Remedios contra el infierno, según uno que lo vió (Mc. 1, 27)
Las Sagradas Escrituras indican la existencia de “los espíritus inmundos” (Mc. 1, 27), como oímos en el Evangelio del 4o. domingo de Tiempo Ordinario y Jesucristo hablaba también sobre el infierno. San Juan Bosco (cuya fiesta se celebró ayer) tuvo varias visiones en sueños del infierno y sus castigos (Sueños 68, 150) y oyó una voz que decía que “muchos se dedican en esta tierra a todos los goces y después padecerán horribles sufrimientos”. Decía que lo que vió era tan terrible que los que pudieran verlo o se dedicarían a una vida santa o saldrían huyendo asustados. En uno, un monstruo arrastraba a los jóvenes a una caverna infernal, especialmente por la impureza, la desobediencia y la soberbia. Algunos caían con mayor rapidez llevados por el respeto humano. [Ver aquí “Los Sueños de S. Juan Bosco”]
Cuenta S. Juan Bosco en su autobiografía (enlace con versión en inglés) que al comienzo de su obra con los jóvenes las autoridades civiles mandaban a la policía a sus Misas para vigilarle y éstos decían que oían tantas cosas en los sermones sobre los demonios y el infierno que deseaban confesarse ellos mismos (lo cual hacían esperando con los jóvenes). El santo predicaba sobre tres de las cuatro postrimerías (la muerte, el juicio final, el infierno). La otra postrimería es la gloria eterna. Solía decir: “Los tres enemigos del hombre son: la muerte (que lo sorprende) , el tiempo (que se escapa), y el demonio (que le tiende sus lazos).”
S. Juan Bosco recomendaba a sus jóvenes estos remedios contra el infierno:
1) Comunión frecuente y confesión sacramental sincera detestando el pecado. Recomendaba que los jóvenes recibieran esos sacramentos con frecuencia no forzados, sino por amor. Estableció que sus alumnos asistieran a Misa, pero no que fueran a recibir la comunión en filas, un banquillo tras otro (una práctica muy común en los EE.UU.), para evitar la presión de cometer sacrilegio, de recibir al Señor sin estar debidamente dispuestos. No obligaba nunca a nadie a confesarse, pero ofrecía el Sacramento de la Reconciliación a sus jóvenes cada vez que se reunían y buscaba discretamente a niños que sabía por revelación divina no estar reconciliados con Dios.
2) Devociones al Santísimo Sacramento, a la Virgen María, a San José y a otros santos. Un fruto de los esfuerzos de S. Juan Bosco de alentar la devoción al Santísimo y a María Auxiliadora entre sus jóvenes fue la santidad de Sto. Domingo de Savio, uno de sus alumnos.
3) Oración, meditación y lectura espiritual bien hecha. El santo tenía una memoria prodigiosa y leía muchos libros en su juventud que no eran espirituales, hasta que leyó “La imitación de Cristo” por el Bto. Tomás de Kempis. Este patrono de editores recomendaba: “Propagad buenos libros. Sólo en el cielo sabréis el gran bien que produce una buena lectura". S. Juan Bosco dedicó su Orden a S. Francisco de Sales por su mansedumbre, pero también para imitarle en combatir los errores de la fe. En la obra de este santo, “Introducción a la vida devota” se pueden encontrar meditaciones muy buenas sobre los pecados y las cuatro postrimerías.
4) Obediencia hasta en cosas pequeñas a Dios (a la Iglesia, a los padres y a los superiores). Recomendaba a los padres y a los superiores: “Trata de hacerte querer más que temer.” Sus jóvenes le obedecían con gusto por el amor que le tenían. Eso no significaba que no les reprochaba sus pecados y que no les recordaba las penas del infierno, sino que lo hacía con caridad para que el amor a Dios que les inspiraba superara esos temores.
5) Hacer las obras de misericordia y evitar el ocio. S. Juan Bosco organizaba muchas actividades para los jóvenes en los “Oratorios Festivos” y trabajó para la expansión de su obra a escuelas nocturnas, clases para aprender ciertas profesiones y a colegios, además de ofrecer excursiones anuales al campo durante el verano a los mejores alumnos. Todas esas actividades eran ocasiones para catequizar a los jóvenes.
Padre Nuestro, que estás en los cielos…perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Pregunta del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Por qué le parece que la gente cree o no cree en la existencia del infierno hoy en día?
Mañana: La Presentación del Señor – “El Santo de Dios” (Mc. 1, 24)
15 comentarios
Gracias por tu post no sabia la predilección de D.Bosco por los temas del infierno, que se lo digan a sus herederos, (no todos) y sus experimentos con gaseosa para confesar, dígase papelitos al centro y quemados posteriormente o sus absoluciones colectivas.
En fin toca seguir santificandonos sobre todo con algunos curas que..............
Un abrazo en Cristo y María.
Es la reacción frente a tiempos recientes,en las que el pecado y la condenación eterna eran,casi, únicos argumentos de predicación y de incentivo a la vida cristiana.Yo mismo sufrí de esta práctica de atemorizar al pueblo fiel..."¡te vas a condenar!",oía una y otra vez;algunos de mis amigos vivían aterrorizados y soñaban con el infierno.Por pura misericordia de Dios,encontré quien me predicara el Dios del Amor frente al Dios del castigo,quien me hablara de reconciliación y filiación divina,quien me explicara el gozo de la fe frente al terror del infierno.
Claro que algunos han pasado al otro extremo,lamentablemente,poniendo en peligro sus vidas y las de otros,no tanto por el castigo divino,sino por no disfrutar del amor de Dios dándose a una vida amoral,que nada satisface.
Sana,no enfermiza,conciencia de pecado,sí,siempre;nunca el desprecio del infierno porque el maligno aprovechará para hacer de nuestra vida un infierno aquí en la tierra.
1.- ¿Quien puede temer a un hombrecillo rojo con cuernos?. La imagen que se da del demonio es casi cómica.
2.- Si aceptas la existencia del demonio, debes aceptar que quizás tu vida sea muy llevada por el. A la gente no le gusta la autocrítica, es más, hacen lo que pueden por acallar esa vocecita en su interior que les recuerda lo mal que se han portado alguna vez.
3.- Y finalmente, aceptar la existencia del demonio, y su labor en al humanidad, te obliga a llevar una vida de acercamiento a la iglesia, y lo que se llama "disciplina en los sacramentos"... y creo que a algunos eso se le atraganta todavía más.
Tengamos confianza en la misericordia del Señor, porque si no, creo que yo sería el primero en volverme loco... No sólo porque yo necesite esa misericordia, si no porque conozco a bellísimas personas que no están ni bautizadas, y me provoca un gran comezón de sólo imaginarme que alguna pueda acabar en ese lugar... Ojalá pudiera dar mi vida por su salvación, como aquella niña, Laura Vicuña, que lo hizo por su madre.
Admiro a los sacerdotes que animan a todos a confesarse en toda ocasión que se presente y se hacen disponibles para oir confesiones aunque tengan que quedarse una hora después de la Misa para hacerlo. Es un sacrificio, pero ¡cuánto bien hace a la gente!
He visto abusos como la absolución general y otras cosas que entristecen mucho (¡en un retiro espiritual para el Triduo Pascual!), pero aún eso no me quita la gran admiración que tengo por la labor de los buenos y fieles sacerdotes en la Iglesia y por eso completo el comentario que cortó con mis palabras: "santificándonos sobre todo con algunos" sacerdotes [prefiero esta palabra, que suena más digno del respeto que se merece tan alta vocación] que nos dan un buen ejemplo de entrega completa al Señor, que nos muestran la alegría de servir con amor a tan Grandioso y Buen Dios (que se merece todos nuestros sacrificios).
También me parece muy oportuno su comentario sobre el "infierno en la tierra", porque he conocido personas (tanto creyentes como no creyentes) que me decían que esta tierra es el único infierno que hay. Al contrario, como han expresado los santos a lo largo de sus vidas a pesar de sus grandes sufrimientos: "¿Cómo puede haber infierno en esta tierra cuando Dios mismo está aquí con nosotros por medio de los Sacramentos?" Era muy fácil y lógico para los santos enamorarse de un Dios que nos busca y nos ama como nadie, un Dios muy cercano a nosotros que mandó a Su Hijo Jesucristo para mostrarnos por su muerte que hay un infierno peor a los sufrimientos de este mundo y que es tan justo como es misericordioso.
La autocrítica también me parece importante porque no es sólo el demonio el que luchamos, sino también la carne (nosotros mismos) y el mundo. Creo que las descripciones de S. Juan Bosco del infierno (que se leen en sus sueños) son edificantes porque no se quedan en la desesperación, sino que ofrecen siempre alguna esperanza de evitar en esta vida ese fin. Hasta vió los nombres de los niños en su escuela cuyo estado en ese momento les hubiera resultado en la condena eterna, pero eso le dió la oportunidad de animarles a confesarse y a darles mayor atención espiritual (ya que a veces eran niños que aparentaban ser muy buenos).
La Iglesia enseña, que yo sepa, que la Misericordia de Dios está abierta a los que no están bautizados sin culpa alguna (por no haber oído el Evangelio, por ejemplo), pero son los que se cierran a sí mismos de la Verdad los que más necesitan nuestras oraciones (que creo de todo corazón siempre valen la pena aunque no veamos los resultados enseguida o no tengan los resultados que queramos, que después de todo nuestra visión de las cosas es siempre limitada).
Me ha conmovido mucho tanto lo que le confiaron sus alumnos como su preocupación por ellos. Pienso dedicar un post al tema. Mientras tanto, creo que este enlace le podría ser útil:
http://www.corazones.org/apologetica/practicas/ouija.htm
Siento de nuevo mi retraso en responderle y espero de todo corazón que sus alumnos (y sus parientes) se aparten de esas prácticas contrarias a nuestra fe católica. Un saludo.
Espero que le sea útil. Un saludo.
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Eric, sí habrá quienes prefieren no tocar el tema del infierno, pero gracias a Dios he conocido a muchos sacerdotes que sí les recuerdan a los feligreses que existe el infierno y que Dios es misericordioso, pero también justo. Le agradezco que haya dejado su comentario y siento mucho que haya tardado tanto en publicarlo.
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