“Pues mijita, no se preocupe, porque no es nada"

Hace pocos años se me presentó la oportunidad de ofrecer hospitalidad a uno de los hermanos de mi padre, un tío que -tan solo un año menor que él- era viudo, estaba muy enfermo y completamente arruinado.

Según me cuenta mi padre, su hermano desde niño se “salía del canasto” y, según pude confirmar trayéndolo a vivir con nosotros, nunca cambió.

Leyendo a los comentaristas en el artículo de Bruno recordé lo que me trajo tío de regalo el día que llegó a vivir con nosotros.

Recuerdo que sacó una bolsita plástica arrugada que traía envuelta en un trapito viejo y un poco sucio.

Dentro de la bolsita observé varios objetos, no se de dónde los habrá sacado porque nunca le pregunté, pudieron haber pertenecido a su mujer o -sencillamente- los tomó de un basurero, pero estaban mugrientos, viejos y olían mal.

Eran artículos religiosos como estampitas, un rosario de plástico, un librito de primera comunión y varias cositas más.

De primera impresión aquellos objetos me dieron asco.

Ignoro si el esfuerzo que hice para disimularlo surtió efecto, me imagino que si y si no, estoy segura de que tío en cambio supo ese día y en otras ocasiones más tarde disimular y perdonar mi falta de delicadeza y buen gusto.

Tomé el paquetito de sus manos, abrí la bolsita plástica y fui sacando uno a uno cada pequeño objeto.

Conforme lo iba haciendo aquél buen hombre me iba diciendo que había recordado que yo creía en Dios y había pensando que esas cosas serían importantes para mi.

- “Claro que si, tío, son importantes para mi y veo que usted sabe cuánto. Le agradezco que después de tanto tiempo lo recordara y me haya traido estas pequeñas bellezas. Son un verdadero tesoro para mi".

- “Pues mijita, no se preocupe, porque no es nada".

Bien sabía yo que no eran nada, pero bien sabía a la vez que adquirían para mi en ese momento el valor del tesoro que fue haber hallado y la dicha de hospedar al tío más viejo, feo, sucio, desarrapado y pobre que pocos podrían llegar a tener y quien -en la misma medida en que fue viejo, feo, sucio, desarrapado y pobre- ha sido la persona en este mundo que mejor me ha enseñado en qué punto del camino empiezan a caminar juntas y de la mano la verdad y la belleza.

¡Vaya que si!

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6 comentarios

  
JacinTonio (Católico, laico fiel, tercera edad, España)
Muchas gracias por tus palabras, Maricruz, totalmente de acuerdo con la enseñanza emocionante que encierran.

La “verdad”, cuando es del corazón y para el corazón, se hace hermosa ella misma, pero la medida de su hermosura no es la complacencia más o menos intelectual, (que puede llegar a empalagar), sino “la vida”, que siempre es inagotable. La belleza que vale es la que nos une a Dios y entre nosotros. Digamos que “belleza” es contemplación de la verdad de Dios, el cual ve las cosas desde sí mismo porque Él es el generador de la verdad que nos rodea: si al pensar en Dios no nos sobrecogemos con su excelsa Majestad y con la ternura de su Amor, ¿qué clase de verdad estamos contemplando? ¿qué clase de belleza? Ambas, verdad y belleza, son una misma cosa en Dios, y así lo sentimos si Dios reina en nuestro corazón.

No creo que se puede decir, como parece que algunos dicen, que la estética haya de ajustarse a la ética para que no haga daño, pues es justo al revés: el corazón es el que manda cuando es sincero, es decir, cuando es Trono de Dios, pues es en el corazón donde reside el amor, y fruto del amor es toda bondad. El corazón humano es reflejo del Corazón divino, y junto con el Corazón divino, reina en nuestro actos; por eso el corazón es la medida de los valores que engrandecen al hombre, verdad, belleza bondad…

Lo de que la estética haya de ajustarse a la ética es una norma válida para las gentes que consideran la belleza en sí misma, para recreo de los sentidos y de la inteligencia. Pero el amor auténtico está libre de normas, pues su única norma es Dios.

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Tu último párrafo, JacinTonio, sintetiza la idea.
Mil gracias, has hecho un valiosísimo aporte.
07/12/10 1:30 PM
  
Camino
Es una vivencia muy hermosa. Ese rosario, misal y estampas eran bellos, estuvieron feos, y volvieron a ser bellos. Dios mira con ojos de amor y crea la belleza, la mantiene y la re-crea cuando las criaturas regresamos a Él.
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Camino,
Tío siendo tan feo y pobre como era fue capaz de un gesto bello y verdadero de gratitud y cariño al regalarme lo único que tenía. Para mi en este acto tan sencillo convergieron la Verdad, la Belleza y la Bondad y poca importancia tiene si esos objetos o su gesto fueron de buen o mal gusto.
En este caso imposible aplicar norma alguna como señaló JacinTonio.
07/12/10 9:05 PM
  
Ana
Estaban desgastados por el uso. Que hermoso regalo y que hermoso testimonio recibió usted, Maricruz. Su tio le dio algo que pensó que era de mucho valor para usted y usted hizo muy bien en disimular su aprensión.
Debe ser muy grato a Dios cuando alguien acepta ancianos enfermos y arruinados en su casa que no van a dar nada material pero sí otras cosas de mucho valor.

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Ana, vieras que fue idea mía invitarlo a vivir con nosotros. Este tío fue siempre mi tío preferido.
07/12/10 9:45 PM
  
César Fuentes
Bonita historia,Maricruz. Coincido contigo en alabar el último párrafo de JacinTonio.
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JacinTonio es alguien a quien debemos prestar atención, me parece. Gracias, Cesar.
08/12/10 4:19 AM
Me gustó mucho este post. Bendiciones.
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Gracias a vos, Lorca y gracias por pasar por aquí, querida compatriota.
08/12/10 6:15 AM
  
Bruno
Me ha gustado mucho, Maricruz. Gracias por escribirlo.
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De nada, Bruno, al contrario soy yo quien está agradecida de que me den oportunidad de compartir este dulce recuerdo.
10/12/10 4:29 PM

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