(El Tribuno) En diálogo con El Tribuno, el legislador aseguró que impulsar la despenalización del aborto le costó que la líder de su partido, Lilita Carrió, no lo llame “ni por teléfono”.
El diputado también impulsa el proyecto de muerte digna, que ya tuvo el dictamen de dos comisiones en la Cámara Baja y llegaría al recinto antes de fin de año, con serias posibilidades de ser aprobado.
- ¿Qué pasó con el dictamen del proyecto del aborto? ¿Cómo fue que cayó?
Yo le voy a contar todo, desde el punto de vista político y reglamentario.
- En un principio se dio a entender que solo faltaban dos firmas, que no era más que un trámite, y después no se llegó a nada...
En realidad solo faltó una firma. Uno de los firmantes se arrepintió. Nada más. Y por eso se cayó el dictamen. Esto es normal y habitual en el Congreso. Los diputados en las comisiones se pronuncian en un sentido o en el otro. Después los secretarios pasan por sus despachos a registrar las firmas. Y algún diputado en ese tiempo -que puede llegar hasta 24 horas- cambia a veces de opinión. Es lo que pasó con Ricardo Gil Lavedra.
- Claro, pero se trata de un proyecto tan discutido, que incluso es tan difícil que llegue a un análisis...
Tiene razón. Porque en un texto interpretativo de este campo un voto fue el que definió la caída de un dictamen y el contexto es muy importante. Y en este contexto se permite interpretar el cambio de posición en un voto.
- ¿Qué posturas hay en el Congreso sobre el aborto?
En el Congreso de la Nación existen tres posiciones con respecto al aborto: el voto religioso, el voto de género y el voto legalista. Así, por lo menos, lo defino yo. El voto religioso es un voto muy fuerte, que cruza todos los bloques: el Frente para la Victoria, Unión Cívica Radical y PRO. Es el voto dominante en esta materia desde el 37, que fue la primera vez que se presentó un proyecto de despenalización del aborto. Esta es una posición que busca que del aborto no se hable. “De esto no se habla”, como diría María Luisa Bemberg. Después está el voto de género, que cuenta con 50 firmas y pretende la legalización del aborto como derecho personalísimo de la mujer, con buenos fundamentos en el derecho internacional de los derechos humanos. Este proyecto habla de legalización del aborto, no de despenalización. Impulsa el aborto hasta la duodécima semana de gestación y con posterioridad también. Y la tercera posición -que es en la que se encuadra mi proyecto- es la posición legalista, que impulsa que el aborto debe ser despenalizado, pero parcialmente. Permitiría la intervención hasta la duodécima semana en caso de violación o de riesgo para la salud de la madre. Ese es el escenario real, político, moral y social de las tres posiciones que hay en materia de aborto en la Argentina. Esto explica también las enormes diferencias que existe para consensuar un proyecto único en esta materia.
- Sin embargo, los abortos clandestinos causan un gran número de muertes maternas...
El tema del aborto está cruzado por religión y pobreza. De los 400 mil abortos clandestinos que hay en el país, el mayor impacto de mortalidad materna se da en los sectores más pobres. Porque un aborto, a cifras de noviembre de 2010, podría costar entre 200 y 300 pesos. Lo que habla de la precariedad y riesgos que entrañan esos 400 mil abortos clandestinos.
- ¿Por qué cuestiona la legalización del aborto?
La comisión que yo integro busca limitar los abortos a la undécima semana de gestación, porque tenemos miedo de que la legalización total del aborto lo transforme en un método anticonceptivo. Y eso a mí no me convence. Lo cierto es que el debate del aborto llegó al Congreso.
- Con lo que pasó en comisión, ¿cree que el proyecto avanzará?
El séptimo voto que faltaba fue dado en el debate de la comisión -con un discurso muy nebuloso- y como es habitual, cuando el secretario fue a buscar la firma vino el cambio de opinión. Ahora esta otra reunión, la del jueves pasado, fracasó porque el Frente para la Victoria no dio quórum.
- ¿Cree que el oficialismo va a dar quórum para que avance la propuesta?
No. Creo que no va a haber apoyo. En el fondo creo que el Frente para la Victoria está asociándose en este tema con el grupo religioso. Hay diputados del Frente para la Victoria que son firmantes del proyecto de máxima para legalizar el aborto y hay otros diputados que pertenecen abiertamente al voto religioso. El partido oficialista es un partido que tiene un agudo sentido político y sabe que el debate del aborto puede ser muy costoso en términos políticos y que puede partir su bloque. Entonces lo que va a hacer Cristina, la presidenta, es no permitir que el debate se dé.
- ¿Cree que en 2012 habrá alguna posibilidad de que se produzca el debate?
No, poquísimas. En diciembre me voy y desde la comisión que me tocó dirigir arriesgué todo mi capital político para llevar este debate al Congreso. Es más, desde el momento que tomé esta decisión, Lilita Carrió nunca más me habló ni siquiera por teléfono.
- ¿El proyecto de muerte digna puede llegar al recinto?
Las comisiones de Legislación y Derechos Humanos lograron tener consenso. Quizás el voto religioso se abstuvo, pero los ocho diputados de cada una de la comisiones votamos a favor la semana pasada. Está en condiciones de llegar al recinto.
- ¿Pese a ser una propuesta polémica?
No es un proyecto peligroso para el voto como el del aborto. Quizá porque los problemas que podría haber tenido para el voto religioso fueron solucionados.
- En cuanto no figure en el proyecto el suicidio asistido, tampoco hay margen interpretativo para la eutanasia. Cuando hablamos de muerte digna, no hablamos de eutanasia.
Lo que mi proyecto persigue es evitar el encarnizamiento terapéutico en pacientes agónicos. Que quiere decir “basta”. Si uno tiene un certificado médico que dice que se va a morir en días o meses, hay que evitar la industria de la muerte porque cuando se llega a esta etapa final de la vida, las instituciones sanitarias facturan muchísima plata para sostener al paciente artificialmente. Creo que este proyecto llegará este año al recinto.