(42) Santiago, Hijo del Trueno

Sgo.Apostol

“¡Señor Santiago! Heme aquí, de nuevo, junto a tu sepulcro
al que me acerco hoy, peregrino de todos los caminos del mundo,
para honrar tu memoria e implorar tu protección.

Vengo de la Roma luminosa y perenne,
hasta ti que te hiciste romero tras las huellas de Cristo
y trajiste su nombre y su voz hasta este confín del universo.

Vengo de la cercanía de Pedro, y, como Sucesor suyo,
te traigo, a ti que eres con él columna de la Iglesia,
el abrazo fraterno que viene de los siglos
y el canto que resuena firme y apostólico en la catolicidad
. (…)

Venimos hasta estos benditos umbrales en animosa peregrinación.
Venimos inmersos en este copioso tropel que desde la entraña de los siglos
ha venido trayendo a las gentes hasta esta Compostela
donde tú eres peregrino y hospedero, apóstol y patrón.

Y venimos hoy a tu vera porque vamos juntos de camino (…)
Caminamos, más allá, hacia el arranque de un milenio nuevo
que queremos abrir en el nombre de Dios. Señor Santiago,
necesitamos para nuestra peregrinación de tu ardor y de tu intrepidez.
Por eso, venimos a pedírtelos hasta este finisterrae de tus andanzas apostólicas.

Enséñanos, Apóstol y amigo del Señor,
el CAMINO que conduce hacia El.
Ábrenos, predicador de las Espadas,
a la VERDAD que aprendiste de los labios del Maestro.

Danos, testigo del Evangelio, la fuerza de amar siempre la VIDA.
Ponte tú, Patrón de los peregrinos,
al frente de nuestra peregrinación cristiana.
Y que así como los pueblos caminaron antaño hasta ti,
peregrines tú con nosotros al encuentro de todos los pueblos.

Contigo, Santiago Apóstol y Peregrino,
queremos enseñar a las gentes de Europa y del mundo
que Cristo es-hoy y siempre- el CAMINO, la VERDAD y la VIDA.”

(Oración de S. Juan Pablo II ante de la tumba del Apóstol Santiago en la IV Jornada Mundial de la Juventud, Santiago de Compostela, 19 de agosto de 1989)

No me canso de decir y gritar que la Comunión de los Santos es cosa maravillosa e insondable, consuelo sin par, cadena inquebrantable de fortaleza y regocijo.

Y resulta que entre los ecumenismos torcidos (benditos sean los bien encaminados) de hoy en día, Santiago Matamoros es políticamente incorrecto, y sin embargo, ¿no hay motivos y heridas más que suficientes para invocarlo hoy, y suplicarle que proteja a los hijos de la Señora Purísima que a él lo confortó?…

Como reza su himno:

Por tu ruego la Reina del Cielo,
Nuestro suelo dichoso pisó:
Vino a darte valor y consuelo
Y su imagen divina dejó.

Viva, Viva el Apóstol Santiago
De la España purísimo sol,
Al oír este nombre sagrado
late el pecho del noble español.

Entre sombras de muerte yacía,
Nuestra España sin Dios y sin fe,
Tú apareces cual astro del día
Y el camino del cielo ya ve.

Pero no sólo “del noble español”, sino de todos los hijos de las naciones hispanoamericanas, que somos de su estirpe, este día no puede dejarnos indiferentes.  Porque también hoy nuestra fe sufre graves amenazas, a merced de los gobiernos apóstatas y corruptos, ya sean éstos reyes o presidentes. Pues vamos a ser sinceros: por más que muchos sepan discernir lo que nos toca, el ánimo no siempre acompaña el combate y la resistencia, y lentamente se va advirtiendo en algunos ambientes de nuestras patrias una resignación peligrosa, que teme la denuncia, que huye de los conflictos, que esconde la cabeza y sin querer se va haciendo conformista, mirando para otro lado para no ser demasiado “aguafiestas”, tratando de “rescatar todo lo bueno que aún se nos permite”, etc… Y así vamos transitando un suicidio a largo o mediano plazo, que empieza por la palabra. Porque cuando se renuncia a llamar al pan, pan, y al vino, vino, uno termina por tomar un buen trago de ácido muriático mojando en él una vainilla, en la merienda.

En este clima, entonces, de tiranía modernista, es lógico que términos como pecado, infierno, dogma, juicio, castigo, combate, resulten malsonantes y acaben siendo tachadas, como “palabras proscriptas” de un catecismo “civilizado”.

Y la sal de este guiso se pone en las homilías y catequesis, por supuesto. Yo no sé si a uds. les ha pasado, pero a mí me van cansando las “meditaciones” (sic) sobre la ambición atrevida de Santiago y Juan en Mc 10,32-45, puestos como ejemplo sistemático de soberbia y arrogancia, por parte de muchos católicos pusilánimes y mediocres, sean laicos o consagrados. No pretendo negar en estas líneas las debilidades que sin duda tuvieron los Apóstoles, y entre ellos Santiago, pero sí enfatizar la grandeza de sus miras. Pues no es lo mismo reconocerse pequeño, que conformarse con trepar sobre una silla, en vez del Himalaya. No es difícil confundir pusilanimidad con humildad, y prudencia virtuosa con la humana, que mira sólo a guardar la propia vida. Por eso me parece oportuno releer a San Agustín, quien advierte que los “hijos del trueno" No fueron reprendidos en su deseo, sino encaminados hacia un orden, distinción  que me parece extremadamente necesaria:

SgoenClavijo

        “Dos discípulos de nuestro Señor, los santos y magníficos hermanos Juan y Santiago, según leemos en el evangelio, desearon que el Señor les concediese el sentarse en su reino uno a la derecha y otro a la izquierda. No anhelaron ser reyes de la tierra, no desearon que les otorgase honores perecederos, ni que los colmase de riquezas; no desearon verse rodeados de numerosa familia, ni ser respetados por súbditos, ni ser halagados por aduladores; sino que pidieron algo grande y estable: ocupar unos asientos imperecederos en el reino de Dios. ¡Gran cosa era la que desearon! No fueron reprendidos en su deseo, pero sí encaminados hacia un orden. El Señor vio en ellos un deseo de grandeza y se dignó enseñarles el camino de la humildad, como diciéndoles: «Daos cuenta de lo que apetecéis, daos cuenta de que yo estoy con vosotros; y yo, que os hice y descendí hasta vosotros, llegué hasta humillarme por vosotros». Estas palabras que os narro, no aparecen en el evangelio; sin embargo expreso el sentido de lo que en él se lee. Os invito ahora a leer las palabras exactas que allí se hallan, para que veáis de dónde han salido las que os he dicho. Una vez que el Señor escuchó la petición de los hermanos, les dijo: ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? (Mt 20,22). Vosotros deseáis sentaros a mi lado, pero debéis contestarme antes a lo que os pregunto: ¿Podéis beber el cáliz qué yo he de beber? (…)

        Donde se impone un precepto duro, hay siempre un gran consuelo. Los hombres se niegan a beber el cáliz de la pasión, el cáliz de la humillación. ¿Anhelan las cosas sublimes? Amen ante todo las humildes. Partiendo de lo humilde se llega a lo sublime. Nadie construye un edificio elevado, si no ha puesto bien los cimientos. ¡Hermanos míos! Considerad tranquilamente estas cosas; instruíos y afianzaos en la fe para que veáis el camino que debéis recorrer hasta alcanzar lo que deseáis. (…)

¿Quién no quiere ver sus mieses altas? Antes de conseguirlas, debe remover la tierra profundamente para echar la simiente. El que ara surca las profundidades de la tierra. El que ara profundiza el surco para que crezca la mies. Cuanto más altos y más esbeltos son los árboles, tanto más profundas tienen las raíces, porque toda altura procede de la profundidad.

        ¡Oh hombre! Tú tenías miedo a soportar las afrentas de la humillación. Te conviene beber el cáliz amargo de la pasión. Tus vísceras están irritadas, tienes inflamadas las entrañas. Bebe la amargura para conseguir la salud. La bebió el médico sano, y ¿no la quiere beber el enfermo debilitado?

 El Señor dijo a los hijos de Zebedeo: «¿Podéis beber el cáliz? No les dijo: ¿Podéis beber el cáliz de las afrentas, el cáliz de la hiel, el cáliz del vinagre, el cáliz amarguísimo, el cáliz repleto de ponzoña, el cáliz de toda clase de dolores?». De haberles dicho eso, los hubiera atemorizado en vez de animarlos. Donde hay participación hay también consuelo. ¿Por qué desdeñas ese cáliz, ¡oh siervo!? El Señor lo bebió. ¿Por qué lo desdeñas, ¡oh hombre débil!? El sano lo bebió. ¿Por qué lo desdeñas, oh enfermo? El médico lo bebió. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?

        Y ellos ignorando sus fuerzas y prometiendo lo que todavía no tenían, responden: Podemos. El Señor les replica: Beberéis ciertamente mi cáliz, ya que yo os concedo el que lo bebáis, ya que os convertiré de débiles en fuertes, os concedo la gracia de padecer para que bebáis el cáliz de la humildad; pero no está en mi poder el sentaros a mi derecha o a mi izquierda, pues mi Padre lo ha dispuesto para otros (Mt 20,23). Si no se les concede a ellos, ¿a quiénes otros se les concede? Si los apóstoles no lo merecen, ¿quién lo merece?…” (Sermón 20 A)

Se trata entonces de enderezar la mirada, en primer término, teniendo en cuenta sobre todo que un peregrino -como lo somos todos- que pierde de vista su meta corre el riesgo de convertirse en honorable vagabundo, por más acomodado que sea el viaje. “Partiendo de lo humilde, se llega a lo sublime"; no dice san Agustin que sea humildad la renuncia a lo sublime.

“Hijo mío, decía el rey Filipo a Alejandro, mi reino es estrecho para ti: lleva más lejos tu corazón”. Y nosotros, cristianos, debemos decirnos: “La tierra es demasiado baja para nosotros; no apeguemos al polvo un corazón hecho para el cielo”.

“¡Hijo mío!, dijo San Ignacio de Loyola a San Francisco Javier, despreciad el mundo; sed ambicioso, enhorabuena; pero no tengáis ambición tan baja que se contente con honores pasajeros; no aspiréis sino a los honores inmortales; amad la gloria, si queréis; pero no la gloria que pasa como el humo, sino la gloria sólida del reino de los cielos”.

sgosepia

Y en segundo lugar, tener en cuenta que el martirio no es sino la culminación de esa santa ambición, de compartir el cáliz de Cristo. Y el martirio normalmente, no se da por componendas, sino por posiciones que el mundo suele tachar de “intransigentes”. Cristo es Alfa y Omega, y sin El, nada.

A Santiago le pedimos nos otorgue su audacia, y  libre a los cristianos de judaizar o paganizar nuestras costumbres, recordando que cuando la sal pierde su sabor, sólo sirve para ser pisoteada. Y pierde aún el derecho a quejarse por ello..

10 comentarios

  
Ricardo de Argentina
Creo que el espíritu español, pueblo formado por un ramillete de razas y culturas diferentes, está moldeado en la impronta personal de Santiago, el "hijo del trueno".
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V.G.: Completamente, a mi juicio.
26/07/14 1:15 PM
  
Antonio1
La petición de la madre es la de los discípulos (22). Estos no pierden la esperanza de ver a Jesús como monarca y ambicionan los primeros puestos (21). Para participar de la verdadera realeza de Jesús hay que asociarse a su pasión y muerte (27,37). Pasar el trago, lit. "beber la copa", locución semítica que denota una prueba dolorosa (Is 51,17; Lam 4,21). "La copa" vuelve a aparecer en Getsemaní (26,39) y la ofrecerá Jesús a los suyos en la cena (26,27). Dispuestos a todo para lograr su propósito (22). Pasar por la misma prueba es parte del compromiso que hace el discípulo para seguir a Jesús (16,24). Quiénes son los primeros en el seguimiento lo conoce sólo el Padre (23). La mención de dos (21) y de diez (24) recuerda el cisma de Israel (1 Re 12).
Instrucción (25-28). El dominio y la tiranía son propios de los que no conocen a Dios (25; cf. 1 Sm 8,5). En la comunidad de Jesús, la grandeza o la primacía no derivan del dominio, sino del servicio (26s). Misión del Hombre (Jesús y los suyos): en la comunidad, ser servidor, no tener servidores; con la humanidad (todos), procurar su liberación del antiguo pueblo para legar a la tierra prometida, pero no con la violencia guerrera, sino con un amor dispuesto a dar la vida.
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V.G.: Antonio, por favor cite correctamente, pues no se comprende a qué fuente pertenecen los números entre paréntesis. Gracias.
26/07/14 8:33 PM
  
Ricardo de Argentina
Antonio1, ¿de dónde sacas eso de "no tener servidores"?
¿Quién lo manda? ¿Acaso tú mismo?
NSJC seguro que no.
Hay incluso una parábola adonde hace explícita alusión a que si un servidor cumple con lo debido, no por ello merece premio.

Debes saber que entre cristianos el servicio ha de ser mutuo. Así el Papa, que es "Siervo de los siervos de Dios", tiene a su vez muchos que le sirven.
Del mismo modo los esposos se sirven mutuamente, aunque de diverso modo.
Etcétera, etc.
28/07/14 12:43 AM
  
Antonio1
A los versículos de Mateo. Pensé quera obvio porque ya lo cita usted en el texto, lo siento.
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V.G.: No es obvio porque entre las citas, ud. mezcla sus propios comentarios; no siempre son textuales. Si argumentara un poco más ordenadamente, se lo agradecería más de uno.
Coincido con la observación de Ricardo. Por otra parte, su tendencia a llevar siempre, todos los temas al terreno liberacionista, es francamente bastante tedioso. Por favor, trate de seguir el hilo de lo que cada post quiere decir en el texto.
Con respecto a las citas, su corrección no es válida, porque aunque Mt. adjudica el pedido a la madre (Mt.20,20:“la madre de Santiago y Juan se acercó con sus hijos a Jesús y se arrodilló para pedirle un favor.”), la frase permite entender que sus hijos, presentes, también lo piden. Así, en el texto paralelo de Mc.10,35, al que me refiero antes de citar a S. Agustín, se dice simplemente "Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir." Pero el sentido es el mismo.
Ahora bien, ¿qué es lo que aquí ud. quiere corregir o discutir? ¿Le molestan los Apóstoles, su madre, S.Juan Pablo II, San Agustín, o este post?
28/07/14 2:30 AM
  
Antonio1
Desde luego el prejuicio no tiene límites. Me limito a copiar los comentarios del párrafo evangélico sobre el que escribe, comentarios que aparecen en el Nuevo Testamento de la Nueva Biblia Española. Versión oficial de la liturgia en España durante décadas y la que me montan. ;)

Ricardo, las quejas a San Mateo:
"28 así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos."
28/07/14 7:16 PM
  
Ricardo de Argentina
A NSJC le servían, además de los 12 apóstoles, un grupo de mujeres y de discípulos.

Hay que saber discernir y no ser literalista fanático. Para eso, entre otras cosas, Dios nos dio la razón.
28/07/14 9:34 PM
  
Antonio1
Creo que ha habido una confusión por tu parte Ricardo, por literalismo por tu parte. Lo que decía el comentarista del NT de no tener servidores, se refería al sentido que le da mateo. La misión de Cristo y se los Cristianos no es la de ser servidos sino de servir. Repásate el lavatorio de pies de San Juan.
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V.G: Antonio, es evidente que le sobra el tiempo (¿no tiene en su casa o barrio a alguien con quien discutir?), pues cuando no es al bloggero, se la toma con los comentaristas. Le agradecería que sus comentarios se refieran al tema del artículo y no a agresiones personales, que dejan mucho que desear.
29/07/14 2:23 PM
  
Antonio1
Hacer una ironía no es una agresión a ninguna persona.
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V.G.: Sr. Antonio, ud. no es feliz.
Revise mejor sus fuentes de información.
31/07/14 2:06 PM
  
Antonio1
Enormente feliz, gracias a Dios. En todos los sentidos de la expresión.
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V.G.: Procure entonces irradiar un poco también a su alrededor, en vez de buscar tanto conflicto en todo. Paz y bien.
01/08/14 4:29 PM
  
Antonio1
Resumen de homilía del papa Francisco:

«El verdadero poder es el servicio. Cómo lo hizo Él, que no vino para ser servido, sino para servir, y su servicio ha sido el servicio de la Cruz. Él se humilló hasta la muerte, la muerte en la Cruz, por nosotros, para servirnos a nosotros, para salvarnos. Y no hay otro camino en la Iglesia para seguir adelante. Para el cristiano, ir adelante, progresar significa abajarse. Si no aprendemos esta regla cristiana, nunca, nunca seremos capaces de entender el verdadero mensaje de Jesús sobre el poder». El Papa en su homilía recordó que San Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales, solicitaba al Señor Crucificado «la gracia de la humillación». Este, reiteró Francisco, es «el verdadero poder del servicio de la Iglesia».


«El camino del Señor es Su servicio –explicó el Pontífice–: igual que Él hizo Su servicio, nosotros tenemos que ir tras él, en el camino del servicio. Este es el verdadero poder de la Iglesia. Quisiera hoy rezar por todos nosotros, para que el Señor nos dé la gracia de comprender que el verdadero poder en la Iglesia es el servicio. Y también para comprender la regla de oro que Jesús nos enseñó con Su ejemplo: para un cristiano, progresar, avanzar significa abajarse, ser menor. Pidamos esta gracia».
03/08/14 10:20 AM

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