Vidal piensa erróneamente que los Papas pueden alterar algo definifido infaliblemente
José Manuel Vidal, director de Religión Digital, ha escrito un artículo para defender a quienes no tienen defensa, para reinvindicar a quienes, en mi opinón, deberían de haber sido disciplinadas hace tiempo por su pertinaz oposición al Magisterio de la Iglesia en temas tan delicados como el aborto, la contracepción, las relaciones homosexuales y la cuestión de la ordenación sacerdotal, que como el Beato Juan Pablo II dijo, atañe a “la misma constitución divina de la Iglesia“.
Dice Vidal:
No cuestionan dogmas, sólo piden una Iglesia que no discrimene a la mujer y que, por lo tanto, le permita el acceso al sacerdocio. Con todos los honores y todas las de la ley. Porque la prohibición del sacerdocio femenino no es un dogma, por mucho que algunos consideren que Juan Pablo II cerró la cuestión. Lo que un Papa cierra otro lo puede abrir. Ejemplos sobrados hay en la historia reciente de la Iglesia.
Y al decir eso, demuestra una ignorancia supina. Los Papas pueden abrir y cerrar lo que les dé la real gana -obviamente no caprichosamente- en cuestiones disciplinares. Es decir, un Papa podría decretar mañana mismo, o dentro de diez años, que el celibato no es un requisito obligatorio para ser ordenado sacerdote en la Iglesia de rito latino. Es altísimamente improbable que tal cosa ocurra en lo que queda de historia de la Iglesia antes de que Cristo vuelva, pero tal medida entra dentro de la potestad del Vicario de Cristo.
Sin embargo, ningún Papa puede negar o cambiar sustancialmente una doctrina que pertenezca al depósito de la fe y que haya sido definida infaliblemente. No toda doctrina que cumpla con esas características es dogma de fe, en el sentido de que su negación pertinaz no acarrea el anatema inmediato y la excomunión, pero el grado de certeza y de firmeza de la misma es tal que no admite su revocación.
¿Cuál es el grado de la doctrina que afirma que el sacramento del orden sacerdotal está reservado solo para los varones? Pues primero leemos lo que escribió el Papa Juan Pablo II en su carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis. Su último punto es muy contundente:
4. Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación.
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.
Nótese que el propio Papa advierte que no estamos ante una cuestión disciplinar. Esto no es el celibato, señores míos. Esto es algo que afecta a la esencia misma de la propia Iglesia. Y siendo así, la afirmación de Juan Pablo II tiene todas las características propias de una declaración irreformable pero no nueva, ya que lo que él decreta lo ha enseñado previamente la Iglesia de forma infalible.
Esto no lo digo yo. Lo dice la Congregación para la Doctrina de la Fe, en respuesta a quienes preguntaron precisamente sobre la Ordinatio Sacerdotalis. La respuesta es clara y rotunda:
Después de la publicación de la Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis, algunos teólogos, diversos grupos de sacerdotes y religiosos, como también algunos ambientes y asociaciones del laicado católico han manifestado reacciones problemáticas o negativas en relación con dicho documento pontificio, poniendo en discusión el carácter definitivo de la doctrina sobre la inadmisibilidad de las mujeres al sacerdocio ministerial y la pertenencia de esa doctrina al depósito de la fe.
La Congregación para la Doctrina de la Fe ha considerado necesario disipar las dudas y reservas al respecto mediante el Responsum ad dubium, que el Santo Padre ha aprobado y ordenado su publicación y que es del siguiente tenor:
Respuesta a la pregunta acerca de la doctrina contenida en la Carta Apostólica “Ordinatio Sacerdotalis”
Pregunta: Si la doctrina, según la cual la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, propuesta en la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis como dictamen que debe considerarse definitivo, se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe.
Respuesta: Afirmativa.
Esta doctrina exige un asentamiento definitivo puesto que, basada en Palabra de Dios escrita y constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia desde el principio, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal (cf. Conc. Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 25, 2). Por consiguiente, en las presentes circunstancias, el Sumo Pontífice, al ejercer su ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32) ha propuesto la misma doctrina con una declaración formal, afirmando explícitamente lo que siempre, en todas partes y por todos los fieles se debe mantener, en cuanto perteneciente al depósito de la fe.
El Sumo Pontífice Juan Pablo II, durante la Audiencia concedida al infrascripto Cardenal Prefecto, ha aprobado la presente Respuesta, decidida en la reunión ordinaria de esta Congregación, y ha ordenado su publicación.
Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 28 de octubre de 1995.
+ Joseph Card. Ratzinger
Prefecto
+ Tarsicio Bertone
Arzobispo emérito de Vercelli
En la web del Vaticano se puede ver otro documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la carta apostólica del Beato Juan Pablo II. Cito un párrafo que me parece fundamental para que todo el mundo entienda que este asunto no va a cambiar jamás:
Ante este preciso acto magisterial del Romano Pontífice, explícitamente dirigido a toda la Iglesia Católica, todos los fieles tienen el deber de prestar su asentimiento a la doctrina enunciada. Y a este propósito, la Congregación para la Doctrina de la Fe, con la aprobación del Papa, ha dado una respuesta oficial sobre la naturaleza de ese asentimiento. Se trata de un pleno asentimiento definitivo —es decir, irrevocable—, a una doctrina propuesta infaliblemente por la Iglesia. En efecto, como explica la Respuesta, este carácter definitivo deriva de la verdad de la misma doctrina porque, fundada en la Palabra de Dios escrita y constantemente mantenida y aplicada en la Tradición de la Iglesia, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario universal (cfr. Const. Lumen gentium, 25). Por eso, la Respuesta afirma que esta doctrina pertenece al depósito de la fe de la Iglesia. Se debe subrayar, pues, que el carácter definitivo e infalible de esta enseñanza de la Iglesia no ha nacido de la Carta Ordinatio sacerdotalis. En esa Carta, como también explica la Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Romano Pontífice, teniendo en cuenta las circunstancias actuales, ha confirmado la mencionada doctrina mediante una declaración formal, enunciando de nuevo quod semper, quod ubique et quod ab omnibus tenendum est, utpote ad fidei depositum pertinens. En este caso, un acto del Magisterio ordinario pontificio, por sí solo y en sí mismo no infalible, atestigua el carácter infalible de la enseñanza de una doctrina ya poseída por la Iglesia.
A quienes se niegan a aceptar en su fuero interno una doctrina perteneciente a la fe católica que ha sido definida infaliblemente por el Magisterio, de poco vale mostrarles que esa doctrina jamás podría ser cambiada. Les da igual que se les cite incontables documentos magisteriales. Con decir “un Papa puede cambiar eso” tienen suficiente. Pero al decir tal cosa, demuestran no tener ni repajolera idea de lo que es un Papa, de cuál es su función en la Iglesia y de cuál es la relación entre la Escritura, la Tradición y el Magisterio, incluso en su más alto grado como es el caso del pontificio.
Las monjas rebeldes de EE.UU deberían tener dos opciones. O aceptar, por gracia, lo que la Iglesia enseña -Dios lo haga posible- o coger la puerta y largarse. Y si no quieren largarse, creo que lo mejor sería secularizarlas. Me temo que no ocurrirá nada de eso. Sospecho que a pesar de que Roma ha intervenido, finalmente se optará por dejar que la biología cumpla el papel que no se ha querido que ocupe el código de derecho canónico. Ojalá me equivoque. Ojalá se impida que la heterodoxia siga campando a sus anchas entre el rebaño del Señor pastoreado por Pedro. No podemos ser verdadera luz del mundo si permitimos que las tinieblas del error acampen entre nosotros. Al menos así lo creo. Si en algo me equivoco y voy contra el magisterio de la Iglesia, téngase por no dicho.
Luis Fernando Pérez Bustamante
40 comentarios
El texto inscrito en la foto es la verdad: Roma locuta est. Y no hay más discusión.
No se dice que la mujer no tenga capacidades, que si patatín que si patatán, sino que Cristo no ha concedido a la Iglesia la facultad de darles el orden sacerdotal. Punto. Es un tema cristolótgico, eclesiológico y sacramental. No un tema biológico y psicológico.
Pero si algunos de "los del otro lado" niegan la resurrección, la verdadera y propia divinidad de Cristo, y casi todo lo demás, como la virginidad de María, la existencia de ángeles y demonios; y se echan al pico una aprte sustancial de la moral católica, ¿van a aceptar este dictamen definitivo?
Por ahí viene un cisma y el nacimiento de un protestantismo guay.
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LF:
¿He dicho que sea un dogma de fe?
No.
¿He dicho que es una doctrina perteneciente al depósito de la fe definida INFALIBLEMENTE por el Magisterio ordinario de la Iglesia y por tanto irrevocable?
Pues no, no lo he dicho yo. Lo ha dicho la propia Iglesia.
Entonces, si es una enseñanza infalible, definitiva e irrevocable, ¿cómo puede un doctor en teología como usted comenter un error propio de un catecúmeno de confirmación asegurando que estamos ante una cuestión abierta?
O creemos lo que dice la Iglesia o no lo creemos.
Y respecto de las monjas, comparto su opinión.
Siendo Cardenal Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe lo expresó en los documentos y en las decisiones que partieron de la Congregación.
Ahora, como Santo Padre, debe hacer que prevalezca esta verdad: frente a los radicales de derecha, que no dudan en calificar de herejes a los Papas recientes (todos ellos santos en su vida y firmísimos en su Fe); y frente a los radicales de izquierda, que conocen límites a la innovación de doctrinas que llevan a la dicolución de la verdad católica.
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_1998_professio-fidei_sp.html
“En lo que concierne a la reciente enseñanza de la doctrina sobre la ordenación sacerdotal reservada sólo a los hombres, se debe observar un proceso similar. La intención del Sumo Pontífice, sin querer llegar a una definición dogmática, ha sido la de reafirmar que tal doctrina debe ser tenida en modo definitivo, pues, fundada sobre la Palabra de Dios escrita, constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia, ha sido propuesta INFALIBLEMENTE por el Magisterio ordinario y universal.” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Card. Ratzinger, Prefecto, Nota doctrinal ilustrativa de la fórmula conclusiva de la Professio fidei)
De acuerdo con la citada Nota doctrinal, el asentimiento que se le debe prestar a esta doctrina tiene carácter pleno e irrevocable y se funda sobre la fe en la asistencia del Espíritu Santo al Magisterio y sobre la doctrina católica de la infalibilidad del Magisterio (doctrinas de fide tenenda).
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LF:
Como si a ellos les importara eso un pimiento. Dicen que la cosa sigue abierta y punto. Y si finalmente recibiera el rango de dogma, que es lo que puede pasar como insistan en negar la evidencia, pues dirían lo mismo. Son así
Gracias Luis Fernando. En cuanto pueda lo podré en nuestro blog parroquial, porque dará mucha luz a personas que siempre están con las mismas preguntas.
Claro que quien no quiere entender siempre querrá buscar la ventanita para meterse.
Al menos el Sr. de la Cigoña se apunta un buen tanto por hacerse eco de este artículo. Gracias a los dos, por la repercusión que le añade el Sr. de la Cigoña.
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LF:
Sí, Paco Pepe hace que el artículo tenga más difusión. En realidad yo me limito a informar de lo que enseña la Iglesia y explicarlo lo mejor que puedo. No tiene especial mérito. Eso lo puede hacer casi todo el mundo.
"y que este que dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia." No hay modo de lograr eso, sin duda. A menos que nos empeñemos en tirar de la barca a los "distintos", pro como todos somo distintos, no quedará nadie. Ya tenemos experiencia (nutrida) de los que pasa cuando "los puros" pretenden eliminar a "los impuros"...
¿Qué es, -saben, o suponen que es- lo que hace que el Señor quiera (supongamos) solo para los hombres el sacerdocio? ¿Los genitales? ¿Los cromosomas "y"? ¿O qué otra cosa?
Quizá si expusieran los motivos por los que (creen que) Dios los eligió de modo excluyente, lograrían convencer a alguien, pero "porque sí" "porque yo lo digo", siendo que en el Evangelio no esta explicitado, lo deja manchado de de conjetura, opinión o arbitrariedad o"poderfilia" y asi dificilmente puedan sostenerlo ante la razón (que DNS, nos dio).
"En la duda libertad, en lo necesario unidad, en todo caridad"
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LF:
Tere, tienes TODOS los motivos aquí:
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_letters/documents/hf_jp-ii_apl_22051994_ordinatio-sacerdotalis_sp.html
Aquí:
http://multimedios.org/docs/d001038/
Y aclaraciones:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19951028_commento-dubium-ordinatio-sac_sp.html
¿No te gustan las razones? ¿No estás de acuerdo con los motivos? Da igual. Ni a ti ni a mí nos corresponde jugar al magisterio, sino más bien al magisterio juzgar lo que nosotros creemos o dejamos de creer. Eso es, entre muchas otras cosas, ser católico. Te toca aceptar por fe y obediencia lo que, por el momento, no quieras aceptar por medio de los argumentos que la propia Iglesia da.
Si quieres ser católica, has de aceptar el dictamen infalible de la Iglesia sobre esta cuestión. Si no lo haces, te situas en el mismo lugar que todos los que a lo largo de la historia se han opuesto a la autoridad doctrinal de la Iglesia.
Que el Señor te conceda la fe y la obediencia necesarias para ser fiel a su Iglesia en todo.
La verdad, no entiendo a cuento de qué tanto empecinamiento con algo que realmente ni nos quita ni nos pone. Cada uno tiene su carisma, y todos son importantes y necesarios, incluso aunque algunos les traten con desdén (habría que ver que pasaría si faltaran, entonces se vería. A los ojos de Dios no existen unos mejores o más importantes que otros, o que sean más perfectos. Además, todos los cristianos estamos llamados a ser imagen de Cristo, de distintas maneras o cada uno como pueda. De verdad, no entiendo tanta historia con ese tema y realmente me gustaría que me lo explicaran.
Un cordial saludo.
Se entiende que las mujeres podrían ser diaconisas, me parece necesario clarificarlo.
Como si a ellos les importara eso un pimiento. Dicen que la cosa sigue abierta y punto. Y si finalmente recibiera el rango de dogma, que es lo que puede pasar como insistan en negar la evidencia, pues dirían lo mismo. Son así
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Luis Fernando, estoy completamente de acuerdo contigo.
Si la Iglesia llegara a una declaración dogmática sobre esta doctrina, dirían que es un "dogma machista" y por tanto erróneo.
De hecho, esa gente pasan de un montón de dogmas pero se atreven a decir que siguen siendo católicos pero de "otra sensibilidad"
Respecto al comentario de Arturo: no me creo que sea doctor en Teología, porque entonces no diría esas tonterías. Yo creo que más que un Título académico, lo que tiene es una etiqueta de Anís del Mono.
Creo que Tere pregunta con sinceridad desde el corazón, es decir, que no entiende las razones de esa diferencia (que no dice discriminación, marginación, etc). Proporcionarle esos enlaces est´muy bien, son poco conocidos.
No obstante, yo misma, a quien jamás (ni el los desdichados tiempos de RNA, cuánto menos ahora) habrás visto ser beligerante en el tema del dichoso sacerdocio femenino, no acabo de encontrar convincentes las explicaciones de la Declaración Inter Signores de la CDF, que se supone que es el texto con el que se explican las razones; parecen demasiado ad hoc, muy traídas por los pelos.
Bueno, ahí están las explicaciones que dan los sabios de la Iglesia. Si se entienden, mejor. Si no se entienden, se suspende el juicio y se pide a Dios entenderlas y acatarlas sin pesar.
No es un tema que me haya agitado lo más mínimo nunca. Pero entiendo que sea algo que interrogue no tanto existencialmente como conceptualmente, igual que otros temas de los que más chocan con el mundo de hoy..
Ya me gustaría a mí parecerme más a la Sma. Virgen que al Sto. Cura de Ars (sin desmerecerlo).
El aceite, en el AT es una sustancia altamente noble; simboliza nobleza, realeza, alegría, fecundidad, abundancia. No es en absoluto una sustancia "impura", "inferior", "de segunda categoría", etc.
Pues bien, si un sacerdote, un obispo, un Papa, coge un caliz, lo llena de aceite, y pronuncia la fórmula de la consagración: "esta es mi sangre..."..... no pasa nada, porque con el aceite NO PUEDE consagrar. No depende de su intención, voluntad, oportunidad pastoral, evolución de la Iglesia, autocomprensión de la figura del aceite, etc... Porque el aceite y el vino son dos liquidos distintos.
Sustituyamos "aceite" por "mujer", e ecco fatto, con la consagración sacerdotal.
Y si alguien pregunta si realmente en la voluntad de Dios hay una distición tan fuerte entre hombre/mujer como vino/aceite, es sólo leerse la parte inicial del Génesis: hombre y mujer los creó...
Para Yolanda:
pues el razonamiento de Inter Signores es el clásido razonamiento deductivo de la teologia a partir de la Tradición: actitud de Jesús, actitud de los Apóstoles, recepción de los signos por parte de la Iglesia, transmisión de la doctrina a lo largo de la historia. Procedimiento clásico: no veo en este "argumentos traidos de los pelos, la verdad".
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LF:
El debate interno es ya absurdo. Por algo Juan Pablo II dijo "con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia" y "este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia". En mi opinión, quien insiste en el debate no entiende bien lo que significa ser católico.
No es solo que la posición de la Iglesia sea calara. Es que es irrevocable, definitiva. No cambiará esencialmente jamás. Y quien diga lo contrario, que muestre una sola doctrina perteneciente al depósito de la fe que haya sido definida infaliblemente y hoy se niegue.
http://reformadoreformandome.wordpress.com/2008/12/31/respuesta-a-algunos-argumentos-usados-a-favor-de-la-ordenacion-femenina/
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LF:
Conozco evangélicos que se largarían a otra denominación si la suya admitiera a mujeres como "pastoras". Hay denominaciones protestantes -p.e, la más numerosa en España hasta la explosión del pentecostalismo- donde las mujeres tienen que ir con velo en los cultos y no pueden predicar. Así que lo que digan en ese enlace me lo sé.
Roma locuta causa finita. Gracias además al amigo Paco Pepe por airearlo y difundirlo desde su Blog.
Las cosas claras y el chocolate espeso que decimos por España.
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LF:
Sí, son necesarios. Muy necesarios. De lo contrario, estaríamos como los ortodoxos, que en vez de teólogos tienen epígonos. Y eso les impide cualquier desarrollo dogmático, cuando dicho desarrollo es una de las características históricas de la Iglesia tal y como lo demostró el Beato Henry Newman.
Ahora bien, es absolutamente necesario que un teólogo católico profese la fe de la Iglesia sin asomo de duda. Y si se separa, ha de ser inmediatamente relevado de cualquier actividad docente. Pues bien, eso no ha ocurrido salvo en contados casos.
pues el razonamiento de Inter Signores es el clásido razonamiento deductivo de la teologia a partir de la Tradición: actitud de Jesús, actitud de los Apóstoles, recepción de los signos por parte de la Iglesia, transmisión de la doctrina a lo largo de la historia. Procedimiento clásico: no veo en este "argumentos traidos de los pelos, la verdad".
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Usted que es muy listo.
Otras personas intentamos, aunque cueste, de no sentirnos convencidas pero suspender humildemnete el juicio.
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LF:
No es cuestión de inteligencia sino de gracia, la cual capacita para entender las razones que da la Iglesia. Dicho eso, esa misma gracia opera también en quienes deciden suspender humildemente el juicio.
-Y porqué digo esto, pues, porque el asunto tiene una razón base antropológica que sin otras consideraciones, por su propio peso de orden universal, obliga a respetar el susodicho orden.
“El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de esta misma infalibilidad en razón de su oficio cuando, como supremo pastor y doctor de todos los fieles, que confirma en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22,32), proclama de una forma definitiva la doctrina de fe y costumbres. Por esto se afirma, con razón, que sus definiciones son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia, por haber sido proclamadas bajo la asistencia del Espíritu Santo, prometida a él en la persona de San Pedro, y no necesitar de ninguna aprobación de otros ni admitir tampoco apelación a otro tribunal. Porque en esos casos, el Romano Pontífice no da una sentencia como persona privada, sino que, en calidad de maestro supremo de la Iglesia universal, en quien singularmente reside el carisma de la infalibilidad de la Iglesia misma, expone o defiende la doctrina de la fe católica” (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen Gentium, 25)
Por esto el canon 750 del vigente Código de Derecho Canónico no hace sólo referencia al magisterio solemne, sino también al magisterio ordinario y universal:
Canon. 750
§ 1. Se ha de creer con fe divina y católica todo aquello que se contiene en la palabra de Dios escrita o transmitida por tradición, es decir, en el único depósito de la fe encomendado a la Iglesia, y que además es propuesto como revelado por Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia, ya por su MAGISTERIO ORDINARIO Y UNIVERSAL, que se manifiesta en la común adhesión de los fieles bajo la guía del sagrado magisterio; por tanto, todos están obligados a evitar cualquier doctrina contraria.
§ 2. Asímismo se han de aceptar y retener firmemente todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas de modo definitivo por el magisterio de la Iglesia, a saber, aquellas que son necesarias para custodiar santamente y exponer fielmente el mismo depósito de la fe; se opone por tanto a la doctrina de la Iglesia católica quien rechaza dichas proposiciones que deben retenerse en modo definitivo.
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LF:
La cuestión ahora no es tanto que algunos creen que les vale con decir que aceptan el juicio actual de la Iglesia sobre esta cuestión pero al mismo tiempo sostienen que ese juicio puede variar. Pero al hacer tal cosa, demuestran que en realidad no aceptan lo que el Magisterio ha dicho de forma clara y rotunda. A saber, no solo que las mujeres no pueden recibir el sacramento del orden sacerdotal sino que jamás podrán recibirlo nunca, porque estamos ante una doctrina perteneciente al depósito de la fe definida infaliblemente por el magisterio ordinario de la Iglesia.
O sea, no basta con aceptar que las cosas están así ahora. También han de aceptar que no cambiarán. Y si no lo hacen, están ignorando la enseñanza de la Iglesia. El problema es que eso no tiene consecuencia canónica alguna en infinidad de casos. El tratamiento pastoral ante el error es el que ya conocemos. Tenemos las consecuencias delante de nuestros ojos.
Tu respuesta a Tere es un tanto peculiar. Hay que obedecer "ciegamente". A mí me enseñaron que al entrar en la Iglesia había que quitarse el sombrero, por respeto, no la cabeza. Pensar no es pecado, disentir, tampoco. Eso sí, siempre dentro de lo razonable. Creo que a ti te parece que nada es razonable en el disentir, así que tenemos el diálogo contigo cortocircuitado. Y cuando no te gusta lo que dicen, cortas, borras y haces lo que bien te parece porque tú eres dueño de tu blog. Haz lo que quieras, pero eso no te da más razón. El diálogo siempre es bueno. Por cierto, no sé porqué te parece de catecúmeno de confirmación (por cierto, me insultas sin argumentos) que te diga algo que es común en el gremio de los profesores de teología dogmática en todo el mundo. La Santa Sede no dice que las mujeres no se puedan ordenar, sino que cree que la Iglesia no puede pronunciarse sobre esto. Que es diferente. Pero bueno, necesitas años de estudio (comenzando por el bachillerato,me parece, para que comprendas mejor las cosas y no te tomes todo agarrando el rábano por las hojas, como sueles hacer). Un poco más de formación te vendrá bien.
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LF:
No, no he dicho que haya que obedecer ciegamente. He dado los enlaces a los documentos del Magisterio en los que se explican las razones por las que las mujeres no pueden ser sacerdotes. Es decir, no se trata de que las cosas "son así porque yo soy el Papa y digo lo que me parece bien y al resto de vosotros os toca obedecer como borregos". Ni mucho menos.
La Iglesia explica la mar de bien por qué no se han ordenado, ni se ordenan ni se ordenarán jamás a mujeres como presbíteras. Otra cosa es que a tal o cual fiel esas razones no le convenzan. Entonces sí que entra la obediencia. Y algo más que la obediencia. Entra la fe. Fe en que Dios, en la persona del Espíritu Santo, no permitirá que la Iglesia yerre en "una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia". El que crea que la Iglesia se puede equivocar en algo tan fundamental, tiene un serio problema no con esta doctrina sino con la mera idea de ser católico.
Y para entender algo tan simple no hace falta ser doctor en teología. Basta saber leer, saber interpretar lo que se lee y, sobre todo, saber lo que se pregunta y a quién se pregunta. Cosa que yo ya hice en su día cuando todo un cardenal primado metió la patita soberanamente en esta cuestión... y Roma le ordenó rectificar ipso facto, cosa que hizo inmediatamente.
Respecto a mi formación, me basta y me sobra con la que tengo. Usted dice ser doctor en teología y sin embargo es incapaz de aceptar algo que cualquier chaval de 15 años entiende si se le explica medianamente bien. ¿De qué le vale, entonces, tanta formación? ¿no le da un poco de reparo que alguien tan ignorante como yo le deje en evidencia?
Ah, una cosa más, y esto dirigido al moderador: aprecio mucho sus artículos, pero no puedo decir lo mismo de algunas de sus réplicas a los comentarios de quienes se molestan en leerle y opinar acerca de lo que escribe. Creo que la ironía no hay que llevarla hasta el extremo de herir a quien sólo manifiesta una opinión y lo hace con absoluto respecto al autor del blog y a los demás comentaristas. Algunas de sus respuestas son excesivamente duras y entran en el terreno de lo personal. Un terreno que no conduce a ningún sitio. Se lo digo con respeto.
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LF:
No se tome esta respuesta como un ataque personal, y sí como una tajante declaración de principios por parte mía en relación a lo que es y va a ser este blog en la zona de comentarios. Dice usted que es bueno el debate. Pues depende. Si vamos a debatir entre católicos sobre la Trinidad, sobre el dogma de la Asunción, sobre el aborto, sobre todas y cada una de las doctrinas que la Iglesia ha dejado ya zanjadas. O sea, si vamos a hacer lo contrario de lo que se nos dice en Hebreos 5,11-6,2.... aquí no, lo siento. Con protestantes, ortodoxos y demás hermanos separados, debato y debatiré porque deseo su conversión a la fe católica. No haré lo mismo con quienes se dicen católicos y se niegan a aceptar lo que ha zanjado el magisterio. Expongo, con mayor o menor eficacia, lo que enseña la Iglesia y sus razones. A partir de ahí, o se me demuestra desde el magisterio que estoy errado, o a obedecer y acatar. Y si no, a buscarse otro lugar donde mostrar la falta de obediencia y de fe católica. Punto final.
Respecto al tono de mis respuestas, no busco herir a nadie, pero supongo que cada vez es más evidente que se acerca el día en que decidiré cerrar los comentarios a buena parte de los artículos que escriba en este blog. Así no heriré a nadie. Mi poca santidad no me da para más. No soy pastor, no soy maestro, no soy catequista y no tengo ninguna paciencia con los hetereodoxos de dentro -no digo que usted sea, ojo-. En otras palabras, el que busque buen rollete, una buena tertulia y un debate abierto, se ha equivocado de blog y de bloguero.
Claro que el diálogo es bueno, y lo es porque permite compartir la verdad. Pero la verdad no se define sólo por lo "razonable": la verdad tiene su propia consistencia verdadera. No todo se reduce a racionabilidad...
Puedo afirmar, sin dudarlo, que no todos los teólogos en sus cátedras sostienen lo que sostienes tú. Por eso hay debate. Pero aunque lo hicieran, el argumento de "fuerza" que da el número, no crea automáticamente ni la credibilidad, ni mucho menos la verdad.
Y lo que dice la Iglesia no es tampoco lo que resumes tú: la Iglesia no se pronuncia sobre hipotéticas capacidades o incapacidades femeninas. En absoluto. Más bien al contrario: tiene una doctrina suficientemente rica sobre la invaluabilidad de la mujer en otra parte.
Pero tampoco ha dicho que "no puede pronunciarse sobre esto". ¡Claro que se está pronunciando! ¡Si eso es precisamente lo que está haciendo e hizo! No veo qué hermenéutica extraña puede tomar este texto para hacerle decir lo que no dice: "la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres". Dice que no está autorizada por Cristo a eso, y por lo tanto no tiene ese poder. Punto. Hipotéticamente la mujer podría ser cualquier cosa (y seguro que haría muchas cosas mejor que los hombres, infinidad de ellas). Pero la Iglesia no puede ordenarlas. Y dice "sacerdotal", por lo que tampoco se pronuncia sobre cualquier otro posible ministerio (por ahora, incluso ordenado).
No sólo es clarificadora esta posición para un católico que quiere ser honesto con la verdad y con su fe. También tiene consecuentemente un doble sentido práctico, que yo veo inmediatemente: evita que se pierda el tiempo en debates teológicos inútiles (los teólogos pueden explicar muchas otras cosas, como es su misión); libera a la mujer para que desde toda la riqueza específica de su idiosincrasia coopere en el reino de Dios, en lugar de agotarla en luchas que desvían su aporte específico, anulando su efecto.
Con el pretexto argumentativo de la obediencia "ciega", con ese calificativo que suele usarse, y que la Iglesia no pretende, se quiere anular la obediencia efectiva. Curioso que el mismo tipo de argumento estén usando las de la LCWR.
Creo que el problema está precisamente en la hybris de nuestro orgullo humano: estamos liquidando la obediencia pura y simple del evangelio. Y haciendo parecer ridícula la que en toda la larga historia han vivido los santos.
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LF:
Un apunte más. Parece también claro que las mujeres tampoco pueden recibir el sacramento del orden en el grado del diaconado. Sin embargo, sí pueden desempeñar el oficio de diaconisas. Pero sin imposición de manos sacramental.
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LF:
¿Ya te has desahogado?
Sí, soy vehemente. Siempre lo he sido. No, no soy ciclotímico. No, hace más de doce años que en mi vida no hay ningún cambio. Nací en una familia católica. Dejé la Iglesia a los 17 años. Me hice evangélico a los 22. No pululé de secta en secta, pues me mantuve como miembro de una comunidad eclesial protestante pentecostal moderada -sin las estridencias propias del pentecostalismo- Tras un brevísimo pero sustancioso acercamiento a la iglesia ortodoxa, regresé al catolicismo a punto de cumplir 31. Y aquí sigo y, por gracia de Dios, seguiré. Si el Señor me concede vivir más de 60-70 años y con la mente clara (cosa que dudo), es posible que allá a finales de la década de los 30 algunos me sigan acusando de haber ido de acá para allá, pero con eso solo harán el ridículo.
Afirmar que un católico debe de obedecer y acatar lo que indica el Magisterio no es creer que la Iglesia es una secta. Más bien no es católico quien afirma tal cosa. No hago apologia sino apologética. Y de hecho, hago mucha menos apologética que la que hacía cuando en vez de ser bloguero era forista habitual en Iglesia.net y me tenía que partir la cara dialécticamente con verdaderos doctores en teología protestante. Ahí querría yo ver a algunos teólogos católicos defendiendo la fe de la Iglesia contra las tesis protestantes. Pero no se les vio ni se les verá.
No se trata de que la gente piense como yo. Se trata de que los que dicen ser católicos lo demuestren, pensando en todo aquello que pertenece al depósito de la fe de la misma manera en que piensa la Iglesia. El que no lo haga así, va a tener un problema conmigo si pretende usar la zona de comentarios de este blog para manifestar su desacuerdo con el magisterio.
Por ejemplo, si alguien dice que "la Santa Sede no dice que las mujeres no se puedan ordenar, sino que cree que la Iglesia no puede pronunciarse sobre esto" después de las citas magisteriales que he puesto y que señalan exactamente lo contrario, y si además ese alguien pretende pasar como doctor en teología, pues le pongo en evidencia ante el resto de los lectores. Y si se enfada y no vuelve más, pues ... adiós con el corazón, que con el alma no puedo.
Definitivamente lo mejor para todos (excepto obviamente para ellas mismas) es que comiencen su propia comunidad eclesial o se adhieran a alguna ad hoc (pudiera ser los episcopales) aunque dudo mucho que tengan los cojones para hacerlo.
Dice:
-No veo qué hermenéutica extraña puede tomar este texto para hacerle decir lo que no dice: "la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres".
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Y yo digo: Y dado que en la Iglesia Católica la mujer nunca accederá al sacramento del orde;, este tema se me presenta como un diálogo de sordos.
-Y porqué digo esto, pues, porque el asunto tiene una razón, base antropológica, que sin otras consideraciones por su propio peso de orden universal, obliga a respetar el susodicho orden.
-Luego la herméutica no es tan extraña cuando
se tiene conocimiento de la jerarquía universal de los elementos que la pueblan. Y por ende cómo, genéticamnete, de forma natural en estos elementos se imprime ese carácter de ley que llamamos tradición.
-Pero esto es otro tema contra el que ciertas féminas, abiertamente, se rebelan.
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LF:
Las Puerta del Hades no prevalecerán. La Iglesia siempre ha estado "infiltrada", en mayor medida, por raíces de amargura y de error. Pero el Señor sigue reinando sobre ella.
Pues nada, estas quieren parecerse a los hombres, y generacionalmente desprecian todo lo que la más perfecta criatura representa: virginidad - de la de verdad- todo pudor y modestia, en las formas y palabras, toda oración y sumisión a San José y a Dios.
Pues no, que no y que no! ellas "quieren ser como los hombres".
Y ahí, en la actitud y en la mirada desviada del feminismo que anida incluso en la mayoría de las que se llaman "cristianas", radica el núcleo del pecado de estos últimos tiempos.
Los hombres, igual de necios que Adán, en vez de alertar a Eva del engaño que les lleva a la ruina, van y compran el mismo producto.
"Es el feminismo, estúpidos!"
El texto de la CDF es tan cristalino que el que tu nos quieras convencer que " el gremio de teólogos" opina la contrario solo hace reforzar el extendido sentir de que la teología - o mejor dicho el gremio- está tan corrompido que sus "opiniones" valen lo que las de Vidal.
Se lleva mal el asunto, os comprendo, pero donde hay Magisterio no necesitamos vanidosos que pretendan ponerse por encima del Sucesor de Pedro. O que nos quieran convencer que nos faltan grados iniciáticos para no entender lo que tan clarito se lee...
Vanitas, vanitatis......
Debería reservarse el título de teólogo a gente menos susceptibles o irritables.
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Siento tener que volver a corregir al “Doctor en Teología Dogmática del gremio de los profesores de teología dogmática”.
Disentir pertinazmente de la doctrina propuesta de modo definitivo e infalible por Juan Pablo II en la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis, no sólo es un pecado contra el primer mandamiento de la Ley de Dios, sino que además es un delito canónico.
Dice el vigente Código de Derecho Canónico:
“Can. 750 § 2. Asímismo se han de aceptar y retener firmemente todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas de modo definitivo por el magisterio de la Iglesia, a saber, aquellas que son necesarias para custodiar santamente y exponer fielmente el mismo depósito de la fe; se opone por tanto a la doctrina de la Iglesia católica quien rechaza dichas proposiciones que deben retenerse en modo definitivo.”
“Can. 1371 Debe ser castigado con una pena justa:
1º quien, fuera del caso que trata el c. 1364, §1, enseña una doctrina condenada por el Romano Pontífice o por un Concilio Ecuménico o rechaza pertinazmente la doctrina descrita en el can. 750, §2 o en el can. 752, y, amonestado por la Sede Apostólica o por el Ordinario, no se retracta”
Además dice la Congregación para la Doctrina de la Fe que quién negara doctrinas infalibles propuestas por la Iglesia de modo definitivo, “asumiría la posición de rechazo de la verdad de la doctrina católica y por lo tanto no estaría en plena comunión con la Iglesia católica.”( Nota doctrinal ilustrativa de la fórmula conclusiva de la Professio fidei)
perono leagais casoal Vidal, queya sesabe ques delos de lutero ysemete mucho conla Iglesia,yoya nolescucho enla radio desde quese fue dela Cope,antes megustaba,pero desdeque veoque semete conla Iglesia nolescucho
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LF:
Este Vidal no es el de la Cope. Este se llama José Manuel. El que estaba en la Cope se llama César.
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