Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…

Santísima TrinidadPrecisamente porque en la Escritura la revelación de Dios como un Dios Uno y Trino es progresiva, quiero comenzar mis reflexiones sobre la doctrina Trinitaria con este texto de la Escritura.

Y es que este y otros textos en donde Dios habla en plural (Génesis 11,5-9; Isaías 6,8) eran un verdadero dolor de cabeza para los judíos oponentes de la doctrina cristiana, hoy lo siguen siendo para arrianos y modalistas. Así, de todos estos textos quiero centrar mi atención únicamente en este.

“Díjose entonces Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre las bestias de la tierra, y sobre cuantos animales se mueven sobre ella. Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios le creó, y los creó macho y hembra;.” Génesis 1,26-27

El texto es particularmente revelador porque se refiere al momento de la creación, cuando Dios conjugando en primera persona del plural dice: “Hagamos…”.

Aunque dicho texto no dice de forma explícita a quien hablaba Dios, los católicos vemos allí un diálogo entre las Tres Personas Divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, mientras algunas denominaciones protestantes no Trinitarias difieren dando otras interpretaciones que redundan en severas contradicciones en su teología.

Así, la primera pregunta que deberíamos contestar es a quien hablaba Dios, por lo cual analizando el texto de forma detenida podríamos deducir que:

1) Quien sea a quien Dios hablaba, participó en la obra de la creación. Esto es a todas luces claro siendo que dicha oración está conjugada en primera persona (del plural).

Imaginemos que yo le digo a un par de amigos: “Comamos”, ellos no entenderían a que yo voy a comer y ellos solamente a mirarme mientras como, por el contrario, sabrían que me refiero a que tanto ellos como yo “comeremos”. Así mismo si Dios dice “hagamos” sea quien sea a quien se esté refiriendo, ellos también “hicieron

2) El hombre es creado a imagen del que crea, hecho que se hace evidente cuando se dice que es hecho “a nuestra imagen y semejanza”, y cuando dice “a imagen de Dios lo creó”.

Ahora bien, teniendo claro esto, si a la pregunta de a quien hablaba Dios se responde que “a ángeles” se crea una gran contradicción teológica con la misma Escritura, porque esta declara que Dios hizo todo solo y sin ayuda alguna.

“Así dice Yahveh, tu redentor, el que te formó desde el seno. Yo, Yahveh, lo he hecho todo, yo, solo, extendí los cielos, yo asenté la tierra, sin ayuda alguna.” Isaías 44,24


“Sí, es mi mano la que fundamentó la tierra y mi diestra la que extendió los cielos. Yo los llamo y todos se presentan”. Isaías 48,13

“Olvidas a Yahveh, tu hacedor, el que extendió los cielos y cimentó la tierra… Isaías 51,13

Por consiguiente, y a la luz de toda la revelación, a quien sea que Dios hablaba, no puede dudarse, era también Yahveh y Dios.

Si avanzamos más en la Escritura nos encontramos un texto que ayuda esclarecer a quien hablaba Dios en la hora de la creación:

“En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.”Juan 1,1-3

Un texto importantísimo porque tiene dos grandes consecuencias:

1) Vemos que a quien fuera que Dios hablase, uno de ellos era a su Palabra, mediante la cual “todo fue hecho” y sin la cual “nada de cuanto existe fue hecho”

2) Podemos concluir también que la palabra tampoco fue creada, como objetan los arrianos (testigos de Jehová entre otros) y es que si todo aquello que puede ser etiquetado como “hecho” fue hecho mediante la palabra, sería absurdo y contradictorio pensar en la misma Palabra como “hechura” de ella misma.

En resumen, si se alega que Dios hablaba a ángeles (como me han objetado pastores modalistas) se comete el error de implicar que los ángeles participaron en la creación, lo cual vimos, es falso, porque Dios hizo todo solo.

Si se reconoce que Dios hablaba a Cristo (la Palabra hecha carne), se termina reconociendo que la Palabra era Dios, ya que como acabamos de ver, y repito ahora, solo Dios ha creado todo cuanto existe, sin ayuda alguna.

Y esto concuerda perfectamente con lo que ya la parte final de Juan 1,1 declara solemnemente: “y la palabra era Dios”, la cual los testigos de Jehová han tratado de deformar reduciendo a la Palabra al estatus de “un” dios menor creado.

Pero todo esto no es ninguna novedad, los padres de la Iglesia hacían hace casi 2000 años estas reflexiones. San Ireneo por ejemplo (siglo II) declara:

San Ireneo, Contra las herejías IV,20,3

Que el Verbo, o sea el Hijo, ha estado siempre con el Padre, de múltiples maneras lo hemos demostrado. Y que también su Sabiduría, o sea el Espíritu estaba con El antes de la creación.

San Ireneo, Contra las herejías IV,20,1

No son, pues, los ángeles quienes nos han hecho o nos han formado. Ni es posible que ellos pudieran hacer una imagen de Dios; ni sería capaz de hacerlo cualquier otro, a no ser el Verbo de Dios; ni podría tampoco realizarlo ningún poder que no sea el Padre de todos. No tenía Dios necesidad de nadie para ejecutar lo que Él mismo había predeterminado hacer, como si no dispusiera de unas manos propias. Están en efecto, siempre con Él el Verbo y la Sabiduría, el Hijo y el Espíritu, por medio de los cuales y en los cuales, libre y espontáneamente hizo todas las cosas. Es a ellos a quienes se dirije el Padre diciendo: Hagámos al hombre a imágen y semejanza”

Tertuliano mantiene la misma idea de forma diáfana:

Tertuliano, Contra Práxeas, 12

Si la pluralidad en la Trinidad te escandaliza, como si no estuviera ligada en la simplicidad de la unión, te pregunto: ¿cómo es posible que un ser que es pura y absolutamente uno y singular, hable en plural: “Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra”? ¿No debería haber dicho más bien: “Hago yo al hombre a mi imagen y semejanza,” puesto que es un ser único y singular? Sin embargo, en el pasaje que sigue leemos: “He aquí que el hombre se ha hecho como uno de nosotros.” O nos engaña Dios o se burla de nosotros al hablar en plural, si es que así El es único y singular; o bien, ¿se dirigía acaso a los ángeles, como lo interpretan los judíos, porque no reconocen al Hijo? O bien, ¿sería quizás porque El era a la vez Padre, Hijo y Espíritu que hablaba en plural, considerándose múltiple? Por cierto, la razón es que tenía a su lado a una segunda persona, su Hijo y su Verbo, y a una tercera persona, el Espíritu en el Verbo. Por eso empleó deliberadamente el plural: “Hagamos… nuestra imagen… uno de nosotros.” En efecto, ¿con quién creaba al hombre? ¿A semejanza de quién lo creaba? Hablaba, por una parte, con el Hijo, que debía un día revestirse de carne humana; de otra, con el Espíritu, que debía un día santificar al hombre, como si hablara con otros tantos ministros y testigos”

San Justino Martir escribe también:

San Justino, Diálogo con Trifón, 61-62

“… al decir estas palabras: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza….Y porque no torzáis las palabras citadas y digáis lo que dicen vuestros maestros, que Dios se dirigió a sí mismo al decir “hagamos”, del mismo modo que nosotros, cuando vamos a hacer algo decimos : hagamos” o que habló con los elementos, es decir, con la tierra y demás de que sabemos se compone el hombre, y a ellos dijo el “hagamos”; os voy a citar ahora otras palabras del mismo Moisés, por las cuales, sin discusión posible, tenemos que reconocer que conversó Dios con alguien que era numéricamente distinto y juntamente racional. Helas aquí: Y dijo Dios: He aquí que Adán se ha hecho como uno de nosotros para conocer el bien y el mal. Luego, al decir “como uno de nosotros”, indica el número de los que entre sí conversan, y que por lo menos son dos. Porque no puedo yo tener por verdadero lo que dogmatiza la que entre vosotros se llama herejía ni los maestros de ellas son capaces de demostrar que habla Dios con los ángeles o que el cuerpo humano es obra de ángeles. Sino que este brote, emitido realmente del Padre, estaba con El antes de todas las criaturas y con ése conversa el Padre, como nos lo manifestó la Palabra por boca de Salomón, al decirnos que antes de toas las criaturas fue por Dios engendrado como principio y progenie este mismo que por Salomón es llamado sabiduría”

Y luego de citar estos testimonios de los padres de la Iglesia muy anteriores a Nicea, terminaré con la explicación de da San Agustín en su célebre obra “Ciudad de Dios”

San Agustín, Ciudad de Dios, XVI,6,1

“Pudiérase también entender de los ángeles aquella expresión, cuando creó Dios al hombre, en que dice: Hagamos al hombre, porque no dijo “haré” más porque añade: a nuestra imagen y semejanza, no es lícito creer que fue creado el hombre a imagen de los ángeles, o que es una misma imagen la de los ángeles y la de Dios, y por eso se entiende bien allí la pluralidad de la Trinidad

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