La absurda negación del orden moral propuesta por el relativismo.

El más elemental sentido común nos dice que nada puede ser conocido ni amado si no tiene ser[1]. Sin embargo, aunque nos parezca sorprendente, existen pensadores que afirman que el mundo se reduce a la totalidad de los hechos transitorios y que por lo mismo, en sentido estricto nada es. Ese es el motivo por el que ahora nos encontramos ante la necesidad de defender lo evidente, es decir, que lo absolutamente primero es el ser, luego el conocer y el amar. Es el colmo que a estas alturas de la humanidad tengamos que volver a mostrar lo que es evidente por sí mismo, es decir, el primer principio del orden intelectual  consiste en que el ser es y el no ser no es. Y es que cuando se niega tercamente y dogmáticamente lo evidente, no hay otra vía más que la negación del ser, es decir, la nada.

Partiendo del ser, del conocer y del amar; del ser y de su conocimiento se sigue que el ser es bueno y por lo mismo es amado. Es así como el ser puede verse como unidad, en su relación consigo mismo; como verdad, en su relación con el conocimiento; y como bien, en su relación con el amor.

Pero así como del conocimiento del ser, se sigue que el ser se identifica con la verdad, puesto que todo lo que es, necesariamente es verdadero; y del amor al ser, se sigue que todo lo que es, necesariamente es bueno. De eso se desprende la evidencia inmediata e intrínseca del primer principio del orden moral, que consiste en hacer el bien y evitar el mal. El ser se identifica con la verdad y el bien de modo que de conocer el ser o la verdad, se sigue la necesidad de buscar el obrar bien.

El problema es que los empiristas ingleses, y en especial David Hume, que ahora es actualizado por el relativismo contemporáneo, afirma dogmáticamente que es imposible pasar por inferencia lógica del ser al deber ser, y con esto se compromete todo el orden moral. Y es que el prejuicio empirista cierra los ojos ante la evidencia del ser y lo reduce, de algún modo, a lo que cada uno percibe, quedando la Ética reducida a la psicología empírica y quedando también anulado el orden moral en cuanto es exactamente lo contrario a las experiencias inmediatas. De eso también se sigue, la aberrante afirmación de lograr una “ética existencial”. El término “ética existencial”, es el error que proviene del prejuicio empirista que sustituye el ser por la totalidad de los hechos. La antítesis de esta errática afirmación está en la evidencia del ser, del conocer y del amor del ser que es el verdadero fundamento del orden moral.

Decir que la Filosofía debe captar el ser como un evento situado en una época, equivale a no decir nada. El relativismo ético coincide con el nihilismo en cuanto se reduce a la interpretación de eventos. Esta postura es gravemente perniciosa porque desde sus presupuestos, no se puede afirmar el primer principio del orden moral que consiste en que hay que hacer el bien y evitar el mal. Y esto sucede porque, como lo hemos visto, al reducir el ser a una sucesión de eventos ligados a situaciones, la realidad queda reducida a nada. El relativismo ético actual ha vuelto a caer en el viejo problema del primer principio del orden práctico llamado sindéresis.

La sindéresis es algo que inclina simplemente al bien.[2] Se trata de una cualidad estable, es decir, de un hábito bueno natural que todo hombre posee por la misma naturaleza humana. Todo hombre sabe que debe obrar el bien y evitar el mal. De hecho, el hombre participa de este conocimiento intuitivo a la manera de los ángeles.[3] Así como el hombre cuenta con el hábito del primer principio especulativo que consiste en que “el ser es”, del mismo modo posee el hábito del primer principio del orden moral que consiste en que “hay que hacer el bien”. Estos principios no son el resultado de un razonamiento, sino que son evidentes por sí mismos, y ellos son los que hacen posible toda argumentación gnoseológica y ética, incluyendo las argumentaciones de las que los niegan.

Esa es la razón por la que la sindéresis es inmutable e infalible porque aun cuando en el hombre existe la tendencia al mal, no es posible un mal sin mezcla de bien y de ahí que se descubra que hay que hacer el bien. La infalibilidad de la sindéresis consiste en que en ella no hay ni puede haber pecado o error y por lo mismo es inmutable y preámbulo de toda virtud.[4] La sindéresis es la condición sin la cual no son posibles las virtudes morales. Es por todo esto que los relativismos morales, como son las éticas de situación, las éticas de consenso, las éticas de la interpretación, las éticas existenciales, las éticas de mínimos acaban utilizando la sindéresis que niegan, no pueden salir de la necesidad de la sindéresis para determinar la moralidad de cualquier acto o evento histórico. Aún la ética relativista ha de ser fundada bajo el presupuesto de la sindéresis. El juicio de la sindéresis no se extingue totalmente ni en la peor situación de pecado y desesperación. Lo que sucede es que en los actos concretos la sindéresis se extingue en cierto modo cuando se elige el mal porque la pasión ciega la razón de modo que aunque se tenga la sindéresis, este primer principio del orden moral, que consiste en hacer el bien y evitar el mal, no se aplica al acto particular, pero aun así la sindéresis no se acaba de extinguir totalmente sino sólo secundariamente.[5]

Por otra parte, el orden moral no se limita a la sindéresis, sino que el conocimiento intuitivo de hacer el bien y evitar el mal, implica inmediatamente la obligación de orientar cada elección al bien que ha de realizar. Es decir, de dirigir cada acción al bien como fin. De modo que en cada acto la conciencia se cuestiona sobre si se obra bien o mal. Y esto implica la aprobación o el rechazo de una acción que exige necesariamente el conocimiento previo de una serie de normas abstractas que determinen qué es lo bueno y lo malo y respecto a qué vamos a determinar si una acción futura, presente o pasada es buena o mala obligándonos a hacerla o a omitirla y luego a responder sobre ella.

El derecho, el deber y la responsabilidad, son realidades que devienen del orden moral objetivo y que se fundan, en última instancia, en la sindéresis. Por eso la negación de la sindéresis, constituye un acto contra natura y una contradicción porque al negarla la afirma necesariamente. La afirmación de que la norma primera o sindéresis no existe y que por lo tanto no hay normas objetivas es una incongruente contradicción. También es un grave error afirmar que si se admitieran algunas normas éticas, estas normas se limitan a determinadas circunstancias que cambian según los contextos culturales pasajeros y locales a cada cultura. La contradicción consiste en que la misma afirmación de que esas normas pasajeras existen relativamente hace necesario que se fundamenten en la norma originaria, evidente e infalible de la sindéresis que trasciende a toda acción y a toda situación. Se puede no estar de acuerdo en los modos de obrar, pero no es posible negar que hay que obrar el bien y evitar el mal sin caer en una contradicción. Y este fundamento necesario inicial es el que nos conduce a descubrir que hay un orden moral objetivo que no depende de los contextos, de los sujetos ni de sus situaciones.

Con todo esto podemos terminar concluyendo que el relativismo es absurdo y destructivo porque afirma que existen “morales” distintas y contradictorias y afirma dogmáticamente, contradictoriamente y de modo absoluto que no existe ni puede existir una norma objetiva de valor universal, inmutable e indispensable. Por eso el relativismo es dogmatismo absoluto que en el fondo se niega a sí mismo como relativismo.



[1] Cfr. San Agustín. De Civitate Dei, 11, 26.

[2] Cfr. Aquino, Tomás de. S.Th., I, q.79, a.12. “sindéresis[…]ad bonum tantum inclinat”.

[3] Cfr. Aquino, Tomás de. Quaestiones disputatae De Veritate, I, q.16, a.1.

[4] Cfr. Idem., q.16, a.2c.

[5] Cfr. Idem., q.16, a.3 c.

8 comentarios

  
Juan Manuel
Muchas gracias por este valioso artículo.

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Muchas gracias a Usted por leerlo.
Saludos:
Manuel Ocampo Ponce.
28/09/16 7:10 PM
  
Hector R
Manuel Ocampo, también el problema esta cuando ellos (los relativistas) creen que pueden inmponerte sus ideas a la fuerza. Como si fueran dogmas, el asunto es que a ningún poderoso se le quiere ir el poder de las manos
29/09/16 12:11 AM
  
Pepe
¿Y quién establece el orden moral en el absolutismo (por oposición a relativismo)? ¿El Rey? ¿La Iglesia? ¿El Partido? ¿El Filósofo? Y si hay varios de todos ellos, ¿cuál de ellos? Porque decir "yo tengo la razón porque me avala X" (argumento de autoridad puro y duro) no da la razón a nadie. Afrontémoslo: toda moral absolutista se desprende necesariamente de un acto de fe "irracional", fe que puede no ser compartida por la mayoría de la sociedad y (como a menudo ocurre) ni siquiera por una minoría significativa.

Y la sindéresis existe, desde luego, pero ha sido siempre tremendamente circunstancial. Ejemplo sencillo: los soldados que van a una guerra de agresión inflamados de patriotismo y propaganda (venga de quien venga) creen estar haciendo el bien. Incluso puede haber pastores que les digan que están luchando en una "guerra justa." Luego, como sucede igualmente a menudo, pasa que se demuestra palmariamente que tal guerra era un abuso y una atrocidad al servicio de intereses infames, y entonces, ¿qué hacemos? ¿Cuál era la moral buena?

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Muchas gracias por su comentario.
Tanto la moral relativista como la realista son absolutistas.
La ley está en el orden que los humanos descubrimos en las cosas que vemos, y por lo mismo el autor es el que las ordenó. Por ejemplo, si un productor elabora un bolígrafo para escribir y al final de la producción se percata de que no cumple con la función, entonces nos damos cuenta que al no lograr aquello para lo que fue producido, es un mal bolígrafo. Así vemos cada cosa, un árbol que no da frutos, etc.
Ahora bien, es verdad que esto conlleva muchas circunstancias y motivos que deben ser considerados sobre todo cuando se trata de responsabilidades, pero todas esas circunstancias que incluso pueden anular la responsabilidad del que realiza la acción, no cambian el hecho de, que en el ejemplo citado, el bolígrafo no sirva.
La ley es el orden establecido por el autor de las cosas, pero esas cosas pueden fallar y no alcanzar el orden para el que fueron hechas.
Saludos y nuevamente muchas gracias:
Manuel Ocampo Ponce.
29/09/16 3:04 AM
  
excelente articulo, con gran profundidad e interesante.
GERARDO GARCIA ESPINOSA.
30/09/16 12:41 AM
  
RafaelC
Excelente, gracias por el artículo. Ahora me gustaría aterrizar en algunas ideas, particularmente respecto al matrimonio homosexual. Demos por hecho que ninguna referencia bíblica puede citarse dado que un relativista mundano (léase, el apóstata de a pie) no lo tendrá como criterio de verdad. Entonces, la pregunta es ¿es inmoral el matrimonio entre dos personas del mismo sexo? ¿por qué? Me ha costado mucho trabajo estructurar una postura no religiosa sólida; a diferencia, por ejemplo, del caso del aborto, pues es relativamente fácil argumentar que existe una vida, y que no puede ser otra cosa sino humana (jamás nacerá una espinaca ni un camello de lo que inició como un feto humano). Luego se sigue el respeto a esa vida humana.



Pero en el caso del matrimonio entre dos personas del mismo sexo (que desde luego no es un tema de amor sino de sexualidad), resulta difícil penetrar argumentos sólidos ya que la sexualidad hoy en día no tiene ninguna relación con la moral. Tener sexo es tan natural, común e intrascendente como ir a desayunar con un par de amigos. Cierto, hay relativismo, pero para poder superarlo necesitamos un criterio de verdad (que antes lo aportaba el catecismo), un fundamento sobre el cual partir.



Saludos!

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Hasta el momento las explicaciones que existen al respecto coinciden más o menos en lo siguiente:
Cada cosa tiene un fin para el cual fue hecha, pero en este mundo imperfecto, no todas las cosas alcanzan infaliblemente ese fin. Cuando una cosa alcanza su fin, decimos que es buena o perfecta, pero cuando no alcanza ese fin decimos que tiene imperfecciones. Hay imperfecciones o males físicos y los hay morales. Cuando la sexualidad no está ordenada a su finalidad por cualquier motivo, decimos que hay un mal o una falta de plenitud que puede ser físico y/o moral. Falta plenitud porque los órganos sexuales están ordenados a la reproducción. En el caso de las uniones del mismo sexo no se alcanzan plenamente los fines de la sexualidad, y esto puede ser por causas físicas, psicológicas o incluso genéticas. A ciencia cierta todavía no se sabe la causa de esto aunque hay muchas hipótesis. Por lo mismo aunque el acto en sí no tiene plenitud, no siempre lleva una responsabilidad moral. Sólo la lleva cuando el acto humano concreto depende de la libertad de las personas que lo realizan.
Cabe añadir que, por lo general, las personas con atracción al mismo sexo no escogen libremente esa tendencia y por tanto no son responsables de lo que no atañe a su libertad. Sólo serán responsables de los actos que dependan de su voluntad libre. Por eso es importante distinguir entre la carencia de bien o falta de plenitud objetiva moral, y la responsabilidad del acto.
Otro matiz importante es que la sexualidad aunque va ordenada a la procreación, conlleva otros bienes como la unión, la complementariedad, la delectación, etc., pero esos bienes son objetivamente jerárquicos. No es difícil darse cuenta de que si comparamos la delectación con la procreación, la delectación se subordina al fin mas noble que es la formación de una persona nueva. Esta jerarquía implica que si falta la delectación o si falta la procreación no hay plenitud, pero es más imperfecto que falte la procreación aunque no haya delectación a que falte la delectación pero se logre la procreación. Por eso es importante ver que estos bienes se encuentren relacionados de tal manera que logren la plenitud. En todos los casos que falte algo, hay imperfección o mal físico o moral, pero estos males pueden ser más o menos malos, según aquello de lo que adolezcan.
Por último, hay que considerar que el matrimonio y la sexualidad humana está llena de imperfecciones y que por la condición humana en este estado de naturaleza, aun en los matrimonios heterosexuales está condenada al fracaso. Por eso es necesario reconocer todas las dificultades que implica y abrirse al plano sobrenatural que tiene la condicionante de que supone la fe.
La sexualidad es muy compleja y todavía no está completamente estudiada y comprendida.
Espero esto haya aclarado un poco su duda.
Saludos:
Manuel Ocampo Ponce.
30/09/16 2:04 AM
  
Maribel
Gracias por defender lo evidente , como muy bien dice.
Es hora de aclarar estas cosas , mas cuando estamos entrando en una sociedad que todo lo relativiza , incluso el mal y el bien.
30/09/16 11:30 AM
  
Enrique R.
Muy buen aporte.
Dios le conceda continuar este apostolado basado en su intención de bien, de santificación.
03/10/16 4:12 AM
  
Orlando Rondón
La moral puede entenderse como una normativa universal, externa al hombre y a la cual el mismo accede por el ejercicio de la virtud y la voluntad libre; o es una cualidad intrínseca en el hombre la cual trae impresa en su ser en estado pasivo y es en el continuo desarrollo de la vida y en su constante ejercicio que se va teniendo conocimiento y conciencia de ella, teniendo así la voluntad libre el poder de decidir y definir lo que es y lo que no es moralmente admisible?


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De ninguna manera el hombre puede decidir ni definir lo que es o no es moralmente admisible. En su misma naturaleza está la ley, es decir, el orden que debe seguir para realizarse como persona.
05/07/17 1:12 AM

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