(3) La apoteosis de la Tibieza
«El fanatismo consiste en decir sí o no, trátese de lo que se trate. No hay otra definición. “Sea vuestro lenguaje sí,sí, no, no; que lo que pasa de esto, de mal principio proviene”. Tal es la fórmula del fanatismo en el Sermón de la Montaña. (…) Cuando se os pregunta: “¿Sois cristiano?” Si respondéis “sí”, sin perífrasis, sois un fanático. Si respondéis “no”, también lo sois (…) En general, el laconismo, la concisión, y toda especie de precisión, lo hacen a uno sospechoso de fanatismo. Un sectario capaz de vociferar con abundancia, un abogado charlatán, un diputado locuaz, y hasta ventrílocuo, jamás serán sospechosos de fanatismo.» (León Bloy)
Hace un tiempo tuve un “cambio de opiniones” más o menos álgido con una profesora, porque le objeté su enseñanza del burdo cantito de moda “Cambia, todo cambia” en el marco de un colegio católico, y la conversación derivó, por supuesto, a todos los lugares comunes que estamos cansados de escuchar, terminando con la trillada alusión a la Inquisición, la cerrazón, y todos los Cucos asociados. El cambio como presupuesto de todo lo que nos rodea, es una de las excusas perfectas para la anomia moral que padecemos, y el caldo de cultivo para la apoteosis de la tibieza.
Es increíble hasta qué punto se crispan los nervios de ciertos contemporáneos cuando se oye algo que tenga pretensiones de permanencia, que suba un poco el tono de la mera opinión, sacudiendo los algodones y tonos pastel a los que nos tiene acostumbrados la nueva era con sus angelitos multicolores y atardeceres románticos.
Personalmente, siempre he tenido una gran, gran estima por León Bloy (y ya que estamos, pido al menos un Avemaría por su alma), no sólo por su fervor en la defensa de la fe católica, sino porque creo, sencillamente, que tiene aún mucho que enseñarnos, aunque no se haya destacado ni por asomo en la diplomacia. En su Exégesis de lugares comunes, de donde tomamos la cita del acápite, despliega toda su mordacidad contra los vicios del espíritu burgués, que no es otro que el que carcome al “católico liberal” (el círculo cuadrado), y que no podemos negar que sea gran responsable de la pasmosa decadencia a que ha llegado la civilización cristiana.
Y como cada día parece más inadmisible aceptar que el liberalismo es pecado, creo justamente que es cuando más hay que insistir en ello, sobre todo entre las propias filas católicas, de “gente decente”, pero que abomina de las definiciones, creyendo que la bondad es sinónimo de universal condescendencia con cualquier ocurrencia.
Por ese camino, ese hermano nuestro se encuentra un buen día despreciando los dogmas, renegando de todo límite –sea éste natural o sobrenatural-, “aburriéndose” de la Eternidad (sic), huyendo sistemáticamente del martirio, y tornándose cada vez más…terriblemente insulso. ¿Y cómo no va a serlo, si su misión de bautizado era ser sal, y ha perdido su sabor? Confundió ese elemento blanco con la miel, nada menos (¡flor de miopía y olfato deficiente!)… y se sorprende cuando lo persiguen las moscas… Así andamos, provocando con nuestra tibieza las náuseas al mismo Redentor (Ap. 3, 16) ¿cómo no va a necesitarse entonces, una Nueva Evangelización? ¿Cómo nos sorprendemos de que los herejes dirijan universidades que se dicen católicas, o que se otorguen premios a las catequistas por su ombligo (no es chiste)?.
Hablando de definiciones, hay que prestar tal vez más atención a la importancia que adquieren para las ideologías perversas algunos términos, mientras otros son silenciados automáticamente.
Así, en el “RSLE” (Reino de la Sacrosanta Libertad de Expresión), la virtud más excelente es el Respeto (de mirar cómo el prójimo se tira por la ventana), y la profesión más respetable, la de Opinólogo. Por el contrario, algunos términos que hieren los oídos de sus vasallos, son “herejía”, “verdad”, “certeza”, “solemnidad”, “sacrilegio”, “profanación”…El lector puede seguir la lista. Hace unos años un sacerdote a quien pedimos junto a otros fieles una Misa en desagravio por una muestra blasfema, nos respondió asépticamente: “Bueno, señores…¡no vamos a decir desagravio, porque es una palabra muy fuerte…!”
Y con la devaluación de los términos, llega asimismo la de las obras.
Se llegan a abolir, incluso, algunas obras de misericordia. Aunque frecuentemente ya no se enseña la tradicional lista de catorce -siete corporales y siete espirituales-, podemos decir que genéricamente, las espirituales son reducidas a veces a una: rezar por el prójimo. Por supuesto que sí, que es lo primero, pero veamos: si nuestro vecino tiene ganas de suicidarse ante una desgracia, ¿es realmente caritativo conformarnos con rezar por él, en vez de consolarlo? Pues si el vecino cree, en cambio, que está muy bien casarse con su perro, o venerar a los mosquitos, pues “hay que respetarlo”. Todo es respetable, claro, y en ese contexto, dos obras de misericordia espirituales, sobre todo, desaparecen de un plumazo: Corregir el error, y Enseñar al que no sabe.
- Hablar de corrección fraterna es un atrevimiento que se puede castigar con la enemistad más profunda, hasta en ciertos grupos de cristianos, que muy escrupulosos nos replican: “¿Y quién soy yo para corregir, como si tuviese la verdad absoluta? Cada uno tiene su modo, su camino…” Miran por la ventana -o por televisión- lo que sucede, pero sin “arriesgar” una corrección, adoptando algunos un optimismo inconsciente que no reconoce el error o el pecado, y otros una desesperanza estéril, que no edifica.
- En cuanto a la enseñanza, miremos cómo anda la educación católica y los principios que la sustentan. En el horror a todo tipo de magisterio, personal y social, los ejemplos de lo sucedido el año pasado en la Universidad Católica de Perú, y los dichos recientes del rector de la Universidad Católica Argentina de Córdoba contra la doctrina de la Iglesia, son pequeños botones de muestra de las consecuencias de ese pensamiento. Hay padres que son capaces de ir a confesarse por mirar la cuenta de correo de sus hijos preadolescentes, porque se han creído que no tienen derecho sobre ellos, pues “nadie enseña nada, y todos aprendemos de todos”. En este sistema en que todos los “saberes” son valorados por igual, y en que da lo mismo ser eximio jugador de fútbol que científico, la enseñanza de la fe y moral conforme a un patrón objetivo, resulta para muchos un acto de atropello “autoritario” intolerable. Ni hablar de las misiones, de la labor evangelizadora y todo tipo de apostolado docente. Todas estas “pretensiones” caen bajo el mismo juicio lapidario popular: “¡Qué soberbia!” Y gente con esa confusión mental, hoy “educa” en nuestros colegios y universidades.
Y al desprevenido lo anula, simplemente, rompiendo perversamente una cadena de acciones llamadas a colaborar con la gracia divina para bien del prójimo. Y con la excusa de que “llevamos un tesoro en vasijas de barro”, logra que se esconda el Tesoro con vergüenza, casi pidiendo perdón en vez de dar las gracias sobre los tejados, porque se ha mirado más fijamente el barro que el Tesoro…
Y si la fe viene por el oído… tapar la boca de los católicos con excusas sensibleras, no es sino hacerle el juego al Príncipe de este mundo. Santa Catalina de Siena, en cambio, exhortaba: “Basta de silencios, ¡Gritad con cien mil lenguas, que por haber callado, el mundo está podrido!”.
La “Serpiente antigua”, astuta como es, seduce a los que quieren ser buenos, no con la sugerencia de vicios, sino de falsas virtudes:
-una prudencia que es meramente “cuidar la propia vida” -para perderla-;
-una humildad que no es sino pusilanimidad;
-un supuesto “coraje” que no es sino rebelión, y así muchas otras.
Tras el debilitamiento de esas obras (enseñar, corregir) que apuntan directamente a iluminar el corazón del prójimo, haciéndonos co-responsables de nuestra mutua conversión, también hay un modelo: Caín, que sigue diciendo “¿Qué tengo que ver Yo, con mi hermano?”.
Porque la tibieza, en el fondo, siempre es homicida. Y por supuesto, no es ni sabe hacer feliz.
Porque no hay gozo mayor que haber sido asociados a Cristo para seguir llamando a otros a “subir a la Barca”, rumbo al Sol, segura pese a todas las tormentas.
22 comentarios
Debo confesar que cuando hace unos días atrás vi el nombre de la autora del blog no me llamó mucho la atención...Pero hoy el título me picó la curiosidad. Está muy bueno el artículo y si lo que viene es así...que no pare de llover!
Si hemos de ser precisos, tal y como usted solicita, debo decir que no es verdad que la definición de fanático (o fanatismo) sea tal y como la expresa en su escrito.
Se conoce como FANÁTICO a todo aquel que ama (ciegamente) 'SU IDEA' (su modo de pensar -no de contestar-) más que la verdad (o su búsqueda), de la que, por cierto, está tan seguro que no tolera otra... pudiendo no sólo llegar a odiar, aborrecer o detestar a los que piensan distinto de él, sino, incluso, ¡a imponerla por medio de la intimidación, la violencia o el asesinato!
Siempre perjudicial, dañino y peligroso.
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Rta.: Estimado Anónimo: discúlpeme, pero no abra el paraguas, que no llueve. Parto del presupuesto que los lectores saben reconocer la ironía, y distinguirla de la semántica de los diccionarios. Yo no he dado ninguna definición, sino León Bloy, ironizando lo que el burgués considera como tal, y a eso responde el artículo. No es mi intención alentar una Asociación de Fanáticos Formalmente Constituida, le doy mi palabra (esto también es irónico, no se enoje por favor, y que Dios lo bendiga).
Estimada Mª Virginia:
Excelente artículo: Hablar sobre la tibieza de los católicos sin citar al enorme Bloy debería ser castigado como delito de dejación de funciones.
Resulta muy extraño que un autor cuyo estilo es según un tal Borges " uno de los más vívidos de toda la literatura"; que otro argentino famoso ( Ya sois tres) siendo Papa, fuera el primer autor al que citara; un hombre que llevó a la Iglesia a tanta gente, incluido Maritain...no lo conozca casi nadie.En Argentina teníais sus obras en las editoriales Mundo Moderno y Siglo XX desde los años 40; en España la primera edición de sus diarios es de 1998.Incluso en librerías de viejo francesas he tenido que explicar quién era este hombre.
Ahora que es más fácil adquirir sus libros aconsejo vivamente a todo lector de Infocatólica,que se sumerjan en ese abismo de misticismo, insultos, humor negro, revelaciones proféticas y belleza que es la obra de Bloy. Y también que recen una oración por su alma.
Una de sus citas que más me gustan,plenamente actual, es la de " Cuando quiero conocer las últimas noticias, leo el Apocalipsis"
El silencio a veces alcanza mas conciencias que las palabras,porque hay silencios santos y palabras vanas.
El silencio puede ser una obra de Amor y las palabras de amor propio.
La humildad siempre esta en la verdad y la verdad nunca se debe callar,aunque sea en silencio.
No siempre es necesario hablar para predicar,pero lo que nunca debe faltar,es la santidad.
Pero como creemos y por eso hablamos (2ª de Corintios;4;13) ,no nos confundamos,que Dios habla especialmente,en los silencios.
Algunos silencios hablan al corazon del oyente,mas elocuentemente que muchos vientos.
A quien no le gustan las palabras,pero si no son enseñadas por el Espiritu Santo y dichas con un corazon circuncidado,no valen nada.
Porque el orgullo y la soberbia no tienen ningun poder de conversion,solo el Amor,y el Amor habla por si mismo,acompañado a veces de palabras.
Asi,enseñar al que no sabe,creo,es obra del Espirtu,que nos prueba el sabor del Amor de Dios,para que fortalecidos en la Fe,seamos testigos de la Pasion de Cristo en nuestros corazones y sea reflejada la Faz de SU Rostro resplandeciente en nuestro semblante; a El sea toda la gloria junto con el Padre,en el Espiritu Santo.
Edificante articulo,gracias a Dios.
pd;Predicar siempre,pero siempre con Amor,segun esta escrito y reafirmado por los frutos del Espiritu con la Palabra vivificante en corazones de carne.
Gracias por alentarnos al 'recordar' tantas verdades.
Creo de seguir así, hará Vd mucho bien a los lectores de IC.
Animo, coronela! Que la batalla sigue!
Saludote.
: )
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Rta.: Pues Dios nos libre de los del mundo, y nos haga sólo de El, para ser santos, que en ello no hay límite, y tampoco de su Madre, pues como dijo San Bernardo, "De Santa María, nunca bastante". ¡A pedir mucho, mucho, unos por los otros!
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Rta.: Ojalá pueda algún día decirlo con la claridad con que ha hablado de ella el p. Horacio Bojorge, en sus libros "En mi sed me dieron vinagre", y "Mujer, por qué lloras?", disponibles en internet. La mayor gracia que he recibido es haber conocido a santos y valientes sacerdotes. ¡Que Dios me conceda siempre ser fiel a ello!
Y no digo de cuestiones morales, que ya cualquier comportamiento pasa por el coladero: No puede usted decir "este huevo está pasado", porque saltará alguien a decir que "eso depende" y que bajo otras circunstancias -por ejemplo, que la gallina lo hubiera puesto ayer y no hace tres meses- el huevo estaría en perfecto estado y que no se le puede despreciar nada más porque su mejor época ya caducó.
Así vamos por la vida comiendo carne podrida -añeja, se dice ahora- soportando empleados groseros -en entrenamiento- y pasando materias por antigüedad -al final de cuentas, ¿para qué sirve el álgebra?-, porque ya nada está mal, todo depende del color del cristal con que se mira.
Y cuando de pronto alguien dice que el rey está desnudo, ¡oh caramba! Todos los sabíamos, pero es que no queríamos ofender...
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Rta.: Jajaja! Realmente muy buenos sus ejemplos, David, pues así es! A propósito del traje del Rey, otro autor que siempre aprecié muchísimo es H.C.Andersen...para desempolvar en otro momento, si Dios nos lo da.
Gracias por este excelente articulo, el cual nos abre los ojos y el corazon, despierta la sensibilidad humana.
"Amad a los enemigos, haced el bien, prestad sin esperar nada, a quien te golpea la mejilla ofrécele también la otra, a quien te quita el manto no le rehúses la túnica. Son cosas fuertes. Pero todo esto, a su modo, lo vivió la Virgen: la gracia de la mansedumbre, la gracia de la apacibilidad".
Se podría añadir que no podemos servir a Dios y al dinero y que es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos a que un camello pase por el ojo de una aguja. Que Cristo pone como ejemplo al samaritano frente al sacerdote cumplidor de preceptos, y que aquellos que se creen en posesión de la verdad ( en lugar de dejarse poseer por la Verdad) y desprecian a los que no cumplen como ellos están más lejos del Reino de Dios que las prostitutas,
A esto es a lo que hay que comprometerse sin tibieza y sin contaminación de ideologías mundanas de uno u otro signo.
Saludos
Ana
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