Misa Crismal del Papa: liturgia, sacerdocio, gracia

Una de las cosas que, como cristiano, siempre me ha llamado mucho la atención es que que la Revelación de Dios, por más que la conozcamos o por más que la hayamos oído predicada en boca de sus ministros, siempre es una novedad para el alma. Es decir, el fiel que vive en comunión con el Señor nunca debe cansarse de oír el mensaje del evangelio y las doctrinas que marcan el camino de la salvación. La Escritura no pierde un ápice de interés por mucho que la hayamos leído mil veces. Y las buenas homilías son alimento para el alma aunque se prediquen, con ligeras variaciones, vez tras vez. De la misma manera que nunca ponemos reparos a comer los alimentos que consideramos más sabrosos, tampoco nos incomoda lo más mínimo nutrir nuestro espíritu con buenas predicaciones.

La llegada de un nuevo Papa tiene como consecuencia inevitable el que todo el mundo esté pendiente de cuáles son los primeros mensajes que da al pueblo de Dios y al mundo. Sin necesidad de caer en comparaciones estériles y estúpidas con sus antecesores, se puede apreciar en el nuevo Pontífice las características personales que el Señor va a usar para enriquecer y fortalecer a su pueblo. Por tanto, empezamos a saborear el plato de la sana doctrina católica según nos la prepara el papa Francisco. Los ingredientes son los mismos que la Iglesia ha usado en sus veinte siglos de existencia, pero él le da un toque personal a la cocción y la fritura que, sin la menor duda, gustará a unos y no agradará tanto a otros.

Ya he señalado con anterioridad algunos hitos que indican que este Papa tiene una querencia indudable hacia doctrinas católicas que no han gozado precisamente de gran fama en la predicación de la Iglesia en las últimas décadas. No que hayan estado ausentes -al menos en el magisterio pontificio-, pero sí poco presentes.

En la homilía de la Misa Crismal celebrada hoy, el Santo Padre nos ha dado una lección magistral sobre el sacramento del sacerdocio y la unción que le acompaña. Partiendo del sacerdocio levítico, que sin duda era preparatorio al sacerdocio en el Nuevo Pacto, ha explicado la relación entre los símbolos instituidos por Dios y las realidades a las que apuntan. Todo ministerio sacerdotal tiene como único fin servir a Dios mediante el servicio a su pueblo. Por tanto, no es un ministerio encerrado en sí mismo, sino que ha de abrirse a la realidad cotidiana de los hijos de Dios. Y ello ha de hacerse sin desacralizar la acción sacerdotal y el culto divino. Por eso el Papa ha señalado que “de la belleza de lo litúrgico, que no es puro adorno y gusto por los trapos, sino presencia de la gloria de nuestro Dios resplandeciente en su pueblo vivo y consolado, pasamos a fijarnos en la acción“. No hay contradicción entre una liturgia rica y la acción pastoral que la acompaña.

El Papa ha lanzado un mensaje claro. A buen entendedor, pocas palabras bastan:

El Señor lo dirá claramente: su unción es para los pobres, para los cautivos, para los enfermos, para los que están tristes y solos. La unción no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite… y amargo el corazón.

Está muy claro. Lo que el Señor nos da es para ser compartido. Cristo mismo vino a darse a sí mismo para que todos tuviéramos vida en Él. El cristianismo no puede encerrarse en una cajita de plata. Es aroma que debe perfumar el mundo entero, para llevar el olor fragante de la salvación a todos los rincones del planeta. Y en cuanto que el mensaje que transmitimos es salvador, necesariamente ha de ser alegre, aun en medio de circunstancias difíciles. No se trata de una alegría ociosa, sino de la que nace de la comprensión de que Dios nos ama y nos quiere a su lado.

El Papa exhorta a los sacerdotes a predicar un evangelio que sea “útil” a la gente:

Nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana, cuando baja como el óleo de Aarón hasta los bordes de la realidad, cuando ilumina las situaciones límites, «las periferias» donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe.

Las elucubraciones y discusiones teológicas tienen su papel dentro de la Iglesia. Iluminadas por el magisterio, ayudan a dar más consistencia apologética al corpus doctrinal que configura el depósito de la fe. Pero lo que el pueblo llano necesita es una predicación y una acción sacerdotal dirigida a iluminar el día a día de su peregrinación por esta vida. Necesitamos buenos predicadores, buenos confesores y buenos samaritanos que no dejen tirado en el suelo al pobre, el enfermo, la viuda, el huérfano, el anciano y a los pecadores, que son los más pobres y necesitados de este mundo. Cristo vino sobre todo como Pastor para buscarlos. Las ovejas que son bien alimentadas por su pastor tienen menos tentaciones en salir en búsqueda de otros pastos.

A diferencia del error protestante, que ningunea prácticamente toda mediación humana que vaya más allá de la mera predicación oral del evangelio, el Papa señala el papel fundamental mediador de los sacerdotes ordenados:

Cuando estamos en esta relación con Dios y con su Pueblo, y la gracia pasa a través de nosotros, somos sacerdotes, mediadores entre Dios y los hombres.

La imagen es preciosa. La gracia de Dios pasa a través del sacerdote para llegar a su pueblo. No es que Dios no pueda obrar sin la mediación sacerdotal. Más bien es que el Señor ha querido que su Iglesia se configure de esa manera, para fortalecer la comunión entre unos y otros. Como dicel el Vaticano II, en esa obra grandiosa de glorificación de Dios y salvación de los hombres, “Cristo asocia siempre consigo a su amadísima esposa la Iglesia” (Sacrosanctum Concilium 7) El igualitarismo que aboga por una desaparición de las diferencias entre el sacerdocio común de todos los bautizados y el sacerdocio ordenado va en contra de la voluntad de Dios y, por tanto, ha de ser desechado. Y el elitismo que aboga por una separación tal entre los ordenados y el resto del pueblo de Dios, de forma que aquellos parezcan una casta superior y casi inaccesible a los fieles, acaba por producir un quebranto en la comunión eclesial.

A mayor abundamiento, el Santo Padre ha advertido contra los que toman su ministerio sacerdotal como una especie de trabajo humano mediante el cual ganarse la vida:

El sacerdote que sale poco de sí, que unge poco – no digo «nada» porque nuestra gente nos roba la unción, gracias a Dios – se pierde lo mejor de nuestro pueblo, eso que es capaz de activar lo más hondo de su corazón presbiteral. El que no sale de sí, en vez de mediador, se va convirtiendo poco a poco en intermediario, en gestor. Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor «ya tienen su paga», y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón.

Fíjense ustedes en la calidad de las palabras del papa Francisco. Dice que incluso de los malos sacerdotes el pueblo “roba” la unción que Dios les ha dado. No hay donatismo que valga. Si Dios fue capaz de hacer que un Sumo sacerdote tan vil como Caifás profetizara la muerte redentora de Cristo, podrá obrar por medio de sacerdotes que no ejercen fielmente su ministerio. Ahora bien, cuánto mejor no sería que todos nuestros ministros se dejaran “activar", como dice el Papa, su corazón presbiteral.

Magistral han sido estas palabras del Papa Francisco:

De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con «olor a oveja», pastores en medio de su rebaño, y pescadores de hombres.

Estas palabras del Obispo de Roma no debieran interpretarse tanto como una regañina a los sacerdotes -aunque al que le caiga el saco que se lo ponga- sino como una exhortación a dejarse usar como santos instrumentos en manos de Dios para servir a su rebaño. El pastor que anda entre sus ovejas huele a oveja. El que se limita a mirarlas desde lo alto de la colina, sin bajar a la hierba, sin curar a la herida, sin impedir que coman lo que no deben, no cumple bien su misión.

Para quienes somos conscientes de que uno de los principales males que sufre la Iglesia hoy en día es la extensión del mal pelagiano, incluso entre quienes son fieles de buen corazón, es muy importante que el Papa haya arremetido contra esa herejía:

No es precisamente en autoexperiencias ni en introspecciones reiteradas que vamos a encontrar al Señor: los cursos de autoayuda en la vida pueden ser útiles, pero vivir pasando de un curso a otro, de método en método, lleva a hacernos pelagianos, a minimizar el poder de la gracia que se activa y crece en la medida en que salimos con fe a darnos y a dar el Evangelio a los demás; a dar la poca unción que tengamos a los que no tienen nada de nada.

Sin gracia, nada somos. El voluntarismo pelagiano es fuente de desgracias, de fracasos existenciales y de dolor. Ahora bien, esa gracia no se queda en nosotros. Más bien nos transforma para ser agentes suyos y llevarla a los demás. Solo así se cumple la voluntad de Dios. Derrama su gracia sobre nosotros para que seamos fuentes de agua viva y así otros puedan saciar su sed y volver los ojos al Señor.

Como seglar, quiero obedecer a lo que el Santo Padre nos ha pedido:

Queridos fieles, acompañad a vuestros sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean siempre Pastores según el corazón de Dios.

Si los fieles rezáramos más y “mejor” por nuestros sacerdotes, cuánto bien recibirían ellos y, por ellos, el resto de la Iglesia. Y no basta con rezar. Debemos mostrarles afecto. Es decir, que se sientan queridos, amados y respetados por nosotros. Así lo pide el Papa. Así lo quiere Dios. Así debe ser.

Luis Fernando Pérez Bustamante

14 comentarios

  
Ignacio
"Pastores con olor a oveja..." Gracias Luis Fernando por tan lindo comentario de lo dicho por el Santo Padre. Que linda homilia! Sigamos rezando por el Papa!
28/03/13 3:02 PM
  
Josafat
Tal y como indicaba JOSEPH PIEPER cualquier misterio cristiano es filosofia. Estos son unos buenos días para la reflexión.
28/03/13 3:56 PM
  
Eduardo
Ha sido una predicación extraordinaria y preciosa. Qué razón tiene el Santo Padre, un hecho que hay que cambiar de cara a la Nueva Evangelización, es el impedir que nuestras iglesias se conviertan en chiringuitos administrativos, y a que tanto los sacerdotes como los fieles se acomoden. Hay que evangelizar, hay que predicar y hay que VIVIR el Evangelio. El sacerdote tiene que preocuparse por sus fieles, hacer lo posible porque mejore su vida espiritual, hacer lo que esté en su mano para acercar a cuantos más mejor al Evangelio. Todo eso requiere primero de una vida interior y espiritual muy rica, el que por dentro está podrido lo tiene difícil para predicar.
28/03/13 4:55 PM
  
wosch
Definitivamente exhortante al extremo el mensaje de Franciso Papa, ojalá este mensaje fuera difundido principalmente entre todos los obispos que son los pastores de los pastores, porque la Iglesia necesita pastores con olor a ovejas, ungidos para ESTAR CON LOS POBRES; lamentablemente un apasionamiento por la burguesía se ha apoderado de la gran mayoría de sacerdotes, que creen que el sacerdocio es una dignidad meramente humana y que deben ser considerados sobre todas las cosas, se olvidad que JESUS enseñó a lavar los pies, incluso hay sacerdotes pelagianos que justifican todo con la excusa de que la misericordia de Dios justifica toda debilidad humana, el mundo necesita pastores que cuiden y alimenten al pueblo con la PALABRA DE DIOS que es el manjar más sabroso, muchos bautizados se van de la Iglesia a las protestantes porque quieren saborear la Palabra....
Necesitamos PASTORES COMO JESUS, COMO JUAN EL BAUTISTA, COMO EL PROFETA ELIAS, COMO LOS SANTOS JUAN DE LA CRUZ, FRANCISCO DE ASIS, GERONIMO, VICENTE DE PAUL...
28/03/13 5:03 PM
  
DavidQ
Por algo al Evangelio se le llama "palabra viva", porque respira, se mueve, siempre es distinto a pesar de siempre ser el mismo.

También me agradó particularmente la idea de los fieles que nos robamos unción de los sacerdotes. En mi vida me han tocado muchos confesores, entre los cuales seguramente habrá uno más santo y otro más pecador, pero siempre he recibido de ellos lo que Cristo manda. "Dicen" que eso beneficia no sólo al fiel sino también al sacerdote, que por un instante "se vuelve Cristo" para administrar Su perdón, sin importar qué tan imperfecto sea él.

Sin necesidad de minimizar las magníficas lecciones de los anteriores papas, ¡qué apropiada ha resultado la elección de Francisco para ESTA Semana Santa! Para los que HOY estamos vivos, Francisco parece ser el papa que necesitamos HOY. Anteayer tuvimos al beato Juan Pablo II, ayer a Benedicto XVI, hoy a Francisco. Mañana, Dios dirá. Pero hoy es un día que debemos agradecer al Señor, con su pan y su Papa de cada día.
28/03/13 5:46 PM
  
María A.A.
Muchísimas gracias, Luis Fernando. Como pecadora que soy -y, por lo tanto pobre- necesito del pastor que huele a oveja. Y como fiel a los mandatos de Dios tengo el deber de amar a Cristo en sus sacerdotes.
En estos tiempos de secularización -al menos en Europa- los sacerdotes están muchas veces muy solos y necesitan de la oración, el cariño y la colaboración de los laicos. Gracias por recordárnoslo.
28/03/13 7:20 PM
  
Joaquin
Felicidades Luis Fernando, aunque no sea en referencia a este post, Felicidades porque estás demostrando madurez de fe en tu vida, que compartes con nosotros a través de tus escritos. Sigue así
28/03/13 9:25 PM
  
Javiergo
¡¡Me ha encantado tu post, Luis Fernando!! ¡¡Qué hermoso comentario de la bellísima homilía de nuestro Papa Francisco!! Me gusta, sinceramente, que el Santo Padre reitere el tema de los pobres. Si hablamos de pobreza material, nadie como la Iglesia, desde sus albores, se ha dedicado tanto en cuerpo y alma a sus necesidades. Los cautivos, los enfermos, los discapacitados, los desvalidos, los hambrientos, los sedientos, son Personas, son hijos adoptivos de Dios, sus preferidos, y sólo el Cristianismo les da la dignidad que tienen, y que otras religiones, y que muchos pueblos paganos de todos los tiempos, no les han dado. Al contrario, los seres humanos que han padecido de cualquier discapacidad o carencia han sido siempre despreciados por las sociedades o los individuos no cristianos. Hay millones de ejemplos de ello.

El Mensaje de Cristo se dirige a todos los hombres, pues en otro sentido, como bien sabes, LF, todos somos pobres. Yo siempre he mantenido una consciencia muy despierta -en toda circunstancia- de la absoluta indigencia de la condición humana, de nuestra pobreza fundamental, incluso primordial. Porque, en puridad, ¿qué poseemos? Llegamos con las manos vacías; nos iremos con las manos vacías. Y en medio, entre uno y otro, esa tontería generalizada -en esta sociedad pagana- de creer que “poseemos algo”. Éste es el significado profundo de Jesús cuando dice que incluso los camellos pueden pasar por el ojo de una aguja, pero que un rico no podrá entrar en el Reino de Dios. ¿Qué quiere decir ‘rico’? Quiere decir uno que no tiene nada y que cree que sí tiene. Todo el mundo es pobre –o como decía San Antonio de Padua: “no somos más que mendigos”-. A mi juicio, todas las ideas sobre riqueza son ficciones vacías. De todo esto me he ido dando cuenta progresivamente cuanto más he ido profundizando tanto en mi vida de oración como en la observación de las actitudes de la gente. Y también, por supuesto, leyendo la Sagrada Escritura y la Patrística.

Me viene a la memoria ahora por cierto, en el contexto de este tema, una cita de San Buenaventura que dice así: “Al decir ‘rico’, Jesús no se refiere a los que poseen cosas en la tierra. Nadie posee nada. Los pobres son pobres; los ricos son también pobres. A veces más pobres que los pobres porque se engañan creyendo que tienen algo”. Es verdad. En este mundo nadie tiene nada. Una vez te das cuenta de esto - el gran descubrimiento del Poverello de Asís fue ése precisamente - todos los miedos desaparecen, incluyendo el miedo primordial humano que es el miedo a la muerte. Esto se observa claramente viendo cómo mueren los santos, que es una de las experiencias más increíbles que pueden contemplarse. Los santos/as mueren en la plena aceptación, con una entrega total, como la Esposa que va caminando al encuentro del Esposo. -Como decía Santa Teresita del Niño Jesús poco antes de su tránsito a la Casa del Padre: “No voy al encuentro de la muerte, sino al encuentro del Amor”. ¡¡Esta es la clave de todo!!

Un saludo en el Señor en esta noche de la Caridad Fraterna
28/03/13 10:25 PM
  
Anamaría
"Nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana, cuando baja como el óleo de Aarón hasta los bordes de la realidad, cuando ilumina las situaciones límites, «las periferias» donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe."
Pueblo fiel que vive las situaciones límite de estar sin trabajo, asediado por el fanatismo de las sectas, por los traficantes de droga y de seres humanos, inmerso en lugares donde la tónica general es el desprecio por la vida y la familia.
Las periferias, que como laico casi siempre están fuera de mi experiencia habitual de vida o de trabajo, pero que deberían estar siempre presentes en nuestra oración, acompañando a nuestros sacerdotes a esas realidades de nuestra secularizada sociedad.
Que estén siempre presentes cuando voy a Ti en oración Señor.

29/03/13 10:43 AM
  
Juan Luis
un abrazo de paz a todos. Precioso comentario, LF. Solo añadir una cosita referente al "funcionariado" eclesial.
Existe la enfermedad de la "reunitis", y nuestra Iglesia, en mi opinión, está muy infectada por esta enfermedad. Años y años dando vueltas a las mismas cosas, y siempre reunidos para ver cómo hacer lo que nos manda el Señor. "abrid las puertas!" no solo para dejar entrar, sino más bien para que de una vez por todos dejemos las salas de reuniones y salgamos a "las periferias·

Feliz "paso" del Señor.
29/03/13 10:53 AM
  
Antonio
Todos somos pobres, sí, pero algunos pasan hambre y carencias de lo mínimo para malvivir o sobrevivir. Esto no lo podemos olvidar los crustianos, so pena de ser
Injusto con michos que nos pueden leer atónitos ante tanto pobre opulento apuntàndose al carro de la pobreza y sin mover un dedo por perseguir el Reino de Dios y su justicia.
29/03/13 1:15 PM
  
Javiergo
Importante precisión ante las oportunas y justas palabras de Antonio. Hay tres tipos de pobreza: la pobreza material, que es una injusticia terrible con la que se debe acabar; la pobreza espiritual, la de aquellos que se hacen pequeños ante Dios, como por ejemplo Saulo que pasó a llamarse Pablo, que viene de párvulo, pequeño, este tipo de pobreza - que es la característica esencial de los santos - fue elogiada por nuestro Señor Jesucristo en Sus Bienaventuranzas; y, por último, la pobreza primordial o principial (de principio), que es a la que yo me refería, y que es común a todos los seres humanos, sea cual sea su condición, puesto que todos somos mortales y una pura nada ante la grandeza inconmensurable de Dios. Feliz Pascua de Resurrección.
31/03/13 1:12 AM
  
Jaime
Javiergo: me gustaría me iluminases y me explicases por qué es injusto que un vago sea pobre. Por ejemplo.
02/04/13 11:03 PM
  
Javiergo
Jaime, no entiendo tu pregunta. ¿¿He hablado yo de vagos en algún lado?? Y, por cierto, yo no ilumino a nadie. Sólo Dios es todo Luz. "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (Iac. 1, 17) - Un saludo en el Señor Jesús. Feliz Pascua de Resurrección
02/04/13 11:56 PM

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