¿Huyendo de la Pasión y de su desenlace en el Gólgota?

nullDurante este año en que la vida se me ha vuelto del derecho al revés he aprendido cuestiones fundamentales para vivir las que he ido asimilando diligentemente como quien sabe que no vivirá mucho.

Con esto quiero decir que cada fibra de mi ser ha estado puesta en ello.

Lo que, hasta recientemente, no tenía muy claro era si ha sido esto un acto de mi voluntad o una gracia pero, por lo que también he aprendido sobre la gracia y de lo que ahora estoy segura es que más bien, si mi voluntad ha sido movida a vivir con esperanza y en primera persona meses de sufrimiento y de zozobra financiera, ha sido por gracia.

Así la cosa, de todo, ha sido la gracia el mayor descubrimiento y, con ella, el Señor como presencia real en cada aspecto de mi vida y de mi ser. Tan palpable como la Suya en el Sagrario.

Echando la mirada atrás recuerdo que, durante la agonía de papá, empecé a recibir luces sobre este asunto.

Hubo ocasiones en que, aunados al dolor y el temor, había una paz y un consuelo tan enorme que el alma parecía no caberme en el cuerpo hasta el punto en que me faltaba la respiración; era como si me la succionaran para conducirla a mejor lugar y yo me resistiera.

Tras la muerte de papá, recuerdo que comprendí aún mejor lo que me estaba sucediendo; tal como la vez que –durante el llanto- me sentí movida a rezar la Salve.

La iba diciendo en voz tenue y entrecortada por el llanto y, para la cuando terminé, supe que esa oración fue –probablemente- escrita por alguien mientras pasaba por un grandísimo sufrimiento.

La Salve contiene en sus palabras dichas en voz alta todo lo que una persona que sufre necesita para recibir del cielo su auxilio y quedar reconfortada. Hagan la prueba un día en que estén sufriendo infinitamente.

De una en otra experiencia como la anteriormente descrita se me ha ido educando a tal punto que, cuando han habido episodios de no-sufrimiento, me quedan las ganas de regresar a aquél estado de pequeñez, fragilidad y vulnerabilidad para no perder nunca de vista, por la distracción de lo cotidiano, el hallazgo de haber reconocido al Señor como quien me plenifica.

En ese sentido, pienso ahora que la narración de la Transfiguración tiende a confundirnos como a Pedro quien, en aquél momento pensó que la gloriosa presencia del Altísimo era lo que merecían o necesitaban en esta vida; sin embargo, Pedro se equivocaba, lo que no comprendió sino mucho tiempo después cuando hubo de haber analizado el papel de María y las mujeres durante la Pasión y su desenlace en el Gólgota.

Si, así es, mientras el pobre huía desconcertado de aquél terribilísimo sufrimiento.

Esa cercanía del Señor en la persona de quien sufre, sea nuestro prójimo o nosotros mismos, es lo que nos conducirá a la experiencia de la Transfiguración. Eso y nada más.

De acuerdo?

Por lo mismo les dejo el ejercicio de rezar la Salve bañados en lágrimas la próxima vez que sufran infinitamente pero también, recomendarles darse una pasadita por el blog del padre Javier ya que hoy, de buena mañana y yo, pensando en estas cosas, me lo he encontrado y me ha hecho mucho bien.

8 comentarios

  
P Felipe de Jesùs dj
Muchas Gracias por el post Maricruz. Me dejas pensando, sobre todo el tema de la Salve; ahora que vivo por estos lados del viejo continente, estoy "aprendiendola" a rezar de nuevo, no es que no la conozca, sino que la tengo que rezar en una lengua que no es la materna, debo decir que me estremece sobre todo estas dos partes:

-a vós cridem els desterrats fills d’Eva; a vós sospirem,gemint i plorant aquesta vall de llàgrimes.

-i després d’aquest exili, mostreu-nos Jesús, fruit beneït del vostre sant ventre

La palabra "exili" (exilio) me parece más sobrecogedora que nuestro "destierro".
Un abrazo y buena jornada.

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Tiene razón, padre Felipe, me pasa igual con la Secuencia al Espíritu Santo cuando en latín reza:

Sine tuo numine
Nihil est in homine,
Nihil est innoxium.


Si hubiese una forma de traducir ese "nihil" sería perfecto para comprender la profundidad del sentido de esa estrofa, pero no la hay.
Un abrazo y decirle que me encanta que esté aprendiendo otro idioma. Lo que no me imagino es que lo pronuncie con su acento argentino. Me resultaría muy chistoso escucharlo.
31/10/13 1:24 PM
  
DavidQ
Como con las endorfinas, llega un momento que el sufrimiento ya no es sufrimiento, porque no se sufre el dolor sino se goza ya la recompensa.

He pasado muchas veces por el proceso (y otras tantas que me faltan todavía), quizás porque el Señor me vio tan débil que sabe que no podría pasarlo todo de junto y me lo va soltado en dosis pequeñitas. Esa gracia me permite saber cómo termina, aunque sea en pequeñito.

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DavidQ,
Ha dicho usted que es persona mayor y eso me hace pensar que sabe de lo que habla.
Gracias,
31/10/13 3:20 PM
  
Pedro Luis Llera
Gracias, Maricruz. Y un beso muy grande.

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Pedro, gracias. Igual para usted.
31/10/13 3:44 PM
  
Anónimo...
Uno de los mejores escritos callados (o en otro idioma) que he podido leer últimamente. Me da la sensación de haberme mudado a una casa que da al interior de otra casa.

Lo siento, pero una vez revisado... vivir la vida con dolor y sufrimiento (en plan sado-maso -¿o debo decir, contrición?-) no es la enseñanza o el camino que nos legó Jesús.

¿O el dolor y el sufrimiento de Chernobil (por poner un ejemplo) no es una expresión estremecedora de la creación sumida en la oscuridad de Dios?

: )


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Con contrición se vive. Creo que lo has descrito muy bien.
Gracias, Anónimo.
31/10/13 4:20 PM
  
Maricruz Tasies
Me siento tan a gusto entre ustedes, estimados comentaristas.
:)
31/10/13 4:44 PM
  
Juan, de Argentina
Me ha sorprendido su nota ya que he pasado por algo similar. Frente a una crisis no muy lejana en el tiempo, que me impedía incluso dormir de noche, renació en mi la (o el) Salve, que nos enseñara una maestra en segundo grado de la escuela inicial y que quizás no rezaba desde hace más de cuarenta años. Comenzé a recitarlo varias veces al día hasta que una noche, en medio de la tormenta, claramente una voz me dijo: "Cálmate Juan, nada pasará". Despertè sùbitamente y desde ese momento todo cambió aunque los motivos de tal estado continúen vigentes y produzcan temores. La rezo continuamente desde entonces. Un cordial saludo

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Saludo, Juan. Gracias,
31/10/13 4:50 PM
  
Anónimo...
CONTRICIÓN: Pena, angustia, dolor, vergüenza o arrepentimiento... ante un grave pecado cometido hacia Dios Nuestro Señor.

No me equivoqué cuando intuí algo de estremecedora oscuridad en su escrito.

En cualquier caso, alégrese. Insisto...

Nadie, repito, NADIE que se ARREPIENTA de sus PECADOS (lo que implica el reconocimiento de haber pecado, el arrepentimiento previo, la firme intención de no volver a pecar -o por lo menos, de no volver a caer en el mismo pecado-) y la reparación o penitencia por los daños causados)... SE QUEDARÁ SIN SU MISERICORDIA.

¿Si alguien no se arrepiente siendo consciente de su pecado?

El Señor sólo castiga cuando le obligan a ello.

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Bueno, Anónimo, con contrición más bien me refería a vivir consciente de la propia nada. De la propia fragilidad en relación con la infinita misericordia de Dios. Algo así.

:)
31/10/13 5:09 PM
  
Anónimo...
Ah, vale.

: )
31/10/13 9:42 PM

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