Lo que plantea el cardenal Müller es inadmisible

El cardenal Müller, Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha concedido una entrevista al Vatican Insider en la que se posiciona a favor de las texis de Rocco Buttiglione sobre el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar. Tesis que fueron rebatidas claramente por el profesor Seifert (ver artículo y artículo).

El purpurado alemán se permite hablar por boca de los cardenales que expresaron sus dudas sobre el capítulo VIII de Amoris Laetitia.  Pero hasta donde sabemos, ninguno de los dos que todavía viven y expresaron tales dudas han dicho que el filósofo italiano, cercano a Comunión y Liberación, les ha convencido. Bien haría entonces el cardenal germano en hablar por sí mismo y no por boca de otros.

Sin embargo, lo más preocupante de la entrevista es la respuesta a una de las preguntas:

En la introducción al libro de Buttiglione usted habla por lo menos de una excepción en relación con los sacramentos para quienes viven en segundas nupcias, la que tiene que ver con los que no pueden obtener la nulidad matrimonial en el tribunal pero están convencidos, en consciencia, de la nulidad del propio matrimonio. Esta hipótesis ya fue considerada, en el año 2000, por el entonces cardenal Joseph Ratzinger. En este caso, ¿se puede abrir la vía a los sacramentos? ¿“Amoris laetitia” podría ser considerada como un paso más de aquella posición? 

Frente a la a menudo insuficiente instrucción de la doctrina católica, y en un ambiente secularizado, se plantea el problema de la validez incluso de matrimonios celebrados según el rito canónico. Existe un derecho natural de contraer un matrimonio con una persona del sexo opuesto. Esto también vale para los católicos que se han alejado de la fe o que solamente han mantenido un vínculo superficial con la Iglesia. ¿Cómo considerar la situación de los católicos que no aprecian la sacramentlaidad del matrimonio cristiano o incluso la niegan? Sobre esto, el cardenal Ratzinger quería que hubiera reflexión, sin tener una solución bonita y lista. No se trata de construir artificialmente un pretexto para poder dar la comunión. Quien no reconoce o no toma en serio el matrimonio como sacramento en el sentido en el que lo considera la Iglesia no puede tampoco, y esto es lo más importante, recibir en la santa comunión a Cristo, que es el fundamento de la gracia sacramental del matrimonio. Aquí debería estar antes que nada la conversión al misterio de la fe entero. Solo a la luz de estas consideraciones un ben pastor puede aclarar la situación familiar y matrimonial. Es posible que el penitente esté convencido, en conciencia y con buenas razones, de la invalidez del primer matrimonio incluso sin poder ofrecer la prueba canónica. En este caso, el matrimonio válido frente a Dios sería el segundo y el pastor podría conceder el sacramento (*), claro, con las precauciones oportunas para no escandalizar a la comunidad de los fieles y no debilitar la convicción sobre la indisolubilidad del matrimonio. 

Bien, la realidad es que el cardenal Ratzinger no abordó esta cuestión desde su condición de teólogo privado ni como un cardenal cualquiera. Lo hizo como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en una carta enviada a todos los obispos católicos, y con la aprobación y la orden de publicación por parte de San Juan Pablo II. Se trata, por tanto, de un texto magisterial.

¿Qué dice semejante texto respecto a lo que plantea el cardenal Müller? Exactamente lo contrario:

7. La errada convicción de poder acceder a la Comunión eucarística por parte de un divorciado vuelto a casar, presupone normalmente que se atribuya a la conciencia personal el poder de decidir en último término, basándose en la propia convicción, sobre la existencia o no del anterior matrimonio y sobre el valor de la nueva unión. Sin embargo, dicha atribución es inadmisible. El matrimonio, en efecto, en cuanto imagen de la unión esponsal entre Cristo y su Iglesia así como núcleo basilar y factor importante en la vida de la sociedad civil, es esencialmente una realidad pública.

Está muy claro. La tesis del cardenal Müller fue considerada indamisible por el Magisterio de la Iglesia. De hecho, cabría preguntarle cómo soluciona el hecho de que aunque alguien crea que su anterior matrimonio es nulo, no hay manera de que pueda aceptar que su segunda unión es válida, ya que no ha sido sellada sacramentalmente. ¿O acaso el cardenal considera válido un matrimonio que no ha sido celebrado ante la Iglesia? ¿quizás ya no es pecado la convivencia marital sin sacramento de por medio?

Quienes, por pura gracia, permanecemos fieles al Magisterio de la Iglesia, no podemos hacer otra cosa que oponernos a que sea quebrantado de semejante manera. Sea quien sea quien cometa ese quebranto.

Santidad o muerte

Luis Fernando Pérez Bustamante 

(*) En el texto en español dice que el pastor podría no conceder el sacramento, pero el original italiano afirma que sí podría concederlo -”e il pastore potrebbe concedere il sacramento“-. Por eso he puesto la traducción correcta.