(47) Fe y Patria -maestros y testigos del catolicismo argentino-

Este es el tema general que hemos elegido para el XVII Encuentro de Formación Católica de Buenos Aires. Mientras algunos medios se complacen en enaltecer a personajes bastante dudosos como modelos históricos, en una época en que la virtud de la esperanza sufre no pocas asechanzas, nos ha parecido conveniente recordar y brindar nuestro sincero homenaje a una serie de católicos que sin duda han sido un verdadero don para la Argentina.

Una serie de figuras que han formado a generaciones en el Bien, la Verdad y la Belleza sin renuncias de tiempo, honores y  riquezas personales, e incluso en ciertos casos hasta de su propia vida, como es el caso de Jordán Bruno Genta y Carlos Alberto Sacheri, cuyo 40º aniversario de martirio conmemoramos este año. Aunque por políticamente incorrectos (pues las organizaciones de sus asesinos –erp y montoneros- hoy están en el gobierno), no se oiga habitualmente hablar de ellos de manera “oficial”, lo cierto es que no puede usarse otro término para el tipo de muertes que ellos sufrieron en 1974, uno al salir de su casa para ir a Misa, y el otro al salir de ella, delante de toda su familia (7 hijos pequeños). A pocos días de sucedido, se recibió la siguiente e irónica esquela en la redacción de la revista Cabildo:

“Nos dirigimos a Ud. con la confianza que nos dan los dos contactos mantenidos… en las personas de los queridísimos aunque extintos profesores Jordán Bruno Genta y Carlos Alberto Sacheri… Enterados de la ferviente devoción que los extintos profesaban a Cristo Rey, de quien se decían infatigables soldados, nuestra comunidad ha esperado las festividades de Cristo Rey según el antiguo y el nuevo ‘ordo missae’ y ha permitido que los nombrados comulgaran el dulce cuerpo de su Salvador para que pudieran reunirse con Él en la gloria, puesto que en este Valle de Lágrimas eran depositarios de la Santa Eucaristía…”

Firmaba la misiva el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) “22 de Agosto”. El erp era el brazo armado del guevarista Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).  Del ese grupo queda como documentación la revista Liberación para la patria socialista, cuyo primer director fue Herardo Quijano (hoy funcionario), con la colaboración de Vicente Zito Lema (hasta hace poco rector de la universidad de las Madres de Plaza de Mayo) como secretario de redacción y luego director, contando luego con la colaboración de un Comité Solidario integrado entre otros, por el escritor Julio Cortázar, el sacerdote Carlos Mujica, el periodista Rodolfo Walsh, los abogados Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde (hoy funcionario kirchnerista) y el artista Ricardo Carpani, etc.  Como decíamos, esa gente es la que hoy gobierna política y sobre todo culturalmente a la Argentina.

Carlos Sacheri era abogado pero se había desempeñado como profesor en el terreno de la Filosofía del Derecho. Habiendo sido dirigente de la Juventud de Acción Católica, desde su regreso de Canadá, donde realizó su doctorado; fue presidente de la obra La Ciudad Católica y coordinador del Instituto de Promoción Social (IPSA) y la revista Verbo. Fue secretario de la Sociedad Tomista Argentina. En 1970 obtuvo una plaza como secretario científico del CONICET; dirigió luego el Instituto de Filosofía de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA. Fue colaborador de las revistas argentinas Presencia, Universitas, Mikael y Ethos, así como de varias extranjeras. Había publicado artículos de su especialidad y sobre la actualidad eclesial, en dos libros que tuvieron amplia difusión: uno, conciso y sencillo manual de doctrina social de la Iglesia, (utilizado incluso como texto en algunos colegios) luego reeditado con el título “El orden natural”, obra académica pero de fácil lectura. En el otro, La Iglesia clandestina, luego de desmentir las pretensiones del modernismo representadas especialmente por el Movimiento de los Sacerdotes para el Tercer Mundo, desentrañaba con precisión las vinculaciones de ciertos sectores eclesiásticos con la izquierda europea e, incluso con la guerrilla local que ya se había cobrado varias víctimas. Ambas obras fueron calurosamente elogiadas por el nuncio apostólico en la Argentina, Lino Zanini.

No fue un hombre indiferente ante la Verdad, y supo transmitir su encendido amor y fidelidad hacia ella; no por “una” verdad, sino por la única, la que está crucificada por salvarnos.

Jordán Bruno Genta fue también profesor de Filosofía (“el Profesor” era llamado por sus discípulos) y regente del Instituto Santa Rita, habiendo sido Rector de la Universidad Nacional del Litoral, en la que se desempeñaba como profesor desde 1935; llegó a ser Rector del Instituto Nacional del Profesorado Secundario, en Buenos Aires, y Director de la Escuela Superior del Magisterio, en esta capital. Genta fue luego despojado de sus cargos con la llegada al poder de la demagogia de 1945, y aunque tuvo posibilidades promisorias en el exterior, las desechó para permanecer asido a la cruz de su patria, prefiriendo la soledad en la Verdad al error en compañía.

Hijo de padre anarquista y ateo, recibió la gracia de la fe católica y la abrazó con fervor, bautizándose en 1940. Había iniciado su derrotero espiritual releyendo a los griegos, y la paideia helénica cedió su paso a la Paideia Christi, suscitada desde un comienzo por la admiración hacia Sócrates y el repudio hacia la sofística.

En sus obras (Acerca de la libertad de enseñar y de la enseñanza de la libertad, 1945; La idea y las ideologías, 1949; Libre examen y comunismo, 1961; Guerra contrarrevolucionaria , 1964; Edición crítica del «Manifiesto comunista», 1969; Testamento político, 1984; El Filósofo y los sofistas,1949; Principios de la política, 1970), Genta promovió la jerarquización del saber y la metafísica tradicional tomista. Pero reconociendo que “a un hombre se lo conoce por sus amores, por su palabra, por su pensamiento, por sus frutos y por su muerte”, puede verse aquí una significativa y completa semblanza suya, de la que extraemos sólo un párrafo de Genta para no extendernos:

“Si queremos liberar a la Patria en Cristo debemos comenzar por nuestra libertad interior, renovando los afectos, bienes y poderes en Cristo Crucificado. Desprendidos del propio yo y de todo lo que poseemos, amaremos a la Patria y al prójimo con un amor trascendente, despojado de todo carácter posesivo y que no busca nada suyo. Amaremos como Cristo nos amó, con una disponibilidad sin reservas para el servicio y con un espíritu de sacrificio que todo lo da sin esperar nada. Tan sólo así venceremos al mundo como lo venció Cristo. No tendremos en cuenta el éxito, sino el testimonio de la verdad y el ejemplo de los hacedores de la Verdad…”

Testimonio de la Verdad ha dado también el padre Leonardo Castellani, el padre Meinvielle, el padre Alberto Ezcurra; lo han dado numerosas figuras en el campo de las letras, la filosofía, el derecho, la investigación histórica, el periodismo y la actividad política.

a pregunta inquieto: -"¿Y se ocuparon de los pobres?” -Por supuesto: dieron de comer a multitudes el pan que no se acaba; y fueron pobres verdaderamente -no sólo de lo material que estorba por superfluo-; pobres de sí mismos, para llenarse de Otro: el Único que puede llenar el corazón humano. Pero como no podemos esperar que por el momento se inculque a las jóvenes generaciones otros modelos que no sean los vinculados a las ideologías de turno, está en nosotros no dejar que estas lúcidas voces sean silenciadas de la memoria.

Podemos decir, en pocas palabras, que en nuestra patria argentina la España de Santiago y de Isabel ha dado abundante y genuino fruto. Se nos ha dado como gracia, como don y talento, del que seguramente se nos pedirá cuenta para hacerlo fructificar.

Por eso los miembros del  Círculo de Formación San Bernardo de Claraval hemos creído necesario este año organizar nuestro Encuentro anual (el XVII) en torno a estas figuras, y providencialmente éste se realizará en el fin de semana de la Hispanidad. A María Reina del Universo y de esta nación que lleva su manto como bandera, le confiamos toda su organización.

Pedimos a nuestros lectores nos ayuden a su difusión, y sobre todo, pidan en sus oraciones que todo redunde en mayor gloria de Dios y bien común de los participantes.