Forma y fondo de “El Apátrida”
Durante varios días leo, escucho y veo escenas de unos “indignados” que ocupan varios sitios de España, aunque el foco central está en la Puerta del Sol de Madrid. Los comentarios y opiniones sobre este asunto son muy variados. Mi opinión es que deberían haber empezado antes, e instalarse en el palacio de La Moncloa.
Toda la historia de España está llena de personas “indignadas”. Hoy presento una novela singular, escrita por el periodista Javier López López, nacido en Villanueva del Arzobispo, en 1963, hoy es corresponsal del Diario ABC en Jaén y Almería. Ha trabajado y colaborado con varios medios de comunicación social de esta ciudad. El título de la obra es El Apátrida. Está prologada por Manuel Mateo Pérez y editada por Editorial Enfoques Educativos en abril de este año.
Confieso que la novela subyuga por varios motivos. El primero es su lenguaje. Es la manera de escribir de mi amigo Javier. Su estilo es barroco al cien por cien. Traslada al lector al Siglo de Oro de nuestra literatura, donde los grandes maestros de la lengua castellana hacían filigranas verbales y conceptuales en la prosa y en la poesía. Así lo hace Javier. Lo realiza sin esfuerzo, sin ruidos, pero es magnifico tener que leer despacio, incluso releer, para tomar bien el sentido que el autor desea darle a la frase.
Este barroquismo lingüístico nos lleva al fondo de la novela. Es una historia de pícaros, como en el mejor siglo de nuestra literatura castellana, pero colocada en el presente. Es el esfuerzo de Javier para poner en escena a toda la tradición más pícara, más apátrida, más indignada, de nuestros días. Durante la trama el autor no deja títere con cabeza: la política, la economía, la enseñanza, la cultura, la sanidad, los viajes, los medios de comunicación, los mentirosos, los pordioseros, los arribistas, y el resto de gente del mundo pícaro español de antes y de ahora, reciben un palo en todo lo alto.
Puede, mi amigo Javier, estar orgulloso de su novela. Tiene una inmensa actualidad y es un buen peldaño para aspirar a cotas mayores en el futuro inmediato. Javier es joven, inquieto, observador, analista de lo circundante con ojos críticos, hombre cristiano de misa dominical, preocupado por la educación de sus hijos en el amor hogareño con su esposa, y un gran escritor barroco, algo muy difícil de encontrar entre los que deseamos comunicar algo con el papel y la pluma, o con las teclas de un ordenador.
Acabo felicitando a Javier López por El Apátrida, una gran novela embutida solamente en 155 páginas. ¡Amigo, el futuro está pendiente de tu siguiente obra¡. En ese porvenir deseo encontrarme para presentar tu siguiente producción.
Tomás de la Torre Lendínez
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Lean, por favor:
Los apátridas de hoy
Blog del padre Tomás
http://hal2.blogcindario.com/2011/05/00091-los-apatridas-de-hoy.html
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1 comentario
Hace tiempo hubo una disputa en la cultura española contra ese estilo de prosa barroca. Por resumirlo en pocos nombres, los dos adversarios más conocidos son Azorín y Machado. El primero durante unos años y el segundo durante toda su vida. Azorín dedicó algunas obras al análisis de los clásicos y de sus líos como "el honor". Y ambos señalaban los males que ese estilo había producido en la cultura española y buscaron crear unos modos literarios más recortados y más claros y al alcance de todo el mundo. La cosa fue ampliada por algún estudioso de la literatura más cercano a nosotros pero no cuajó y ha quedado abandonada. En lo general se ha impuesto el estilo periodístico donde todo cuela y que, según Machado, sería una variante del estilo retorcido, dilatorio e innecesario pero con aires técnicos y hasta de análisis intelectual de la realida inmediata. Lo que se lleva es el prensado de periodismo.
Repito que estas cosas ya no interesan a nadie y damos la desgracia literaria por asumida. Nadie se indigna "al cien por cien", ni siquiera al cero coma cuatro por cien. Es que lo de la indignación es otro montaje barroco de "los de siempre", ¿o no?.
Respecto a la novela, nada que decir, hace años que dejé de leer novelas de autor contemporáneo y no voy a cambiar ahora. Lo que me llama la atención es que entre esos "títeres con cabeza" no esté la Iglesia Católica que entonces casi era la cultura sin más. He visto algunas películas de recreación histórica del Siglo de Oro y parece que nunca hubo catolicismo entre los españoles, es como si no creyesen en nada para bien o para mal. A veces resulta que ciertos españoles estaban contra los curas como si fuese el XIX o el XX. Es algo ridículo que suele ser normal en las películas históricas. La vida española estaba llena de catolicismo en aquellos tiempos y hay montones de pruebas pero en esas películas como si nada, como si fuese algo ajeno, algo que no merece ser aceptado por el cine.
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