Elogio de la música de Valiván
Hace cierto tiempo que tenía pensado dedicar un artículo a la música de Valiván, que he conocido recientemente. Aprovechando que Infocatólica presenta hoy un artículo dando a conocer la labor de esta iniciativa he considerado oportuno retrasar un poco el siguiente artículo que tenía previsto, segundo de la serie sobre la introducción del órgano de tubos en la liturgia de la Iglesia, y hablar aunque sea un poco sobre la música de Valiván.
Valiván es una empresa familiar que se dedica a crear productos audiovisuales de contenido cristiano. En mi casa los tenemos desde hace algún tiempo haciendo las delicias de los pequeños. El trabajo de Valiván me merece la mejor de las opiniones y creo que merecería una medalla aunque sólo fuera por esta frase de su web:
Queremos que la Iglesia ame su tradición artística y no se acompleje de su pasado, pues nos hemos arrinconado en un modernismo sin raíces, como si el Espíritu sólo hubiera soplado a partir del último Concilio.
A mi juicio este es uno de los aspectos más interesantes de su línea de trabajo. Orientan su trabajo hacia los niños sin caer en la simplonería de la que adolecen tantos productos en este campo. Buscan y consiguen transmitir los contenidos de la fe católica de modo comprensible y atractivo para los niños, pero sin dejarse ahogar en el mal gusto y la orfandad cultural en que suelen naufragar los que pretenden amortiguar la reciedumbre del Evangelio con el turbio celofán de la actual cultura de masas.
Esta es también la nota predominante en sus canciones. En cuanto a la letras, basten unos pocos ejemplos:
¿Alguien habría imaginado que el texto de una pieza musical recogida en un libro del siglo XVI titulado “Villancicos de diversos autores, a dos, y a tres, y a quatro, y a cinco bozes, agora nuevamente corregidos. Ay mas ocho tonos de Canto llano, y ocho tonos de Canto de Organo para que puedan aprovechar los que a cantar començaren” sería utilizado por alguien para componer una canción destinada a los niños del siglo XXI? Pues es el caso del villancico No la debemos dormir de Fray Ambrosio de Montesinos, poeta de la corte de los Reyes Católicos, cuyo texto es utilizado en una de las canciones del CD de canciones de Navidad preparado por Valiván.
Lo mismo cabe decir del Eres niño y has amor con letra de Fray Íñigo de Mendoza (1425-1507), del Zagalejo de perlas sobre el famoso texto de Lope de Vega, o de los varios himnos de la Liturgia de las Horas que también son musicalizados en el disco. Es decir, alimento fuerte y sano para el espíritu, nada que ver con esa severísima dieta de abstinencia intelectual que, de la mano de ciertas opiniones pedagógicas muy de progreso y muy a la moda, viene debilitando el desarrollo cultural de los niños desde hace décadas, con las consecuencias conocidas.
También la música responde bien a este saludable planteamiento. No es ni pretende ser música litúrgica, por lo que no hay lugar aquí para las observaciones habituales en este blog sobre la inspiración en el canto gregoriano, el uso del método polifónico o las indicaciones de San Pío X y de la Sacrosanctum Concilium. Pero aun así el buen instinto del compositor le ha llevado a conectar con la buena tradición histórica de la música popular.
Efectivamente, siempre ha existido un estilo de música popular, sencillo, ligero y accesible. Cuando los criterios sobre la música litúrgica estaban bastante más claros que ahora se distinguía con naturalidad del estilo eclesiástico, en el que la bondad de formas y la cualidad de verdadero arte se traducían continuamente en composiciones artísticas suficientemente elaboradas conforme a la destreza del oficio, primicias de la capacidad musical humana que debían ofrendarse en el culto divino.
Esa buena y noble música popular, cuyo rastro ha sido fácil seguir en ciertas regiones hasta casi mediado el siglo XX, bebía de las mismas fuentes que el canto gregoriano y aparecía como una rama más del árbol musical de la Cristiandad europea: profundo en sus raíces, robusto en la línea troncal de su crecimiento, armónico en el despliegue de su ramaje y de una fertilidad inigualada en sus frutos.
Con esta buena y verdadera tradición es con la que conecta la música de Jaime Olguín, el compositor de Valiván, quien muy acertadamente se ha desentendido de los tópicos musicales de esa embrutecida industria sonora en que abrevan la sociedades de consumo de la postmodernidad. Fardo del que, por desgracia, no han querido o no han podido zafarse otros ambientes musicales del catolicismo actual: ya sea la desventurada floración de canciones paralitúrgicas del postconcilio, o tantas actividades lúdicas y pedagógicas en colegios, catequesis y grupos juveniles. Dios quiera que cunda el ejemplo.
Índice del blog Con arpa de diez cuerdas
8 comentarios
http://youtu.be/qww0a6Go5JU
De ahí en adelante empecé a conocerlos y, definitivamente, son geniales.
No sólo se ha derrumbado la música litúrgica sino también, y en mayor medida todavía, esa música paralitúrgica, devocional.
Y precisamente por confundir la una con la otra, la otra con la una... se cantan canciones de campamento durante la consagración y se quiere bailar el Adoro te devote en los campamentos...
Es una gran lección que Francisco Soto de Langa y Tomás LUis de Victoria fueran grandes amigos y vivieran bajos años juntos con san Felipe Neri. Dos músicas, dos momentos diferentes, dos objetivos diversos.
Sí, esa riqueza complementaria la hemos perdido,.. o nos la han arrebatado, mejor dicho
Para ilustrar lo equivocado de los que creen que convertir las clases en montañas rusas hará que los niños hagan algo más que marearse y escribir boy en lugar de voy, ahí va una anécdota que os dejará helados.
Imaginen ustedes a veinticinco niños de edades comprendidas entre los siete y los diez años que llevan unos meses cantando en una modesta escolanía parroquial. La profesora -yo- les pregunta cuál es la pieza que más le gusta entre las que han cantado hasta entonces. Con entusiasmo, algunos de ellos responden que el Padre Nuestro. Enseguida se suman muchos otros. ¡¡¡Sí, sí, el Padre Nuestro!!!
...se referían al Pater Noster gregoriano al que nos permitimos adaptar la letra del Padre Nuestro en Español sin modificar la melodía original.
Para ser fiel a la verdad, debo admitir que no hubo unanimidad. Algunos escolanos preferían el Kirie de la Misa de Angelis.
Es decir: la premisa que sobrevuela en todo momento la actividad pedagógica de nuestras aulas -y, ¡ay!, de nuestras catequesis- es errónea. Los niños no son tontos.
Ya les he pasado el dato a dos de mis hijos, que son religiosos que hacen apostolado infantil.
La canción de "Eres niño y has amor" es... emocionante, para escucharla en estas fechas de preparación de la Navidad pensando en Jesús y llorar por lo desagradecidos que somos a su amor.
Gracias Maricruz por el enlace, no conocía esa canción. La que a mí me emociona es esta http://www.youtube.com/watch?v=iyxk2GWEhQE . Cuando la ven mis hijos pienso que si solo eso les grabara en el alma, habría cumplido con mi misión de padre suyo: "Así como ese hombre dio tres panes porque el otro tanto le insistió, el que a la puerta de Dios llame tendrá lo que pida en oración. Si el hombre aquel cumplió el anhelo del amigo que lo importunó, cuanto más nuestro Padre del cielo dará cosas buenas por amor." Cantado con la música de Valiván, para que no se les olvide y que nunca, nunca dejen de llamar a la puerta del cielo.
“… nada que ver con esa severísima dieta de abstinencia intelectual que, de la mano de ciertas opiniones pedagógicas… viene debilitando el desarrollo cultural de los niños…” (Raúl del Toro Sola)
El demonio, padre de la mentira, al odiar la VERDAD (el SER) urde la trama para que no la conozcamos; la conocemos por el intelecto; luego, su arma es esa severísima dieta de abstinencia intelectual. Como no se puede amar lo que no se conoce, la abstinencia intelectual genera ausencia de amor. Con ésta, se facilita el engaño de identificar una re-acción instintiva con el amor, desproveyéndolo de lo racionalmente volitivo, pues siendo teleológicos los actos humanos, primero debemos conocer el fin (con el intelecto). Amar no es aquietar en-con algo externo una tendencia no directamente (racionalmente) deseada. Ya no actúo como ente racional, sino como programado para responder necesariamente a estímulos externos sin previamente hacer de lo externo algo entendido por mi propio yo (algo mío). Des-personalización.
Animalizar a los humanos: estrategia del demonio que nos odia porque nosotros sí podemos salvarnos, en cambio él no. La animalización queda desvanecida por la humanización de los animales. ¡Que se invocan derechos de los animales! Perdida la noción de SER, quedándonos con lo que APARECE, es difícil captar este error.
Mientras menos desarrollo el raciocinio, menos actúo como humano y más re-acciono: como animal. El hombre por naturaleza desea saber; los animales no; no pueden saber, por cuanto simplemente responden ante estímulos, son atraídos “desde”: no tienen un YO. Lo humano es un yo voy hacia; pero para ello es necesario que yo conozca y yo entienda que conozco. ¿Qué conozco? Lo que ES el mundo exterior. En la medida que no conozco lo que ES y me quedo sólo con lo que APARECE, con el fenómeno, los efectos sin des-entrañar sus raíces y causas, soy incapaz de mover-me yo mismo hacia, quedando preso de una atracción ciega “desde”.
En la educación cristiana el demonio sutilmente nos hace prescindir del SER, presentándonos un mero efecto con el nombre de experiencias; con el desgraciado resultado que, sobre la VERDAD triunfa el sentimentalismo, que es subjetivismo que, alejado del SER, necesariamente es relativista: el quid del pecado de Adán y Eva: ser como dioses, conocedores (hacedores) del bien y del mal.
El mensaje cristiano queda amputado al ser reducido a experiencias de fe, desprovistas de la raíz del SER. El quid del cristianismo es la CRUZ; tiene que resonar sin miedo la VERDAD de los novísimos: juicio, cielo, purgatorio e infierno; si es acallada, malo, queda gravemente desvirtuada la Buena Nueva. Que no temamos perder adeptos que no desean conocer la VERDAD; el cristianismo no es para entes borreguiles, sino para las personas. Hace falta DIFUNDIR LA VERDAD que se capta con el intelecto. Son dañinos los sentimentalismos baratos, consecuencia de la abstinencia intelectual. Me animalizo cuando me dejo atraer por lo que ha excitado mis sentidos externos, sin necesidad de detenerme, interiorizarme y entender qué es lo externo: conocer la VERDAD. El demonio es el padre de la mentira.
Evitemos que se desvanezca la diferencia entre el objeto (el SER del mundo externo) y el sujeto (quien aprehende aquél). El objeto está fuera del sujeto; es éste quien, para entenderlo, utiliza el intelecto; si no busca entenderlo, el sujeto se convierte en objeto, respondiendo sin hacer de lo externo algo para él mismo: se deja atraer “desde”, no ES un YO que procura captar el SER del objeto, sino más bien un re-accionante impulsado ciegamente “desde” un aparecer. Al inmanentismo, un paso…
Sólo TENGO que decir que lo he escuchado dos veces seguidas y ahora empiezo la tercera escucha...
Una auténtica delicia.
Textos suculentos, como bien dice Raúl. Y a mis ojos, lego en música como soy, qué talento musical tiene esta familia... Qué tierna intimidad refleja Jaime con sus melodías...
Y, para ser honesto, debo decir que los textos de Valeria en nada quedan de menos en compañía de otros de tan ilustres autores.
Profundo, elegante, delicado, espiritual, son sólo algunos de los adjetivos que me vienen a la mente.
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