27.05.23

Permítame que discrepe, señor obispo

Varios medios nos adelantan hoy la carta pastoral del obispo de Solsona para mañana domingo. Completamente de acuerdo con la constatación que hace monseñor Francesc Conesa, cuando habla de un "demoledor” y “generalizado” descenso de la práctica religiosa en España y en Europa. Eso lo ve cualquiera. 

También estoy de acuerdo con él en que una de las causas de esa desafección hacia la Iglesia puede deberse a que quizás quizás hemos presentado una falsa imagen de Dios, lo que ha provocado su rechazo. 

Estos días estoy comentando en mi perfil personal de Facebook la constitución Gaudium et spes del Vaticano II. Precisamente este pasado jueves leíamos y comentábamos los números 19, 20 y 21 que hablan del ateísmo. Y, efectivamente, entre otras causas, porque son muchas -relativismo, exaltación del hombre, cómodo agnosticismo, incapacidad de vivir con rectitud…- dice que los creyentes tenemos nuestra parte de culpa cuando descuidamos la educación religiosa, exponemos la doctrina de forma inadecuada o vivimos con defectos nuestra propia vida religiosa, moral y social.

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26.05.23

CONFER: felices de sí mismos

Fui religioso agustino, lo saben. Dejé la orden porque desde mi ordenación prebiteral estuve destinado en parroquias de agustinos, y poco a poco me fui incorporando a la vida diocesana como arcipreste y miembro del consejo presbiteral y del consejo pastoral diocesano. Me sentí tan bien en la diócesis que pedí incorporarme a ella. 

Dicho esto, sigo teniendo contacto con agustinos, quiero a la orden y para nada soy un fraile rebotado, al revés, soy un sacerdote agradecido y me siento en comunión con todos mis hermanos. 

Me siguen interesando las noticias que hablan de la vida religiosa porque la he conocido desde dentro. Estos días, cómo no, atento a la asamblea de CONFER.

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22.05.23

El cielo

Ayer, solemnidad de la Ascensión, ya ven por dónde se me ocurrió hablar del cielo. Cosas mías.

No voy a meterme ni con los políticos, los jóvenes, la sociedad de consumo, la agenda 2030, el globalismo mundial, la masonería o el comunismo. Bastante tenemos con lo nuestro. ¿Y qué es lo nuestro?

Lo nuestro me parece que es un catolicismo rastrero, una fe que se arrastra por el barro, una vida cristiana incapaz de despegar de sus miserias, sus limitaciones, su miedo y su vergüenza. 

¿De qué hablamos en nuestros consejos, reuniones de curas y laicos, revisiones de vida, programaciones, documentos, subsidios, reflexiones y lluvias de ideas? De cosas, en definitiva, que apenas son capaces de levantarse mínimamente del barro. Podemos poner todos mil ejemplos: la edad de la comunión, el festival de Navidad, la tómbola solidaria, el grupo de Biblia, el campamento de los niños y el campo de trabajo de los jóvenes, cine forum, mercadilo solidario, horario de despacho, las cuentas que nunca acaban de salir. 

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17.05.23

El dolor de una apostasía

Hace apenas unos días. Una carta de la vicaría general en la que se me comunica que tal persona, bautizada en una de mis parroquias, ha abandonado formalmente la Iglesia Católica. Se añade que, por supuesto, esta persona no tiene acceso a los sacramentos, exequias, ni puede ser padrino o madrina de bautismo. Tal y como marca el protocolo, he anotado el hecho en el margen de la partida de bautismo y acabo de enviar al arzobispado el aviso de que la nota ha quedado debidamente asentada. 

Me he quedado tocado. Porque una cosa es saber que en España prácticamente la mitad de la población ha dejado de ser religiosa y constatar el abandono masivo de la pràctica religiosa, y otra muy diferente que te llegue una apostasía, una sí, pero con papel, sello y firma. 

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15.05.23

Misas mudas

Aunque nos diera un ataque de nervios.

Imaginen la propuesta. Durante un mes, por ejemplo, que los sacerdotes decidiéramos celebrar utilizando únicamente los gestos. No digo solo quitar moniciones y morcillas, que eso ya por descontado, sino que TODA LA CELEBRACION se haga en completo silencio. 

Los sacerdotes corremos el grave peligro de trivializar los gestos y, a cambio, rellenar las celebraciones de verborrea inútil, absurda, teológicamente demasiadas veces herética, cansina e incapaz de salir de los lugares comunes. Por eso propongo lo del silencio. Para que nos toque el esfuerzo de marcar tiempos, signos, realidades y el núcleo de la eucaristía simplemente con gestos. 

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