Luz del Mundo (Benedicto XVI - Peter Seewald)
Título: Luz del Mundo. El papa, la Iglesia y los signos de los tiempos. Una conversación con Peter Seewald
Autor: RATZINGER, Joseph / BENEDICTO XVI - SEEWALD, Peter
Editorial: Herder
Páginas: 227
Precio aprox.: 15 €
ISBN: 9788425427565
Año edición: 2010
1. Nos encontramos ante un libro que recoge una “entrevista”, una conferencia entre dos personas. Quien formula las preguntas es el periodista alemán Peter Seewald (1954), buen conocedor del pensamiento de Joseph Ratzinger, ya que en libros anteriores (“La sal de la Tierra” y “Dios y el mundo”) había puesto por escrito sendos diálogos mantenidos con el entonces cardenal Ratzinger.
El entrevistado sigue siendo el mismo: Joseph Ratzinger (1927); es decir, la misma persona, pero ya no con el mismo oficio. Joseph Ratzinger es, desde el 19 de abril de 2005, el Papa Benedicto XVI. En este libro habla el Papa, aunque no parece que lo haga “formalmente” como Papa, sino como Joseph Ratzinger. Los Papas, cuando ejercen su función estrictamente magisterial, se comunican mediante documentos de diverso tipo: Además de las definiciones “ex cathedra”, emplean las constituciones apostólicas, las encíclicas, las exhortaciones apostólicas, las cartas apostólicas, las declaraciones papales, los discursos papales, los mensajes, las homilías, las catequesis, etc. El tipo de documento empleado tiene una gran importancia a la hora de analizar, desde la perspectiva de la epistemología teológica, el valor doctrinal de cada enseñanza. No todo es, en este sentido, lo mismo ni tiene, en consecuencia, idéntico peso doctrinal.
En el prólogo a su libro “Jesús de Nazaret”, Benedicto XVI explicaba: “Sin duda no necesito decir expresamente que este libro no es en modo alguno un acto magisterial” (J. Ratzinger-Benedicto XVI, “Jesús de Nazaret”, Madrid 2007, p. 20). Una explicación que repite en la obra que ahora es objeto de recensión: “Justamente, no es un libro del magisterio [se refiere a “Jesús de Nazaret”], un libro que yo haya escrito en mi potestad papal” (p. 177). Es razonable pensar que esa advertencia sigue siendo pertinente a la hora de leer “Luz del mundo”.
2. Para comprender “Luz del mundo” no resulta ocioso detenerse en el subtítulo: “El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos”. A lo largo del libro, el Papa es interrogado sobre la situación actual de la Iglesia y sobre los acontecimientos históricos que marcan las etapas de cambio en la trayectoria de la humanidad. ¿En qué medida se hacen presentes en la historia signos positivos, “señales que nos infunden esperanza sobre el destino de la Iglesia y de la humanidad”, que diría Juan XXIII? Esta pregunta, de algún modo, late en la totalidad de esta obra. “Debemos percibir, sí, con toda agudeza lo negativo, pero también tenemos que ver todas las oportunidades de bien que se hallan presentes, las esperanzas, las nuevas posibilidades que existen para nuestra condición humana”, contesta el Papa (p. 75).
El libro está estructurado en tres partes: I. “Los signos de los tiempos”. II. “El pontificado”. III. “¿Hacia dónde vamos?”. Cada una de estas partes se compone de seis capítulos. Un anexo documental y una “biografía y breve crónica del pontificado” completan el texto.
Su carácter de entrevista limita, por razones obvias, el contenido. El Papa responde a lo que se le pregunta : “sólo pudieron tratarse unas pocas preguntas, y no fue posible profundizar en muchas de ellas”, advierte en el prefacio Peter Seewald (p.13).
3. Este libro singular nos permite llevar a cabo una triple aproximación: A la persona del Papa, a la realidad de la Iglesia en esta hora de la historia y a la situación que atraviesa el mundo en el momento presente. Pero estas tres coordenadas están enfocadas desde una misma perspectiva: la mirada de Benedicto XVI. Es la perspicacia y la hondura de esta mirada lo que confiere a la globalidad del libro una profunda unidad y coherencia. Todo parece encajar y cada opinión encuentra su puesto en el marco de un pensamiento perfectamente articulado.
¿Cómo es, de cerca, el Papa? Ante todo, un hombre muy consciente de su responsabilidad: “el Papa es, por un lado, un hombre totalmente impotente. Por otro lado, tiene una gran responsabilidad. En cierta medida es el jefe, el representante, y al mismo tiempo el responsable de que la fe que mantiene unidos a los hombres sea creída, que siga estando viva y que permanezca intacta en su identidad” (p. 19).
Responsabilidad en relación con la fe de la Iglesia; es decir, con el anuncio de Jesucristo, que vino “para que podamos tocar a Dios” (p. 191). La Iglesia no remite a sí misma, sino a Dios: “En definitiva, la Iglesia tiene el sentido de volvernos hacia Dios y de dar entrada a Dios en el mundo” (p. 163). Es una idea que el Papa no se cansa de recordar.
De ahí deriva, simultáneamente, una responsabilidad en relación con el mundo y con el hombre, a quien la Iglesia, y el Papa en la Iglesia, debe hacer la fe “enteramente comprensible” (p. 89): “La gran tarea encomendada a la Iglesia sigue siendo unir fe y razón, unir la mirada que va más allá de lo tangible y la simultánea responsabilidad racional. Esta responsabilidad nos ha sido dada por Dios. Ella es lo que distingue al ser humano” (p. 90). En este contexto concibe el Papa su propia contribución: “Pienso que, ya que Dios ha hecho papa a un profesor, quería que precisamente este aspecto de la reflexividad, y en especial la lucha por la unidad de fe y razón, pasaran al primer plano” (p. 91).
¿Cómo ve el Papa a la Iglesia en este momento de la historia? La ve inmersa en un proceso de renovación interior, que tiene como objetivo “lograr mejor la realización de lo esencial, de modo que seamos capaces de escuchar, vivir y anunciar en este tiempo la Palabra de Dios” (p. 89): “Hoy se trata de presentar los grandes temas y, al mismo tiempo – como en la encíclica sobre la caridad ‘Deus caritas est’ -, hacer nuevamente visible el centro de la condición cristiana y, con ello, también la sencillez de esa condición cristiana” (p.89).
La renovación se orienta, pues, a la evangelización, a la “nueva evangelización”, “en la que el único evangelio debe ser anunciado en su inmensa, permanente racionalidad y, al mismo tiempo, en su poder, para llegar nuevamente a nuestro pensamiento y nuestra comprensión” (p.146). En esta perspectiva, el punto de referencia lo constituyen los santos, “las grandes figuras que han traído realmente revoluciones del bien” (p. 166), y la Eucaristía, en la que “los hombres pueden ser formados de tal modo que surja algo nuevo” (p. 166).
¿Cuál es la percepción del Papa de la actual situación del mundo? A mi modo de ver, la suya es una percepción realista, crítica y esperanzada. Realista, porque nada verdaderamente significativo parece escapar a su mirada. Se trata de un conocimiento directo, basado en la propia observación – es digno de relieve comprobar, cuando reflexiona sobre sus viajes, cómo describe con atención la realidad con la que se encuentra en cada país – y en el trato inmediato con muchas personas de todo el mundo: “pocas son las personas que tienen tantos encuentros como yo”, nos dice él mismo (p. 87).
Es una percepción crítica, fundamentada en un continuo análisis teológico, en una rigurosa profundización en el sentido de los acontecimientos y de los procesos históricos. Y, como tal, una percepción que tiende a discernir entre lo válido y lo inválido, por lo general sin condenas en bloque y sin alabanzas en bloque, sino, siempre, con cuidadosos matices. A modo de ejemplo, se puede citar su juicio sobre la posible compatibilidad entre modernidad y cristianismo: “Ser cristiano es en sí mismo algo vivo, algo moderno, que configura y plasma toda mi modernidad y que, en ese sentido, la abraza en toda regla” (p. 69).
Y es una percepción esperanzada, consciente de lo que San Bernardo llamaba el “adventus medius”, la “venida intermedia de Cristo por la que el Señor entra periódicamente siempre de nuevo en la historia” (p. 189).
Si hubiese que sintetizar en muy pocas palabras las muchas palabras que contiene “Luz del mundo” podríamos hacerlo con la siguiente cita: “Hemos de poner de manifiesto —y vivir también— que la infinitud que el hombre necesita sólo puede provenir de Dios. Que Dios es de primera necesidad para que sea posible resistir las tribulaciones de este tiempo” (p. 74).
No cabe más que animar al estudio atento y a la meditación de este importante libro. Mediante él, Benedicto XVI dialoga cara a cara con el lector y le ayuda a plantearse la pregunta decisiva, que no es otra que la pregunta por Dios; por la relevancia de Dios en el mundo, en la historia y en nuestras vidas.
Guillermo Juan Morado.
26 comentarios
Tiene una ventaja y un inconveniente, la primera es que al tratarse de una entrevista, los mensajes son cortos, explícitos, sin desarrollo argumental, largo, posterior, aunque las respuestas pueden ser más o menos extensas.
El inconveniente es que hay que leérselo, entero, para no dar "tres cuartos al pregonero" y que nos cuelen un gol en fuera de juego.
En fin un motivo y una herramienta para dar difusión y publicidad, no marketing, a nuestra denostada Iglesia.
Todo es gracia.
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¡Vaya por Dios, Norberto! Qué ocurrencias tienes....
Un detalle, ese de leérselo, en el que al parecer no ha caído mucha gente.
Lo que no obsta, Yolanda, para que hablen y digan y digan...sin ton ni son.
En mi opinión, es un libro que deberían leer los no creyentes porque verán la gran diferencia entre escuchar a un líder político mundial, acostumbrados a usar los ideales para fines poco loables, o para campaña de imagen en comparación con Benedicto XVI.
El ritmo del libro es rápido y muy ameno. De hecho, cuesta dejarlo sin acabar. Responde con sencillez y verdadera honestidad - pero con la gracia y belleza especial que le caracteriza- a muchas preguntas espinosas: homosexualidad incompatible con la vocación sacerdotal; celibato; abusos de menores en la Iglesia, que Benedicto calificó como "un cráter de volcán que, de repente, oscureció y ensució todo bajo una nube" "Una de las mayores crisis de la historia de la Iglesia"
Qué lástima que ciertas teorías "dudosas" que he leído estos días sobre la sexualidad, sus autores carecieran de la maravillosa lectura de este libro en este tema y las definiciones claras de Benedicto para todo hombre.
Nos hubiésemos evitado el bochorno de leer ciertos artículos.
También habla del ecumenismo y lo ve esperanzador respecto a los orthodox, pero respecto al interreligioso -Islam- lo califica de dificil y cada vez más inclinado -en vastas zonas bajo el islam- al abandono de la razón y a favor la intolerancia, lo cual dificulta la convivencia con los cristianos en esa parte del mundo.
Habla sobre la economía, del fracaso del socialismo y del "turbo-capitalismo"
Podría señalar muchos puntos/temas a los que Benedicto XVI responde con total sinceridad y brillantez. Teniendo en cuenta que el formato es el de respuestas poco extensas, algo que, cualquier persona no podría acometer con tal brillantez.
Sobre todo, lo que más me ha gustado es confirmar que frente al mundo que nos ha tocado vivir, a pesar de todas las malinterpretaciones y afrentas de un entorno secularizado, perdido en una marea de relativismo y hedonismo, Benedicto XVI tiene los pies firmemente en las sandalias del pescador y su mente en los trabajos académicos y libros a los que él llama sus "asesores".
Y su corazón en Cristo, al que él califica de "un viejo amigo"
Un libro que vale la pena leer por creyentes y no creyentes
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Es cierto, la brillantez del Papa, su coherencia intelectual, impresiona.
Yo creo que también puede impresionar a los menos creyentes o, incluso, a los no creyentes.
Algo que te agradeceremos muchos es que aún nos brindes algo de lo que te haya parecido más original, sugerente, fecundo--notas todas a las que nos ha acostumbrado el Papa.
A veces se deja llevar por elogios empalagosos a su interlocutor (decir que puede ser el Papa más laborioso de la historia, por ejemplo). En otra ocasión, muestra su crasa ignorancia teológica al atribuir al "descubrimiento" de un contemporáneo la idea de la interpretación de las iglesias apocalípticas como períodos temporales. Algunas preguntas adolecen del viejo recurso de la pregunta-discurso: el entrevistador le enseña al entrevistado y se escucha a sí mismo. Es innecesariamente agresivo en ocasiones (por ejemplo, en lo que hace a abusos) y en otros el diente de su incisividad se desgasta ante el desinterés del entrevistado. El tono europeo y políticamente correcto pocas veces lo abandona. Y cuando el Papa dice cosas realmente interesantes (sobre su vida privada, su vida de oración, su relación con Dios, su forma de ver el oficio papal), no indaga mayormente.
El libro, con tener cuatro o cinco perlas deslumbrantes, es, en términos generales, mediocre. Y buena culpa de ello lo tiene el entrevistador.
En mi opinión, es un libro destinado a un público amplio. No me parece mal porque las sociedad actual, por desgracia, no suele leer una disertación sobre el magisterio con respuestas doctrinales.
Ofrece una idea del Papa y de la Iglesia en el mundo, con temas presentes en la actualidad de la Iglesia, bajo enfoque periodístico, pero que provocará, quizá, un interés al lector que podría llevar a leer otros libros de Ratzinger.
Como bien indicas, preguntas con cuasi trampa acerca de la Parusia o escatolología no creo se pudieran o debieran responder en un formato de entrevista como este, por mucho que Seewald quisiera poner en una situación incómoda al Papa.
Concuerdo.
Pero si por algo destaca Ratzinger, es por saber responder siempre pertinentemente.
Respecto a Seewald comparto tu percepción. No obstante, creo que él deseaba destacar profesionalmente. Por ese motivo dijo que le entrevistaría "no como su amigo, sino como periodista"
De donde viene profesionalmente Seewald te podrás hacer una idea. Director de "Spiegel", y reportero de "Stern".
Era consciente que, aún manteniendo una amistad con Ratzinger desde hace tiempo como escritor, ese privilegio de conversar y entrevistar a un Papa con preguntas de carácter particular en temas muy espinosos, no lo va a tener casi nadie en su profesión.
Se puede ver su insistencia en los temas que el considera difíciles de responder por un Papa, incluso incómodas en el tono, frente a otras como la vida de oración del Papa o su relación con Dios.
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Y a los creyentes que, sin embargo, están imbuidos de la falsa imagen que proyectan machaconamente los medios. Que son muchísimos.
Y, como dice Marcos, es un libro para público amplio. Eso ya dicta cuáles son las características más notables a las qe debe ajustarse.
A leerlo y descubrir el lado quizá oculto de nuestro Pontífice
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Pues hay que ponerse las pilas como se dice popularmente y mostrar la cara de Cristo al mundo , sin complejos ni miedos, el Santo Padre nos señala el camino.
Gracias Don Guillermo.
Es que cuando escucho a Benedicto,oigo y siento que alguien habla de Jesus y bien hablado,sin enredar y con claridad. Se nota que esta bajo a Su servicio.
A mi Jesus me libera y Benedicto me ayuda a entenderlo mejor. Que Dios lo bendiga.
He leído pestes sobre la traducción ¿merece la pena una re-traducción?
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El texto en español de Herder se lee muy bien, no es chocante. Pero, claro, yo no he leído el original en alemán, ni lo podré leer porque no sé alemán.
1º- Que apenas se dispusiese de tiempo para la entrevista( siete horas en total),pudiendo haberse llegado a la brillantez de los dos libros anteriores,"Sal de la tierra" y "Dios y el mundo".
2º- La polémica exterior,de los que odian a la Iglesia la entiendo y no me pilla de sorpresa,pero,la verdad,no entiendo ese supuesto "daño" que han hecho las palabras del Papa con lo de los preservativos. Que me cuelguen si lo entiendo.
Lo único que he percibido es la habitual valentía de Benedicto para tratar de todos los temas que le pongan por delante. Su habitual modestia,humildad e incorruptible amor a la Verdad.
Solo puedo decir que Benedicto XVI, Joseph Alois Ratzinger es el Faro.
http://www.es.catholic.net/foros/viewtopic.php?f=33&t=15423
http://www.es.catholic.net/foros/viewtopic.php?f=33&t=15259
En que librería de México D.F. puedo encontrar el libro, sin tener que leerlo por internet, que editorial lo publicó aquí en México, me interesa adquirirlo.
Agradeceré sus comentarios, gracias.
Mercedes Molina
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