Adiós al Papa músico
Estamos ya en las últimas horas del pontificado de Benedicto XVI. Como es de justicia se han multiplicado los agradecimientos hacia su persona. Dada la especial cercanía del papa a la música y a la liturgia no podía dejar de sumarse a los mismos el blog Con arpa de diez cuerdas.
Benedicto XVI ha sido una figura muy importante para todos los interesados en la relación de la música con la liturgia. Desde sus tiempos de cardenal todo el mundo ha podido comprobar su gran sensibilidad hacia la música en cuanto arte y su profundo pensamiento teológico al respecto. Sus escritos en este campo son numerosos, valientes y muy esclarecedores. De entre los muchos puntos posibles hoy quisiera destacar solamente dos:
1. Reconciliación de la Iglesia con la belleza. La relación Iglesia-belleza puede parecer una obviedad, y siempre está a mano la cita de la famosa tríada verum-bonum-pulchrum. Pero, siendo honestos, hemos de reconocer que la Iglesia ha visto en las últimas décadas cómo en su seno la belleza ha pasado de ser un bien que promover y preservar a ser aceptada como una mera herencia del pasado, o incluso a ser temida como un peligro, como un riesgo de distracción respecto a lo esencial. De hecho, para el arte católico reciente la comparación con los siglos pasados no es nada favorable. En el campo de la música litúrgica el contraste del panorama actual con cualquier momento pasado de la historia de la Iglesia también es obvio. Los efectos del proyecto restaurador de Benedicto XVI no han sido por desgracia tan rápidos como algunos deseábamos, pero sí se han traducido en un discurso diferente que poco a poco ha ido calando al menos en determinados ámbitos.
2. Reconciliación de la Iglesia con su propia tradición litúrgico-musical. Ya sé que estas palabras suenan fuertes, pero creo que son necesarias para expresar la realidad. Pese a que ningún documento lo pidió nunca, la parte mayoritaria del tejido eclesial ha consumado, ya sea por convicción o por imitación, un abandono del lenguaje musical propio de la Iglesia, madurado a lo largo de casi dos milenios y establecido como piedra angular de toda la música occidental. Aunque no suele confesarse con claridad, en privado y/o en la práctica el canto gregoriano es objeto de un notable desprecio. Fuera de algunas catedrales y órdenes religiosas, el que es canto propio y oficial del rito romano ha sido eliminado de la liturgia y confinado al limbo de conciertos sacros y liturgias cuasi-ornamentales aceptadas en circunstancias específicas.
Hemos de agradecer a Benedicto XVI que bajo su impulso las ceremonias pontificias hayan reflejado lo establecido en la Sacrosanctum Concilium, y que el canto gregoriano haya ido recuperando ese primer lugar que le reconoció y confirmó el Concilio Vaticano II. Un ejemplo concreto y especialmente llamativo: al menos en una de las pasadas solemnidades navideñas -no recuerdo ahora cuál- pudimos presenciar algo casi insólito en las últimas décadas: el salmo responsorial de la misa fue sustituido por el gradual correspondiente. No quiero decir que esto sea mejor ni peor, pues en este punto ambas opciones son válidas. Lo traigo a colación sólo como ejemplo de rechazo a cierto rigorismo postconciliar que el Benedicto XVI ha querido combatir con la palabra y con el ejemplo.
En fin, gracias sean dadas a Dios por este pontífice sabio y bueno. Y gracias a Benedicto XVI por tantas cosas buenas que ha dicho y hecho en favor de la buena música en la liturgia de la Iglesia. Y que, también en este campo, su oración nos alcance favores del Altísimo.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén. (Salmo 50, 20)
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16 comentarios
Para modelo y veegüenza, a la vez, de los curas más jóvenes que han abandonado el canto litúrgico.
Cantar, eso es lo más importante q ha hecho el Papa en materia de música litúrgica.
Este triunfo de la hipocresía más descarada ha sido, con toda probabilidad, una de las causas que han llevado al papa Paulo VI a proclamar la intrusión del "humo de Satán" en la Iglesia.
Mi enhorabuena Raul por tu artículo
Creo que Benedicto XVI se va dejando un buen sabor de boca, pero también se va sin haber podido concluir muchas de las cosas que ha empezado. Esperamos que el impulso que ha dado sirva para que el próximo papa pueda dictar las disposiciones que sean necesarias para completar la rehabilitación de la buena música en los templos.
En cuanto a por qué se renunció a una música grande, a una Música que podríamos escribir en mayúsculas, para mi sigue siendo un misterio. Estos días estuve leyendo un artículo sobre la música y la Teología de la Liberación que podría aportar algunas claves para resolver ese enigma. Al parecer, según el texto que pude leer en dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/242229.pdf
entre los primeros promotores de esa transformación estaría Monseñor Sergio Méndez Arceo, uno de cuyos primeros pasos, tras ser elegido obispo de Cuernavaca en los años 50, habría sido eliminar el altar en el que el celebrante se ponía de espaldas al pueblo y colocar uno que lo ponía frente a los fieles (¡antes del Concilio Vaticano II!). Me permito destacar una cita del pdf enlazado: " Uno de sus grandes aciertos fue, sin duda, la creación de la Misa Panamericana, acompañada por los tradicionales mariachis, que rescataba alguno de los géneros y ritmos musicales, más populares de México".
Tampoco deja de ser curioso comprobar el trabajo realizado en el aspecto musical por Carlos Mejía Godoy. Algunos de sus temas, siguen interpretándose en templos españoles. Y francamente, se trata de cantos en los que hay bastante más de política y revolución que de religión.
Dejando de lado las personalidades y los personalismos, me sigue resultando inconcebible que lo que hubiera podido tener valor en un determinado lugar, se haya exportado a otros, en los que había una tradición musical muy arraigada. Es como si en una ermita situada en un lugar remoto, un grupo de fieles se hubiera hecho con un grupo electrógeno, y hubiera tenido lugar una misa en la que hubieran ocurrido conversiones extraordinarias, y el sacerdote hubiera deducido que eso se debió al grupo electrógeno que se empleó en tal ocasión, y a partir de aquel entonces, todas las misas que celebrase estuvieran presididas por el zumbido de un generador de electricidad.
Eso suponiendo que el emplear una música propia del folklore de un lugar, hubiera demostrado tener un poder para salvar almas que no podía aportar otra música foránea, cosa que tampoco me creo en el caso de Méjico.
"Eso suponiendo que el emplear una música propia del folklore de un lugar, hubiera demostrado tener un poder para salvar almas que no podía aportar otra música foránea, cosa que tampoco me creo en el caso de Méjico."
Creo que en alguna determinada comunidad alejada de la civilización, si puede ser conveniente o incluso imprescindible adaptar la música litúrgica a la tradición musical del pueblo a evangelizar.
Sin embargo, en el caso de Méjico, no veo qué necesidad había de poner una misa con un mariachi. Si la guitarra, guitarrón, violín, trompeta, y algún instrumento que me pueda olvidar, están presentes en un mariachi, imagino que también estarían presentes las tradiciones musicales que acompañan a unos instrumentos creados en Europa (o modificados a partir de los instrumentos europeos), entre las que no podía faltar, la música religiosa europea.
Por otra parte, en Méjico, existen órganos de una gran antigüedad, alguno con más de 300 años. El órgano novohispánico, o si lo preferimos llamar, el órgano colonial, muestra que no hacía falta innovar en el aspecto musical para llevar la Fe a los mejicanos. ¿Porque supongo que nadie pretenderá que en dichos órganos se usaba música de mariachis?
Si conoces algún Liber Usualis en español y orquestado para mariachis, por favor hazmelo saber. Porque me lo aprendo desde mañana.
Sin embargo, si esta la hermosa Misa Luba, con música tradicional congoleña y texto canónico.
El folclorismo en la música litúrgica , en el siglo XX, ha sido la excusa para extirpar de la celebración litúrgica el propio texto litúrgico.
Todo lo que se cante en sustitución del texto litúrgico, y contribuya a institucionalizar esta excreción del Proprium Missae, por muy permitido q este, del Maligno viene.
Voy a hacer un poco de teología profunda. El Maligno detesta tres cosas: la Creación (en el sentido de dependencia total de la criatura de su Creador), la reproducción humana (porque de ahí sale la imagen de Dios) y la oración.
Y el humo de Satanás no es otra cosa que la colaboración de ciertas partes de la Iglesia, colaboración dolosa con el Maligno, en contra de cualquiera de ellas.
Este vídeo demuestra que los críos son tontos. Vamos, tontísimos:
http://es.gloria.tv/?media=30083
Que el beato Anton Bruckner ore pro nobis.
En este momento tengo bloqueado los enlaces de vídeo y estoy tratando de solucionarlo, para poder ver lo que me propone y opinar. Sin embargo, no quería dejar pasar mucho más tiempo sin contestar, pues esto sería una descortesía.
Había leído un texto sobre la honda impresión que le causó a Stevensson, el celebérrimo novelista, el escuchar cantar en gregoriano a un grupo de indios. En mis recuerdos ubicaba el viaje del escritor protestante en Méjico, pero releyendo el texto, he visto que se trata de California, territorio que ciertamente formó parte de aquella nación hasta 1848, pero que en el momento del viaje ya era plenamente estadounidense. El texto se puede leer en http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=16617
Imagino que igual que en California, los indios no tuvieron demasiados problemas para aprender a cantar gregoriano, imagino que en el resto de Méjico pasaría lo mismo. Evidentemente si hiciera falta hacer una misa para mariachis, sin modificar, añadir o suprimir nada de lo mandado por la Iglesia, imagino que no habría inconveniente. Ahora bien, en España, igual que copiamos el cojín de los asientos traseros de los coches alemanes... y nos olvidamos de incluir el botiquín, que era la razón primera y única para incluir esos cojines antiestéticos en los coches; pues copiamos cosas absolutamente superfluas, sin añadirles lo que le da valor. Pues con alguna de la música que ha entrado en la Litúrgia, pasa lo mismo.
Ya lo he dicho en otras ocasiones, que se adapte la música si la música va a ser impedimento para evangelizar. Pero que no pretendan que porque una música supuestamente sirvió para evangelizar en una remota misión, esa música va a tener éxito en España. Si los espirituales negros mueven los corazones de los norteamericanos de ascendencia africana, no tiene que suceder aquí lo mismo... Sobre todo, si tenemos en cuenta de que tal vez lo que se interprete aquí, no tenga ningún parecido con lo que interpretan los músicos norteamericanos (entre otras muchas cosas, porque igual ser músico en una congregación protestante, no es para el primero que pasa,con tal de que lo haga gratis, porque no lo dejan).
Si un sacerdote fue a evangelizar una región mayoritariamente budista, y tuvo que hacerse una sotana o un traje clerical completamente naranja, para llevar a cabo su misión, si cree que insistiendo en llevar aquel clergyman naranja va a repetir el éxito aquí, puede que acabe siendo confundido con el repartidor de butano, y le pidan dos bombonas para el quinto piso.
Tecum Principium
http://youtu.be/5Q-vOXrDy_c
http://youtu.be/P5tlfJWg2Q4
Esta afirmación es válida en lo que se refiere al estilo musical, ciertamente. Considerando, eso sí, que la oficialidad del gregoriano es como la del latín --> inexcusable.
Y no hace falta irse ni al Imperio Edpañol ni a la California. Basta con ver lo que sucede en las iglesias de Sri Lanka, q gozan de directrices litúrgicas mucho más católicas que las q ha tenido España en cincuenta años.
Ojalá no esté lejos el tiempo en que el librillo verde, el cantoral "antilitúrgico" nacional, desaparezca de las sacristías y deje de boicotearnos la misa.
Eso sí, tendrá que acelerar también la recuperación de la obediencia dentro de la Iglesia. De otro modo, tendremos mariachis litúrgicos hasta el fin de los tiempos.
La belleza no puede considerarse como un enemigo que aparta de lo esencial, toda vez que lo que una cosa “es” (su esencia) depende de que esa cosa en efecto llegue a ser (el “acto de ser” que la hace “ser allí-ahora”) y, siendo, por el hecho de ser “es” también una, buena, verdadera, bella. Perdiendo la noción del ser, la realidad queda contemplada sólo como aquello que aparece y como aparece, olvidándose de que el obrar sigue el ser; que los fenómenos provienen de una causa y, así, cualquier operación de un ente tiene como principio su naturaleza y ésta no es sino el principio de sus operaciones. Si siendo “es” bello y dejando de ser lo que es, ya no es bello, resulta que la consideración de la belleza nos ayuda a captar la fuente: la esencia de aquello que es. Si por su naturaleza queda fijada la manera como opera, resulta que sus obras, ordenadas a dicha naturaleza deben ser bellas; de donde esta belleza es un reflejo que, captado por los sentidos externos (en el caso de la música, la audición), nos remiten a qué es aquello. De manera que como siendo es bello, operando manifiesta belleza y ésta, recibida por el hombre, lo ayuda a aprehender algo del ser.
En cambio, la falta de belleza sí que es un enemigo que aparta de lo esencial, por cuanto aleja de lo que las cosas son; conduciendo directamente a concebir irrealidades, esto es, a salir del nivel de la realidad para quedar sólo en el nivel lógico. Y, peor aún, el siguiente paso es prescindir del nivel lógico y contar sólo con el nivel de las arbitrarias manifestaciones de un yo; manifestaciones desprovistas de captación (verdadera o no) de una realidad y, carentes también de toda fuente en la realidad externa al yo manifestándo-se. Luego, dichas manifestaciones, por ausencia de ser (i-rrealidades), son no-bellas, están repletas de vacío de belleza. Una cosa es lo bello y otra es el gusto personal; éste es conforme a la naturaleza en la medida que se adecua a lo bello: gusta lo bello y repele lo no-bello. Pero si prescindimos del nivel real como fuente de lo que aparece y de lo que se manifiesta (del fenómeno), nos hemos quedado con la tiranía del yo fabricante de realidad, en lugar del yo des-cubridor de la realidad y dominador de la naturaleza para una finalidad acorde con la naturaleza de uno mismo y del mundo exterior.
Pediendo la noción del ser, nos quedamos al vaivén de quienes captan el mundo externo (y/o la manifiestan) sin introducirse en la raíz de lo que contemplan, esto es, nos vamos empantanando en lo subjetivo que, alejado del ser, es relativista. Y, si lo llevamos a la perspectiva de la belleza, nos hallamos ante una tiranía en la cual cada uno puede considerar que es bello lo que se le ocurre. ¿Qué impresión nos generan muchas de esas expresiones gráficas denominadas graffitis? Reflejan angustia, hay abundancia de falta de bien, rebosan de algo más grotesco que lo esperpéntico, aparece la muerte, la destrucción; total, una llamada clarísima al no ser. Es diabólico.
So capa de no fomentar la música bella para no distraernos de lo esencial, estamos trans-mutando aquello que una cosa es para convertirlo en aquello que yo quiero que sea, o como quiero que aparezca: llegamos al extremo de intentar que el fenómeno se adapte a mi voluntad y no a su causa real. El hombre se pretende convertir en patrón y medida de todo, antes que desplegar todo su potencial para des-cubrir, des-velar, des-entrañar lo que las cosas “son”. La realidad es algo que no es hecho por el hombre pero a la cual éste puede acceder para entenderla y, entendida, entender a su vez cómo orientar su naturaleza humana individualizada hacia su propio fin. Contamos con una ayuda, tal como la belleza musical, que captada por nuestro cuerpo, en la unidad sustancial del cuerpo informado por el alma, nos permite remontarnos a des-cubrir ese ser que se está manifestando en un acto litúrgico. Mas lo no bello no es capaz.
Configuro la siguiente idea de algo que leí hace poco de Benedicto XVI. Qué diferencia entre los diversos lenguajes en el caso de la Torre de Babel y en el del cenáculo durante Pentecostés. En el primero, pretendían los hombres convertirse en los hacedores de la realidad, enseñorearse del mundo y hacerlo a su manera, esto es, alejarse del ser quedándose en el desear-ser: surgió, pues, una diversidad des-integradora que des-moronó todo. En el segundo, los hombres quedaron llenos del Espíritu Santo, de manea que su propia subjetividad estaba al servicio del ser, de la verdad, de lo bueno, de lo bello, de lo “uno”, tanto es así que a pesar de la diversidad de sonidos articulados (lenguajes), sin embargo todos manifestaban lo mismo: el ser; de manera que todos se entendían pero se entendían porque al mismo tiempo los oyentes también buscaban lo uno, lo bello, lo bueno, lo verdadero: “el ser”. En el primero, dis-cordia, en el segundo, comunicación constructiva.
El Cantoral por si mismo no tendría que ser algo malo, si bien resulta sorprendente que, en un determinado ciclo litúrgico, aparezca un primer tema gregoriano, y los otros sean invariablemente modernos. Imagino que debe haber más temas gregorianos disponibles. Yo al menos me niego a creer que éstos puedan ocupar solamente un 10% de la música disponible (Si es que llega a ocupar esta extensión). En este aspecto, si me parece censurable el Cantoral, pues da la impresión de que pone un tema en gregoriano, "por imperativo legal".
De todas formas, si quiero insistir en algo que me parece importante: Si las disposiciones que se han ido aprobando desde San Pío X, abogan por una música que no haga pensar en otra cosa que no sea la religión, creo que hay que abolir cantos que hagan recordar canciones folk Y Rock de los años 60, cantos de la Teología de la Liberación, y otras malas hierbas sobre las que no creo necesario insistir. Y por favor, si hay que incluir espirituales negros, que se canten como los cantaban los que los compusieron, que con el "Soy Yo Señor", por poner un ejemplo, se han realizado auténticas barrabasadas. Y una vez expurgados los temas que nos remiten a otras realidades musicales, pues que se analice lo que haya de bueno en el Cantoral, que algo bueno habrá supongo.
Por último, me permito hacer una reflexión en voz alta ¿Es de recibo que por más de 40 años, una población valenciana, que puede tener unos 8.000 habitantes, una banda municipal de música formada entre 80 y 120 miembros, que pueda gozar de una intensa actividad musical y cultural, haya tenido que soportar, como única actividad musical en sus templos durante 40 años, de unos coros musicales de guitarras,o alguna interpretación "a capella" de algunos temas del Cantoral, por parte de los creyentes más mayores; sin que haya sido posible que asomara por esos templos, otra forma de música? Y que conste que creo que se han hecho cosas con buena Fe, y que los tocaban las guitarras, lo hacían con todo su corazón, y que las personas mayores que cantaban sin acompañamiento de instrumentos, lo mejor que podían, también lo hacían con todo su corazón. Creo que hemos sufrido un expolio cultural: un recital de golazos marcados en propia puerta.
El problema del cantoral, del librillo verde, no es su musicalización. Lee en silencio los textos y trata de encontrar alguno que sea litúrgico. Digamos que crean ambiente, ayudan a adornar la misa de buenas intenciones, de bonitos sentimientos de hermandad universal y gratitud a Dios por tantas buenas cosas...pero no son litúrgicos.
Es cierto que el punto a que hemos llegado en la mayoría de las parroquias tiene un difícil retorno. Ya pocas parroquias cuentan con un coro, no digamos organista, y mucho menos fieles con conocimientos musicales y litúrgicos (necesarios ambos, sólo con los musicales caemos en el peligro de la misa-concierto) y ganas de ponerlos al servicio de la Iglesia.
Tal vez sea necesaria una pedagogía intensa sobre la misa y lo que en ella sucede, sobre el milagro inconmensurable de la presencia real de Cristo...seguramente muchos cantos, ante tamaña manifestación de realidades sobrenaturales, se tornarán de pronto "incantables". A ver quién es el guapo que se acerca a tomar la Sagrada Hostia entonando eso de "no te importen la raza ni el color de la piel, etc." (el ejemplo está tomado de la cruda realidad) sabiendo lo que uno va a recibir.
Yo empezaría por ahí. Y estoy segura de que muchos optarían por adorar en silencio, que es muy digno, sobrecogedor y recogido.
Por cierto que, aunque parezca fuera de lugar en un blog sobre música, podríamos reflexionar sobre el necesario silencio. Tal vez estoy afectada por el reciente descubrimiento de un magnífico templo que abre sus puertas para la oración...y sus altavoces para un hilo musical de dudoso gusto y más que dudosa ayuda para orar.
He leído con mucha atención su texto y he estado reflexionando para ver que contestar. Evidentemente no puedo entrar en el tema de los textos, porque si bien, mis conocimientos musicales son más instintivos que intelectuales (pues aun interesándome la música, no he estudiado ningún instrumento, ni avancé mucho en las clases de solfeo que di en su día), en el caso de los textos, confieso que es algo que me sobrepasa, y he de confiar a los que han estudiado Teología, que al menos en este aspecto puedan hacer bien su trabajo.
Eso si, igual que puedo pensar que un tipo de música está bien hecha, puedo saber que un tipo de letra es excelsa. Pero salvo que el texto sea tan malo que "cante", la cantidad de goles que me pueden meter con los textos de las mismas, es impresionante.
Como hablamos de textos y de canciones a la hora de la Comunión, me he dado un repaso al "Libro Verde". En cuanto a los cantos de comunión, el primero, el 01 de la página 88, es el "Adoro te Devote", y excepcionalmente, en segundo lugar el 02, el "Pange Lingua". Centrándonos en el primero, es un himno cuya letra estaría atribuida a Santo Tomás de Aquino. Y tal vez aquí estaría el primer problema, pues para crear himnos de comunión a la altura del primero que aparece en el cantoral, tendríamos que encontrarnos con un poeta que cuanto menos, no desmereciera las capacidades del patrono de los estudiantes. Sin embargo, mucho me temo que en el tema del cantoral, donde supongo habrá buenos textos y buenas músicas, el papel del rector de la Universidad, haya sido adoptado por el bedel sustituto en más de una ocasión, y espero que el ejemplo no resulte ofensivo para nadie, pues no es esa mi intención, y todas las profesiones, en su ámbito son respetables e incluso necesarias.
Respecto a que estamos en un punto de difícil retorno para la mayoría de parroquias, creo que aquí tengo que discrepar, pues son bastantes las personas con las que he hablado, que si no piden a gritos volver a emplear cantos gregorianos, poco les falta. De todas formas, creo que en Roma se avanzó bastante en el tema, antes de que las razones de edad obligaran a presentar la dimisión al Santo Padre. Pero puede que el próximo papa, acabe coronando un trabajo que inició Benedicto XVI, y que tal vez se halle más avanzado de lo que creemos. Muchos por lo menos así lo esperamos.
Y por supuesto insistir, si bien en muchas poblaciones, no existirá el número suficiente de personas para llevar a cabo una schola cantorum, ni para mantener una capilla musical, me parece que si en un pueblo se puede formar una banda de música de cerca de cien integrantes, no debería ser imposible un coro de 10 ó 20 miembros, que por supuesto deberían recibir esos conocimientos litúrgicos, y que estoy seguro los recibirían con mucho gusto.
Y por supuesto que en aquellas comunidades en las que esto no sea posible, que al menos tengan acceso a una música y unos textos que les permita una liturgia cuanto menos digna. Y si el "libro verde" ha quedado superado, que se hagan nuevos cantorales que lo mejoren y lo sustituyan. Saludos
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