad divina, y Dios no sería Omnipotente.
Aquí la navaja de Ockham podría formularse así: hay que postular todos los entes que sean necesarios para evitar la contradicción - ni uno más.
Así entendida, también es la navaja de Santo Tomás de Aquino. Las diferencias van por otro lado, por el tema de los universales.
Y si un mal de estas características forma parte del Plan eterno de Dios, es claro que lo hace a título de castigo temporal.
De lo contrario sería una verdadera crueldad, una maldad gratuita, al faltar el elemento de justa pena por una culpa.
Saludos cordiales.
"Si yo cierro los cielos para que no haya lluvia, y si mando a la langosta que consuma la tierra, o si envío pestilencia a mi pueblo; si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra." 2 Crónicas 7, 13-14.
Acabo de enterarme del fallecimiento de una persona conocida y de la gravedad de su hermano. Veo angustia en las gentes y en mí también pues vemos como la muerte se acerca y nos rodea...
Pero como dice la Palabra de Dios, si queremos que el Señor nos escuche, si queremos que se termine esta congoja, es necesario que reconozcamos nuestras culpas y pidamos perdón a Dios por ellas. Individualmente y cómo miembros de una Iglesia, cada uno según su responsabilidad. No veo que esto se esté haciendo, ni siquiera que se contemple y me da mucha pena. En general se está rezando mucho por el fin de esta peste, pero muy poco por nuestra conversión. Y así no vamos a ninguna parte, solo hacemos ruido.
Gracias por este post, no dejen de insistir en ello, es demasiado grave lo que está pasando y estoy segura que Dios no quiere algo así para sus hijos, aunque lo permita por nuestra impiedad.
Un saludo. Que la Virgen Milagrosa nos proteja.
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