El Papa debe apoyar a Monseñor Munilla y salvaguardar su autoridad

Era de esperar. Cuando se anunció el nombramiento de monseñor Munilla como obispo de San Sebastián, todo el mundo sospechaba que una parte importante del clero guipuzcoano acabaría rebelándose contra la autoridad del Papa y de su nuevo obispo. Porque, dejémoslo bien claro desde un principio, lo que acaba de ocurrir es un acto de rebeldía abierta contra el Santo Padre y su neta y clara intención de dar un giro a la realidad de la Iglesia en esa diócesis española y vasca. De hecho, así lo reconocen los firmantes del documento contra la elección de don José Ignacio como nuevo obispo de San Sebastián. Dicen que su designación es “una clara desautorización” de la vida eclesial de la diócesis guipuzcoana y una iniciativa destinada a “variar su rumbo". Pues efectivamente. Pongamos las cartas sobre la mesa. Así es.

Ahora bien, ¿acaso esos sacerdotes, detrás de quienes se puede apreciar la mano negra de algún nefasto emérito, creen que el Papa, Obispo de Roma y Vicario de Cristo, no tiene la autoridad plena como para decidir variar el rumbo de una iglesia local? ¿creen que un cambio tan importante como este se decide sin un consentimiento papal que vaya más allá de firmar un nombramiento que se le ofrece desde la Congregación para los Obispos? ¡NO!

No, es Benedicto XVI en persona quien ha decidido que la Iglesia en el País Vasco debe “variar de rumbo". Y es por ello que hoy Bilbao tiene como obispo auxiliar a Monseñor Iceta y San Sebastián tendrá como obispo titular a Monseñor Munilla a partir del 9 de enero. Podemos analizar las causas por las que desde Roma se ha tomado esta decisión, pero en estos momentos eso es casi lo de menos. Lo verdaderamente importante es que no se ceda a este chantaje pseudo-cismático de los que ven como la Iglesia quiere que el catolicismo en su tierra vaya por otros caminos. En todo caso, los que tienen que ceder son todos los firmantes. Si tan a disgusto están, que el mismo día 9 presenten su renuncia y se vayan a sus casas, aunque conociendo a monseñor Munilla, estoy seguro que él estaría dispuesto a acoger pastoralmente a los que se arrepientan de la infamia cometida. Pero si no son capaces de mostrar un mínimo de comunión con Roma, menos la van a mostrar con quien va a ser, lo quieran o no, su obispo. Estoy convencido de que quedan curas suficientes en esa diócesis para sustituir a los rebeldes. Y también existe un buen número de sacerdotes guipuzcoanos destinados en otras diócesis. Si el obispo de la Iglesia que les vio nacer a la fe les llama, es de imaginar que la mayoría acudirán a ayudarle. Seguro que la Providencia divina saca un gran bien de lo que hoy parece un gran mal.

Por supuesto, descarto cualquier otra solución que no sea la toma de posesión de monseñor Munilla de la diócesis de San Sebastián dentro de tres semanas. Si a alguien se le pasa por la cabeza ceder a esta presión intolerable, que desista. De lo contrario, el futuro de la Iglesia, y no sólo en Guipúzcoa, se parecerá bastante al de cierta comunión eclesial que está dando en estos momentos un espectáculo penoso ante el mundo. La autoridad está al servicio de todos. Y ejercerla en caridad, esa que no demuestran estos curas, no es un síntoma de debilidad sino de amor por la Iglesia.

Vaya desde aquí nuestro apoyo pleno a Monseñor Munilla, tanto el mío personal como el de InfoCatólica como portal. Nuestras oraciones, más incluso que nuestras palabras, son la mejor ofrenda que podemos hacerle a él, al Papa, a la Iglesia y a Cristo.

Luis Fernando Pérez,
Director de InfoCatólica