Si ves a Victoria, "corre, corre, corre, que te van a echar el guante"
Veinticinco años largos han pasado, que se dice pronto, desde que escuché por primera vez en mi tocadiscos el tema “Corre, corre” de Leño, ese legendario grupo de rock madrileño liderado por el irrepetible Rosendo Mercado. Y es que entre mis pecadillos de juventud estaba el de ser “jevi", aunque a decir verdad tampoco es que acostumbrara a ir por la vida con las pintas típicas de los “jevis", melenas al viento, chupas de cuero, muñequeras de clavos y el loro atronando a toda pastilla por la calle. Cierto que llegué a tener media melenilla, alguna muñequera, algunas camisetas de los Iron Maiden, Scorpions y Dio, pero la mirada de mi padre y los suspiros de mi madre eran suficientes como para no aspirar a más.
El caso es que, por alguna razón que se me escapa, llevo unos días con el tema “corre, corre” de Leño rondando por mi cabeza. Y claro, cuando he visto la prisa que se ha dado la presidente del Comité de Bioética de España en decir que piensan apoyar la ley del aborto del gobierno zapateril, a pesar de que faltan varias semanas para que redacten su informe, he pensado lo bien que le encaja alguna de las estrofas de la canción. Por ejemplo, esta:
Se dieron mucha prisa
en enseñarnos la lección,
el diablo es nuestro amigo
ella nos lo presentó.
Sabemos lo que quieren
y aunque no nos convenció,
estamos en el juego
somos su preocupación.
Y es que, efectivamente, sólo una amiga del diablo puede pretender que aceptemos la lección de que es bioéticamente aceptable al apoyar la ejecución de seres humanos en el seno materno. Sabemos lo que quieren Victoria y sus colegas. No nos convencen y como estamos en un juego donde la apuesta es a vida o muerte, somos su preocupación. Para ellos sería más cómodo que nos adaptáramos al sistema, pero va a ser que no. Los cristianos, si en verdad lo somos, siempre seremos unos anti-sistemas allá donde la cultura de la muerte sea la reina y señora de la sociedad. No va con nosotros el callar y agachar la cabeza. Aunque lleguen a ponernos querellas por ello, llamaremos asesinos a los galenos hijos de Menguele que matan a niños en las clíncas abortivas. Señalaremos con el dedo a los doctores Montes que, sin encomendarse a Dios pero sí al diablo, proporcionan la “muerte dulce” a pacientes que deberían seguir viviendo.
Y es que, señores del gobierno y demás patulea cómplice de la ingeniería social masónica, miren por dónde a algunos todavía nos queda una miajilla de la rebeldía propia de esa juventud pasada entre Barones, Obuses, Escorpiones y Damas de Hierro. Pero esta es una rebeldía sana. Es la rebeldía obligada ante los que, como ustedes, son siervos de la Muerte, esa señora a la que adoran buena parte de los narcotraficantes y bandidos del otro lado del charco. No doblaremos la rodilla ante ustedes, ni ante sus leyes, ni ante su poder. Sí, de verdad que somos su preocupación.
Luis Fernando Pérez Bustamante