Aquel día con los payasos de la tele
En la vida existen días de suerte. Aquella primavera la tuve por casualidad. Un amigo había conseguido una invitación para acudir con sus hijos al espectáculo protagonizado por los payasos de la tele. Nos largamos hasta Madrid.
La experiencia fue inolvidable. Los niños disfrutaron como enanos. Los mayores ocupamos una jornada muy positiva. Así se lo dejé plasmado conversando con Emilio Aragón, “Miliki”, quien hoy yace por la muerte a los 83 años.
Los dones encontrados aquel día fueron muchos. Recuerdo éstos:
1.- La multitud de niños allí congregados estaban embelesados por aquellos payasos en su programa “Había una vez un circo”. Cantaban a coro, reían con ganas, echaban algunas lágrimas por sus mejillas, olvidaban sus caprichos infantiles.
Eran unos niños sin pasar por los comecocos de los videojuegos que no habían nacido. Ni tampoco estaban miopes de topar sus ojos con la pantalla de los ordenadores.
2.- Los payasos eran unos artistas consumados y prestigiosos. Dominaban la escena, se movían con un ritual muy ensayado, aprovechaban los silencios con maestría, cantaban con armonía invitando a los niños a corear, sus bromas y payasadas eran blancas, no herían las conciencias, no soltaban exabruptos ni tacos.
Eran unos profesionales del trato masivo con niños. No necesitaban hacer un humor pegando palos a las personas ni a las instituciones de la sociedad. Eran unos payasos en un circo de la alegría de vivir.
3.- En un momento pude hablar unos diez minutos con “Miliki”, que hoy esta muerto. Su mirada sonriente, su continuo movimiento de brazos y piernas, sus carcajadas limpias, su gran personalidad me cautivaron.
Encontré a un hombre jovial y dispuesto a vivir siempre. Admiré en él su visión de Dios y de su Providencia. Años después conocí cómo su hija tenía una gran vida espiritual.
Conclusión
Cuando “Miliki” ya no está entre nosotros es el momento de valorar aquel humor tierno y educativo que supieron inyectar en los niños de aquellos años.
Eduardo y Blanca, los hijos del amigo que me invitó, hoy son un responsable padre de tres criaturas y una madre sensata y educadora en el colegio donde trabaja.
A ellos y a todos aquellos niños, hoy adultos, les dedico este post, rogando que elevemos una oración al Señor por el eterno descanso del alma de “Miliki”, un payaso que supo hacer muy felices a la infancia de la España de entonces.
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Tomás de la Torre Lendínez
8 comentarios
D.e.p
Un abrazo,don Tomás.
Pues uno de los otros payasos, que no recuerdo si era Miliki, se prestó a ser curado, ya que, en sus propias palabras, podía mover el dedo pulgar hacia adelante, pero no hacia atrás. Mete el dedito y... ¡ñac! mordisco al canto.
Tengo entendido que las bofetadas de los payasos son disimuladas, pero ¿qué pasa con los mordiscos?
La verdad es que me han encendido un poco vuestros comentarios.
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