Mortificación ¿tiene sentido hoy?

El Santo Padre, con motivo del 150 aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars, ha convocado un año sacerdotal. San Juan Maria Vianney fue maestro de oración y adoración, de celo pastoral y también de mortificación. Indagando por los archivos de mi ordenador me encuentro con una reflexión que escribí hace algunos años dando respuesta a una pregunta sobre la mortificación. En unos momentos en que muchos rehuyen el camino del esfuerzo y la abnegación y no son pocos los que se hacen un cristianismo a la carta sin sacrificio y sin cruz, me ha parecido un tema interesante para volver a considerar.

La pregunta que recibí fue la siguiente:

Viendo en la televisión la vida de Santa Rosa de Lima, impresionó mucho a mi señora que esta Santa se azotara para mortificarse. Esto lo he visto también en otros santos y en los pastorcitos de Fátima. Puedo comprender el ayuno y ofrecérselo al Señor pero ¿es conveniente que castigue mi cuerpo? No lo acabo de entender. Mi mente no lo ve claro pero mi corazón me dice que ése es el camino de muchos santos y siento deseos de imitarlo.

La respuesta que dí es la que sigue:

La pregunta me llega desde Santiago de Chile. Mortificarse significa dar muerte a todo aquello que nos separa de Cristo y nos impide crecer en la caridad. Usted alude a ciertas mortificaciones corporales que hoy no están de moda.

El Papa Juan Pablo II lo lamentaba en una hermosa carta que escribió con ocasión del centenario de la muerte de San Juan María Vianney: “Cuántas cruces se le presentaron al Cura de Ars en su ministerio: calumnias de la gente, incomprensiones de un vicario coadjutor o de otros sacerdotes, contradicciones, una lucha misteriosa contra los poderes del infierno y, a veces, incluso la tentación de la desesperanza en la noche espiritual del alma. No obstante, no se contentó con aceptar estas pruebas sin quejarse; salía al encuentro de la mortificación imponiéndose ayunos continuos, así como otras rigurosas maneras de «reducir su cuerpo a servidumbre», como dice San Pablo. Mas, lo que hay que ver en estas formas de penitencia a las que, por desgracia, nuestro tiempo no está acostumbrado son sus motivaciones: el amor a Dios y la conversión de los pecadores. Así interpela a un hermano sacerdote desanimado: ¿Ha rezado? . . . ¿ha gemido? . . . pero ¿ha ayunado, ha pasado noches en vela?. Es la evocación de aquella admonición de Jesús a los Apóstoles: Esta raza no puede ser lanzada sino por la oración y el ayuno”. (Juan Pablo II, Carta a los sacerdotes, Jueves Santo de 1986).

La práctica constante y meritoria del bien en una historia y en una humanidad heridas por el pecado es siempre dificultosa. Como San Pablo todos experimentamos en nosotros una tendencia al mal que es motivo de lucha constante. La doctrina del pecado original y de la concupiscencia siguen siendo muy actuales e imprescindibles para una comprensión realista de nuestra naturaleza y de la situación del ser humano.En nuestra naturaleza anidan pasiones rebeldes y deseos desordenados que hay que controlar con ayuda de la gracia y la cooperación de nuestro esfuerzo. Aquél que quiera seguir fielmente a Cristo le tendrá que acompañar llevando la Santa Cruz.

Sin llegar de entrada a grandes mortificaciones corporales, hay que iniciarse en las mortificaciones ordinarias. Ser puntual, delicado, soportar con una sonrisa las impertinencias (que nunca faltan) del prójimo, combatir un mal deseo, privarse de ciertas comodidades, ser generoso,morderse la lengua en algunas ocasiones o hablar sin tapujos en otras…son buenas mortificaciones que nos ayudan a asociarnos al misterio de la Cruz del Señor. Estos pequeños combates nos preparan para otros mayores. Perdonar a los enemigos,devolver bien por mal, rezar por aquellos que nos detestan son ya grandes mortificaciones.

En cuanto a las mortificaciones corporales (presentes en la mayoría de Santos) como son ayunos fuertes, disciplinas y cilicios hay que ser prudentes. Estas mortificaciones no deben darse nunca sin las ordinarias antes mencionadas y sin el consejo de un buen director espiritual. Dios las suscita en el corazón de los santos a su debido momento y siempre bajo la supervisión de una persona avanzada en el camino espiritual. Podríamos iniciarnos con algunas más sencillas: moderar la calefacción en invierno y el aire acondicionado en verano, utilizar más a menudo el agua fría… Tenga en cuenta que, por otra parte, hoy muchas personas hacen enormes sacrificios para ciertos objetivos que se proponen y nunca aceptarían hacer tales cosas por penitencia.

La mortificación no deja de ser como la sal de la vida cristiana, la medida de nuestro amor y sacrificio. Nulla dies sine cruce. Ningún día sin cruz, pues la alegría cristiana tiene raíces en forma de cruz y cuando uno quiere dar lo mejor de sí mismo a Dios y a los hombres, la cruz aparece con naturalidad y es vivida con alegría.

¿Cómo vivimos la mortificación? La respuesta a esta pregunta tal vez nos informe de manera fidedigna del temple de nuestra vida cristiana.

16 comentarios

  
luis
La palabra mortificación ya es fea, con su barroca connotación.
Y en cuanto a las prácticas ascéticas, la única que menciona Jesús es el ayuno. Parece la mejor, la más efectiva, la más sencilla y la más ocultable ("perfúmense y no hagan como los fariseos").
17/08/09 1:05 AM
  
Hermenegildo
Toda esta materia está regulada actualmente en la Constitución Apostólica "Penitemini", promulgada por el Papa Pablo VI el 17 de febrero de 1966, siguiendo indicaciones conciliares.
Ésta debe ser, pues, nuestra normativa de referencia en lo referente a la mortificación.
17/08/09 11:26 AM
  
Norberto
La mortificación no solo es necesaria o conveniente,a mi entender,es imprescindible "...el que quiera seguirme que se niegue a sí mismo...".
Yo me apunto al modo de Theresita:pequeñas mortificaciones hechas por amor.
Coger un hilo del suelo,tomar la manzana más pequeña,el filete más pequeño,ceder el asiento,y sonreir,siempre,aunque "la procesión vaya por dentro".
17/08/09 11:59 AM
  
Yolanda
Las pequeñas mortificaciones hechas por amor que menciona Norberto tienen el sentido de curtirnos en la caridad, benefician a otros. Pero ¿qué sentido tienen ""los ayunos fuertes, disciplinas y cilicios"" aun cuando sean con ""el consejo de un buen director espiritual""?
17/08/09 3:28 PM
  
Norberto
Las mortificaciones "fuertes",tienen sentido en casos muy concretos de personas,a quienes el Señor le concede la gracia especialísima de participar de los dolores de su Pasión,v.g. Pio de Pietralcina y los estigmas.Quienes quieran mortificarse deben hacerlo con la certeza,proporcionada por un director de conciencia ,de que lo hacen por amor,y,eso es santificante y santificador.
17/08/09 5:02 PM
  
Fernando Benedicto
San Marcos 8,34 es sumamente expresivo, describe la "negación de uno mismo" y "tomar la cruz para seguir al Cristo".
Deduzco que no existe Cristo sin cruz, es decir que la mortificación que Jesús sufrió en la cruz, nos muestra la forma de imitarle al llevar una vida de disciplina.
En este siglo, donde las normativas cristianas tradicionales se desvirtuan, es el momento de manifestar el amor hacia la vida cristiana, esta incluye sacrificios hasta el grado de imitar actos de mortificación que no pocos santos experimentaron para morir en cuanto al mundo y ganar la vida en Cristo.
La cruz es símbolo de mortificación para elevarnos al Padre por abandonar una vida basada en la autocomplacencia.
¿Que queda de las vidas de mortificación vividas con el mayor de las alegrías en el servicio a Dios, como el de Sta. Teresesa de Lisieux, quién vió que la vida religiosa era tal y como se había imaginado, la pobreza material y la dureza de la vida, sirvió sintiendosé feliz con una vida entregada a la mortificación, sabiendo que debía asumir cualquier sacrificio, lo cual le acercaba mas a Dios.
Deduzco que la negación de uno mismo produce la aceptación divina en la vida consagrada en sus diferentes aspectos y formas.
Un saludo: Ferran
19/08/09 9:35 AM
  
Ana
Entiendo los sacrificios de pasar una tarde con una persona mayor sola, de pasar dias de vacaciones ayudando en algún sitio, de escuchar por centésima vez el ere que va a ir a la empresa de un amigo, entiendo tomar menos cervezas y comer menos, no ir al cine en algunas ocasiones o a cenar y entregar ese dinero,no perder el tiempo con programs tontos de televisión y ver o leer algo bueno, entiendo el sacrificio de ir a Misa a las ocho de la tarde entre semana cuando se está cansado,contestar amablemente y expresar nuestra opinión con respeto pero esto no lo entiendo y no veo que de bueno puede salir. que conste que tampoco veo bueno a los que se machacan en el gimnasio
19/08/09 6:09 PM
  
Joan Antoni
Tal vez nos falte el "entendimiento" que tenían San Pío de Pietrelcina, San Juan Maria Vianney y multitud de santos.
19/08/09 9:24 PM
  
Ana
Personalmente estoy a años luz de esos grandes santos, simplemente con vivir el dia a dia lo melor posible y haciendo lo que pueda no me resulta nada fácil, pero de verdad que me gustaría entenderlo.
20/08/09 1:35 PM
  
Fernando Benedicto
Ser santo, no hace necesariamente lo que hace el resto, no teme hacer lo que Dios le revela y le hace sentir, actua con valentía al no seguir lo que hacen los otros, no teme desentonar con el resto de su prójimo por no seguir la rutina común en el vestir, divertirse, hablar, pensar, comportandose como hijo de Dios.
Los habitos que tiene pueden contrastar con las acciones humanamente cotidianas, para él lo que prevalece es vivir acorde a la providencia divina la cuál él acepta como proviniente de Dios.
Los santos están para corregir, defender, enmendar los daños que otros puedan provocar; los santos buscan la ocasión de ayudar, no esperan soluciones sin esfuerzo, no se quejan por la situación del mundo, sino luchan por hacerlo mejor poniendo en acción la virtud del amor y el ejemplo de Cristo, quién no buscó sus intereses propios, su vida fue entregada altruistamente a favor de toda la humanidad.
El sufrimiento de la penitencia cristiana no es un castigo, sino una búsqueda ordenada de unión con Cristo, por amor.
Lucas 9,23. "Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo, tome CADA DÍA SU CRUZ y sígame".
El Señor nos invitó a hacer mortificación voluntaria y no solo aceptar aquellos sufrimientos que llegan sin buscarlos. Ese es el sentido de la vida. 'Unirnos a la Cruz de Cristo", como recuerda Santa Teresa.
22/08/09 7:41 PM
  
jpm
Supongo que Dios le pide a cada uno distintas cosas, y los sacrificios que debe hacer son diferentes y todos buenos, incluídos los cilios, ayunos, disciplinas, etc. Por amor a Dios, claro.
A la gente que no lo entiende, habría que recordarle lo que hace mucha gente por su cuerpo: cirugías, ayunos tremendos, deporte a tope...Ya sé que es distinto lo uno y lo otro, lo digo por los que se escandalizan de ciertas prácticas religiosas y no de las profanas.
28/08/09 8:59 PM
  
rastri
A cada cual su cruz y cómo saber llevarla sin hacer propaganda.
29/08/09 7:11 AM
  
coscor
Me interesa la página y el tema. Creo que hay algo que a veces falla y nos hace pobres en entender todo lo que Jesús ha hecho por nosotros y que nuestra penitencia real y seriamente continuada ayuda a que los pecadores se conviertan y a que seamos fieles en practicar la penitencia corporal, pidiendo perdón por nuestros pecados, pidiendo por los pecadores y sobre todo intentando vivir con Cristo lo que El sufrió en su Pasión y su cruz.
Me gustaría poder comentar con vosotros el deseo de participar con mi penitencia y mortificación en los dolores de Jesús en su Pasión y en la Cruz.
A veces me siento co dificultad para ser fiel y me gustaría que de alguna manera nos ayudara el saber que estamos unidos en la oración y en el mismo ideal de seguir a Jesús que sufrió tanto por nuestro amor y redimió nuestros pecados.
Desde hoy pedire para vosotros, los que leais el mensaje para que seamos fieles en acompañar a Jesús en sufriomiento de su Pasión y en el dolor que le causan nuestros pecados para que seamos fieles y repa-remos nuestra falta de amor y de entrega...

01/09/09 11:56 AM
  
Fernando Benedicto
La virtud de la mortificación, nos prepara para posibles pruebas en nuestra fe a las que podamos ser sometidos. Nunca se debe confundir esta virtud cristiana con una forma de masoquismo, este mas bien incurriría en no tratar adecuadamente nuestro cuerpo con el que servimos al Señor y es a la vez templo de Dios. Incluso un ayuno debería estar adaptado a nuestra condición física de manera que no nos afecte la salud.

02/09/09 1:16 AM
  
Manolo
Me ha tocado profundamente este articulo sobre la mortificación y el que publicó después. Sobre todoel concepto de responsabilidad al que alude. Y le agradezco mucho su tarea dado que, aunque no soy católico, me siento bien sabiendo que hay hombres de Dios como usted trabajando por el bien de los seres humanos. Creo que su artículo va más allá de lo confesional para adentrarse en la ética de estas prácticas. ¡¡ Y pienso aplicarme la mortificación de la puntualidad desde ya mismo!! ;) Muchas gracias
20/10/09 9:36 AM
  
Romi
Yo veo como, cada vez que ayuno, por la gracia de Dios, el Señor me da luz en cada combate q me toca vivir..es increible..mi forma de actuar cambia totalmente y estoy en Paz! Son practicas q como no les veo el fruto enseguida me cuesta mucho, pero cuando Dios me da la gracia de hacerlas experimento la presencia del Señor en mi vida!
08/06/16 4:09 AM

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