Cuando a la verdad le llaman homofobia
"Por lo cual los entregó Dios a las pasiones vergonzosas, pues las mujeres mudaron el uso natural en uso contra naturaleza; e igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrasaron en la concupiscencia de unos por otros, los varones de los varones, cometiendo torpezas y recibiendo en sí mismos el pago debido a su extravío."
Rom 1,26-27
¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas,ni los ladrones, ni los avaros, ni los ebrios, ni los maldicientes, ni los rapaces poseerán el reino de Dios.
1ª Cor 6,9-10
No me cabe la menor duda de que San Pablo acabaría hoy en la cárcel de algunos países europeos por haber escrito esos versículos. Y si pudieran encarcelar al Espíritu Santo que le inspiró a escribir así, lo harían,
incluso con al aplauso de determinados personajes que pretenden llamarse cristianos a la vez que arrementen compulsivamente contra todo aquel creyente que, sencilla y llanamente, crea que la Escritura tiene razón al llamar pecado a la relación sexual entre personas del mismo sexo.No crean que exagero, no. En mayo del 2005, el pastor pentecostal Ake Green fue condenado por un tribunal sueco a un mes de prisión por haber predicado exactamente lo mismo que predicó San Pablo sobre este asunto. Y el director nacional de la organización evangélica Christian Voice (Voz cristiana), Stephen Green, acaba de ser detenido en Gales por el gravísimo delito de "distribuir en el Festival homosexual de Mardi Gras folletos con pasajes bíblicos que condenan la práctica homosexual".
No sé cómo estarán las cosas en España pero por si acaso, ya voy avisando: si afirmar que la práctica de la homosexualidad es pecado se convierte en un delito, yo seré un delincuente. Sí, aquí me tienen todos aquellos que quieran tapar la boca a los que creemos que la Escritura tiene razón, a los que decimos hoy, en pleno siglo XXI, lo mismo que dijo San Pablo en el siglo I. Podrán cambiar toda la legislación que quieran. Podrán llamar blanco a lo que es negro. Podrán amenazarnos con cárcel, difamación en los medios, etc, etc. Da igual. La verdad que nos hace libres no se arrodilla ante los que sirven a la mentira.
La Iglesia Católica es clara a la hora de hablar sobre la homosexualidad en los artículos 2357-2359 del Catecismo. Reconociendo la inmoralidad del acto homosexual, afirma también que es absolutamente reprobable la discriminación al homosexual por el mero hecho de serlo. No pueden volver los tiempos en que las personas homosexuales eran maltratadas por la sociedad, incluso llegando a ser encarceladas. De hecho, hay que luchar para que la homosexualidad no sea condenada con cárcel e incluso pena de muerte en la mayoría de los países islámicos, algo contra lo que curiosamente no suelen protestar la gente del lobby gay y sus admiradores. Pero tampoco podemos consentir que los que ahora acabemos en la cárcel seamos los que creemos que es moralmente reprobable la relación sexual entre dos hombres o dos mujeres.
No quiero acabar sin dar una palabra de esperanza a los homosexuales que puedan leer estas palabras. Cristo os ama. Os ama profundamente. Dio su vida por vosotros en la cruz. No quiere condenaros por ser como sois. No será Él quien tire la primera piedra, aunque podría hacerlo porque Él sí que no tiene pecado. Pero a la vez que os dice "no os condeno", os dice "no pequéis más". No permitáis que nadie os engañe llamando bien a lo que está mal. No admitáis que se os diga que el amor entre homosexuales justifica su pecado porque eso es como aprobar el adulterio por el amor que se tienen los adúlteros. Dios no dejará que seáis tentados más allá de lo que podáis soportar. Su gracia es más que suficiente para que podáis llevar una vida de castidad. Y si pecáis ocasionalmente, Dios es fiel para perdonaros si os arrepentís.
Dios os bendiga y os guarde de todo mal.
Luis Fernando Pérez Bustamante