La rebelión contra el Papa: un cisma silencioso
De Andrea Tornielli
Las Iglesias del norte y centro de Europa están atravesadas por vientos de rebelión. Está quien lo llama “cisma silencioso”, o quien en cambio lo minimiza. Ciertamente se trata de un fenómeno preocupante, que involucra a países de antigua tradición católica, como Austria o Bélgica.
En Bélgica, por ejemplo, más de doscientos sacerdotes, respaldados por miles de fieles, piden por escrito la admisión de los divorciados en nueva unión a la comunión, la ordenación sacerdotal de hombres casados pero también de las mujeres, así como la posibilidad para los laicos de realizar la homilía durante la Misa dominical. Lo que impresiona, en el llamamiento belga, son las firmas. Entre los firmantes hay personalidades muy visibles del catolicismo, como el rector honorario de la Universidad católica de Lovaina, Roger Dillemans; el gobernador de la provincia de Flandes occidental Paul Breyne, los anteriores miembros del Consejo pastoral inter-diocesano y algunos conocidos sacerdotes. En el llamamiento se lee: “Estamos convencidos de que, si como creyentes tomamos la palabra, los obispos escucharán y estarán listos para llevar adelante el diálogo sobre estas reformas urgentemente necesarias”.
Como se recordará, en el 2010 – un auténtico annus horribilis para la Iglesia belga – la policía mantuvo detenida por todo un día a la entera conferencia episcopal, mientras eran abiertas las tumbas de los cardenales buscando documentos sobre la pedofilia que sólo una mente al estilo Dan Brown podía imaginar que se custodiaran en los sepulcros de los arzobispos que ya habían pasado a mejor vida. El escándalo de la pedofilia es utilizado por los firmantes del llamamiento para justificar una revisión de la norma del celibato: si bien las estadísticas han demostrado ampliamente que no hay un vínculo entre celibato y pedofilia, dado que la gran parte de estos terribles abusos tiene lugar dentro de las familias. En Buizingen, al sudeste de Bruselas, después de la muerte del viejo párroco de la iglesia de Don Bosco, para el cual no se encontró un sustituto, los parroquianos han constituido un movimiento alternativo haciendo celebrar la Misa a los laicos.
Movimientos similares están extendidos ya desde hace años en Austria, donde 329 párrocos han adherido a la así llamada “Pfarrer-Iniciative”, un “llamado a la desobediencia” en el cual se piden reformas urgentes en la Iglesia. Vale la pena recordar que precisamente en Austria, en la diócesis de Linz, se produjo uno de los incidentes que han marcado el pontificado de Benedicto XVI. En enero de 2009 el Papa había nombrado obispo auxiliar de Linz a Gehard Wagner, obligado a renunciar antes de ser consagrado porque era considerado “demasiado conservador”. Entre aquellos que pedían en voz alta su renuncia estaba un canónigo de la diócesis de Linz que no ocultaba su convivencia con una mujer.
Los firmantes del “llamado a la desobediencia” han involucrado a otros grupos de base (como “Somos Iglesia”), que desde hace años lanzan pedidos similares a la Santa Sede, es decir, la abolición de la obligación del celibato para los sacerdotes de la Iglesia latina, la comunión a los divorciados en nueva unión y el sacerdocio femenino. En las pasadas semanas los disidentes han amenazado con su intención de proceder con las “misas” celebradas por laicos en el caso de que no sean acogidas sus peticiones de ordenar sacerdotes a hombres casados y a mujeres.
Al respecto, es bueno recordar que los dos pedidos no son equivalentes en absoluto: la Iglesia católica considera el celibato de los sacerdotes un don precioso que debe ser defendido, pero admite excepciones a la opción celibataria – disciplina que tiene motivaciones también teológicos – en el caso de los sacerdotes católicos pertenecientes a las Iglesias orientales (que pueden casarse antes de la ordenación), o en el caso más reciente de los anglicanos que vuelven a la comunión con Roma. Bien distinto es el pedido de ordenación sacerdotal para las mujeres, declarada varias veces inadmisible y objeto de una específica Carta apostólica de Juan Pablo II (Ordinatio sacerdotalis, 1994), en la cual el Papa escribía: “Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación”. “Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos, declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”.
El pasado 6 de noviembre, los contestatarios austriacos han firmado un nuevo documento sobre la “Eucaristía en tiempo de escasez de sacerdotes”, en el cual se definen “reglas obsoletas” las que están en vigor en la Iglesia y se considera al celibato sacerdotal una “praxis tardía”. Se pide “confiar la dirección de las comunidades y la celebración de la eucaristía a hombres y mujeres casados”, y se afirma que “el camino hacia la ordenación femenina no puede ser obstaculizado por prohibiciones del Papa a que se discuta”, porque cada comunidad “tiene derecho a un guía, hombre o mujer”.
El cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, y el obispo de St. Pölten, Klaus Küng, han definido estas propuestas “una ruptura abierta con una verdad central de nuestra fe católica” y “un gran peligro”. Aunque las encuestas deben ser tomadas con pinzas y adecuadamente relativizadas, generan preocupación en el Vaticano los resultados de una encuesta promovida por la TV austríaca Orf, según la cual el 72 por ciento de los sacerdotes del país serían favorables al “llamado a la desobediencia”. El 71 por ciento querría abolir la obligación del celibato y el 55 por ciento permitir la ordenación de las mujeres. Cada día que pasa, el fantasma de un cisma se vuelve cada vez más cercano y amenazador.
Se equivocaría quien subestima estas señales, que a los italianos resultan tan lejanas. Y se equivocaría quien cree que estos fenómenos están difundidos solamente en algunas Iglesias del centro de Europa conocidas por su efervescencia e históricamente caracterizadas por la confrontación con el mundo del protestantismo. Noticias similares llegan, de hecho, también de otros países y otras latitudes. En los Estados Unidos, hay 157 sacerdotes que se manifiestan contra el Papa, pidiéndole anular la obligación del celibato y abrir a la ordenación sacerdotal de las mujeres. Mientras que, en Australia, mil fieles de la diócesis de Toowoomba, cerca de Brisbane, en el sudeste del país, han enviado a Benedicto XVI una carta para contestar la decisión hecha pública el pasado mes de mayo de remover al obispo William M. Morris, de 67 años. Monseñor Morris se había pronunciado a favor de la posibilidad de ordenación de mujeres sacerdotes y, para remedir la falta de sacerdotes, había llamado a las celebraciones a pastores protestantes. Los firmantes de la carta enviada al Vaticano piden explicaciones sobre la remoción de Morris y piden también que “nunca más un tratamiento de este tipo se repita en otras diócesis de Australia”.
La aparición de de este disenso duele al Papa, quien continuamente vuelve a llamar a la conversión, invitando a no pensar que la solución está en el cambio de las estructuras o en la adecuación de los “ministerios”. En plena tormenta post-conciliar, el 4 de junio de 1970 en Munich de Baviera, el entonces profesor Joseph Ratzinger pronunció una conferencia titulada “¿Por qué permanezco todavía en la Iglesia?”. Dijo que “la reforma, en su significado original, es un proceso espiritual muy cercano a la conversión y, en este sentido, forma parte del corazón del fenómeno cristiano; sólo a través de la conversión nos volvemos cristianos, y esto es válido para toda la vida del individuo y para toda la historia de la Iglesia”. “Si la reforma se aleja de este contexto, del esfuerzo de la conversión – concluía Ratzinger -, y si se espera la salvación sólo del cambio de los demás, de la formas y de adaptaciones al tiempo siempre nuevas”, la reforma “se convierte en una caricatura de sí misma”.
***
Fuente: La Bussola Quotidiana
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
***
33 comentarios
Es entendible que como Papa le cueste aceptar que es a él a quien le toque asumir que muchos de los que "están entre nosotros no son de los nuestros".
Creo que deberíamos rezar con esa intención : que Dios fortalezca al Papa para tomar las medidas oportunas y ejemplares.
Porque acá no se trata de algo tan simple como negar una petición. Acá hay toda una organización que busca llevar a la Iglesia por donde la Iglesia no quiere ni debe ir. Y eso hay que cortarlo de raíz antes que se consolide.
La Iglesia no puede ir a remolque, en cada época, de los vividores de turno, de los indolentes, de los interesados, de los malvados, de los utilitaristas, de los snobs, de los intelectualoides, de los chantajistas, de los libertinos. Que se casen o junten con mujer de una vez estos clérigos de m..., se larguen de la Iglesia Católica y se vayan al demonio.
Yo estuve durante una época con los evangélicos. Sé lo que tienen de bueno y de malo. Pero me di cuenta de que no tenían a la Iglesia. La Iglesia está en la Católica, Apóstolica y Romana. Y su cabeza visible es el papa. Quien está con él está con Cristo, quien se opone a él no está con Cristo.
Que tengan en cuenta esos que se alzan contra el santo padre de donde caen. No vaya a ser que se despierten un día y ya no haya remedio de rectificar.
- No sólo se desea el sacerdocio femenino y casado, además, también el homosexual, el divorciado y vuelto a casar, en unión civil... y cualquier otro que permita la legislación. Además, también se deseará eliminar toda restricción derivada de la Humanae Vitae y magisterio posterior: sacerdocio casado con derecho a aborto, anticoncepción, a reproducción asistida, a fecundación artificial...
- La respuesta a esta rebelión sólo puede ser aviso y posterior separación, pero ¿quién puede saber qué tipo de reacción habrá por parte de los rebeldes? ¿resistirán los obispos una resistencia activa masiva de los fieles y sacerdotes rebeldes? y finalmente ¿traerá ello consigo una progresiva ruptura interna de la Iglesia?
Porque si la Viña del Señor no es podada adecuadamente, no esperemos buenos frutos de ella.
LA sangría de fieles ha hecho que la jerarquía huyese de aplicar las excomuniones como de la peste. No ha sido el mejor camino, eso ya está a la vista. Si hay que entregar catedrales y basílicas que no se pueden mantener, se entregan. La Iglesia está formada por piedras vivas, no muertas. Es mejor pocas parroquias fieles que no muchas en escándalo habitual.
Jordi, creería que la respuesta a tu pregunta debería pasar por el sentido común...
Sí, de acuerdo, muy bien, pero mi preocupación está en el tamaño de la rebelión, que de momento engloba sacerdotes y fieles, y parece ser que a mayorías poblacionales de parroquias. Aunque la reacción sea la justa, tal hecho tal efecto, tal rebelión tal expulsión, no obstante, la aparente magnitud del fenómeno inquieta, pues parece que afecta, además de parroquias, a seminarios, facultades de teología y congregaciones.
Gracias por este artículo, pediré a mis familiares y amistades que oremos por este problema y que le dé mucha fortaleza y sabiduría a nuestro amado Pontífice.
En el llamamiento se lee: “Estamos convencidos de que, si como creyentes tomamos la palabra, los obispos escucharán y estarán listos para llevar adelante el diálogo sobre estas reformas urgentemente necesarias”.
Qué importancia, en cuanto a grado de dignidad, tienen todos estos rebeldes, en comparación con cualquier grupo de fieles que se reúnen diariamente para rezar el rosario, intercediendo por la salvación.
Si ese "tomamos la palabra", se interpreta con mayúscula, la Palabra, se ve realmente quienes son y lo que pretenden.
Creo que nuestro deber es rezar por la conversión de todos ellos, para que no se condenen en el infierno que intentan implantar.
Hay que decirle que no. Y si persisten, adiós.
Da igual si quedan pocos, deben quedar los que confiesan la fe de la Iglesia. No hay otro camino.
No sé qué piden estos si ya tienen a Lutero.
si tan grande se ha hecho la rebelión, es que se le han dado demasiadas largas al asunto y se lo ha dejado crecer indebidamente. Y cuando a un árbol lo dejas crecer torcido no hay forma de enderezarlo, debes cortarlo y plantar otro retoño.
Además -y esto lo digo sólo como un parecer personal, y por lo tanto de valor ínfimo - creo que quienes llegan a protagonizar semejante rebeldía, muy poco están en condiciones de servir a la Iglesia, antes bien, son un peligro potencial. Mejor afuera. Católicos de a pie en el mejor de los casos, pero con responsabiliodades en el gobierno de la Iglesia o en el apostolado, no.
SI SE VAN FUERA DE LA IGLESIA SERA PARA EL BIEN DE TODOS
mario lopez deramo
Sería conveniente que formen una secta protestante más y no molesten a los catolicos con sus ideas hereticas FUERAN estarn mejor ellos y nosotros.
REZEMO TODOS POR EL SANTO PADRE, su pontificado es muy dificil.porque los enemigos de ADENTRO de la iglesia SUMADOS A LOS DE AFUERA, NO LE PERMTEN GOBERNAR,
SANTA MADRE DE DIOS RUEGA POR NUESTRO PÒNTIFICE
Viva Cristo Rey, Viva María siempre Virgen y Viva El Papa.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.