Pedir y dar gracias
Hace unos días, escuché en una homilía una imagen que me gustó. Hablando de la oración, el sacerdote decía que, para un cristiano, rezar debe ser como respirar. Igual que uno no deja nunca de respirar, tampoco debe dejar nunca de orar. Orad siempre, sin interrupción, nos dice San Pablo. Y San Gregorio de Nisa afirmaba que hay que acordarse de Dios aún más que de respirar.
Ahondando en la imagen de la respiración, el sacerdote decía que la inspiración y la espiración eran como la oración de petición y la acción de gracias. Del mismo modo que es imposible limitarse solo a tomar aire o pretender espirar únicamente, el cristiano constantemente debe estar pidiendo cosas al Señor y dándole gracias por todo lo recibido. Ambas cosas. Es la única forma de mantener viva la fe.
Me pareció una imagen muy sencilla y a la vez muy profunda, válida para un niño y para un teólogo. Bueno, siempre que sea un buen teólogo, claro. ¡Qué diferencia con las disquisiciones de pensadores como Torres Queiruga que niegan la importancia y el carácter cristiano de la oración de petición (porque, según ellos, “no es coherente con el Dios revelado en Jesús”)! A diferencia de la imagen de la respiración que daba el buen sacerdote, esas disquisiciones tienen apariencia de profundidad, pero en realidad son superficiales y artificiosas.
Al pensar en este tema, he releído lo que dice Queiruga en su famoso texto sobre la oración de petición, en el que afirma que hay que acabar con ella, porque se ha producido un “cambio de paradigma”. Según parece, lo que Jesús enseñó sobre la oración de petición en buena parte es añadido espurio de los evangelistas. Otras frases sobre la oración de petición sí que las dijo (como “pedid y recibiréis”), pero en realidad no las decía en serio (como bien sabe Queiruga, gracias a su don de cardiognosis) o no sabía expresarse tan bien como nosotros, que contamos con la ventaja del estructuralismo filosófico y las “técnicas publicitarias”. Por supuesto, lo que afirma el Antiguo Testamento sobre el tema no hay que tenerlo en cuenta, porque está superado. Y lo que ha enseñado la Iglesia durante milenios (incluido el Nuevo Testamento), lo que han vivido los santos y la práctica de la liturgia simplemente son cosas del pasado, que “ofendían a Dios”, “nos dañaban” y ya no tienen sentido.
Seguro que el pobre Queiruga dice todo eso con buena intención y convencido de que es un gran avance teológico, pero no por ello deja de ser un disparate. Ni siquiera creo que merezca la pena ir respondiendo punto por punto a todos los sofismas, presupuestos ocultos, falta de lógica, confianza ingenua en las modas del momento y aparente desconocimiento total de cómo se interpreta la Escritura en la Iglesia. No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que, sea lo que sea lo que está diciendo sobre este tema, no es catolicismo. En fin, son los problemas de confundir el espíritu del mundo con el Espíritu de Dios.
Qué gozo, en cambio, hacerse como niños que confían en la Iglesia y en la enseñanza recibida de ella. Qué alegría poder pedírselo todo a nuestro Padre, sabiendo que nos escucha y no se cansa nunca de escucharnos. Qué maravilla poder rezar unos por otros, vivos y difuntos, sabiendo que la oración es todopoderosa para el bien. Qué fantástico darle gracias por todo lo que nos ha dado. Qué estupendo, en fin, poder respirar a pleno pulmón, pidiendo y agradeciendo constantemente cosas a Dios.
22 comentarios
No es ni lo uno ni lo otro, son ambos. El Padre Nuestro y el Ave María tiene ambas.
Gracias Bruno.
La paz
Si a los hombres mas vale darles que pedirles y molestarles,Dios se molesta si no le pedimos porque no tendremos nada valioso que darles.
Como dice San Juan Crisostomo,Dios quiere hacerse deudor de nosotros,de lo que EL mismo nos ha regalado.
La oracion de peticion,es como una cuerda que EL mismo nos tira,para que subamos.
La Paz de Cristo.
pd;Solo un corazon petrificado por haber vuelto la vista al pecado,puede dejar de pedir a Dios,sus pasiones le piden otra cosa.
Respecto al post, al leer lo que hace Torres Queiruga no he podido evitar recordar otro gran ejemplo de crítica textual:
[http]://youtu.be/AaO1FzE6J9I
Un saludo y feliz día.
José Manuel Genovés
Yo, como buen tímido, la oración la vivo como un estado de apertura. Buscando una comparación, diría que es como un abrazo, en el que uno a la vez que abraza es abrazado; a la vez que da calor, lo recibe. Uno pide o busca abrazar, y agradece ser abrazado. Hay tantas bellas metáforas para la oración: como diálogo con el amigo o el amado, como la experiencia de fusión con la naturaleza, como contemplación de la belleza que te transfigura... En definitiva, la oración, siendo un acto de fe, es ante todo un acto de amor.
Y al Amor le pedimos, le adoramos y le damos las gracias.
la sencillez de estas comparaciones tiene mucha profundidad y es entendida por todos, como las parábolas.
Respiremos... y no nos olvidemos de respirar unos por otros.
Dice que las peticiones tradicionales a Dios por las diversas necesidades, de las que está llena la liturgia, "objetivamente lo ofenden a él y subjetivamente nos dañan a nosotros" y "no es sano para nosotros ni honesto para con Dios mantener ese tipo de fórmulas". ¿Por qué? Porque, por ejemplo después de pedir para que se solucione el hambre en Etiopía, "la lógica más elemental concluye que si después de eso en Etiopía sigue habiendo hambre, es porque Dios ni ha escuchado ni ha tenido piedad".
En cambio, propone Queiruga, "si se trata del hambre en Etiopía, nuestra oración hablará de solidaridad, de deseo de soluciones, de unirnos tomando alguna iniciativa posible..."
Para ello, hay que hacer una "una revisión de todo el acervo devoto y litúrgico de la petición tradicional".
En fin, todos viviendo en la ignorancia durante cuatro milenios, hasta que por fin llegó Queiruga a decirnos que éramos tontos y estábamos ofendiendo a Dios con nuestras peticiones. ¡Hay que fastidiarse!
-Y visto y leído allí donde dice: "Vi un Cielo nuevo y una Tierra nueva, porque el primer cielo y la primera Tierra habían desaparecido, y el mar no existía ya" (Ap.21,1) Entendí, por lo menos, que tanto Él como yo en este asunto estamos de acuerdo.
El beato Newman decía que mil dificultades no hacen una duda: el progre no está de acuerdo.
En el caso del ejemplo de Etiopía: es cierto que el hecho de que rezar muchas veces no rinda frutos visibles es una dificultad. Dificultad que no es nueva, que es tan vieja como fe, y que ha sido abordada por la Tradición desde el inicio. Dificultad que no debe ser eludida, pero que tampoco puede abordarse en forma adánica, como si recién la descubriera, "con la lógica más elemental" como dice Queiruga. El progre se rinde ante esta dificultad, y sin buscar la respuesta en la tradición doctrinaria descarta de un plumazo la praxis y la tradición litúrgica, y produce una mutación ideológica en el paradigma cristiano.
Así en todo. El progresismo cristiano es la rendición ante el progresismo secular.
Yo no estoy de acuerdo con Torres Queiruga en esto de la oración de petición pues el "pedid y recibiréis" es muy claro. Lo que siempre se me ha dicho es que Dios responde de una forma o de otra y así lo creo, pues siempre el "Espíritu" viene en nuestra ayuda en la oración.
Si la oración de petición esperara soluciones mágicas y milagros gratuitos entonces la crítica de TQ tendría algún fundamento, pero en la oración de petición nos concienciamos de lo que de verdad es necesario y lo que no, de las necesidades del prójimo y nuestra obligación de ser las manos de Dios, pues el actúa a través nuestra, en nuestras conciencias. Pedir por el hambre de Etiopía no es un modo de acallar la conciencia pensando que otro tiene que solucionarlo, sino un modo de ponernos en manos de Dios pidiendo que nos dé generosidad e ideas para remediar ese hambre. Nos dijo Jesús " venid a mí...porque tuve hambre y me disteis de comer"
Además, como dijo un protestante premio nobel de la paz: "yo soy el recipiente, la bebida es de Dios y Dios es el sediento."
Y este milagro sólo se produce por la fe. La oración de petición y de acción de gracias nos conciencia de que todo lo recibimos de Dios, empezando por el amor con el que amamos al prójimo.
En cuanto a las plegarias atendidas y las no atendidas, es un misterio que no se puede despachar en un párrafo. Creo que toma toda la vida y la siguiente entenderlo. Pero mil dificultades no hacen una duda. Nunc vidimus per speculum in aenigmate.
La imagen del ritmo respiratorio de inhalaciones y espiraciones es muy feliz sin duda (en la misma línea del diástole y sístole cardíaco, de santa Teresita). No obstante me permito agregar un grano de sal: de algún modo tanto la súplica como la gratitud conforman conjuntamente la instancia espiracional. Son dos fases del mismo output. Pero el input es otra cosa: es la inhalación del Logos con el que se pretende el Dia-Logos. Es casi inevitable terminar fibrilando el ventrículo si el pulso oracional no marca el paso de la ESCUCHA de Dios y nuestras RESPUESTAS (en súplicas, alabanzas y gratitudes). Es cierto que la soberbia se manifiesta en el hombre incapaz de agradecer, no menos que en el incapaz de pedir. Pero el más tremendo síndrome de abstinencia de soberbia se vé cuando uno le deprime por completo la dosis de emisión oracional y le estimula la receptividad. Mientras el yo sea sujeto activo de plegaria (pidiendo, agradeciendo o construyendo el discurso que fuere) la adicción yoísta pervive. Mientras no le quiten el rol protagónico, no le importa mucho cuál sea el personaje a asumir. Intercalará preces y laudaciones muy contento de no salirse del centro iluminado de la escena. Claro que termina haciendo un bruto infarto de miocardio.
Inhalar la Palabra sigue siendo la aspirineta diaria que evita toda isquemia oracional. Nos saca del centro y le devuelve el protagonismo al Dios-que-habla. Mientras haya monólogo (aunque sea un monólogo sobre el diálogo, como se le criticaba a Rahner)hay riesgo. Abierto el diálogo, "aspiro hondamente" al decir del salmista, y rompo el espiral asmático.-
Pero no entiendo lo de la "adición yoísta" en la emisión -igual podría haber "adición yoísta" en la supuesta recepción, pues hay muchos que creen escuchar a Dios y sólo se escuchan a sí mismos llenos de interferencias. O vacíos mentales a los que se llama Dios y sólo son vacíos yoistas, habilidad para la manipulación de las ondas cerebrales.
Es porque hemos escuchado la palabra de Dios: "pedid y recibiréis", por lo que agradecidos, nos atrevemos a pedir sencillamente, con la certeza de que Dios así lo quiere. El protagonismo es de Dios no nuestro. La petición y el agradecimiento no son un papel que representar, sino una actitud sincera que surge de la presencia de Dios en nuestra vida, de nuestra escucha previa y de nuestra confianza en su respuesta, que nos invita a seguir receptivos a Dios en todas las circunstancias.
O por lo menos, yo así lo entiendo.
"-Yo pido a Dios que puesto que este mundo marcha muy mal y Él no se decide a arreglarlo; Que lo destruya pues, y que haga otro nuevo acorde a su Ley. Ley ésta que es que a mi me
gusta.
-Y visto y leído allí donde dice: "Vi un Cielo nuevo y una Tierra nueva, porque el primer cielo y la primera Tierra habían desaparecido, y el mar no existía ya" (Ap.21,1) Entendí, por lo menos, que tanto Él como yo en este asunto estamos de acuerdo".
¿WHAT?
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