Parece que la cosa va de evangelizar
La Iglesia nos pide que evangelicemos. El Papa nos pide que evangelicemos. Varios cardenales y obispos nos piden que evangelicemos. Y, de hecho, Jesucristo nos pidió que evangelizáramos, que hicieramos discípulos en todas las naciones. Por no hablar de que San Pablo fue quien afirmó aquello de “Ay de mí si no evangelizara” (1ª Cor 9,16).
Benedicto XVI ha creado incluso un nuevo órgano curial llamado “Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización". Lo hizo a través del Motu Proprio Ubicumque et semper, que empieza afirmando: “La Iglesia tiene el deber de anunciar siempre y en todas partes el Evangelio de Jesucristo“.
He de reconocer que no tengo muy claro por qué se le llama nueva evangelización a algo que la Iglesia viene haciendo, con mayor o menor intensidad, desde hace 20 siglos. La evangelización siempre es novedad porque al fin y al cabo lo que anunciamos es la Buena Nueva de la salvación que Dios ofrece a los hombres en Cristo. Y es evidente que cada generación requiere ser evangelizada, porque Dios no tiene nietos sino hijos. Es decir, en el término evangelización va incluido lo de “nueva". Aun así, si la Iglesia lo quiere llamar así, sólo me queda decir amén.
Por más que hablemos de nueva evangelización, hay algo que jamás puede cambiar. Me refiero a lo que hacemos al evangelizar. O más bien lo que hace el Espíritu Santo, principal evangelizador, al usarnos como instrumentos en la evangelización. Leemos en el evangelio de Juan: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí” (Jn 15,26); y “… cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” (Jn 16,8-11).
No creo que exista una evangelización verdadera si no se incluye la necesidad de conversión. No presentamos a Cristo sólo para que la gente sepa quién es, sino para que la genta se convierta a Él. Y para que se produzca la conversión, es necesario que el pecador sea consciente de su pecado y de la necesidad de ponerlo a los pies de Dios, aceptando por gracia el don gratuito de la fe y de la salvación. Por tanto, y aunque por prudencia pastoral sea necesario hablar antes del bien que se ofrece al incrédulo que del mal en el que vive, no podemos obviar esto último. De hecho, no olvidemos cómo empezó Jesucristo su ministerio: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 4,17).
Creo esencial que junto con la evangelización de los incrédulos, de los que nunca han creído o de aquellos que abandonaron la fe y se alejaron de Cristo y de su Iglesia, es absolutamente necesario el catecumenado actualizado de los creyentes. Dice la Escritura en Hebreos: “Pues debiendo ser ya maestros en razón del tiempo, volvéis a tener necesidad de ser instruidos en los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y os habéis hecho tales que tenéis necesidad de leche en lugar de manjar sólido. Pues todo el que se nutre de leche desconoce la doctrina de la justicia, porque es niño. En cambio, el manjar sólido es de adultos; de aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal” (Heb 5,12-14).
Aunque para evangelizar no hace falta ser doctor en teología fundamental por la Gregoriana, aunque en muchas ocasiones se evangeliza desde la santidad y el ejemplo personal, es conveniente y necesario que los fieles maduren en la fe para poder ser instrumentos de evangelización en el mundo que les rodea. Como bien le dijo San Pablo a Timoteo: “Vela por ti mismo y por la enseñanza; persevera en estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen” (1ª Tim 4,16). Y como advirtió el Señor por medio del profeta Oseas “Perece mi pueblo por falta de conocimiento…” (Ose 4,6). Ya me dirán ustedes cómo puede evangelizar un pueblo “muerto”.
En mi opinión, uno de los obstáculos principales para la evangelización estriba en la secularización interna de la Iglesia. Se habla mucho, y con razón, de la descristianización de muchos países, especialmente en Occidente. Se señala al avance del laicismo radical como causa del retroceso del evangelio en donde hace siglos estaba aquello que se llamaba Cristiandad. Pero el verdadero enemigo de la nueva evangelización no está fuera sino dentro. La presencia de falsos maestros -y maestras-, que reciben un apoyo mediático importante sin que se haga gran cosa por situarles en el lugar que les corresponde por expandir sus falsas doctrinas, es como una especie de bola de hierro encadenada a los pies de la nueva evangelización. Si su Cristo no es el de la Iglesia, si su doctrina no es el de la Iglesia, si su moral no es la de la Iglesia, ¿qué hacen en la Iglesia? ¿qué pueden hacer los verdaderos evangelizadores si cuando predican la verdad al mundo, se encuentran de frente con la quintacolumna de la mentira presumiendo de ser tan católicos como ellos?
Y no hablo solo de quienes deforman el evangelio desde la propia Iglesia. Están también aquellos que ocultan partes esenciales del mismo. O la verdad se predica de forma completa, o no habrá verdadera evangelización. Desde el buenismo no se evangeliza. Se engaña. Dios no es el Juez implacable que busca la manera de que te pases la eternidad quemándonte en las calderas del infierno, pero Cristo sudó sangre antes de aceptar la voluntad del Padre para ofrecernos gratuitamente la salvación, así que no podemos esconder las espinas que rodean a la rosa de la evangelización y de la vida cristiana.
Acabo refiriéndome a un aspecto de la evangelización en la que prácticamente todos estamos de acuerdo. Sin el ejercicio de la caridad no hay transmisión de la fe. Como dice la epístola de Santiago: “Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe” (Stg 2,18); y “Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Stg 2,26). Evangelizamos cuando predicamos y cuando la gracia de Dios obra en nosotros para ayudar al prójimo necesitado. En la evangelización han de ir unidos los dos principales mandamientos: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Si falta uno, no hay evangelización. Puede que no todos sepamos o estemos llamados a predicar como los ángeles, pero la gracia de Dios nos capacita a todos para obrar el bien y dar testimonio de su reinado en nuestras vidas.
Luis Fernando Pérez Bustamante
34 comentarios
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LF:
¿Que nos encerremos a esperar que escampe la tormenta?
No es eso lo que pide Dios. Ni lo que pide la Iglesia.
Si los primeros cristianos estuvieron dispuestos a ser devorados por las fieras, nosotros también. O eso, o no sé qué tenemos de cristianos.
En el fondo los Juvenales no son más que prestidigitadores baratos, con un repertorio muy limitado, y por eso siempre andan repitiendo los mismos soniquetes, una y otra vez. Dan lástima. Lo vacía que deben ser sus vidas. Pero es su elección, han querido hacer de su vida un infierno por voluntad propia.
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Pero como tú los devoras, algo se te acabará pegando algún día.
Para profeta andas mal, juvenalito, lo confundes con la adivinación del futuro, y a ésta, con tus siniestros deseos.
De alguna forma se que para algunos tendría que pasar por reencontrarse con la tradición litúrgica y particularmente con la misa antigua la cual dichosamente se presenta como un desafío para el espíritu y la inteligencia.
En este sentido y con don Giussani coincido en que mucho tendrá que ver con redescubrir el sentido religioso y con ella la razonabilidad de la fe.
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Pero a gritos estridentes y amenazadores, además de engañar también y muy gravemente, se aleja al que más interesado esté en re-evangelizarse.
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LF:
Me da que a ti no te habría caído muy bien San Juan Bautista, je je.
Vamos a ver. El tema de la Universidad católica de Perú, parecería para uno que vive en Barcelona, que es una cuestión que pilla muy lejos, y en parte es verdad. Pero si he escrito varios correos sobre este conflicto, es porque considero que es una cuestión fundamental, si de verdad se pretende evangelizar a la sociedad. Mientras haya "francotiradores" que se les permita, a través de numerosas Universidades católicas, alimentar con errores anticatólicos, el intelecto de sus alumnos, emerge el mito de Sísifo condenado por los dioses. La enorme piedra que con tanto esfuerzo pones en la cima (evangelizar) vuelve a caer en el barranco. ¿Por qué se consiente desde hace décadas esta irregular situación? No voy a argumentar sobre este eterno debate, que requerirá posteriores reflexiones. Parece que los responsables de estas instituciones católicas que deben tomar decisiones (me da igual que sea un cardenal, arzobispo, nuncio o un laico, pues no soy experto en juridisción eclesiástica) aluden a que si toman medidas disciplinares, "el remedio será peor que la enfermedad". Pero esta frase, (que la experiencia desmiente) pienso encubre una falta de personalidad y cobardía en muchos jerarcas de la Iglesia, que como el tibio padre de familia, no se atreve, cuando hay motivos, a enfrentarse con su hijo, para evitarse un mal rato. El hecho, es que con esas falsas justificaciones, se permite que se vaya solidificando una cangrena que perjudica a tantos universitarios y alumnos de bachillerato salidos de instituciones católicas(futuros profesionales con influencia social) que les contamina con una honda deformación doctrinal.
Respecto del tema, la iglesia no podrá evangelizar, o al menos hacerlo de forma eficaz y creible, si no se hace una gran limpia interna.
Hay casos explícitos de desobediencia como el de parte del clero austriaco, pero en España, y sin ánimo de generalizar y polemizar también es bastante preocupante, todo el que tiene algún conocimiento de la iglesia por dentro, y seguro que LF lo tiene, sabe de la situación preocupante de algunos seminarios, de la admisión generalizada de aspirantes al sacerdocio a sabiendasa que paceden de un mal moral intrínseco.
Sinceramente, hasta que no se purifique lo que se tenga que purificar, creo que todos los esfuerzos serán baldíos.
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LF:
Sois tres. Pero tú eres el católico, parece ser.
Jesús pidió que no arranquen la cizaña mientra crece porque es muy parecida al trigo y corremos riesgo de arrancar también lo bueno, y dijo que a la hora de la cosecha cuando den el fruto, la que no sirve se aparta……..
La vida es una continua obra de fe para el que cree, de lo contrario vana será la vida.
Si queremos una nueva reevangelización, debemos darle a Dios el lugar que le corresponde, no hay duda que El en nosotros convierte y transforma todo lo que no viene de su Espíritu.
Y hay que recomenzar de nuevo, porque el mundo civilizado indudablemente va de mal en peor, al perder a su Timonel principal que llamamos Dios.
Dice el Cristo " Sin mi no podéis hacer nada". San Juan 15,5.
La ciudad terrena al perder u olvidarse de Dios, está visto que se derrumba progresivamente y con creciente facilidad. Resulta absolutamente necesario volver al sentido transcentente que da sentido a la vida.
A Dios todopoderoso, crador de todas las cosas.
Siempre se ha evangelizado, pero en los últimos tiempos hay crecientes obstáculos y dificultades y el principe de las tinieblas ha salido de su madriguera para ofuscar y perder a las naciones y reunirlas para la guerra. El Apocalipsis no miente.
Es la hora de la Nueva Evangelización del mundo y de las cosas. La Iglesia Católica y los Papas se han dado hace tiempo cuenta de la dramática situación.
Y S.S. Benedicto XVI lo demanda y exige.
Es la hora del testimonio y de la santa Palabra.
La Palabra avanza en el camino. El camino es la comunidad que da testimonio en un ambiente hostil, pero que tiene que estar presente en todos los tiempos y lugares (Hch 1,8; 28,31).
Transcendencia y testimonio personal, y evangelizar con fuerza para cambiar el mundo otra vez con la palabra de Dios. Y la importancia de los laicos en este asunto es fundamental.
Sobre todo disponiendo de la hermosa herramienta que es INTERNET.
Y tener los ojos bien abiertos a la realidad que nos toca vivir. ¿Estamos verdaderamente atentos a lo que pasa hoy en nuestros grupos, en nuestras comunidades parroquiales o religiosas, en la Iglesia de nuestra nación y en toda la santa y Católica Iglesia universal? ¿Valoramos a las personas que testimonian hoy la Palabra en medio de las dificultades? ¿Sabemos cuáles son los hechos -la práctica- de nuestros apóstoles, varones y mujeres de hoy? ¿Qué podemos aprender de la marcha de nuestra Iglesia ante los desafíos impuestos por la sociedad relativista, laicista, violenta, injusta, egoísta, materialista, en la que vivimos?.
Es la hora de seguir fielmente la acción del Espíritu Santo en todo el mundo.
Y todo irá mucho mejor.
Evangelizar, sí, siempre. Pero no sólo exterior sino también la catequesis interior. Lo expresas muy bien con el versículo de Hebreos y Oseas. Es notorio que los católicos no saben en lo que creen, sólo así se entiende que se pasen a otras iglesias protestantes. A ver si alguna vez te hacen caso. :)
Y por supuesto das una vez más en la diana con el último párrafo: todo encerrado en el amor.
Un saludo.
Lo más lamentable es asumir lo que sugiere Sergio: "encerrarse". Por dejar de actuar -omitir, lo hemos llamado siempre-, se han producido muchos de los problemas de nuestra Iglesia. Por no actuar.
Y si entendemos el alcance de la "nueva evangelización" (y Juan Pablo II explicó hasta la saciedad qué debíamos entender por ello), sabemos que debe entrar en todas las dimensiones de la vida de la Iglesia: la personal, la social y la institucional; en positivo, como anuncio, y en negativo como denuncia (también denuncia de lo que no es acorde con la fe, como se hace aquí y en otras instancias). Se trata de anunciar desde una identificacion muy nítida con el contenido íntegro de la fe y con la comunión en la Iglesia Católica. Por eso esta página, y otras por el estilo, y muchos de los comentaristas, están haciendo en efecto "nueva evangelización": nueva en ardor, en métodos y en expresión. Para tener bastante esperanza.
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LF:
Hombre, ya quedaremos para que te envite a unas cañas, je je.
Ahora en serio, me conformo con que sea leído por los que leen habitualmente este blog. Y si les gusta y creen que merece la pena difundirlo, pues miel sobre hojuelas.
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Pues eso creo to también. Pero, ¿verdad que no es obligatorio que un santo te caiga simpático?
Me mola más este estilo, ni siquiera digo que sea el mío -ojalá- pero lo creo más eficaz y más cristiano, aunque no sea el estilo de San Juan bautista:
http://www.osservatoreromano.va/portal/dt?JSPTabContainer.setSelected=JSPTabContainer%2FDetail&last=false=&path=/news/cultura/2011/191q11-Dieci-regole-per-comunicare-la-fede.html&title=Probemos%20a%20convencer%20%20sin%20querer%20derrotar&locale=es
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LF:
Pues resulta que Jesucristo empezó su evangelización haciendo algo muy parecido a lo que hacía San Juan Bautista.
En todo caso, que cada cual evangelice como Dios le dé a entender.
NO FUNCIONA el enlace que has dado. Mira a ver si lo puedes poner bien.
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Evidentemente lo dices para diculpar el tono bronco de escribir y de "evangelizar" tan de moda entre ciertos sectores de la Iglesia. Si es que se evangeliza con invectivas y con estrépito, que yo lo dudo. Como bien dices no se pueden ocultar partes esenciales del Evangelio. Por lo que es necesario recordar aquí la primera Carta de San Pedro cuando dice: "...dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y respeto." Dios quiera que sea así: con absoluta delicadeza y respeto.
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LF:
Pedro habla en ese pasaje de aquellos que PIDEN RAZÓN de nuestra esperanza. La evangelización va dirigida también a los que no solo no piden razón, sino que les importa más bien poco nuestras razones.
En todo caso, no estoy proponiendo que haya que liarse a berridos por las calles.
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LF:
Leído y contestado el email.
Quizá la dificultad más profunda para evangelizar sea que es el resultado final de un proceso. Evangelizar, desde la dimensión de cada persona como individuo, no es tanto un punto de partida como de llegada, aunque alcanzado éste se abre toda una nueva dimensión existencial.
Para evangelizar hay que tener fe; debe haberse dado una sólida vivencia personal de Cristo en nuestras vidas; un cierto (sólo un cierto, pero correcto) conocimiento de las Sagradas Escrituras y de la doctrina; y, en definitiva, una real capacidad de amar, de servir, de darse.
Estos son logros no pequeños. Muchos de los que nos decimos católicos no poseemos suficientemente desarrolladas aquellas dimensiones. Así que evangelizamos poco y mal. No todo es achacable a las dificultades objetivas que nos encontramos fuera de nosotros mismos. Que los tiempos son adversos para la evangelización, quién lo duda. Pero no debemos partir sólo de la conciencia de la dificultad de nuestro entorno.
Para mí ya es un éxito que alcancemos a debatir sobre estilos, métodos, carismas o estrategias para la evangelización. Uno puede sentirse más identificado con ciertas formas de encarar la comunicación de la Buena Nueva, sentirse más necesitado de ciertos tipos de relación humana para este fin que de otros. Pero esto es ya, insisto, un éxito; pues se supone que quien se ve a sí mismo capacitado para evangelizar es poseedor de una fortaleza no común: fortaleza de fe, de vivencia personal de Cristo, de conocimiento y de amor. ¿Evangelizar? Casi nada...
Diez reglas para comunicar la fe
Probemos a convencer
sin querer derrotar
(eso del estilo estridente de Jesús no lo sabemos)
Si el libro se publicó hace 30 años y seguimos con el mismo diagnóstico siento que la cosa irá más o menos por el mismo camino, o peor, los próximos 30 años, porque está claro que este análisis de la realidad lo debe tener presente más de un Obispo y hasta el Santo Padre.
Por ejemplo: con las herejías del libro de Pagola, ¿en qué ha quedado? Silencio tras la marejadilla... y aquí no passsa nada (que diría el genial Antonio Burgos). ¿Con Teresa Forcades? ¿Con el cura abortero barcelonés? ¿con el hospital de San Pablo?
Pasan años antes de notificar el error y con tibieza... y casi el que propaga el error es el que se va dando un portazo.
En fin, que recemos porque el Espíritu Santo nos ilumine para ser verdaderos evangelizadores, pero creo que el tiempo de un cambio se demora...
Saludos.
Dios nos de fuerza para nunca "escondernos" y para anunciarlo con verdad, libertad y virilidad cristiana!!!!!!
Y a el Juvenal malo.... "y yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo"... aunque te entristezca... NO VAMOS A DESAPARECER!!!!!!!!!
Yo pienso que si no tenemos en cuenta ese orden terminamos escandalizando, pues al final del día, estamos hechos del mismo barro de los hermanos que tenemos evangelizar.
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Pero a gritos estridentes y amenazadores, además de engañar también y muy gravemente, se aleja al que más interesado esté en re-evangelizarse.
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LF:
Me da que a ti no te habría caído muy bien San Juan Bautista, je je.
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Jejeje, en ningún sitio se dice que San Juan Bautista estuviese dando gritos amenazadores.
Jejeje, San Juan Bautista no repetía las tesis de Bayo, segun las cuales el que no está justificado es incapaz de no pecar en cada uno de sus actos.
Jejeje, probablemente San Juan Bautista criticaría tanto la inmoralidad social de España como la alianza Rouco-Botín con la excusa de evangelizar.
Jejeje, probablemente no tendría un blog en Infocatólica.
Jejeje
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LF:
No sé si querría tener un blog, pero lo que sí sé es que es nuestro patrón. Creo que no lo había dicho antes, pero mira por dónde me has dado la ocasión de hacerlo.
La conclusión es que nos hemos encerrado en las capillas tal y como quería Satanas, nos ha encasillado la idea de que evangelizar es cosa de algunos misioneros. Pero la verdad es que todo cristiano ha de evangelizar o si no dejara de ser cristiano tarde o temprano.
La evangelización sirve más para el que evangeliza que para el que te escucha ya que es como si sintieras que te ponen un sello de fe en tu alma cuando hablas del Evangelio.
La cosa es no tener miedo tal y como dijo JPII, ser orgullosos de ser cristianos y proclamar el Evangelio a los cuatro vientos.
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LF:
Lo cierto es que no todos tienen el don de predicar el evangelio.
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LF:
No acabo de captar lo que quieres decir.
Ahora bien, San Juan Bautista no se andaba con chiquitas a la hora de amenazar con el juicio de Dios. En voz queda o alta. Y Cristo tampoco. Pero siempre desde una posición pedagógica de caridad. Que puede escocer, pero salva.
Creo que estamos en una época en la que es necesario saber abordar la forma en la que tenemos que dar a conocer a Cristo, enseñar con nuestro estilo de vida que seguimos a Jesucristo, porque ya es hora de que las palabras concuerden con las obras de caridad, porque a pesar de que es difícil realizar la misión que Cristo nos encomienda, que no es otra cosa que ser "él mismo" en medio del mundo.
Podemos conseguirlo si leemos el Evangelio, porque es ahí donde encontramos la más genuina Palabra de Dios, que nos abre y nos habla al corazón, para poder iluminar los caminos a los "ciegos", para poder sazonar el alimento del alma, para poder resistir las tormentas y las tempestades teniendo en cuenta que sólo con su gracia es posible llevar a cabo la tarea que el nos pide y quiere de nosotros, porque si lo hacemos así, descubriremos que al final el camino que escojamos en la vida podrá variar en unos y otros, pero nos fijaremos que incluso aunque haya diversidad de estados y estilos de vida, lo que vale es el amor, que es la vocación universal que nos une a todos en Cristo, porque en definitiva, sólo el Amor puede transformar la realidad y darle a la existencia una hermosura y una belleza interior que, por así decirlo, empuja y mueve a todos a construir la "civilización del amor". Esa es la evangelización. Dar a conocer el Amor con la propia vida, de tal manera que los que nos vean ya no vean a simples mortales, a hombres y a mujeres sin ganas de vivir, que luchan por unos ideales "mutilados" por falta de compromiso, que buscan cómodamente situarse en el mundo al "margen" de Dios, sino que los que nos observen puedan contemplar realmente la manifestación del Amor encarnado, porque el Dios vivo y verdadero se ha hecho presente.
Hay que hablar más de Dios, y citarlo en sus propias palabras, pues son como una espada de doble filo que penetra hasta el fondo rasgando el corazón y alma del oyente incluso si éste no lo percibe.
Su Palabra es viva y eficaz. Hay demasiado intelectualismo en la Iglesia, en exceso, y se necesita más la simplicidad y claridad de la pura Palabra de Dios.
Si no, todo se queda en ganar una batalla "de la imagen" sin conversión verdadera.
Eso opino yo.
Lo que dijo S. Pablo, sin duda, es verdad y bueno, en su caso particular y en muchos otros más. Pero, que no nos averguenzen más todavía, una pandilla de pringaos camuflados detrás del manto de la Iglesia Católica. Y es que, todos los días vemos a los supuestos evangelistas, evacuar sus modorras y tontunas personales, cuando lo que corresponde es llevar, a poder ser destilada, la sangre derramada de Cristo.
Creo, que visto lo visto, lo mejor es que se queden en sus casitas, y procuren "guardar en su corazón...."
Y, hablar de María, me da alegría decirlo: pueden oír en Radiomaría, el programa "La Tierra Prometida" una vez cada 15 días, a altas horas de la madrugada: Parece que es lo poquito correcto, que ofrece esta radio, y lo hace a escondidas, y a altas horas de la madrugada. No sé por qué seraaaá. Pero me mosquea tanto. Y es que, no creo que sea por casualidad: de hecho, la casualidad no existe para mí.
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LF:
Radio María da una programación excelente a todas horas.
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LF:
Cuando regrese de vacaciones el director técnico.
Es el único que puede hacerlo.
-Si el hombre no ha sido convencido durante estos dosmil años de la bondad del Evangelio: ¿qué se puede hacer ahora cuando el éste con su ciencia está a punto de eliminar el dolor y conquistas otros planetas?
-Estamos en tiempos de definición universal.Y como dice el Jesús. -El hombre por sí mismo no puede salvarse. Mas lo que es imposible para el hombre no lo es para Dios.-
La realidad actual de materialismo anticleralista cada día más acuciante nos demuestra que o Dios toma cartas en el asunto de explícita forma para que a sus elegidos no les quede la duda de que "sí, Dios existe", y no hay más tiempo a qué esperar. O hasta estos mismos, los pocos que con trémula fe aún quedan, la perderán definitivamente.
El poder de la ciencia, como poder del averno, hoy día ya es demasiado evidente para que el medianamente instruído no se haga preguntas del cómo y porqué de un Dios creador tan vivo, está tan mudo ante la desgracia humana.
El tiempo de la conquista humana que por la fuerza de la mística razón que otrora convencía, y al hombre daba esperanzas en la existencia de una justicia celestial mejor que la que el mundo, en el mejor de los casos ofrecía, y no daba ha desaparecido.
Ahora, como reza en el Apocalipsis, toca la fuerza bruta del choque de los elementos. Y aquí solo Dios tiene "esa llave que abre y no cierra y cierra y no abre". Ya sea la de sus iglesias como elegidos; O la del poder del averno.
Yo estoy seguro -lo ha prometido- que Dios toma y tomará cartas en el asunto de la fe de los hombres, sus elegidos. Y por esto no me hago ilusiones de utópicas progresías terrenales.
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LF:
El poder de la ciencia es muy bueno si se usa bien. Si se usa mal, es muy destructivo. Como todo en esta vida. Y punto final a este asunto.
No admito difamaciones contra la buena gente de Radio María. Así de simple. Y mucho menos en un post que no va sobre ellos.
Creo que no he difamado a nadie de Radiomaría, y nada más lejos de mi ánimo. Pero sí tengo señalsar y remarcar, más que nada, porque alguien lo tiene que decir, y es que, Radiomaría no hacer honor a su nombre; y si hablamos de evangelizar, la radio es un recurso estupendo y excepcional. Me parece.
Y repito, no casa bien el ruido con la actitud y condición de María. Y creo, que el tema de María es de la mayor importancia, ya que sin María no puede haber Cristo. Me parece. Las cosas por su orden también en lo de evangelizar.
PLAS, PLAS, PLAS... totalmente cierto. El problema es que todavía muchos obispos, curas y fieles, totalmente secularizados, no son conscientes que la misión de la Iglesia, como cuerpo de Cristo, es anunciar la Buena Noticia, y es que como dice San Pablo, 'Dios ha querido salvar al mundo a través de la necedad de la predicación'.
Esto no está dicho por un loco apocalíptico y catastrofista, sino por un profeta, hoy Beato, que fue Juan XXIII, cuando se dirigió así en la Constitución Apostólica ‘Humanae Salutis’ para convocar el Concilio Vaticano II. Podemos decir muchas cosas al respecto de la evangelización, pero quiero sacar a colación lo que han dicho los Sucesores de Pedro al respecto:
Juan Pablo II en el VI Simposio de Obispos Europeos del año 1985 tras haber hecho un serio análisis de la secularización actual que destruye las raíces de la fe, dijo: "El Espíritu Santo ha respondido ya a esta situación, debemos ir allí donde el Espíritu Santo está actuando, donde está dando señales de vida, debemos tener el valor de abandonar nuestros esquemas atrofiados y acoger las nuevas realidades que el Espíritu Santo está suscitando...”
Evidentemente entre esas 'nuevas realidades' estaba hablando de los nuevos movimientos y comunidades.
Benedicto XVI, más explícito dijo siendo Cardenal en un encuentro el 27 de Mayo de 1998: 'los movimientos representan un verdadero don de Dios para la nueva evangelización y para la actividad misionera propiamente dicha. Recomiendo, pues, difundirlos y valerse de ellos para dar nuevo vigor, sobre todo entre los jóvenes, a la vida cristiana y a la evangelización, en una visión plural de los modos de asociarse y de expresarse» (n. 72) Para mí, personalmente, fue un evento maravilloso la primera vez que entré en contacto más estrechamente -a los inicios de los años setenta- con movimientos como los Neocatecumenales, Comunión y Liberación, los Focolares, experimentando el empuje y el entusiasmo con que ellos vivían su fe, y que por la alegría de esta fe sentían la necesidad de comunicar a otros el don que habían recibido’
'Quien tenga oídos para oir que oiga'
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