(El Tiempo/InfoCatólica) Aunque la decisión tendría implicaciones específicas en este caso en particular y no sobre la adopción en general para parejas del mismo sexo, los obispos consideran que sería una puerta que permitiría crear jurisprudencia al respecto.
«La Conferencia Episcopal de Colombia ha tenido conocimiento del proyecto de sentencia, redactado por el magistrado Luis Guillermo Guerrero, sobre la acción de tutela instaurada por las señoras Turandot y Fedora contra el Defensor Segundo de Familia de Rionegro (Antioquia)», dice la carta, firmada por el cardenal Rubén Salazar.
«Más allá del caso singularísimo de la menor, el mencionado proyecto allana el camino jurisprudencial para que otros menores de edad puedan ser adoptados legalmente por parejas homosexuales, vulnerando así el derecho fundamental y superior de los niños y niñas colombianos a crecer en el seno de una familia conformada –según afirma el vigente artículo 42 de nuestra Constitución– por la unión de un hombre y de una mujer», sigue la misiva, a la que se le adjuntaron varios estudios «avalados por la comunidad científica internacional que ponen en evidencia posibles consecuencias negativas para el sano desarrollo psicológico y afectivo de los menores adoptados por parejas homosexuales».
Sin embargo, el arzobispo de Bogotá y presidente del Episcopado reconoció que, en general, «no existe la suficiente evidencia científica para sacar conclusiones definitivas sobre los efectos de la adopción por parte de parejas del mismo sexo».
«En ese sentido, ante las dudas de la comunidad científica, el proyecto de sentencia no salvaguarda suficientemente el interés prevalente de los menores de edad a crecer en un ambiente que facilite su armónico e integral crecimiento», añadió el prelado, quien les hizo un llamado a los magistrados para que para que «examinen, a consciencia y con mayor detenimiento, el contenido del mencionado proyecto de sentencia así como sus eventuales consecuencias jurisprudenciales y sociales».
Sin embargo, el cardenal colombiano aclaró que la Iglesia no tiene nada en contra de las personas homosexuales. «Creemos en una sociedad abierta e incluyente y condenamos por ello todo eventual acto de injusta discriminación, maltrato o de violencia contra las personas homosexuales. Con amor de madre, la Iglesia acoge a todos los hombres y mujeres, sea cual sea su condición, consciente de que, con independencia de la orientación o incluso del comportamiento sexual de cada uno, toda persona humana tiene la misma fundamental dignidad ante Dios y ante el Estado».