(21) La victoria final de Cristo: Parusía –y II
–Perdone, ¿y eso de la Parusía qué es?
–La venida de Cristo al fin de la historia, que puede darse ya en cualquier momento.
La Parusía ha sido falsificada en una visión secularista, como puede apreciarse en Teilhard de Chardin. Escribe Leonardo Castellani: «Telar Chardín tomó esta idea que tiene sus raíces en Spencer, el doctor del Evolucionismo o Darwinismo; y en Hegel, el doctor del Panteísmo emanatista. No hay una sola idea original en Telar Chardín, hay sólo una terminología nueva, bastante pedante: “la biósfera”, “la antropósfera”, “la noósfera”, “el Punto Omega” –que es el fin de la Evolución y es Dios […] San Pablo en 1 Timoteo 4,1-2.7 [afirma que] “el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas… Rechaza las fábulas profanas y los cuentos de viejas» (Domingueras prédicas, 1966, dom. 17 post Pentec.). «Evidentemente hay una apostasía parcial o un comienzo de apostasía en todo el mundo» (ib. 1961, dom. 19 post Pentec.).Y sigue:
«Teilhard de Chardin sostiene que la Parusía o Retorno de Cristo no es sino el término de la evolución darwinística de la Humanidad que llegará a su perfección completa necesariamente en virtud de las leyes naturales; porque la Humanidad no es sino “el Cristo colectivo”… Pone una solución infrahistórica de la Historia; lo mismo que los impíos “progresistas”, como Condorcet, Augusto Compte y Kant; lo cual equivale a negar la intervención de Dios en la Historia» (El Apokalipsis de San Juan, ed. Paulinas 1963, cuad. III, exc. N).
Dejando a un lado acerca de la Parusía todas estas «fábulas y cuentos de viejas», recordemos el Credo de la Iglesia: Cristo resucitado «subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre. Y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin». Es palabra angélica y evangélica: «este Jesús que os ha sido arrebatado al cielo vendrá de la misma manera que le habéis visto subir al cielo» (Hch 1,11).
El Catecismo de la Iglesia confiesa de la parusía (668-679) que Jesucristo, ya desde la Ascensión, «es el Señor del cosmos y de la historia… “Estamos ya en la última hora” (1Jn 2,18). El final de la historia ha llegado ya a nosotros y la renovación del mundo está ya decidida de manera irrevocable». Sin embargo, el Reino de Dios, presente ya en la Iglesia, no se ha consumado todavía con el advenimiento del Rey sobre la tierra, y sufre al presente los ataques del Misterio de iniquidad, que está en acción (2Tes 2,7). Pero ciertamente «el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente. Este acontecimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento» (673).
La segunda venida de Cristo, en gloria y poder, vendrá precedida por la conversión de Israel, según anuncia Cristo, y también San Pedro y San Pablo (Mt 23,39; Hch 3,19-21; Rm 11,11-36). Y vendrá también precedida de grandes tentaciones, tribulaciones y persecuciones (Mt 24,17-19; Mc 14,12-16; Lc 21,28-33). Muchos cristianos caerán en la apostasía. «La Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18,8; Mt 24,9-14). La persecución que acompaña a la peregrinación de la Iglesia sobre la tierra (cf. Lc 21,12; Jn 15,19-20) desvelará “el Misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas, mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es el Anticristo, es decir, la de un pseudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo, colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2Tes 2,4-12; 1Tes 5,2-3; 2Jn 7; 1Jn 2,18.22)» (675). Ese enorme engaño tendrá «la forma política de un mesianismo secularizado, “intrínsecamente perverso”» (676).
Por tanto, «la Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua, en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (Ap 19,1-19). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (13,8), en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (20,7-10). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (20,12), después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (2Pe 3,12-13)» (677).
Cristo, «mientras esperamos su venida gloriosa», reina actualmente en la historia. Reina por los siglos de los siglos, y muestra su dominio, sujetando cuando quiere y del modo que quiere a la Bestia mundana, que recibe toda su fuerza y atractivo del Dragón infernal. Ateniéndonos sobre todo al Apocalipsis, recordemos que estas victorias de Cristo en la historia
–no son victorias crueles y destructoras, sino plenas de gracia y misericordia. Él no ha sido enviado a condenar, sino a salvar a los pecadores. Él ha sido enviado como luz del mundo, y la luz ilumina las tinieblas, no las destruye.
–son victorias siempre realizadas por la afirmación de la verdad en el mundo, es decir, con «la espada que sale de su boca» (Ap 1,16; 2,16; 19,15.21; cf. 2Tes 2,8). Es así como vencen Cristo y su Iglesia.
–no son victorias obtenidas por un ejército de superhombres, que luchando como campeones poderosos, con grandes fuerzas y medios, se imponen y prevalecen, aplastando las fuerzas mundanas del mal. Es todo lo contrario: Cristo vence al mundo a través de fieles suyos débiles y pobres, que permanecen en la humildad (cf. 1Cor 1,27-29; 2Cor 12,10). Si Cristo vence al mundo muriendo en la cruz, ésa es también la victoria de sus apóstoles, la victoria de los dos Testigos, y la de todos los fieles cristianos (Ap 11,1-13). Así es como la Iglesia primera venció al mundo romano, igual que San Pablo: «muriendo cada día» (1Cor 15,31).
–«las oraciones de los santos» son las que principalmente provocan las intervenciones más poderosas del cielo sobre la tierra. Es la oración de todo el pueblo cristiano la que, elevándose a Dios por manos de sus ángeles, atrae sobre todos la justicia salvadora de nuestro Señor Jesucristo (Ap 5,8; 8,3-4).
–en la historia del mundo, únicamente son fieles aquellos cristianos que son mártires, porque no aceptan que el sello de la Bestia mundana «imprima su marca en su mano derecha y en su frente» –en su acción y su pensamiento–. Precisamente porque «guardan los preceptos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús» (12,17), por eso son perseguidos y marginados del mundo, donde «no pueden comprar ni vender» (13,16).
La Parusía, la segunda venida gloriosa de nuestro Señor Jesucristo, según nos ha sido revelado,
–vendrá precedida de señales y avisos, que justamente cuando se cumplan revelarán el sentido de lo anunciado. Por eso únicamente los más atentos a la Palabra divina y a la oración podrán sospechar la inminencia de la Parusía: «no hará nada el Señor sin revelar su plan a sus siervos, los profetas» (Amós 3,7):
«habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra perturbación de las naciones, aterradas por el bramido del mar y la agitación de las olas, exhalando los hombres sus almas por el terror y el ansia de lo que viene sobre la tierra, pues las columnas de los cielos se conmoverán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con poder y majestad grandes» (Lc 21,25-27).
–vendrá precedida del Anticristo, que difundirá eficazmente innumerables mentiras y errores, como nunca la Iglesia lo había experimentado en su historia. Dice Castellani:
«El Anticristo reducirá a la Iglesia a su extrema tribulación, al mismo tiempo que fomentará una falsa Iglesia. Matará a los Profetas y tendrá de su lado una manga de profetoides, de vaticinadores y cantores del progresismo y de la euforia de la salud del hombre por el hombre, hierofantes que proclamarán la plenitud de los tiempos y una felicidad nefanda. Perseguirá sobre todo la predicación y la interpretación del Apokalypsis; y odiará con furor aun la mención de la Parusía. En su tiempo habrá verdaderos monstruos que ocuparán cátedras y sedes, y pasarán por varones píos, religiosos y aun santos, porque el Hombre del Pecado tolerará y aprovechará un Cristianismo adulterado» (El Apokalipsis de San Juan, cuad. III, visión 11).
–será súbita y patente para toda la humanidad: «como el relámpago que sale del oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre… Entonces aparecerá el estandarte del Hijo del hombre en el cielo, y se lamentarán todas las tribus de la tierra [que vivían ajenas al Reino o contra él], y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y majestad grande» (Mt 24,27-31).
–será inesperada para la mayoría de los hombres, que «comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban» (Lc 17,28), y no esperaban para nada la venida de Cristo, sino que «disfrutando del mundo» tranquilamente, no advertían que «pasa la apariencia de este mundo» (1Cor 7,31). Pero vosotros «vigilad, porque no sabéis cuándo llegará vuestro Señor… Habéis de estar preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre» (Mt 24,42-44). «Vendrá el día del Señor como ladrón» (2Pe 3,10).
El siervo malvado, habiendo partido su señor de viaje, se dice: «mi amo tardará», y se entrega al ocio y al vicio. Pero «vendrá el amo de ese siervo el día que menos lo espera y a la hora que no sabe, y le hará azotar y le echará con los hipócritas; allí habrá llanto y crujir de dientes» (Mt 24,42-50). «Estad atentos, pues, no sea que se emboten vuestros corazones por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, y de repente, venga sobre vosotros aquel día, como un lazo; porque vendrá sobre todos los moradores de la tierra. Velad, pues, en todo tiempo y orad, para que podáis evitar todo esto que ha de venir, y comparecer ante el Hijo del hombre» (Lc 21,34-35). Todos los cristianos hemos de vivir siempre como si la Parusía fuera a ocurrir mañana mismo o pasado mañana.
«Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido». Y dijo el Señor entonces: «He aquí que hago nuevas todas las cosas» (Ap 21,1.5)… Entonces «las naciones [antes paganas] caminarán a su luz, y los reyes de la tierra [antes hostiles] irán a llevarle su esplendor» (21,24). Así como el hombre muere, se corrompe, y gracias a Cristo resucita glorioso en alma y cuerpo, de modo semejante, todas las criaturas que, oprimidas ahora por el pecado de la humanidad, gimen con dolores de parto, después de hundirse en una hecatombe final indescriptible (2Pe 3,5-10), «serán liberadas de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloria de los hijos de Dios» (Rm 8,19-23). «Nosotros, pues, esperamos otros cielos nuevos y otra tierra nueva, donde habitará la justicia, según la promesa del Señor» (2Pe 3,13).
Vigilad, orad, mirad al cielo, esperando la Parusía del Señor. «Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios; pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Col 3,1-2). Santo Cura de Ars: «consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro» (Catequesis sobre la oración). Mirad siempre al fin de todo, y podréis poner en vuestra vida presente los medios más verdaderos y útiles, más buenos y bellos, para llegar a ese fin. Cuanto más miréis al cielo, más lucidez y fuerza tendréis para transformar el mundo presente. Así lo ha demostrado la Iglesia en tantos pasos de su larga historia. Como también ha demostrado que cuanto menos piensan los cristianos en la Parusía y en el cielo, más torpes e imbéciles se hacen para influir en el mundo y mejorarlo. En cuanto cristianos, no valen en el mundo para nada. Son luz apagada, son sal desvirtuada, que solo sirve para que la pisen los hombres. Por el contrario, que a vosotros «el Dios de la esperanza os llene de plena alegría y paz en la fe, para que abundéis en la esperanza por la fuerza del Espíritu Santo» (Rm 15,13).
José María Iraburu, sacerdote
*Post post. ¿Hubieran podido los judíos salir de Egipto, y atravesar el desierto caminando cuarenta años, si casi nunca les hablara nadie de la Tierra Prometida? ¿Podrá el pueblo cristiano realizar su éxodo del mundo secular, como Dios manda, si no le hablan con frecuencia de la Parusía del Señor, de los cielos nuevos y la nueva tierra?… Reforma o apostasía.
Índice de Reforma o apostasía
26 comentarios
Si nada de eso ha sido precursor de la Parusía, asusta pensar en la clase de tribulación que vamos a pasar, y asusta más las tentaciones a las que seremos sometidos para apostatar. Que el Señor nos de fuerza.
Interesante también lo de la conversión de Israel como signo. Resulta difícil concebirla. ¿Qué catalizará esa conversión? No sabemos...
Y sobre las señales y avisos, en mayor o menor medida siempre ha habido profetas de calamidades.
En definitiva, a perseverar en la oración. Señor, ven pronto. Adveniat Regnum Tuum.
Nos veremos en el valle de Josafat. Será interesante.
Entonces me parecen cobrar más sentido las expresiones bíblicas como "la plenitud de los tiempos" o el "!Vuelvo pronto!". ¿Qué son los tiempos históricos frente a los tiempos de Dios? Nada...
Si pusiéramos a la ciencia humana al servicio de la Fe (y no en contra, como intentó el apóstata "Telar de Chardon"), ¡qué gran servicio prestaría a la comprensión de la Palabra de Dios!.
Quería preguntarle por el significado de los siguientes pasajes de la Biblia: Daniel 12: 11-12, y Mateo 24: 15-20, y Marcos 13: 14-18.
Gracias.
–será inesperada para la mayoría de los hombres
–en la historia del mundo, únicamente son fieles aquellos cristianos que son mártires
Pesimistas llaman a quienes escriben o hablan de esto, padre. Prohibido: marchando directamente todos al Cielo, cuando sea. Y no podemos irnos al desierto de Egipto, pues no hemos recibido esa vocación. Pero si no hablan y escriben de esto ¿cómo vamos a pensar en ello y vivir como QUE VIENE PRONTO el Señor Jesús?
pide usted la interpretación de textos proféticos de explicación muy compleja y a veces discutida entre los escrituristas. Busque respuestas a sus preguntas en algún comentario a la Escritura, y si no lo tiene a mano, puede contentarse con las notas a pie de página de la Biblia de Jerusalén, que suelen tener gran calidad exegética.
Es curioso como el mismo término "apocalíptico" tiene unas connotaciones terribles y dramáticas. Pero eso debería serlo sólo para los que le tienen miedo a Dios, los que ya no podrán huir de El.
En cierto modo se comprende, dadas las descripciones de los "dolores de parto" previos que narran las escrituras. Pero quedarse en eso, es olvidarse de lo más importante, como el niño parido.
No se dónde leí que lo propio del género apocalíptico es la intemporalidad: se narran hechos que en parte explican el pasado, en parte el presente y en parte el futuro. Así, las persecuciones del Imperio Romano narradas por San Juan son señal, símbolo, preludio, de todas las que han sucedido, y sucederán después.
Y esto hace que siempre podamos leerlo en presente: en cada momento de la historia habrá secuaces del diablo que harán sufrir a los fieles a Dios. Pero estos terminarán triunfando.
A alguno que sospecha toda clase de conspiraciones le digo: mira, esto lo comentaremos el Día del Juicio por la tarde, una vez que esté todo claro. ¡¡¡Ahí nos enteraremos de tantas cosas!!!
Al hablar del cielo se suele resaltar que toda nuestra capacidad de amar quedará saciada. Pero espero que también la capacidad de conocer quedará satisfecha...
+”Cuando comiencen a suceder estas cosas [trrrrremendas catástrofes], animaos y levantad vuestras cabezas, porque se aproxima vuestra liberación” (Lc 21,28).
+”Vi un cielo nuevo y una tierra nueva… El mismo Dios estará con ellos, y enjugará las lágrimas de sus ojos, ya no habrá muerte ni luto, ni llanto ni dolor, porque todo lo de antes ya pasado… ‘He aquí que hago nuevas todas las cosas’ ” (Apoc 21).
¡Un final, para los amigos de Dios, super-hiper-macro-maxi-felicísimo!!!
+”Ni ojo vio, ni oído oyó, ni pasó por pensamiento de hombre qué cosas tiene Dios preparadas para los que le aman” (1Cor 2,9).
El cielo será maravilloso pero tenemos que ganárnoslo, y se dice, que se salvarán los que persistan hasta el final, que muchos claudicarán debido a la maldad de muchos, que intentará engañarse incluso a los elegidos. Además allí nos pedirán cuentas de lo que hemos hecho también con respecto a las almas de nuestros hermanos.
En honor a los elegidos se acortará el tiempo de la tribulación; de no ser así, nadie persistiría.
No creo, pues, que todo esto, sea un paseo de rosas, un sencillo esperar a que el cielo haga justicia; precisamente si adoptamos esa actitud, nos vamos a encontrar con muchas faltas de amor.
El engaño puede venir de muchísimos sitios. Y entiendo que las escrituras hablan, y si es así muchos tendrán la responsabilidad de alertar al respecto, ya que podrían pedirles cuentas de ello, de que también puede venir el engaño y/o haber mucha corrupción en la Iglesia oficial.
Está claro que lo fundamental es la auténtica conversión del corazón; con eso, ya se salva uno, y evitará ser engañado con la ayuda imprescindible de Dios.
Aunque con un poco de retraso acabo de terminar sus dos càpítulos sobre la Parusía y le tengo que decir que ha supuesto, para mí, un gran gozo, descubrir que, efectivamente, la venida de Cristo, por segunda vez, es un tema que, en verdad, si se conoce (como Ud. demuestra) nos llena de esperanza.
Gracias por haberme hecho reconocerme en lo que ha escrito como uno de los que ora a sabiendas de que, a lo mejor mañana mismo se nos pide cuentas y, sobre todo, de que mañana mismo puede volver Cristo.
Y esto es algo que no deberíamos olvidar para no torcer el camino que nos lleva al definitivo Reino de Dios.
Gracias, de nuevo. Millones de gracias.
Quería hacer un OFF-TOPIC y preguntarle si se pueden mandar sus artículos por correo electrónico, siempre indicando el enlace a su blog. ¿Se podría?
Gracias.
Un abrazo en Cristo y María.
en el Catecismo de la Iglesia, como sabe, se da solo aquello que la Iglesia conoce con certeza, aunque no necesariamente haya sido formulado como dogma. Acerca del milenio de un reino de los justos y de otras cuestiones conexas solo dice lo que va en los números 675-677, y concretamente en el 676. Como podrá comprobar en cualquier comentario bíblico de calidad, en estos temas –el milenio, el orden y el modo de los acontecimientos escatológicos, etc.– los Santos Padres dieron interpretaciones muy diversas, que no pocas veces se contradecían entre sí. San Justino dijo lo que dijo. Pero otros Padres ofrecieron otras interpretaciones. Solo podemos estar seguros de aquello que la Iglesia nos enseña con seguridad.
(Benedicto XVI, Homilía de Vísperas, 24 de julio de 2009 en la Catedral de Aosta, L’Osservatore Romano 29/07/2009)
Hoy por hoy me ofrece mas garantia Bendicto XVI, que el sacerdote José María Iraburu, y no por el hecho de ser el Ponifice, sino porque, su responsabilidad, su vida, y su obra lo avalan como autentico discipulo de Cristo.
+Creo que contraponer mi exposición sobre la victoria final de Cristo con la enseñanza del Papa Benedicto XVI no tiene ningún fundamento real.
+En cuanto al entusiasmo que Ud. muestra por "la gran visión de Teilhard de Chardin", le recomiendo recordar lo lo que afirma el Monitum que transcribo, y que sigue vigente, por supuesto: El texto del Monitum dice así: "Ciertas obras del P. Teilhard de Chardin, incluyendo algunas póstumas, son publicadas y encuentran una aceptación que no es desdeñable. Independientemente del debido juicio en lo que atañe a las ciencias positivas, en materias de filosofía y teología se ve claramente que las obras antes mencionadas encierran tales ambigüedades y aún errores tan graves que ofenden la doctrina católica. Por tanto los Emmos. y Rvdos. Padres de la Suprema S. Congregación del Santo Oficio exhortan a todos los Ordinarios y Superiores de Institutos religiosos, a los Rectores de Seminarios y Directores de Universidades, a defender los espíritus, particularmente los de los jóvenes, de los peligros de las obras del P. Teilhard de Chardin y de sus discípulos. Dado en Roma, en el Palacio del Santo Oficio, el 30 de Junio de 1962".
Desafortunadamente gran parte de su-mi nuestra cruzada por promover y defender la genuina fe catolica fracasara porque en gran parte de los seminarios mayores la formacion teologica es modernista.¿Que hacer ?Un ejemplo,las notas de la biblia de Jerusalen consultelas y vera .....
Estoy leyendo poco a poco todos sus post. Soy un seminarista mexicano. Le agradezco su esfuerzo y le pido humildemente su bendición.
Comparto una idea de Santo Tomás de Aquino en relación al Post post: quia fides est qua vincimus tentationes: Hebr. XI, 33: sancti per fidem vicerunt regna. Et hoc patet, quia omnis tentatio vel est a Diabolo, vel a mundo, vel a carne. Diabolus enim tentat ut non obedias Deo nec subiiciaris ei. Et hoc per fidem removetur. Nam per fidem cognoscimus quod ipse est dominus omnium, et ideo sibi est obediendum: I Petr. V, 8: adversarius vester Diabolus circuit quaerens quem devoret: cui resistite fortes in fide. Mundus autem tentat vel alliciendo prosperis, vel terrendo adversis. Sed haec vincimus per fidem, quae facit nos credere aliam vitam meliorem ista: et ideo prospera mundi huius despicimus, et non formidamus adversa: I Ioan. V, 4: haec est victoria quae vincit mundum, fides nostra: et etiam quia docet nos credere alia maiora mala, scilicet Inferni. Caro vero tentat inducendo nos ad delectationes vitae praesentis momentaneas. Sed fides ostendit nobis quod per has, si eis indebite adhaeremus, aeternas delectationes amittimus: Ephes. VI, 16: in omnibus sumentes scutum fidei. In Symbolum Apostolorum, proemium
La fe en Santo Tomás no son sólo los "articula fidei" sino la gracia santificante que perfecciona el entendimiento, inicia la vida eterna (inchoatur in nobis vitam aeterna), realiza un matrimonio espiritual con Dios (unión, transformación "per fidem anima christiana facit quasi quiddam matrimonium cum Deo") y es substancia de nuestra esperanza, (substantia sperandarum rerum) incluída en ella la parusía como lugar específico de contemplación para el aumento de la esperanza en la justicia y la misericordia divina.
Saludos Padre! me encantan su Blog
Viva Cristo Rey!
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JMI.-"El justo vive de la fe" (Rom 1,17), y la fe viene de creer en la palabra de Dios, revelada plenamente en Jesucristo. La fe lo ilumina todo, y levanta nuestra esperanza. La fe es don de Dios, y los dones hay que pedirlos, o lo que es igual, hay que abrir el corazón a Dios para poder recibirlos.
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JMI.-Hay opiniones muy diversas, ya desde el tiempo de los Padres.
Y después, los grandes análisis de la exégesis moderna.
En mi opinión serán las dos cosas que ud. dice a la vez.
Sólo una opinión.
Me interesa profundizar en el Apocalipsis, con una teología actual y profunda, ¿tendras información electrónica para ello?
Gracias
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JMI.-Mire en nuestra web de Fund. GRATIS DATE, y encontrará allá el texto íntegro (y descargable) de El Apocalipsis, según Leonardo Castellani, de P. Alfredo Sáenz, S.J. Dos grandes: Castellani y Sáenz.
www.gratisdate.org
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JMI.-Sigue y seguirá molestando toda doctrina que sea incompatible con la fe católica, como algunas enseñanzas de T.de Ch.
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JMI.-30 de junio del año del Señor 1962.
Exactamente.
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JMI.-No nos cansemos de hacer el bien, orando y lab-orando.
Que Dios no se cansa de asistirnos con su gracia: movernos y perdonarnos.
Efectivamente, hemos de resistir, lo dice bien claro el Apóstol «tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo» (Efe 6, 13). Pero nuestro combate no es tanto de resistencia, como de ataque, de asalto: «Confiado en ti corro a la lucha y con mi Dios asalto las murallas» (Sal 18, 30) ¿Y cuál es esa lucha y cuáles son las murallas? Puesto que «El Hijo de Dios se ha manifestado para destruir las obras del diablo» (I Jn 3, 8), y las obras del diablo son la condenación de los pecadores, pues «por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen» (Sab 2, 30), entonces, la lucha que Cristo combatió y las murallas que asaltó, es la lucha por la vida de los pecadores y las murallas de los corazones de los mismos, porque Él, mejor que David, enseñó los caminos de Dios a los malvados y los pecadores volvieron a Él (Sal 51, 15), y puesto que Él a dicho que «os he dado ejemplo, para que hagáis vosotros lo mismo que he hecho yo» (Jn 13, 15), entonces, es evidente que la misión de todos los cristianos es «destruir las obras del diablo», orando y laborando por la conversión de los pecadores, que son sus obras. Esta es la profunda convicción de todos los apóstoles a lo largo de la historia de la Iglesia, y así dieron cumplimiento a la profecía que está en el Salmo 45: «Caen a tus pies los pueblos, tus flechas puntiagudas se clavan en el corazón de tus enemigos», convirtiendo pecadores con las flechas puntiagudas de la gracia y la verdad que de Dios recibieron, y realizando así, por obra del Espíritu Santo, el mandamiento de Nuestro Señor Jesucristo: «Id, pues, y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que Yo os he mandado» (Mt 28, 19-20).
Pero no, hoy día toca resistir.
Pues bien, siendo que Jesucristo está sentado a la derecha de Dios Todopoderoso, y vive y reina por los siglos de los siglos, niego rotundamente el solamente resistir, porque sé que los apóstoles y misioneros de todos los tiempos no vencieron por su fuerza ni elocuencia, no por sus medios ni sus habilidades, «no fue su espada la que conquistó la tierra, ni su brazo el que los hizo vencedores; fue tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro, porque tú los amabas» (Sal 44, 4).
¿Estoy equivocado en creer esto, pater?
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JMI.-Atacar y resistir no son términos contradictorios. "Resistite fortes in fide", de San Pedro, no está pidiendo que el cristiano se meta debajo de su cama o se encierre en un armario. Solamente se puede resistir el error afirmando la fe; pero afirmarla implica atacar al errante. La armadura de Dios (Ef 6) que cita, así lo entiende.
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JMI.-Su diagnóstico me parece profundamente equivocado en casi todo lo que con mucha seguridad afirma. Por ejemplo, "uno ve en la gran mayoría de lugares donde se dicen católicos y ya no hay una misa verdadera".
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