(Agencias/Libertad Digital/InfoCatólica) El magistrado había pedido a la Fiscalía que precisase la identidad de los organizadores, la plataforma Egin Dezagun Urratsa (Demos un paso adelante), formada por personas de la vida política, cultural y deportiva vasca. Dado su gran número, el fiscal prefirió pedir la declaración de Félix Placer como testigo.
Félix Placer, que ahora tiene 73 años, ha sido durante mucho tiempo el principal exponente de la Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria, que aglutina a los conocidos como ‘curas batasunos’ por su defensa de todo el entorno que rodea a la banda terrorista. Colaborador del diario Gara y de la revista Elkarri, ha sido además durante años profesor en el Seminario de la Diócesis de Vitoria, en la que al parecer hay tres seminaristas.
Ya en su tesis doctoral, "Creer en Euskal Herria", Placer apostaba por una "iglesia vasca", que definía afirmando que debe ser "desde los planteamientos del Dios de Jesús de Nazaret, servir al Pueblo Vasco, mediante su evangelización, en su proceso de liberación integral, en el desarrollo de su específica y original personalidad y en el alumbramiento de una sociedad plenamente democrática y superadora de la actual clasista-capitalista".
La Coordinadora y sus miembros criticaron también con dureza los nombramientos de Mons. Mario Iceta como obispo de Bilbao y de Mons. José Ignacio Munilla como obispo de San Sebastián. Además, Félix Placer afirmaba, a través de dicha coordinadora, que "se puede ser marxista aceptando el marxismo como análisis de la realidad" apostando por una "izquierda vasca cristiana, instrumento al servicio de una iglesia popular".
La violencia etarra como mal menor
En un artículo de 2002 en el diario ABC recogía unas gravísimas declaraciones de la Coordinadora de curas de la que este sacerdote era la cara visible.
"El camino violento es un mal menor integrable en el proceso cristiano de liberación", afirmaban, añadiendo que "no pueden condenarse todas las violencias por igual vengan de donde vengan. En este sentido, no es lo mismo ni tiene la misma gravedad la violencia agresora que la violencia defensiva y, en consecuencia, su valoración ética no puede ser tampoco la misma". Concluían, consiguientemente, asegurando que "el problema no es el llamado terrorismo de ETA, sino la situación injusta del Pueblo vasco".
En su largo currículo de apoyo al entorno proetarra, Félix Placer, vinculado con los movimientos a favor del acercamiento de presos, firmó el manifiesto en contra de la ilegalización de Batasuna y se manifestó públicamente cuando decenas de batasunos se encerraron en parroquias de San Sebastián, Bilbao y Vitoria.
Desafío en su columna en Gara
El pasado mes de octubre, Placer escribía una columna en el diario Gara en el que se mostraba enojado por el "cambio de rumbo de la iglesia vasca emprendido por el Vaticano". No dudaba en criticar el nuevo giro dado por los nuevos obispos de Bilbao y San Sebastián. "Con precisión vaticana se va cumpliendo la calculada estrategia para la Iglesia de Euskal Herria", aseguraba con resignación. Este párrafo literal resumía sus prioridades:
"¿Acaso no debería la Iglesia vasca reclamar los derechos humanos individuales y colectivos de un pueblo que desea ser sujeto de su propio destino desde su identidad? ¿No tiene la responsabilidad evangélica de exigir la erradicación de toda forma de tortura y tratos inhumanos y degradantes denunciados por las víctimas e incluso por organismos internacionales? ¿No debe ser la Iglesia instancia importante para superar todas las violencias y apoyar un proceso de paz desde la libertad, justicia y diálogo sin exclusiones? ¿No puede defender la participación de todos los grupos políticos en el proceso para la urgente normalización de Euskal Herria? ¿No deberá identificarse con todas las víctimas de tanto sufrimiento, sin excepciones, y abogar por tantos presos y presas injusta e ilegalmente tratados en situaciones especiales por todos conocidas? ¿No tendrá que denunciar las causas de una crisis económica y de la pobreza creciente causadas por un sistema económico injusto y depredador?"
Finalmente, en su artículo el sacerdote lanzaba un desafío: "nadie podrá impedir que las flores crezcan en el bosque y el viento del Espíritu siga soplando con aires de libertad, suscitando, alentando una Iglesia diferente y un mundo, donde los pueblos decidan, con democracia y justicia, y vivan su propia dignidad solidaria".