Ser fiel a Dios para ser auténticamente feliz
Surfeando por la web, me he encontrado hoy con un post realmente interesante. No diré que dicho encuentro ha sido casual, porque ese blog lo leo con mucha frecuencia, pero hacía un par de días que no lo visitaba. Aunque no me sumo a la crítica que hace a un medio de comunicación religioso ideológicamente cercano al nuestro, sí que asumo el fondo de lo que plantea.
Es falsa la idea de que el cristianismo es un estado de felicidad mundana constante, en el que la vida es maravillosa y sin problemas. Las familias cristianas no son idílicas según el modelo de los dibujos de las revistas de los Testigos de Jehová. Al contrario, sufrimos enfermedades, conflictos familiares y laborales como todo hijo de vecino. Es más, si nos empeñamos en vivir como se nos manda, como se nos da por gracia lo más seguro es que suframos algún tipo de persecución (2ª Tim 3,12).
La fe cristiana no es como los manuales de pensamiento positivo por los que supuestamente se consigue que la gente nos vea, más altos, más esbeltos, más guapos. El cristiano no ha de buscar la felicidad mundana sino la fidelidad a Dios. Ahora bien, quien llevado de la gracia es capaz de alcanzar la comunión con el Señor, alcanza un tipo de felicidad que no hay nada en el mundo que pueda dar.
Dice San Pablo que “el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gal 5,22). Esa lista no es el resultado de las circunstancias externas que nos toca vivir. Muy al contrario, lo realmente novedoso del cristianismo es que aunque todo lo que nos rodea parezca venirse abajo, si estamos asidos al Señor podemos experimentar esos frutos. De hecho, el apóstol nos manda: “Alegraos siempre en el Señor; de nuevo os digo, alegraos” (Fil 4,4). Y nos lo manda porque sabe que es una gracia que el Señor quiere concedernos. Y siempre, o sea, no sólo cuando las cosas van “bien", sino también cuando van “mal", porque sabe que “todas las cosas colaborar al bien de los que aman a Dios” (Rom 8,28).
Una de las cosas que más me ayuda a sobreponerme en tiempos de dificultad es la certeza de que si Dios me concede la gracia de morir en paz con Él, me espera una eternidad a su lado donde ya “no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor” (Ap 21,4). Hablo con esperanza cierta. Es decir, para mí ese futuro prometido es tan real como que yo existo y estoy ahora escribiendo un post en mi blog. Esta vida no tiene otro sentido que ser el preámbulo a la vida eterna al lado de mi Señor, su Madre y mis hermanos en la fe. Lo cual no quiere decir que no me “ocupe y preocupe” por mis seres queridos aquí y ahora.
El Apóstol de los gentiles nos exhortó a trabajar en nuestra salvación con “temor y temblor” (Fil 2,12). Él mismo declaraba: “castigo mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que, después de haber predicado a los demás, yo mismo quede descalificado” (1º Cor 9,27). Y nos advirtió: “el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer!” (1 Cor 10,12). Por tanto, no busquemos primeramente las cosas que nos dan la felicidad mundana sino, sobre todo y por encima de todo, la fidelidad que nos lleva a la felicidad eterna. Que podamos decir con el autor de Hebreos: “Nosotros no somos de los que se vuelven atrás para su perdición, sino que vivimos en la fe para preservar nuestra alma” (Heb 10,39). Lo demás, estimado lector, es vanidad de vanidades. O dicho en plan más castizo: todo lo demás es grano de anís, tormenta en vaso de agua y bostezo de caracol. Nada.
In Domino,
Luis Fernando Pérez Bustamante
23 comentarios
Me parece perfecto que pienses eso. De hecho es lo que hacen TODAS las religiones. No son más que un balsámico para paliar el miedo a la muerte que sufre el ser humano.
Ahora, ¿Por qué te empeñas en inculcar esa creencia a los que no la tienen, y no consideran esto más que un fanatismo estúpido?.
¿Has intentado alguna vez superar tu miedo a la muerte sin recurrir a mitos y dioses?
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LF:
1- No tengo miedo a la muerte, de la cual he estado bien cerca en no pocas ocasiones. Si acaso, a la muerte de mis seres queridos, por lo que supone de separación temporal de ellos.
2- Usted está absolutamente incapacitado para entender mis razones. Su problema es que no tiene fe y por tanto, es de todo punto imposible que comprenda aquello que los que sí tenemos, fe comprendemos y vivimos.
Su situación está descrita perfectamente por San Pablo en 1 Cor 2,14:
... el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
A los cristianos los ateos como usted nos producen más pena que molestia. Si acaso, nos molestan aquellos que parecen no tener otra cosa que hacer que menospreciar y/o burlarse de quienes creen. Que es algo así como si los ciegos hicieran lo mismo respecto a los que afirman que existen los colores o los sordos respecto a los que aseguran que existen los sonidos.
Salvo que sea un discípulo de apariencias.
Llevo casi tres años ejerciendo mi ministerio pastoral en Perú, en una zona muy pobre de Lima. Aunque al principio me preocupaba verme desbordado por los problemas materiales de la gente y no saber comunicar a Jesucristo, bien pronto me dí cuenta de que el mayor problema aquí no es no tener algo que llevar a la mesa, o que alguien de la familia sufra una enfermedad que condenará a todos a empobrecerse mucho para poder costear el tratamiento. No, lo que causa más sufrimiento y de forma más profunda a la gente son los odios, las envidias, las infidelidades, las mentiras, la violencia, etc. que sufren en el seno de su propia familia, fruto directo de una vida de pecado.
Para todo esto sí es una respuesta eficaz la vida cristiana, no porque sea "la purga benito" para todos los males, sino porque es la única respuesta eficaz contra los males morales, que causan más sufrimiento.
Si las familias de acá se formaran desde el amor y la fe, si se cuidara la virtud y la moral, la vida sería mucho más feliz y tal vez entonces sí, los mayores problemas serían los materiales, pero mucho más llevaderos, cuando se está viviendo la experiencia de la Gracia y el amor de Dios.
Ojo, esto en España no se nota tanto, porque todavía hay un cierto barniz cristiano en la sociedad, pero muy pronto se empezará a notar también.
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LF:
Se empezará a notar no. Ya es una realidad en muchos casos.
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Muy aguda percepción la suya, P. Delgado.
Todo eso puede aplicarse de manera absolutamete indistinta a familias paupérrimas o a familias riquísimas materialmente. Sin cambiarle ni una coma.
Por eso el clasismo es esencialmente anticatólico.
Discúlpenme la apostilla un poco fuera de tema, pero me pareció útil sacarla a colación.
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LF:
En mi opinión, ese es uno de los problemas fundamentales de la teología de la liberación y de aquellos que hablan de una opción preferencial por los pobres que consiste en olvidarse que el hecho de ser pobre no es sinómino de vivir sin pecado. La peor de las miserias no es excusa para no vivir en santidad.
Pero se te ocurre decir esto de forma pública y te acusan de querer que el hambre, la injusticia y la opresión de los ricos reinen en el mundo.
Lo mismo escribo sobre el tema en un post.
El sufrimiento es un proceso de purificación y de vida, para cambiar algo que no está bien, incluso la muerte en parte es cambio para mayor vida,la vida eterna,no hay nadie que no le quede más remedio que someterse a la Divinidad si quiere vivir, no es que JESUCRISTO lo quiera, como si eso humillara a la persona humana, es que es absolutamente necesario, el sometimiento de lo humano a lo divino, el que quiera que lo entienda y el que no, lo entenderá igual mas tarde.
Dividir la humanidad entre pobres y ricos es parte de una sociología mal entendida,ya que se perdio el origen de la solidaridad humana ,pero no así ante Dios.
LF, deberías pensar un poco más los símiles y no soltarlos según te vienen a la cabeza.
Me parece que los colores y los sonidos están debidamente explicados por la física.
¿Está Dios explicado por la física de la misma manera?
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LF:
Precisamente por eso le he puesto el versículo de primera de Corintios:
1 Cor 2,14:
... el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
Como usted solo acepta aquello que la física puede explicar, es incapaz de entender aquello que es espiritual, y que por su propia naturaleza, se mantiene inalcanzable al ámbito de la ciencia. Si la ciencia pudiera analizarlo bajo un microscopio, no sería espiritual. Ahora bien, el que la ciencia no pueda demostrar la existencia de lo espiritual no significa que lo espiritual no exista.
Usted sufre de una minusvalía personal evidente, la que le lleva a negar la existencia de aquello que para los creyentes es algo tan real como el aire que respiramos. Por eso digo que para nosotros, su actitud es exactamente la misma que para usted tendría un ciego necio que se empeñara en que los colores no existen porque él no los puede examinar, o un sordo necio empeñado en negar la existencia de los sonidos porque él no los puede oír. Y por más que usted les diga al ciego y al sordo necios que usted ve y oye, ellos no aceptarían sus argumentos porque carecen de la capacidad de certificarlos.
Obviamente se pueden hacer bastantes matices a esto que digo. Por ejemplo, cuando se produce un milagro, la ciencia es capaz de constatar que hay una realidad superior a ella que puede alterar las leyes de la materia. Pero solo podrá llegar hasta ahí. No es poco, pero no es suficiente para entrar en el ámbito de la fe.
Dicho eso, no es este el momento ni el lugar para debatir sobre su minusvalía ni las razones por las que creemos aquellos que creemos.
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No sólo éso, LF, sino que contrariamente a lo que algunos equivocadamente suponen, la santidad te ayuda a soportar las miserias de una manera eminente. Las miserias materiales y las miserias morales.
El ejemplo de Haití es patético: han llovido millones sobre el país y no hay repunte. Es que hay allí mucha miseria moral. Sobra vudú y falta Dios. ¿Porqué no prueban mandando contingentes misionesros en vez o junto con los mititares? Mi párroco se va a Haití el mes que viene, como capellán de los militares hispanos. Cuando vuelva, en diciembre, podré constatar si esta percepción mía es correcta o no.
No pocas veces tengo la sensación de que hay gente que ve la religión como un aspecto más de su vida, entre otros muchos, por así decir; y no necesariamente como el más importante. Eso, los que tienen fe, claro.
Sin embargo, para mí la fe católica es "el aspecto" por antonomasia, esto es, la realidad que da sentido a todas las demás y que debe informarlas (incluyendo también a la muerte, pero no sólo a ella). Y la Voluntad de Dios es el centro de todo. O así debiera ser siempre.
Desde luego, el que espere del Catolicismo el verse libre de problemas en esta vida, lo lleva "crudo". Cierto que el vivir como Dios quiere previene muchos males. Pero, a veces, Dios permite que suframos, en aras de nuestra propia salvación. La clave está en afrontar las situaciones duras según el modo que ha explicado Luis Fernando, con ayuda de Dios.
A Mario: No es malo tener esperanza frente a la muerte y fundarla en las promesas de Dios. Dios es muy, muy bueno, merece toda la confianza del mundo. Y esa confianza quita el miedo a la muerte, sí. Gracias sean dadas a Dios.
La felicidad depende de la fidelidad a Dios, tanto para el rico como para el pobre.
Se es auténticamente feliz cuando se sufre, por dar testimonio del amor, a y de Dios.
No se es feliz cuando el sufrimiento viene por no querer hacer la Voluntad de Dios.
Mi felicidad esta en lo que dijo el Hijo de Dios.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
Comentaba Nicolae Steinhardt en su "Diario de la Felicidad" como a algunos cristianos les parece que la creencia en Dios es un "Seguro de Vida" que les va a librar de todos los problemas, enfermedades, desgracias y dificultades...
Reconozco que yo también caí en ese error en mi conversión hace ya años.
El tiempo y el Todopoderoso se han encargado de mostrarme dolorosamente como ser Cristiano no conlleva necesariamente tener una vida próspera, sana... una vida "nueva era" llena de paaaz, amoooooor, salud y una eterna juventud...
Además, efectivamente, desde mi vuelta al Cristianismo se han multiplicado geométricamente los ataques. En la "nueva era" se vivía mejor, exteriormente, en lo material, las cosas iban mejor...
Parece que en algunos ambientes cristianos se propone una sonrisa perpétua y una felicidad eufórica que tiene más que ver con la exterioridad sentimental que con una serena alegría interior.
Gracias por recordarme todo esto y te animo a que escribas un post sobre el tema de la pobreza. Es "progremente incorrecto" pero seguro que nos ayuda a aclararnos.
Si creo y amo a Dios es porque es nuestra más elemental obligación ante quien nos ha creado y ha decidido que yo (y Vd. en concreto) estemos en este mundo. Que Vd., Mario, un ser único e irrepetible, esté en el mundo no es casualidad. Es pura voluntad del Creador, y sólo por eso debe estarle agradecido. La ingratitud es el peor de los pecados junto con la soberbia, pecados del Demonio por excelencia.
Y creo porque además, ese Dios -que lo es Todo- ha sufrido por mí -que no soy nada-, ha muerto por mí y "en sus heridas me ha salvado". Intente meditar esto. Es tremendo.
Creemos y rendimos culto porque es nuestra más elemental obligación como seres creados a su misma imagen y semejanza-, pero si además uno recibe ese amor tan absolutamente inmerecido, uno ya no sólo debe creer sino amar, y amarLe -como dice nuestra Escritura- "con todo el corazón, el alma y las fuerzas".
Y le aseguro que vale la pena emprender ese camino, que empieza por la fe (pidiéndola en oración), continúa aquí en la esperanza y culmina con Él en el amor.
hay muchas cosas que se ven y la ciencia no puede demostrar, por ejemplo, el que yo haya querido escribir este comentario. La ciencia puede demostrar como lo he hecho, pero no por qué lo he hecho, las millones de conexiones nerviosas de mi cerebro no explican por si solas los actos de mi voluntad.
No hay mas que hablar. El empeño en "enseñar" ése tesoro a los demás es una consecuencia de dicha comunicación con el Señor, aquí o en otro lugar, en todos lados son necesarias dichas personas, según carisma. Un afectuoso saludo
Me ha hecho recordar lo que se dice en este post.
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LF:
Cumplir su voluntad.
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