Aleluya y salir corriendo
El último día fue de muerte y vida. Tras conocer la piscina probática y el lisostrotos, nos lanzamos a recorrer la vía dolorosa rezando el vía crucis. Cargamos con la cruz, liviana cruz que llevábamos entre cuatro, mientras recorríamos cada estación. Rezar, cantar, vivir mientras nos acercábamos al santo sepulcro.
En la basílica del santo sepulcro comenzamos con la clave: visitar la tumba vacía. En ella la clave de todo: mirad donde lo pusieron, no está aquí, ha resucitado. Después, el calvario. Ver y tocar la piedra donde estuvo clavada la cruz que fue la vida.
Gozosa y emotiva misa de resurrección. Tierra santa es lugar de lágrimas y emociones continuadas. Bendito sea Dios. Que magia encierra cada vez que proclamas AQUÍ.
La situación en Israel es muy sería. Tanto que nada más a abra la misa en el santo sepulcro optamos por salir corriendo. Así cómo suena. Comer, recoger maletas a toda prisa, el éxodo del siglo XXI, y correr hacia la frontera jordana. El aeropuerto de Tel Aviv está prácticamente cerrado y es imposible asegurar un vuelo desde allá. Así que anoche hemos dormido en Jordania para tomar el vuelo directamente en Amman.
Teníamos nuestros miedos, aunque el tiempo que hemos estado en tierra santa no hemos notado nada raro. Ayer sí vimos más policía y más soldados y algunas calles de Jerusalén cortadas. Como digo, nada más comer corriendo hacia la frontera ya que a las 20 h. la cierran cada tarde y teníamos miedo de que a muchos se nos ocurriera la misma idea.
Ahora estamos en el hotel a punto de desayunar y marchar al aeropuerto.
La gente feliz. Ha sido algo grandioso. Bendito sea Dios.
6 comentarios
Comparto que la visita a Israel para un católico es algo mágico y muy emocionante, y se siente en muchos lugares por donde pasó nuestro Señor: yo recuerdo la visita a una pequeña loma donde se dice tuvo lugar el sermón de la montaña, y me asombraba que pudiera estar en el lugar donde estuvo el Señor.
Si Dios quiere pienso volver a la Tierra de Nuestro Señor Jesucristo, y rezo porque la paz pueda llegar algún día a esas gentes tan castigadas de las dos regiones, que comparten tantas cosas.
Sí, yo también he regresado en junio muy preocupada, aunque no tuve problemas cuando decidí pasear sola durante más de dos horas por mis calles preferidas de Jerusalén. ¡ Dios conceda la paz tanto a israelíes como a palestinos y los ilumine para llegar a un acuerdo satisfactorio !
Y los lugares cristianos...ay, Dios mío, si no encontré siquiera aquellas preciosas postales que antes había...¡Qué distintos mis viajes anteriores!
Ten piedad, mi Señor Jesucristo, concede la paz estable y definitiva a la tierra que elegiste para nacer, morir y resucitar. Bendice a todos sus habitantes y cambia su luto en danzas de fraternidad.
El mundo está horrorosamente mal, debe ser verdad que estamos en el final de los tiempos.
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